Socialismo o Barbarie, periódico Nº 151, 15/05/09
 

 

 

 

 

 

Métodos de lucha y conciencia obrera

Las ocupaciones de fábrica en los años 70

Por Oscar Alba

El movimiento obrero en nuestro país ha desplegado en distintas etapas de la lucha de clases diversas medidas para enfrentar a la patronal, a la burocracia y, en muchas oportunidades, a los gobiernos. Estas herramientas de lucha son un capital obrero fundamental para los desafíos que impone la etapa actual. En este sentido las ocupaciones de fábrica a principio de los 70 adquirieron una  importante extensión en la geografía de los conflictos obreros.

Las ocupaciones fabriles adquirieron mayor fuerza en las vísperas de la llegada al gobierno del peronismo en mayo de 1973. “Mientras en Plaza de Mayo se saludaba la subida del Dr. Cámpora, los trabajadores de EMA permanecían abroquelados tras las rejas de su fábrica. Desde el jueves a la madrugada habían iniciado una huelga y quedaron adentro todos los turnos, más de 400 compañeros”. (1) Y con Héctor J. Cámpora ya en la presidencia las ocupaciones continuarán. Esto motivó que por todos los medios periodísticos nacionales, el Movimiento Nacional Peronista llamara a levantar las ocupaciones que estaban en curso.

Los conflictos que concluían con las tomas de las plantas estaban motorizados por causas no sólo reivindicativas sino también por motivos políticos. Alba, ASTARSA, Nöel, Panam de Tucumán, Llavetex en San Fernando, Matarazzo, Provita y Di Paolo Hermanos, fueron algunos de los conflictos que enfrentaron a los obreros contra loa patronal y la burocracia. Otros, como el de la metalúrgica  Ferroductil de Florencio Varela, Gilera y Tandanor, fueron por la estatización y el control obrero. En la primera se logró la nacionalización y en Tandanor los trabajadores exigieron la expulsión de los jefes que eran marinos retirados y la investigación por parte de los trabajadores de las maniobras hechas con la empresa.

Los trabajadores de la Aduana, la Administración y la Capitanía del Puerto de Buenos Aires ocuparon sus lugares de trabajo reclamando la expulsión de los jefes jerárquicos nombrados por la dictadura militar. El 17 de septiembre, cuando el peronismo profundizaba su curso reaccionario, los obreros de la construcción de la empresa Mc Kee Tecsa que trabajaban en Petroquímica realizaron 15 minutos de paro en solidaridad con la clase obrera chilena que sufría el golpe militar de Pinochet. La patronal quiso descontar estos 15 minutos y estalló el conflicto, siendo ocupada la obra por parte de los trabajadores. Finalmente triunfaron logrando mejores condiciones de trabajo.

Tres ejemplos: Lozadur, Del Carlo y Grafa

A principios de mayo de 1973, la burocracia que dirigía la Federación Obrera Ceramista de la República Argentina (FOCRA) suspendió gremialmente a 20 trabajadores que habían sido despedidos de la fábrica Lozadur de la localidad de Villa Adelina. Ante esto los obreros deciden tomar la planta. Los activistas actuaron rápidamente cerrando portones y accesos a la fábrica y llamando a una asamblea. La asamblea general ratificó la medida. La patronal reaccionó reclamando el accionar policial . Pero la policía no quiso intervenir y los obreros tomaron como rehenes a los jefes. La comisión interna era burocrática y los trabajadores le reclamaron que se pusieran al frente del conflicto amenazándolos con encerrarlos junto a los jefes. Como lo habían hecho con dos alcahuetes de la patronal. Finalmente el conflicto fue dirigido por una agrupación de activistas independientes de la burocracia. “A las 13 horas bajó Salar (burócrata del sindicato). La patronal aflojó: reincorporó a los despedidos y pagó las horas que estuvimos parados. Salar quiso posar de héroe, pero la gente le dijo de todo y lo corrió como una cuadra, levantando en andas al compañero Ocampo y proponiéndolo para secretario del sindicato” (2). Dos meses después los ceramistas de Villa Adelina llevaron adelante su propuesta para una nueva dirección del sindicato. En julio los ceramistas de La Fama echaron a la burocracia de la comisión interna. Ante esto la agrupación del peronismo combativo llamó a tomar el sindicato y la sede fue ocupada. Los trabajadores fueron desarmando a los burócratas que iban llegando y dos mil ceramistas, en una asamblea general, destituyeron a la burocracia de Salar, eligiendo a dos nuevos delegados a la FOCRA y una comisión provisoria de cinco trabajadores para organizar el llamado a elecciones en el plazo de dos meses.

En la fábrica Del Carlo a fines del 73, la burocracia montó una provocación contra Arturo Apaza que era el referente del activismo de oposición y militante del Partido Socialista de los Trabajadores. Esto produce un conflicto en donde echan a 44 compañeros que deben ser reincorporados. Después de una huelga larga donde los trabajadores tuvieron que enfrentar a la burocracia de la UOM, el Ministerio de Trabajo dicta la conciliación obligatoria. Cuando finaliza la conciliación Apaza vuelve a ser despedido y nuevamente comienza el paro. La patronal entonces, despide a 86 trabajadores. Ante la continuación de las provocaciones el 14 de enero los obreros comienzan la ocupación con rehenes. Se organiza el Comité de Lucha en el cual se incluye a los despedidos.

Las fábricas de la zona hacen llegar su solidaridad: Editorial Abril, Blindex, ASTARSA, EMA, CORNI, y Matarazzo, entre otras.

Tras cuatro días de toma se negocia con la patronal y se logra la  reincorporación de todos los despedidos, pago de los 18 días caídos, el compromiso de no tomar represalias y el encuadramiento de la sección moldeado en el convenio metalúrgico. Una asamblea de trabajadores echa a los viejos delegados y elige a los activistas más destacados del conflicto.

Grafa, por su parte, era una fábrica del grupo Bunge & Born que ocupaba a más de 4.000 obreros textiles en el barrio de Villa Pueyrredón. Durante las jornadas de junio-julio del 75, esta fábrica impulsó la Coordinadora fabril de la zona. Y como tal, se movilizó contra el Plan Rodrigo. En el transcurso de estas movilizaciones las Coordinadoras Fabriles del Gran Buenos Aires y Capital resolvieron hacer una marcha hacia Plaza de Mayo. En esa ocasión los trabajadores de Grafa, a la salida del turno mañana y la entrada del turno tarde, comienzan a organizar la marcha como lo venían haciendo cotidianamente: paraban los colectivos que pasaban por la avenida Albarellos y se encolumnaban. Cuando más de una veintena de colectivos habían sido ocupados y continuaban sumándose compañeros, la policía inicia la represión, con gases, palos y perros de la Guardia de Infantería. Ante esto los obreros se enfrentan con la policía y retornan a la fábrica. Allí cierran los portones y la ocupan. Quien suscribe esta nota formaba parte en ese momento del Cuerpo de Delegados. Rápidamente los trabajadores hacen una asamblea y resuelven mantener la planta hasta que la policía se retire, ya que la misma había rodeado la planta (que ocupaba cinco manzanas) e intimado a los ocupantes a desalojarla. En medio de la tensión el compañero Daniel Bampini, dirigente de la comisión interna, repudió la represión, y propuso mantener la ocupación y seguir la lucha. La propuesta fue aceptada por aclamación. Gerentes y otros jefes habían quedado de rehenes. La policía entonces, propuso dejar salir a las mujeres, las cuales plantearon que salían todos o no salía nadie. Mientras, ya se habían colocado tambores de combustible en los portones ante la posibilidad de que la policía cargara sobre la fábrica. Finalmente, alrededor de las 21 horas la policía accedió a retirarse y recién entonces los obreros decidieron levantar la toma.

Algunas conclusiones

Las ocupaciones de fábricas de los años 70 van a ser uno de los puntos más altos del ascenso obrero detonado con el Cordobazo en 1969. A mediados de los 60 nuestro país vivió un plan de ocupaciones de fábricas que estaba centralizado por el Comité Confederal de la CGT dirigida contra el gobierno del radical Arturo H. Illia. A diferencia de estas ocupaciones, el proceso de ocupaciones en los 70 surgió desde el activismo de base de las fábricas y si bien no fue un plan de ocupaciones centralizado, su extensión, su combatividad y la característica de tomar rehenes de las filas patronales y su carácter antiburócratico, en donde las corrientes de izquierda tuvieron peso decisivo, lo definieron como una tendencia de lucha que logró importantes triunfos obreros. En este sentido las ocupaciones le ponen los pelos de punta a los explotadores no sólo porque afectan la producción en forma contundente, si no porque en la conciencia de los trabajadores deja una chispa de cuestionamiento de quién es y quién debe ser el dueño de la fábrica. Y esta chispa, aunque por sí sola no encienda la conciencia clasista, es una primera experiencia fundamental.

La situación actual de los trabajadores obliga a enfrentar cada vez con más fuerza y decisión la superexplotación patronal y la crisis económica que el gobierno busca echar sobre las espaldas obreras. La agudización de los métodos de lucha se pondrá a la orden del día y en esta perspectiva debemos trabajar codo a codo, con nuestros compañeros de trabajo para que cada paso que demos sea también una vía hacia una perspectiva clasista y revolucionaria.


Notas:

1- Avanzada Socialista (periódico del PST) nº 61-mayo 1973.

2- Reportaje a un activista de Lozadur. En AS de mayo del 73.