Socialismo o Barbarie, periódico Nº 153, 18/06/09
 

 

 

 

 

 

Irán

Comenzó la rebelión

Por Claudio Testa

Las elecciones realizadas la semana pasada en Irán han sido el punto de partida de una rebelión que amenaza al régimen teocrático instaurado tras la sangrienta derrota de la revolución obrera, estudiantil y popular de 1979.

Como los medios de (des)información sólo hablan de Irán para relatar los tira y afloja de Ahmadinejad con EEUU y para compararlo con la Venezuela de Chávez, conviene hacer algunas breves precisiones. En primer lugar el régimen iraní no surge de un gran proceso de rebeliones y luchas populares (como ha sido lo de Venezuela), sino por el contrario, nace de haber liquidado una de las revoluciones más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

Un poco de historia

En enero de 1979, después de un año de grandiosas movilizaciones obreras, estudiantiles y populares, cae la dictadura del Shah (emperador) de Irán, un régimen títere de EEUU.

Tras meses de movilizaciones que costaron miles de muertos y heridos, el golpe final se lo dan los obreros del petróleo, que se declaran en huelga por tiempo indeterminado. Ésta se transforma luego en huelga general, la economía se paraliza, el ejército se divide y un sector también se rebela, y el Shah huye al extranjero.

En todos los lugares de trabajo se habían organizado comités de huelga, llamados shoras, que empiezan a asumir funciones similares a los soviets (consejos) de la Revolución Rusa, entre ellos manejar la producción, distribuir la comida, etc.

Este proceso revolucionario obrero y popular sería finalmente aplastado por el clero chiíta, un aparato burocrático-religioso que había también intervenido en las luchas contra el Sha, y que se apoyaba en sectores de la burguesía postergados por el antiguo régimen.

El régimen teocrático que se instaura luego, sobre los cadáveres de decenas de miles de obreros, estudiantes, militantes de izquierda y luchadoras feministas, ha tenido roces intermitentes con EEUU. Estos tienen que ver, entre otros motivos, con la aspiración del imperialismo yanqui de ejercer un control absoluto de esa región. Este es un objetivo estratégico –común a Obama, Bush y los gobiernos anteriores–, que tiene que ver con las inmensas reservas de petróleo y gas, y con su ubicación geopolítica.

Sin embargo, al mismo tiempo, bajo la mesa, los gobiernos de Irán han colaborado con una de los emprendimientos coloniales más infames y sanguinarios del imperialismo yanqui: la invasión y ocupación de Iraq. Sus movimientos político-religiosos afines en Iraq, no sólo han integrado el gobierno títere, sino que han jugado un papel fundamental en los sangrientos enfrentamientos sectarios que dividieron a la población y debilitaron cualitativamente la resistencia.

La crisis del régimen

En Irán, el régimen viene arrastrando una seria crisis, desde mucho antes de Ahmadinejad. Ha habido una ola de privatizaciones neoliberales, que han profundizado los problemas, entre otros motivos por la fenomenal corrupción que infecta todos los poros de este régimen. Se han enriquecido fabulosamente algunas franjas de la burguesía, dejando a otras en ayunas. Esto ha estimulado una división en las alturas sociales y políticas del régimen, que se ha expresado en las elecciones.

Sin embargo, lo realmente grave es el cuadro de conjunto de la crisis: abrumador desempleo, especialmente en la juventud, y una inflación galopante. Hasta hace poco, la burbuja de los precios de los hidrocarburos había disimulado, en cierta medida, los problemas estructurales de la economía. Pero la abrupta baja y, sobre todo, el cuadro de crisis mundial, volvió a poner las cosas en su lugar.

El candidato “opositor”, Mir Hossein Moussavi, es también hombre del riñón del régimen, que por otra parte no permite candidaturas independientes (y mucho menos de izquierda). Sin embargo, en tren de demagogia electoral, hizo algunas tibias promesas democráticas. Esto le atrajo el apoyo de grandes sectores, inicialmente estudiantiles pero luego también de trabajadores urbanos de los sectores modernos de la producción (que la disparatada “sociología” de nuestros diarios y TV llama “clases medias”).

Sin embargo, los “opositores” estilo Moussavi no pueden dar ninguna salida progresiva a esta situación. Si las cosas avanzan hasta el grado de la caída de Ahmadinejad, los Moussavi & Cía. serán los encargados de recomponer las cosas, muy probablemente a través de acuerdos con EEUU, que ya se vienen negociando desde los tiempos de Bush.

Lo único progresivo es una salida independiente de los trabajadores y estudiantes de Irán, qué termine con este régimen opresor y retrógrado, sin caer en la trampa “democrática” que el imperialismo quiere imponer como alternativa.