Socialismo o Barbarie, periódico Nº 154, 03/07/09
 

 

 

 

 

 

El ABC de la gripe A que no nos cuentan

Las víctimas de siempre y los negocios sucios

Por Marcelo Yunes

Pasaron las elecciones y la gripe A sigue su curso. Todos los días crecen las malas noticias, en número de infectados, número de muertos y, sobre todo, en complicaciones para el conjunto de la población. La última medida fue extender las vacaciones escolares de invierno a todo el mes de julio, anunciada poco después del reemplazo de la ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña.

Las autoridades políticas y sanitarias insisten en que todo está bajo control. Pero hay demasiadas cosas que no se saben, no se dicen y no cierran.

Primero los pobres

Ya pasaron los días en que los infectados eran todos de clase media alta o alta que viajaban a Estados Unidos. Hace rato que los sectores más afectados son los más humildes, especialmente en el Gran Buenos Aires. Y es aquí donde se hacen más visibles las tremendas carencias de infraestructura de salud, que naturalmente golpean más a los más desprotegidos.

La realidad es que, sencillamente, el sistema público de salud no está en condiciones de sostener ninguna emergencia sanitaria por mucho tiempo. Las guardias de los hospitales públicos (e incluso de las clínicas de las obras sociales) están al borde del colapso. Las colas son eternas. Todos conocemos casos de compañeros que han asistido para atenderse ellos o sus hijos y ni siquiera fueron recibidos después de largas horas de espera. Por supuesto, en esas colas no existen las más mínimas condiciones de higiene: si uno va sano, vuelve enfermo. Ni hablar de las internaciones: no hay camas disponibles. Adultos son derivados a hospitales de niños y viceversa. Todo esto ocurre en distritos donde los dineros públicos se gastan alegremente en asfalto y vereda electoral. Y mientras tanto, la desconfianza general hacia el gobierno agrava las cosas, porque todos temen que las cifras de infectados y muertos sean del estilo de las del INDEK.

Ésa es la verdadera realidad de la gripe A, más allá de los anuncios y las campañas... para lavarse las manos. Por supuesto, los ricachos y quienes se pagan medicina privada tienen menos problemas. Ellos también sufren menos las “picardías” criminales de los especuladores. Súbitamente, los precios de los barbijos, del gel con alcohol, del paracetamol, se dispararon un 200 o un 300 por ciento. El capitalismo tiene estas cosas. Pero tiene otras mucho peores, proporcionales al tamaño de los especuladores.

“Pandemia del lucro”

Así definen la actual situación con la gripe A dos médicos argentinos, José Raúl Oubiña, del Departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de la UBA y Francisco Salvioli, del Hospital Interzonal de Agudos y Crónicos San Juan de Dios de La Plata.

En un mail en cadena de amplia circulación reciente, se preguntan:

“¿Qué intereses económicos se mueven detrás de la gripe porcina? En el mundo, cada año mueren dos millones de personas víctimas de la malaria, que se podría prevenir con un mosquitero. Y los noticieros no dicen nada de esto. En el mundo, cada año mueren dos millones de niños y niñas de diarrea, que se podría curar con un suero oral de 25 centavos. Y los noticieros no dicen nada de esto. Sarampión, neumonía, enfermedades curables con vacunas baratas, provocan la muerte de diez millones de personas en el mundo cada año. Y los noticieros no informan nada... Pero hace unos años, cuando apareció la famosa gripe aviar, los informativos mundiales se inundaron de noticias. ¡Una epidemia, la más peligrosa de todas! ¡Una pandemia! Sólo se hablaba de la terrorífica enfermedad de los pollos. Y sin embargo, la gripe aviar sólo provocó la muerte de 250 personas en todo el mundo. 250 muertos durante 10 años, lo que da un promedio de 25 víctimas por año. La gripe común mata medio millón de personas cada año en el mundo. (...) Entonces, ¿por qué se armó tanto escándalo con la gripe de los pollos? Porque detrás de esos pollos estaba (...) la farmacéutica transnacional Roche. Con su famoso Tamiflú, vendió millones de dosis a los países asiáticos”.

Vaya casualidad: la misma monodroga que ahora se va a importar en masa contra la gripe A. Agregan estos médicos que “el Tamiflú es de dudosa eficacia”, y ya se informaron casos de gripe A contra los cuales el Tamiflu no sirvió de nada. A todo esto, la caja de Tamiflu se vende a 50 dólares. Una de dos: o van a estafar a todos los gobiernos que compren el medicamento, o sólo va a llegar a los que puedan pagarlo. En verdad, lo más probable es que pasen las dos cosas.

Pero hay más. Según Oubiña y Salvioli, “la empresa norteamericana Gilead Sciences tiene patentado el Tamiflú. El principal accionista de esta empresa es nada menos que un personaje siniestro, Donald Rumsfeld, secretario de defensa de George Bush, artífice de la guerra contra Iraq... Los accionistas de las farmacéuticas Roche y Relenza están frotándose las manos, felices por sus ventas nuevamente millonarias con el dudoso Tamiflú. La verdadera pandemia es el lucro, las enormes ganancias de estos mercenarios de la salud. No negamos las necesarias medidas de precaución que están tomando los países. Pero si la gripe porcina es una pandemia tan terrible como anuncian los medios de comunicación, si a la Organización Mundial de la Salud le preocupa tanto esta enfermedad, ¿por qué no la declara como un problema de salud pública mundial y autoriza la fabricación de medicamentos genéricos para combatirla?

Prescindir de las patentes de Roche y Relenza y distribuir medicamentos genéricos gratuitos a todos los países, especialmente los pobres. Ésa sería la mejor solución”.

Pero es justamente esta solución, que apuntaría a crear las condiciones más favorables para detener ésta y todas las próximas amenazas a la salud de la población mundial, la que difícilmente implemente ninguno de los gobiernos capitalistas. ¡No lo hicieron ni con la epidemia de sida en África, que mata a las personas como moscas! Tampoco con las “enfermedades de la pobreza”, como las que citan Oubiña y Salvioli y otras, que causan millones de muertes perfectamente evitable gastando poco... pero tocando grandes intereses.

Así que si uno quiere intentar prevenir la gripe A, parece que lo único que queda es lavarse las manos muy seguido. Pero si se trata de evitar que el negocio de los monopolios imperialistas de la salud siga matando gente, hay que hacer lo contrario: no “lavarse las manos”, sino involucrarse activamente en la lucha contra el capitalismo.