Socialismo o Barbarie, periódico Nº 147, 19/03/09
 

 

 

 

 

 

Nacionalizaciones y estatizaciones
progresivas y revolucionarias

Por Claudio Testa

Como ya dijimos, detrás de la etiqueta “nacionalización o “estatización” hay que examinar el contenido concreto de la cosa. Esto se define por quién lo hace, cómo se hace y a quiénes beneficia.

Por ejemplo, las nacionalizaciones en los países semicoloniales suelen ser progresivas, aunque no sean anticapitalistas, porque involucran generalmente la cuestión de la independencia nacional frente al imperialismo y sus capitales. Representan generalmente un triunfo directo o indirecto de las luchas obreras y populares, como fue por ejemplo la nacionalización de Sidor en Venezuela. Frente a esas estatizaciones, sin depositar ninguna confianza en los gobiernos nacionalistas burgueses que las disponen, planteamos que se realicen sin indemnización y que los sectores nacionalizados funcionen bajo el control democrático de sus trabajadores.

En todos los países, los despidos ponen al orden del día la demanda de “estatización de toda empresa que cierre o despida”. ¡Los gobiernos están nacionalizando los bancos, cuando su quiebra amenaza los bolsillos de la gran burguesía! ¡Exijamos que se haga lo mismo con las empresas que liquidan el empleo, el único medio de vida del trabajador!

La lucha por la expropiación parcial o total del gran capital y la estatización de los bancos es un punto fundamental del programa de medidas transitorias para la revolución socialista. Al respecto, es más actual que nunca lo que dice el Programa de transición:

“La expropiación de distintos grupos de capitalistas

El programa socialista de expropiación, es decir, del derrocamiento político de la burguesía y de liquidación de su dominio económico, no puede impedirnos, en ningún caso, en el presente período de transición, levantar cuando la ocasión lo permite, la reivindicación de la expropiación de ciertas ramas de la industria, vitales para la existencia nacional, o de los grupos más parasitarios de la burguesía.

“En respuesta a las prédicas quejumbrosas de los señores demócratas sobre la dictadura de las 60 familias en EEUU o de las 200 familias de Francia, nosotros oponemos la reivindicación de la expropiación de esos 60 ó 200 señores feudales del capitalismo.

“De igual modo reivindicamos la expropiación de las compañías monopolizadoras de la industria de guerra, de los ferrocarriles, de las más importantes fuentes de materias primas, etc.

“La diferencia entre estas reivindicaciones y la vaga consigna reformista de “nacionalización” consiste en que: 1) Rechazamos la indemnización; 2) Prevenimos a las masas contra los charlatanes del frente popular que, mientras proponen la nacionalización de palabra, siguen siendo, en los hechos, agentes del capital; 3) Aconsejamos a las masas a contar solamente con su fuerza revolucionaria; 4) Ligamos el problema de la expropiación a la cuestión del poder obrero y campesino.

“La necesidad de lanzar, no sólo en nuestra propaganda sino en la agitación diaria, consignas de expropiaciones parciales, está dictada por el hecho de que las diversas ramas de la industria se encuentran en un distinto nivel de desarrollo, ocupan lugares diferentes en la vida de la sociedad y pasan por grados diferentes de la lucha de clases. Sólo el ascenso revolucionario general del proletariado puede poner al orden del día la expropiación general de la burguesía. El objeto de las reivindicaciones transitorias es el de preparar a los trabajadores para resolver esta tarea.

La expropiación de los bancos privados y la estatización del sistema de créditos

“El imperialismo significa la dominación del capital financiero. Al lado de los consorcios y de los trusts y frecuentemente por encima de ellos, los bancos concentran en sus manos la dirección de la economía. En su estructura, los bancos expresan de forma concentrada la estructura completa del capitalismo contemporáneo: combinan la tendencia al monopolio con la tendencia a la anarquía. Organizan milagros de técnica, empresas gigantescas, trusts potentes y organizan también la carestía de la vida, las crisis y el desempleo. Imposible dar ningún paso serio en la lucha contra el despotismo monopolista y la anarquía capitalista –que se complementan en su labor destructora– si se dejan las palancas de mando de los bancos en manos de los capitalistas rapaces.

“Para crear un sistema unificado de inversión y de crédito, a la vez que un plan racional que corresponda a los intereses de toda la Nación, es necesario unificar todos los bancos en una institución nacional única. Sólo la expropiación de los bancos privados y la concentración de todo el sistema de crédito en manos del Estado pondrá en las manos de éste los medios necesarios, reales, para la planificación económica; es decir los medios materiales y no solamente los ficticios y burocráticos.

“La expropiación de los bancos no significa en ningún caso la expropiación de los pequeños depósitos bancarios. Por el contrario para los pequeños depositantes la banca única del Estado podrá crear condiciones más favorables que los bancos privados. De la misma manera, sólo la banca del Estado podrá proporcionar a los campesinos, los artesanos y pequeños comerciantes condiciones de crédito privilegia­do, es decir, barato. Sin embargo, lo más importante es que, toda la economía, en primer término la industria pesada y los transportes, dirigida por un estado mayor financiero único, sirva a los intereses vitales de los obreros y de demás trabajadores.

No obstante, la estatización de los bancos sólo dará resultados favorables si el mismo poder del Estado pasa de manos de los explotadores a manos de los trabajadores.”