Socialismo o Barbarie, periódico Nº 150, 30/04/09
 

 

 

 

 

 

Reino Unido

La batalla de los obreros de Visteon–Ford

Renacimiento de las luchas

Por Claudio Testa

La clase obrera del Reino Unido podría estar ingresando en un nuevo período de actividad, debido a la crisis. Se multiplican las acciones después de largos años de pasividad, posteriores a la catastrófica derrota de la huelga general minera de 1984–85.

En estos momentos, la principal batalla es la de los obreros de Visteon (fábrica “tercerizada” de Ford). El 31 de marzo, comenzaron a ocupar sus tres plantas, primero, la de Belfast (Irlanda del Norte), y luego las de Enfield y Basildon (Inglaterra).

Esto ha producido conmoción. La ocupación de una fábrica importante es algo inédito desde las derrotas de los ’80. Éstas permitieron cambiar las relaciones de fuerza de los trabajadores con la patronal y el estado. Así, la burguesía logró dictar leyes anti–sindicales brutales. Hacer legalmente una huelga exige largos trámites. Piquetes, cortes, manifestaciones y bloqueos de empresas tienen parecidas trabas. Están expresamente prohibidas las huelgas y acciones de solidaridad entre empresas y gremios. ¡Y ni hablemos de ocupaciones, que se castigan con años de cárcel!

Pero, con la crisis, comenzaron algunas huelgas “salvajes”, decididas por los trabajadores y delegados de base, que desbordaron a los burócratas de las Trade Unions. En este mes, la novedad mayor ha sido el retorno de las ocupaciones.

Esto aún no configura un movimiento generalizado. Pero no por eso este cambio deja de ser impactante... y, también, de preocupar a la burguesía.

Uno de los principales diarios de Londres alerta que lo grave es que estos hechos se dan en medio de un giro de la mentalidad popular. En toda Europa, dicen, “muchos de los afectados [por la crisis] están ahora ventilando su furia en público” contra los políticos, los banqueros y empresarios. “Hasta hace poco, los capitalistas eran más envidiados que odiados por sus riquezas, ahora están en la línea de fuego... Los trabajadores han descubierto que la «prosperidad» de los últimos años era ilusoria”. (The Observer, 26/04/09)

Eso explica –según este diario– el inquietante beneplácito popular con que son recibidas tanto las ocupaciones y piquetes en el Reino Unido, como los secuestros de patrones en Francia. El artículo que citamos, lleva un título que lo dice todo: “Marchas, sentadas (sit–ins), violencia... los trabajadores son ahora camaradas”.


Estallido de furia obrera por los despidos

Cómo los trabajadores ocuparon Visteon

Todo comenzó el martes 31 de marzo en la planta de Visteon de Belfast, Irlanda del Norte. Ese día los trabajadores fueron a la fábrica como de costumbre. No sabían que poco después iniciarían la más importante lucha obrera en el Reino Unido, en lo que va del siglo XXI.

“Nuestra mayor debilidad es que no conocemos nuestro poder”

John Ramsay, obrero que está ocupando Visteon–Belfast, hace este relato: “Comencé a trabajar aquí inmediatamente después de salir de la secundaria. El martes 31, nos llamaron inesperadamente a una reunión. Allí, en cinco minutos, nos informaron brutalmente que todos estábamos despedidos. La gente estaba desolada. Después del anuncio, fui a buscar mis cosas para llevármelas. Pero empezamos a juntarnos y entonces dijimos: «¡No nos vamos!».”[1]

Esta decisión reflejaba un ejemplo cercano: la ocupación por siete semanas en Irlanda del Waterford Crystal Visitor Centre (famosa cristalería que existe desde 1783), también por despidos, donde se había logrado frenarlos relativamente.

El miércoles 1º, la ocupación de Visteon se extendía a las otras dos plantas de Enfield y Basildon. Fay Bernard, obrero, y Raymond Dixon, delegado de Enfield, contaron así la cosa:

“Sorpresivamente –recuerda Bernard–, nos llamaron a una reunión que duró apenas 10 minutos. Allí nos dijeron que ya no teníamos empleo y que debíamos irnos de inmediato. No teníamos la menor idea de que iba a pasar esto. Nos dijeron, además, que no iban a dar indemnizaciones por despidos... y a muchos ni siquiera les pagaban la última semana de trabajo.

“La forma en que nos trataron los patrones fue un shock para nosotros, pero al mismo tiempo la gente se puso furiosa. Yo he trabajado aquí desde hace 18 años. Y hay gente que está desde hace 25, 35, hasta 40 años...

“Al principio volví a mi casa. Pero nos enteramos, al otro día, que los de Belfast habían ocupado la planta. Entonces, pensamos que nosotros también debíamos luchar... ¡La ocupación es fantástica! ¡Siento que me da una especie de poder!”

Dixon, el delegado, agrega: “Nuestra mayor debilidad es que no conocemos nuestro poder. En el momento que nos despidieron, no teníamos ningún plan. Pero sabíamos que había que hacer algo. Volvimos un grupo a la planta al otro día. Encontramos una puerta abierta. Era una oportunidad que se abría para tomar la fábrica y la tomamos. ¡No tenemos nada que perder! ¡Qué más nos pueden hacer!”

Una lucha que puede ser un test de serias consecuencias

Dada la actual situación, lo de Visteon ha rebalsado los marcos de un conflicto “sindical” aislado. Todo el mundo, gobierno y patrones, por un lado, y trabajadores, por el otro, lo están viendo como un test, cuyos resultados pueden tener serias consecuencias. Es que en él se sintetiza la situación de centenares de miles de trabajadores que han perdido su empleo o están por perderlo. Como dijo un trabajador de Visteon–Basildon, “esta batalla no es nuestra: es de todos”.

En ese sentido, un burócrata sindical advierte que “si la ocupación es exitosa, va a dar ánimos para hacer otras... Si los obreros de Visteon ganan, veremos un gran crecimiento de este tipo de cosas”. (The Observer, cit.) Viceversa, también gobierno, patrones y trabajadores se dan cuenta que, si derrotan a Visteon, va a ser más fácil seguir despidiendo.

En esa situación, los obreros de Visteon se han orientado correctamente a sacar “hacia fuera” su lucha, demandando la solidaridad obrera y popular.

Ha habido una respuesta importante en ese sentido, sobre todo en Irlanda del Norte. Los sindicatos de la Irish Congress of Trade Unions hicieron marchas, piquetes y concentraciones de protesta en Belfast. El viernes 17, se realizó una marcha junto con trabajadores de otras empresas, mientras los buses paraban en solidaridad, una medida prohibida por la legislación anti–sindical.

Una de las acciones de los obreros de Visteon ha sido organizar ruidosos piquetes ante los salones de venta de Ford, que traban sus ya escasas ventas. También se ha propuesto otra medida que podría darle jaque mate a la patronal: que los trabajadores de las plantas de armado de Ford y Vauxhall se nieguen a tocar autopartes provenientes de Visteon. Esto paralizaría la producción.

Todo indica que los obreros de las otras plantas de Ford estarían dispuestos a solidarizarse así. Es que saben, además, que los despidos no se van detener en Visteon.

Pero aquí entra a tallar un problema de las luchas de los trabajadores, tanto en el Reino Unido como en resto del mundo: los burócratas sindicales que siempre “patean en contra”, aunque, como en este caso, se presenten “apoyando”.

Los obreros de Visteon y Ford pertenecen al sindicato Unite, el más grande del Reino Unido. Su burocracia actúa con perfidia: de palabra, apoya; pero, de hecho, cava la fosa. Hace la maniobra usual de los burócratas británicos: no sacar un milímetro “los pies del plato” de la legislación antisindical. Como allí casi todo está prohibido, empezando por las ocupaciones de fábrica y terminando con las medidas de solidaridad (como el propuesto boicot a las autopartes de Visteon), es imposible ganar pelea alguna, si se respetan esas “reglas de juego”.

Enarbolando su cretinismo legalista, los canallas que dirigen Unite convencieron a los obreros de Enfield y Basildon que acataran las órdenes judiciales de salir de las plantas, reemplazando la ocupación por piquetes y barricadas en sus puertas. Estos siguen impidiendo que las plantas trabajen y/o sean desmontadas, pero la desocupación ha debilitado la posición de los trabajadores.

En cambio, en Belfast, los obreros rechazaron las intimaciones y siguen en la planta. Reflejando una situación distinta a la de Inglaterra, un obrero comentó: “he venido trabajar durante años en medio de disturbios y tiroteos, y no me voy a ir por una intimación judicial”.

Batalla por la ruptura de los trabajadores con el podrido Labour Party

Esto deriva, en última instancia a un problema político: es insostenible y suicida que los trabajadores sigan apoyando políticamente al Partido Laborista, que hoy gobierna con Gordon Brown.

Esta crisis ha puesto al rojo vivo el escándalo de que, por ejemplo, los sindicatos británicos aporten oficialmente sumas millonarias al Labour Party, que desde el gobierno ahorca a los trabajadores. Unite, el sindicato al que pertenece Visteon, ha aportado 13 millones de libras esterlinas (19 millones de dólares) de cotización al Labour desde que está Brown. Los activistas de Visteon exigen a Unite que intime a Brown a arreglar el conflicto a su favor o cortar ya toda contribución. Por supuesto, los burócratas se hacen los distraídos.

La crisis y, sobre todo, las luchas obreras que va a desatar, exigen a la clase trabajadora del Reino Unido a dotarse de una herramienta política propia, de clase. El Labour Party no sólo es hoy un partido enteramente burgués, sino que ya ni siquiera es “reformista”. Es neoliberal y reaccionario hasta los tuétanos.


1.– Citas de este artículo fueron tomadas de los periódicos Socialist Worker (del SWP) y The Socialist (del SP).