Socialismo o Barbarie, periódico Nº 147, 19/03/09
 

 

 

 

 

 

Frente a la crisis

¿La hora del “estatismo” y las nacionalizaciones?

Por Claudio Testa

La crisis mundial está derribando los tótems del capitalismo neoliberal. Durante décadas, machacaron la cabeza de la gente con el horror de las “nacionalizaciones” y el “estatismo”, que además de “socialistas” eran también un fracaso. El “libre mercado” tenía, en cambio, mecanismos automáticos capaces de corregir los desequilibrios, tanto a nivel nacional como mundial, y asegurar el desarrollo y la prosperidad.

Pero, como tantas veces, los mecanismos del Dios Mercado y su infalible “mano invisible” fracasaron miserablemente. Las tendencias a la crisis –inherentes a la naturaleza misma del capitalismo– irrumpieron arrolladoramente y hoy la economía mundial está en su peor momento desde los años 30.

Ahora, entre las caóticas y desesperadas respuestas de los gobiernos, aparecen diversas “intervenciones” del Estado, incluso “nacionalizaciones”, especialmente en el sector financiero. Esto sucede sobre todo en los países centrales, donde la crisis está pegando más duro.

Algunos aplauden estas medidas como el necesario “regreso del Estado” y otros las repudian como “socialistas”. Pero, hasta en EEUU la mala palabra “nacionalización” se está abriendo paso. En Europa, ya abiertamente se nacionalizan bancos a granel. A la cabeza va uno de los gobiernos más neoliberales, el de Gran Bretaña.

Pero este “giro al Estado” va acompañado de una fenomenal confusión conceptual. Como siempre, la burguesía falsifica los contenidos poniéndole “etiquetas” que tienen poco que ver con lo que viene en el envase.

Este procedimiento que la burguesía utiliza diariamente para vender mercancías “truchas”, lo aplica también a la política y las ideas: basta recordar las tergiversaciones de la maltratada palabra “socialismo”. Lo mismo sucede ahora con las palabras “nacionalización”, “estatización” y otras que han vuelto al ruedo. Detrás de las “etiquetas” hay, entonces, que verificar el contenido. Y, como veremos, detrás de las mismas palabras, puede haber contenidos muy distintos. Todo depende, en última instancia, de qué clases y sectores sociales se benefician y de quiénes las aplican.

Aquí trataremos de explicar que hay “nacionalizaciones y “estatizaciones”, con muy diferentes contenidos, y el porqué de estos convulsivos giros de la burguesía. También, disecar algunas de las pavadas que se escuchan en los medios; por ejemplo, sobre el “regreso del Estado”.

¿Volvió el Estado? ¡Nunca se fue!

El “regreso del Estado” es una de las muletillas que hoy más se escuchan. No es sólo Cristina K quien celebra que “el Estado está de vuelta”. La misma frasecita la repiten en el mundo otros políticos, “expertos” y charlatanes varios.

¿Volvió el Estado? ¿Pero acaso alguna vez se fue? El Estado (burgués) nunca se tomó vacaciones. Por eso, tampoco está de vuelta. Sólo que se dedicó a otros menesteres. El neoliberalismo no fue una “retirada del Estado” sino su decidida intervención –a partir de la crisis de los 70– para imponer otras formas de funcionamiento del capitalismo (o, como dicen algunos teóricos, otro “modo de regulación” de la economía), y de las relaciones entre las clases y entre los estados. Esa fuerte acción del Estado de la era neoliberal fue dirigida, en primer lugar, a reventar a la clase trabajadora en todos los países. También, los estados imperialistas –directamente o a través de organismos “internacionales” como el FMI– intervinieron para ampliar el sometimiento semicolonial de los países de la periferia, como los de América Latina.

Ahora, sin dejar de cumplir esas funciones –principalmente hacerle pagar la crisis a los trabajadores– el Estado (burgués) tiende a intervenir en la economía más directamente que en la fase neoliberal de las privatizaciones y el “dejar hacer” generalizado.

Esto no debe sorprender a nadie. Durante todo el siglo XX (y también el XIX) las funciones del Estado han experimentado toda suerte de variaciones. A riesgo de simplificar, podríamos decir que los cambios han obedecido a tres factores determinantes: las situaciones de la lucha de clases (con sus revoluciones y contrarrevoluciones), las situaciones de la economía mundial y, por último, las contradicciones entre los mismos estados burgueses (que han llevado, entre otras cosas, a innumerables guerras).

La crisis del 30 (que cada vez se compara más con la actual) dio lugar a giros “estatistas” notables, que ahora en cierta medida se repiten, aunque más “moderados”. Ya Trotsky advertía, en EEUU, cómo “el rol del régimen de Roosevelt consistió en «salvar» temporalmente al capitalismo. Tras este objetivo, abandonó completamente, y sin intentos de simulación, la tradicional doctrina de EEUU del «laissez-faire»” [el “dejar hacer” del liberalismo]. (Sobre los Estados Unidos de América, julio 1936) Obama apunta en ese sentido, pero con mucha más indecisión.

Sin embargo, el Dios Estado (burgués) no va a ser más propicio para los trabajadores que el fracasado Dios Mercado.