Socialismo o Barbarie, periódico Nº 151, 15/05/09
 

 

 

 

 

 

La histórica pelea de los obreros de Pilkington

“Todos adentro la…”

Por Rodolfo Torres

Todo gran conflicto obrero depara una multitud de enseñanzas: no puede ser otro el caso de la lucha de los obreros de Pilkington. Muchas cosas se aprendieron desde el 13 de marzo y su categórico triunfo deja muchas conclusiones para los honestos luchadores obreros.

Aquí van entonces algunas impresiones –desde el nuevo MAS– de esta heroica lucha obrera que tendrá nuevos capítulos y al servicio de la cual la regional Norte de nuestro partido se puso incondicionalmente a disposición.

Lo primero a señalar, en estas palabras escritas sobre el cierre de esta edición, es que los obreros de Pilkington acaban de obtener un triunfo en toda la línea: los 33 compañeros despedidos han sido reincorporados, la patronal se ha comprometido a pagar los días caídos con horas extras que pagará al 100% (lo habitual es al 75%), y a pesar de que no se consiguió todo el aumento reclamado por los trabajadores, el acuerdo es $260 no remunerativos de abril a agosto más 1000 pesos ya, 10 % al básico a partir del 1 de agosto, y seguir discutiendo a partir del 15 de agosto los aumentos al básico, el reconocimiento como día no laborable del 11 de junio –día de la actividad– y el compromiso empresario de levantar todos las causas judiciales contra los trabajadores.

¿Por qué se ganó?

La primera cuestión a responder es por qué se ganó tan contundentemente esta lucha. Creemos que esto se basa en varios elementos de peso.

Un primer elemento es que los compañeros fueron capaces de dar una respuesta a la altura de las circunstancias: no sólo las largas semanas que sostuvieron la pelea y la puesta en práctica de medidas de lucha como el bloqueo del depósito. El hecho es que los compañeros se sumaron a la tendencia que comienza a expresarse internacionalmente de ocupaciones de fábrica. Esta ocupación duró prácticamente una semana y cuando finalmente quedaron fuera de la planta[1], se había galvanizado una unidad en la lucha que la patronal, la burocracia del Vidrio y el Ministerio de Trabajo no pudieron quebrar.

Un segundo elemento es que esta decidida acción obrera se llevó a cabo sobre la base de un contexto político distinto al de la última coyuntura de luchas obreras que fueron derrotadas. Esta lucha (como también la recientemente triunfante de los obreros de Massuh) agarra al gobierno en una situación de debilidad, con el frente único de los de arriba fracturado desde la lucha de la patronal agraria (ver en esta edición pág. 2 y3).

Por último, hay un tercer elemento que es que tanto la patronal de Pilkington como la burocracia del Vidrio “no dieron pie con bola” a lo largo de todo el conflicto. Si la primera buscó ensayar un lock-out que no fue capaz de sostener, la “estrategia” de la burocracia del Vidrio no pareció ser mucho más inteligente: para “ganarse” a una parte de la base de la fábrica o al menos dividir a los compañeros… ¡se dedicó a romperle la cabeza a los propios compañeros!

Una nueva generación entra en escena

Lo primero que impactó es la juventud y la fuerza de los obreros de la Pilkington. Entre el 40 y el 50% de los casi 300 trabajadores de esta multinacional japonesa de origen inglés que fabrica en argentina parabrisas, lunetas y otros vidrios para la industria automotriz, son obreros mayoritariamente jóvenes (entre los 25 y 30 años), con estudios técnicos y con una antigüedad que va entre los 2 y los 5 años.

Los compañeros mantuvieron su conflicto y sus reclamos con una firmeza ejemplar que explica, en última instancia, por qué tuvo que ceder la patronal en la mesa de negociaciones.

Sin ninguna experiencia de lucha colectiva (y menos que menos política) previa, los compañeros aprendieron rápidamente. Muchos sacaron conclusiones de importancia que serán muy útiles para el futuro: que el Ministerio de Trabajo siempre juega para las empresas; que el sindicato del Vidrio es una patota patronal y que la empresa estaba “encaprichada”, es decir, que no se trataba solamente del problema económico del reclamo (claro que muy importantes de por sí), sino que la pelea tuvo aspectos en cierto modo “políticos”: la empresa quiso dejar afuera a los despedidos y entre ellos a los referentes de la lucha para mantener la relación de fuerzas a su favor y así poder mantener las condiciones de esclavitud y los salarios de miseria. Está claro que hoy por hoy, fracasó rotundamente.

Lucha, negociaciones y conciencia

En esta verdadera rebelión obrera “contra todos”, la nueva vanguardia ensayó acciones de lucha duras y radicales. Los compañeros le impusieron a la patronal y al Ministerio representantes de la base que acompañan a los delegados oficiales a todos las negociaciones. Esta joven vanguardia obrera fue el motor del conflicto, los que bloquearon los depósitos por más de 5 días, los que garantizaron los paros durante los dos meses de conflicto, los que tomaron en sus manos la organización del fondo de huelga, la difusión, la organización de la olla. Y, sobre todo, fueron los que hicieron punta en ocupar la fábrica el 28/04 a la noche desoyendo la conciliación obligatoria (algo que no siempre se logra hacer).

Todo trabajador antes de un conflicto piensa que el Ministerio es “imparcial” y que la negociación en este ámbito es “justa”, que se busca una solución “ecuánime” para el conflicto. Pero las reiteradas conciliaciones para frenar la lucha, las infinitas puestas en escena en los ministerios, ayudan a que un sector del activismo comience a desconfiar y sacar conclusiones sobre el verdadero carácter del Ministerio y sus mecanismos.

Más de un conflicto fue derrotado por el pérfido mecanismo de la conciliación. Dependerá de las circunstancias concretas y de la relación de fuerzas si los trabajadores la acatan o no. Pero siempre deben saber que es un mecanismo para ayudar a los patrones y no a lo obreros. En todo conflicto es imprescindible negociar y hay que aprender ese arte. Pero siempre haciendo valer los intereses de nuestra clase y teniendo claro que el punto de apoyo fundamental de la lucha no son las reuniones en el Ministerio y las negociaciones sino las medidas de fuerza y la asamblea obrera. En todo caso el producto de las negociaciones son subproducto de la relación de fuerza y no al revés. En ese contexto, una de las clásicas trampas pro-patronales del Ministerio es nunca obligar a los empresarios a reincorporar en forma definitiva a los despidos: la conciliación “suspende” los despidos, nunca reincorpora.

En el caso de Pilkington los compañeros pagaron el error de levantar el bloqueo a los depósitos y el paro de más de 5 días de Semana Santa, con otros 15 días de conciliación y con otros 15 días de producción donde la patronal recuperó en parte el stock (conciliación que fue con los despedidos adentro). Esta equivocación por parte de los trabajadores y estafa de parte del misterio y la patronal, confundieron a la empresa que se envalentó y con una nueva conciliación intentó dejar a fuera a los despedidos y reventar el conflicto. La fuerza de los compañeros dio para desacatar la conciliación del 28 y tomar la fabrica ante la negativa de dejar entrar a los despedidos[2]. Luego se entró en un ida y vuelta de negociaciones donde más de un compañero se confundió y otros concientemente quisieron dar “gestos de buena voluntad” y levantar las acciones para mejorar las negociaciones lo que hubiese sido el principio de la derrota.

El conflicto entró en zona de zozobra pero el haber mantenido el centro de la lucha alrededor de la fábrica (adentro durante la ocupación y en el piquete enfrente del portón) fue lo determinante. Ambas medidas iban contra el corazón de la empresa: impidieron la producción. Esto se logró por la firmeza y  unidad en la lucha que expresaron los compañeros.

Toda negociación, aunque los compañeros no lo sepan, es el subproducto de la relación de fuerzas concreta y real y no al revés. Si las patronales aparecen aflojando no es por mera “habilidad negociadora”… sino el producto de las relaciones de fuerza reales conquistadas en la lucha, que si favorece a los trabajadores, obliga a los empresarios a aflojar.

Esto también debe ser bien entendido: tener buenos negociadores es muy importante, tener un abogado independiente de la burocracia es de fundamental importancia, hacer prensa y tener una buena política superestructural ayuda mucho. Pero nunca se debe olvidar que lo que decide la pelea (y también decidió en la Pilkington) siempre es la lucha obrera.

Prepararse para nuevos rounds de pelea

Los métodos contundentes de pelea, el contexto político de debilidad gubernamental, sumados a las necesidades de producción de la empresa, dieron lugar a un triunfo en toda la línea. Sin embargo, sería peligroso dormirse ahora en los laureles. Es que de ninguna manera se debe descartar que el razonamiento de la empresa haya sido dejar pasar ahora este triunfo para volver a la carga una vez pasadas las próximas elecciones… Es para nuevos y muy duros rounds de pelea que se deben preparar los compañeros votando entre los mejores activistas para delegados y extendiendo la agrupación antiburocrática “13 de marzo” formada al calor de la lucha a la seccional y a todo el gremio.


[1] Los obreros no tomaron totalmente el control de la planta. Esto se hizo más necesario cuando el miércoles 29 por la noche y el jueves 30 al medio día, es decir, en dos oportunidades, la patota fascista del sindicato fue a la fábrica y agredió salvajemente a los trabajadores. Ahí era el momento para hacer la toma más efectiva y tomar el control de los portones, con el argumento de defender a los compañeros y las instalaciones. Pero por la falta de una dirección clara y decidida y la conciencia mayormente “legalista” del conjunto hizo que se pierda esa la oportunidad. La patronal hizo entonces el lock out y los compañeros que quedaron adentro totalmente aislados se fueron retirando hasta que la patronal recuperó el control total de las instalaciones. Sin embargo la lucha se terminó ganando dada las condiciones políticas más de conjunto y la férrea unidad que los compañeros supieron mantener afuera.

[2] Nos sentimos orgullosos de haber sido la única corriente presente el 28 a la noche y haber ayudado a los trabajadores  a entrar al establecimiento y no caer nuevamente en una trampa.