Socialismo o Barbarie, periódico Nº 155, 16/07/09
 

 

 

 

 

 

Honduras: entre el golpe, la rebelión, la negociación y la resistencia

“Tienen miedo, porque no les tenemos miedo”1

Por Roberto Sáenz, El Progreso, Honduras, 14/07/09

Se han cumplido exactamente dieciséis días desde el golpe de estado en Honduras. El gobierno de facto de Micheletti se ha consolidado. Ha logrado esto dejando atrás una primera etapa de la resistencia en la que estuvo plantada su caída revolucionaria. Esto ocurrió entre el jueves 2 y el domingo 5 de este mes. En esos días se fue desatando una creciente movilización de masas que llegó a sumar 200.000 personas en la jornada del 5 en Tegucigalpa, cifra sin precedentes en el país.

Pero ese momento se perdió. El factor fundamental para este desenlace ha sido la instalación de la “Mesa de diálogo”: el “Melismo” subordinó la movilización a la infructuosa negociación por arriba. Esto ocurrió no en cualquier momento –como pretenden presentarlo sus representantes en el movimiento de masas hondureño– sino cuando estuvo planteada la caída efectiva de los gorilas. La negociación no sólo generó expectativas falsas entre las masas populares sino que peor aún, le dio un tiempo vital al régimen golpista para consolidarse.

Un inmenso caleidoscopio

Dicho lo anterior, hay que señalar que la situación política del país no deja de ser profundamente contradictoria. La circunstancia es que si bien el gobierno gorila logró sortear un primer embate que podría haberlo tirado abajo, para nada ha logrado derrotar el proceso de la resistencia popular. La misma está configurando una suerte de creciente rebelión de masas contra lo gorilas al tiempo que entre la “opinión pública” del país parece haberse ido debilitando la legitimidad de los golpistas con el transcurrir de los días, más que fortaleciéndose2.

Es el primer golpe de estado del siglo XXI, donde todo es extremadamente paradójico. Y sin embargo, en ningún momento se debe perder de vista que en la lógica de los acontecimientos está inscripta la posibilidad de crecientes zarpazos represivos.

En estas condiciones, Honduras parece hoy a un inmenso “Macondo3; una suerte de “calidoscopio” o “Torre de Babel” –como lo ha definido un compañero del PSTH– donde parece posible que convivan un golpe de estado y una suerte de rebelión popular...

Esta circunstancia tiene que ver con varios factores: tanto con el “ambiente” regional e internacional en medio del cual se ha producido el golpe. También como las específicas características de un país que está inmerso en un ascenso de las luchas populares desde el 26 de agosto del 2003. Ascenso que no se veía en esa magnitud desde la histórica huelga de los obreros rurales del banano –llamados “campeños” – en el año 1954 y que el golpe gorila todavía no ha logrado derrotar.

Es fundamentalmente contra las consecuencias eventuales de ese ascenso popular (frente al cual Zelaya hacía las veces de aprendiz de brujo) que se ha dirigido el golpe gorila. Es en ese contexto que deben ser comprendidas las contradicciones en las alturas que el mismo también expresa al interior de su clase dominante y con el imperialismo y no al revés.

En medio de esta realidad hay otro elemento que caracteriza la situación de las masas hondureñas y que las diferencia de todo el ciclo de rebeliones populares latinoamericano: al compás de la resistencia se está erigiendo una dirección de las masas antigolpistas.

Se trata del “Frente Nacional contra el Golpe de Estado” y la “Coordinadora Nacional de Resistencia Popular”, instancias diferenciadas aunque hoy día mayormente superpuestas que configuran una suerte de frente único de tendencias de mayoría “Melista” que es la que está dirigiendo las acciones de resistencia de masas y de la cual forma parte el PST H –integrante de la corriente Socialismo o Barbarie Internacional– como su ala de izquierda revolucionaria.

Un golpe de estado del siglo XXI

Primero lo primero: hay que insistir que se está frente a un golpe de estado hecho y derecho que ha depuesto, por la vía de la fuerza, un gobierno constitucional. Golpe que al momento de escribir estas líneas –y como ya nos hemos encargado de señalar– aparece consolidado. Un golpe reaccionario que se puede colocar entre las posibles tendencias de evolución del ciclo regional –aunque no como la perspectiva más probable– con los gobiernos “progresistas” asediados por la oposición de derecha4 y, sobre todo, dentro de los “usos y costumbres” más propiamente centroamericanos.

Sin embargo, hay una importantísima precisión que hacer: se trata de un golpe gorila donde paradójicamente el movimiento de masas no ha sido derrotado. No hay ambiente de desmoralización; por el contrario, crecientes sectores están desarrollando una experiencia de politización que ha dejando las relaciones de fuerzas mucho más “equilibradas” que si se tratara de una situación golpista “clásica”.

Cumplidas dos semanas y media del golpe, la situación política sigue siendo extremadamente contradictoria. La circunstancia es que la dinámica política más de conjunto no deja de revelar una cierta impasse entre un golpe que se ha consolidado pero que para que ser tal le faltan todavía atributos represivos característicos5.

Al mismo tiempo, en el movimiento de masas se vive una situación de cierta rebelión popular pero que, sin embargo, todavía no se ha transformado verdaderamente en tal ni adquirido suficiente magnitud como para desbordar el régimen de facto. Esto es así en gran medida porque la resistencia ha sido de masas y popular pero el movimiento obrero y, sobre todo, sus sectores privados (con la honorable excepción de los docentes que cumplen un rol de columna vertebral de la lucha), han sido mantenidos cuidadosamente fuera de la resistencia antigolpista por las direcciones sindicales6.

A favor y en contra del golpe –y que terminan haciendo a sus específicas características– juegan también otros elementos de peso. De manera extremadamente propicia, el hecho que entre la clase capitalista, las FFAA, las instituciones del régimen, los dos partidos tradicionales (el Partido Liberal y el Partido Nacional) hay una férrea unidad alrededor del golpe y del desplazamiento de Mel Zelaya.

También juega a favor de ellos el hecho que la burguesía yanqui aparece dividida alrededor del golpe. Está claro ya que un importante sector de los parlamentarios Republicanos (y también de los Demócratas), del empresariado, de los medios de prensa prestigiosos como el Wall Street Journal y otros, están jugando abiertamente a favor de los golpistas.

Consolidándose sin ganar legitimidad

Sin embargo, hay factores que están jugando en contra del golpe gorila dificultando su legitimación. En primer lugar, están las relaciones de fuerza más generales subsistentes en Latinoamérica y sobre las cuales las consecuencias del golpe hondureño tendrán importancia para su “bascular” en uno u otro sentido: una evolución por así decirlo, progresista o reaccionaria, una mayor estabilidad conservadora o una inestabilización al menos en la región centroamericana con más elementos de polarización social y política.

En el terreno de la “superestructura” política, la legitimación del golpe se ve dificultada por el posicionamiento general del gobierno de Barack Obama (amén de ser los impulsores de la tramposa mesa de diálogo), la ONU, la OEA y su Secretario General Insulza, la mayoría de los gobiernos de la región, etc.

Esto mismo ha generado una contradicción de importancia que hace a los límites de legitimidad del golpe: es que se trata de un golpe de estado que dice no ser tal… El golpe se ha “arropado” de elementos que le ponen límites a su actuación: el señalar que no se trataría de “un golpe de estado”; que seguirían “imperando las instituciones”; que sólo se trataría de la “aplicación de la Constitución” etc. Elementos que con ser evidentemente falsos no dejan de generar circunstancias “extravagantes”. Por ejemplo, el hecho que se esté –a priori– ante un golpe a “plazo fijo”, con golpistas “comprometidos” a respetar la fecha electoral presidencial del próximo 28 de noviembre, etc., etc. Esto último supondrá a la brevedad graves contradicciones no vistas hasta el momento entre los de arriba en la medida que al Partido Liberal de Zelaya y Micheletti le esperan unas elecciones inevitablemente muy desventajosas. Parte de esta realidad desfavorable para el PL es el hecho que la candidatura independiente de Carlos H. Reyes (del cual Carlos Amaya, dirigente del PST H, es designado vicepresidencial) acaba de ser reconocida en medio del proceso golpista… Candidatura que está llamada a quebrar desde un punto de vista independiente el bipartidismo tradicional, todo lo cual es fuente de crecientes contradicciones ulteriores7.

Por otro lado, está el hecho de que los golpistas están en el control del país, que las masas no han logrado desbordarlos, que los gorilas están a la espera de alguna provocación ultra izquierdista para ceñir el torniquete represivo sobre la vanguardia y las masas, hasta ahora las contradicciones de este golpe del siglo XXI configuran un equilibrio inestable que en algún momento del camino deberá romperse hacia un lado o hacia el otro.

El liberalismo “socialista” de Zelaya

Es interesante reseñar alguna definición acerca de la evolución del gobierno de Mel Zelaya. Éste asumió en el año 2006 como un típico candidato conservador Liberal. En su arranque, se trató de un gobierno burgués completamente normal y hasta se podría decir que conservador para los parámetros habituales en Latinoamérica.

La cosa es que esta realidad “interna” se conjugó con las coordenadas internacionales de creciente crisis económica mundial y la crisis de hegemonía yanqui. En esas circunstancias, Zelaya se fue recostando –de manera creciente– en el gobierno de Hugo Chávez, llegando el año pasado a sumar al país al bloque del ALBA.

“Desde la adhesión de Mel Zelaya al ALBA en agosto del 2008, se produjo un cambio notable en la conducción política del gobierno. La acuñación de frases como ‘liberalismo socialista’ o ‘socialismo liberal’ muestran en un entendible lenguaje popular la intencionalidad de un nuevo rumbo político. Mel se aproxima al ‘modelo’ de los gobiernos de izquierda de la región y trata de establecer una prudente distancia con el gobierno de EEUU, que aporte señales de mayores cuotas de autonomía con respecto a la tradicional dependencia del amo del norte. Los cambios de gabinete en diciembre del 2008 no hacen más que confirmar el nuevo rumbo. Además, está rompiendo con la tradición del Partido Liberal, consistente en ejercer el último año de gobierno en función de los intereses del candidato presidencial, promoviendo su agenda electoral y asegurándole votos. Es un hecho que en este año 2009, el gobierno concentrará esfuerzos en consolidar su política exterior, orientada a diversificar sus relaciones políticas y comerciales (por ejemplo, sobre el tapete está la apertura de relaciones con Irán y China continental); también fortalecerá su participación en el ALBA y, a la vez, reforzará iniciativas orientadas a fortalecer la participación del Estado en la economía (las nuevas hidroeléctricas, la ENEE y otras)”8.

Que un gobierno del clásico bipartidismo conservador del país tuviera esta evolución, y más tratándose de un país como Honduras, con una burguesía cipaya hiper-reaccionaria que fue “portaviones insumergible” de EEUU cuando el operativo antisandinista de la década del ’80, no dejó de provocar hilaridad entre su clase dominante.

Esta histeria se sumó a la campaña de los medios de (des)información y el giro a derecha de las clases medias altas (protagonistas de las escuálidas Marchas Blancas). En estas condiciones, Zelaya fue perdiendo –uno tras otro– sus puntos de apoyo entre las clases dominantes, recostándose cada vez más en las masas populares aunque sin los favores de las FFAA que caracterizan a las clásicas experiencias bonapartistas sui generis, de ahí la extrema debilidad en que quedó colocado.

Tomó una serie de medidas “progresivas” del tipo reestablecimiento del estatuto docente, un importante –aunque no cumplido por los empresarios– aumento general de salarios, el dar impulso a la convocatoria a una Asamblea Constituyente, todo esto más allá de contradicciones varias subsistentes y de mucho peso: la continuidad de la base militar yanqui de Palmerota, la persistencia del TLC, etc.

Así las cosas, se terminó convirtiendo en una verdadera sombra de su clase social: “La propuesta de Zelaya de colocar una cuarta urna en las elecciones generales de noviembre para consultar sobre convocar a una Constituyente ha generado mucho nerviosismo en las elites de los partidos tradicionales. La fuerte oposición de la institucionalidad estatal y de los partidos políticos a esta propuesta ha llevado a Zelaya a emitir un Decreto Ejecutivo para organizar y llevar a cabo una consulta popular donde se responda al interrogante siguiente: ‘¿Está usted de acuerdo con que en las elecciones generales de noviembre del 2009 se instale una cuarta urna para decidir sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que apruebe una nueva constitución política?”9. Está claro que la clase dominante de Honduras ya respondió: no está de acuerdo con una Constituyente que –a todos los efectos prácticos– significaba patear el tablero del tradicional status quo bipartidista del país.

Sólo la Huelga General podrá derrotar a los golpistas. Por una Asamblea Constituyente Revolucionaria

“En Honduras, la jornada del 26 de agosto del año 2003, indica que las condiciones para el resurgir de un movimiento obrero, campesino y popular unido en la lucha de masas no es un sueño del pasado y pone a la orden del día recuperar nuestra historia y sobre todo las lecciones de la gloriosa huelga del ’54. El surgimiento de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular es un intento –no del todo consciente todavía– de volver al Camino de Mayo como programa y método revolucionario por las reivindicaciones de clase y la liberación nacional”10.

Es importante insistir que las contradicciones en obra en las alturas de la clase dominante hondureña se dan sobre el trasfondo del proceso de lucha popular más importante en Honduras en décadas. Este proceso de lucha debe ser comprendido dentro del contexto del ciclo político regional como un todo al cual se podría decir que Centroamérica llegó algo “tardíamente”. En el país “Catracho” la señal de largada del proceso de lucha se dio con la movilización nacional a Tegucigalpa del 26 de agosto del 2003. Esta movilización, convocada alrededor de una serie de puntos reivindicativos, fue la que terminó constituyendo una experiencia que tiene pocos antecedentes en estos momentos en la región: la conformación de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular, un frente único de movimientos de lucha y tendencias políticas que constituye la dirección efectiva de parte de los explotados y oprimidos del país. El hecho es que en el año 2008 la Coordinadora –arrastrando tras de sí a las tres centrales sindicales del país– convocó a una serie de paros cívicos nacionales que sin llegar a configurar verdadera huelgas generales, significaron efectivos pasos en esa dirección.

Para comprender la importancia de este proceso en curso se puede hacer referencia a un par de elementos. En primer lugar, el hecho que exista una instancia centralizada nacionalmente que logra dirigir una parte del movimiento de masas del país configurando un organismo de coordinación mayormente independiente aún a pesar de las crecientes presiones del “Melismo” sobre parte importante de sus dirigentes.

En segundo lugar, y no se trata de un elemento menor, el hecho que desde la gran huelga bananera del año 1954 (el más grande acontecimiento de la lucha de clases del país11) que no se veía un proceso de lucha y recomposición de los explotados y oprimidos como el que está en marcha desde algunos años en Honduras12.

Parte de esto mismo es el desafió al tradicional bipartidismo del país y, sobre todo, al tradicional encuadramiento de las masas populares en el Partido Liberal, cuestión esta que se está expresando en estos momentos en el proceso de la candidatura independiente.

Con estos elementos en la mano debería estar claro que el golpe de estado contra Mel Zelaya es un zarpazo fundamentalmente dirigido contra el proceso de lucha y recomposición que están protagonizando los trabajadores en Honduras y que son los que actualmente le dan contenido vital al proceso de resistencia antigolpista.

En este contexto, el pasado lunes 15 se dio una importantísima discusión en el ámbito de la dirección de la resistencia antigolpista. Los representantes del “Melismo” tuvieron que hacer malabares para justificar su persistente apuesta a un diálogo que siquiera los aláteres de Zelaya en el movimiento de masas pueden defender ante la evidente falta de todo resultado.

En estas condiciones, les cupo a los compañeros del PST H el plantear el verdadero balance del susodicho dialogo que sirvió para perdonarle la vida a Micheletti al tiempo que plantear que con la movilización de los sectores populares no iba a alcanzar para tirar abajo a Micheletti. Desde la organización de SOB en Honduras planteamos que se debía emplazar a las direcciones sindicales (presentes en la reunión pero pasivas) la preparación de una verdadera Huelga General: porque que sólo sumando la fuerza de la clase obrera asalariada al movimiento popular movilizado se podrá derrotar a los golpistas imponiendo una Asamblea Constituyente Revolucionaria sobre la base de la derrota de todo el régimen golpista y el castigo a los gorilas.

Junto con lo anterior, una delegación de compañeros de SOB de la Argentina planteamos que hacía falta que Chávez, el FSLN, el FMLN y demás direcciones reformistas de la región debían pasar de las palabras a los hechos: que con las organizaciones de masas que dirigen en Centroamérica y el resto del continente deben llamar a una verdadera jornada de lucha continental contra los golpistas: sólo así se los podrá derrotar y no con edulcoradas negociaciones en las alturas.


Notas:

[1] Canción cantada en las movilizaciones populares en El Progreso, Honduras.

2 Por ejemplo, hace ya varios días que no se ven las escuálidas “marchas blancas” de los golpistas, constituidas básicamente por sectores de las clases medias altas y trabajadores acarreados.

3 Pueblito de fantasía sede de la novela de Gabriel García Márquez.

4 Golpe cuya naturaleza de clase se parece como dos gotas de agua a la Mesa de Enlace de la patronal agraria de la Argentina.

5 El régimen de facto carga ya con varios muertos en su haber. Los de características más persecutorias son los recientes asesinatos de dos dirigentes sociales “medios” de Partido Unificación Democrática (centroizquierdistas) a los que se hizo pasar por una suerte de “ajuste de cuentas entre bandas mareras”…

6 Desde el PST H ya hemos comenzado a colocar la batalla política en el Frente de Resistencia al golpe acerca de la necesidad de una huelga general para derrotar a los golpistas. Volveremos sobre este punto más abajo.

7 En estos momentos, desde el Partido Liberal y sectores de ultra izquierda y “melistas”, se está montando la presión de que H. Reyes no se presente a las elecciones. Esta posición sería un completo error: a los golpistas se los derrotará con la lucha en las calles. Pero la candidatura independiente apunta a ser un punto de referencia independiente en el terreno electoral de la lucha antigolpista. Levantarla sería un desastre que traicionaría la lucha por la independencia de clase en la circunstancia histórica donde se puede dar un paso de masas en este sentido: un paso histórico en un país donde las masas trabajadoras siempre han estado sometidas al monopolio político de los liberales y que solo serviría para hacerle al juego al Partido Liberal en general y al “Melismo” en particular.

8 Gustavo Irías, revista Envió n°21, marzo 2009.

9 Gustavo Irías, ídem.

10 Carlos Amaya Funes, introducción al folleto “El camino de mayo es la victoria” de Ramón Amaya Amador.

11 Para tener una idea acerca de lo que significó en la historia de la clase obrera hondureña esta enorme huelga veamos lo siguiente: “obreros industriales, obreros agrícolas, trabajadores de los ferrocarriles y del comercio, de los puertos y de las minas de El Mochito, desde Colón, a Santa Bárbara, estaban plantados ante los amos reclamando sus derechos inalienables. En Progreso, donde se ubicó el Comité Central de Huelga, la clase obrera tomó prácticamente el poder en sus manos haciendo su primera gran experiencia de gobernar. En Progreso se realizó la pequeña Comuna de París hondureña”. “El camino de mayo es la victoria”, Ramón Amaya Amador. Se trata de un texto muy contradictorio del novelista nacional de Honduras, miembro del PC, que a pesar de los reflejos de la tradición estalinista que tiene el texto, contiene una impronta de reivindicación de la acción independiente de la clase obrera.

12 Sobre la histórica huelga de los obreros rurales del banano ver –entre otros textos– “El silencio quedó atrás” de Marvin Barahona.