Socialismo o Barbarie, periódico Nº 146, 05/03/09
 

 

 

 

 

 

Carta abierta al PO, al PTS y a las organizaciones sindicales, movimientos sociales, estudiantiles y compañeros clasistas e independientes.

¡Pongamos en pie un bloque de
independencia de clase!

Días atrás en Página 12 salió una nota dedicada a la izquierda; básicamente, la misma se consagra a las posiciones del MST, el PO, el PTS y el Nuevo MAS frente al año que se inicia (se la puede consultar en www.mas.org.ar). Dicho artículo nos ha servido a modo de “disparador” para esta Carta Abierta en la cual estamos llamando a la formación de un frente único de clase para enfrentar las exigencias del año que se inicia.

Está claro que probablemente esté arrancando un año histórico para la lucha de clases mundial. La depresión en la que se está sumiendo la economía del mundo y la ruptura de los equilibrios entre estados y clases sociales que la misma está suponiendo han abierto una nueva situación mundial. Se podría estar frente a la eventualidad de grandes sucesos de la lucha de clases pero ahora en los países centrales del capitalismo. Algo sin precedentes en las últimas décadas y que requiere de una respuesta específica tal cual planteamos desde nuestra corriente internacional Socialismo o Barbarie alrededor de la necesidad de realizar una Conferencia Internacional de las corrientes marxistas revolucionarias para comenzar a articular una respuesta de conjunto a la misma; propuesta que desde ya está dirigida, en nuestro país en primerísimo lugar a los compañeros del PO y el PTS.

Esta misma crisis está comenzando a impactar en Latinoamérica y en la Argentina. Este proceso está recién en sus comienzos y ha comenzado a golpear en países de inmensa importancia como Brasil donde  empieza a haber despidos en masa. Y cuando gobiernos, patronales y burocracias sindicales como las de Argentina se interrogan acerca de qué harán cuando –ante la profundización imparable de la crisis– se vean “obligados” finalmente a producir despidos lisos y llanos entre el personal efectivo de las diversas fábricas y lugares de trabajo.

En la Argentina es evidente que la crisis mundial introduce una clara ruptura de uno de los principales pilares del equilibrio y la estabilización del país de los últimos años: él crecimiento económico a “tasas chinas” y la importante recuperación del empleo aun en condiciones de flexibilización laboral y aguda división entre efectivos y contratados. Esto se terminó. Esta es la primera y más importante tendencia que está impactando sobre el país como un todo y que apunta a la eventualidad de que en algún punto en las próximas semanas o meses emerja un renovado ciclo de lucha entre los trabajadores con centro en el proletariado industrial. Perspectiva para la cual posiciones ganadas como las del Subte, el SUTNA San Fernando, Zanon, los SUTEBAS recuperados, el Hospital Garraham y otras podrían adquirir toda su estratégica dimensión.

Pero junto con la tendencia anterior, que digamos viene desde el mundo hacia el país, hay otra tendencia que está en curso: la división que se ha producido en las alturas entre el gobierno K y la fracción agraria de la burguesía, a la que se le ha adosado la oposición patronal y que desde hace ya un largo año viene monopolizando –con sus posiciones neoliberales– la oposición al decadente gobierno de los esposos Kirchner.

Esta problemática tiene su gran importancia dado que ha sido consecuencia de un proceso anterior: el rol de Néstor Kirchner en sacar de escena al movimiento de masas que venía en ascenso (más allá de sus debilidades estructurales) a partir del Argentinazo del 2001. Este gran logro burgués de los K generó, por así decirlo, un “vacío” político que terminó siendo llenado por el movimiento social conservador de la patronal agraria y por la emergencia de una oposición patronal de derecha al gobierno K.

Es decir, es cómo que el país esta sometido a dos tendencias contradictorias; una, que tiene que ver con la crisis que viene desde la economía mundial y que apunta a hacer saltar por los aires uno de los últimos pilares de la estabilidad K; otra, que tiene que ver con la dinámica política del país del último año donde no es la clase obrera la que viene capitalizando la decadencia K, sino una oposición burguesa con marcados rasgos reaccionarios; oposición burguesa que está de espaldas a la dinámica de la crisis mundial, pero no por esto ha dejado de ser una formidable mediación sacando de escena las reivindicaciones y proyección de la clase obrera en la vida política nacional.

No somos estúpidos. Estamos hablando aquí no de un problema meramente electoral, sino de un problema político global. En él señalado artículo en Página 12 señalábamos el hecho de cómo Alberto Piccinini, en oportunidad de la lucha de Paraná Metal, había corrido a pactar con la FAA del derechista Eduardo Buzzi la realización del corte de ruta decidido por los obreros de la fábrica como un corte “conjunto” de la ruta Buenos Aires-Rosario de manera tal de evitar que el mismo fuera una acción obrera independiente de todo sector patronal.

En el mismo sentido, días atrás en Armstrong la historia se ha repetido: trabajadores metalúrgicos de empresas de maquinaria agrícola salieron a cortar la ruta de la mano de “productores” rurales.  Es decir, tanto el oficialismo (incluyendo la CGT y parte de la CTA) como oposición (incluyendo el otro ala de la CTA) trabajan para subordinar las luchas y la cabeza de la clase obrera detrás de uno u otro sector patronal. No hay como negar o desestimar esto.

Sin embargo, efectivamente es un hecho que la “taba” se podría dar vuelta. Es que en la medida que la crisis termine pegando de lleno en nuestro país (la cosa comienza a ir para ese lado), toda la situación de la clase obrera podría darse vuelta y emerger un renovado proceso de lucha. Para eso hay que irse preparando interviniendo en las luchas en curso como la de los obreros de Massuh en la zona sur del gran Buenos Aires o IVECO en Córdoba, o como la de los docentes en más de 15 provincias.

Esta tarea, que es la primera que está planteada en el año, tiene dos vectores: él de la lucha contra las suspensiones, los despidos y por el salario; el proceso de libre organización de la clase obrera que tuvo últimamente uno de sus momentos culminantes en el plebiscito realizado por la formación de un nuevo sindicato entre los compañeros del subterráneo de Buenos Aires.

Sin embargo, subsiste una aguda contradicción que no hay como esconder (como la mano que intenta tapar el sol) con argumentos del tipo que “falta mucho para las elecciones” (PO) o que “el eje son las luchas” (PTS). Lo que viene más atrasado del proceso de recomposición de la vanguardia obrera de nuestro país es la carencia de toda perspectiva política independiente.

Como hemos mostrado con el ejemplo de Paraná Metal, no se trata de un problema meramente “electoral”, sino de un perentorio problema político cuando las reivindicaciones de la clase obrera se pretenden poner bajo siete llaves; cuando el único problema del país parece ser él de los “productores agrarios” y sus problemas de “rentabilidad”; cuando uno u otro sector patronal se esfuerzan por subordinar a la clase obrera como furgón de cola de uno u otro proyecto burgués.

Tan complejo es el problema anterior, que él año pasado, alrededor del conflicto del campo, la misma izquierda se dividió dramáticamente. Sectores enteros como el PCR-CCC y el MST capitularon a la fracción agraria de la patronal (otros ya venían siendo cooptados desde años atrás por los K). Incluso ahora se habla de que la CCC se sumaría al “armado” de Carrio; mientras tanto, el MST hace vergonzosamente parte del proyecto de “reforma política” burguesa de la oposición. En este contexto no es casual que esta organización diga que la cuestión del campo “no debería ser un factor de delimitación al interior de la izquierda”…

Desde el nuevo MAS opinamos lo contrario: no hay unidad posible con aquellos sectores que han renunciado a la independencia de clase de los trabajadores, que los confunden o arrastran detrás de algún bloque patronal con tal de sacar algún votito más. Esto lo señalamos –sobre todo– por los compañeros del PO, los que al ver que el MST es despreciado por la centroizquierda (a la que le viene haciendo dulces llamados hace un largo año) quizás se ilusionen con un frente con esta organización (esto sí sería realmente electoralismo puro y duro).

Opinamos que la izquierda independiente debe tener una doble orientación a lo largo del año, dos planos íntimamente combinados desde ahora mismo: él impulsar con todo el proceso reivindicativo que todavía tímidamente comienza a emerger conjuntamente con la extensión de la libre organización independiente de sectores de la clase obrera, al tiempo que la lucha por la conformación de un polo político de frente único independiente de ambos bandos patronales.

Esto no quiere decir forzar acuerdos tácticos a la hora de las luchas (en este plano hay muchísimas diferencias entre nuestras tres corrientes); pero sí al menos pelear de manera conjunta porque estas se expresen, emerjan y se desarrollen de manera independiente como expresión del poder socio-político de los trabajadores y no detrás de alguna movida patronal tipo la de Piccinini-Buzzi en Paraná Metal.

Junto con lo anterior, el pelear de manera conjunta por romper el monopolio gobierno K-oposición campestre patronal (en sus diversas versiones desde la centro derecha hasta la centro izquierda incluyendo la CCC y el MST) de la vida política del país, expresándose esto también en un bloque común en las próximas elecciones.

En la señalada nota de Página 12 (y también las últimas editoriales de su periódico) los compañeros del PO aducen que todavía “falta mucho para las elecciones”. En el caso del PTS, lo que se ve es una deriva auto-proclamatoria que no se sabe en que bases materiales se apoya y que podría terminar estrellándolos contra la pared. Hablan de “la construcción de un partido en común”; pero siempre les ha resultado imposible dar un paso previo concreto en esa dirección.

Desde el nuevo MAS somos claros, frente a la polarización patronal: hace falta desde ahora mismo formar un bloque de clase. Esta es una necesidad política del momento, no una mera necesidad electoral, aunque las elecciones como tales también van a tener su importancia y no hay porque negar esto de manera infantil.

¿Y si no se llega a las elecciones? o, en todo caso, más probablemente, cambiara todo porque cayera el gobierno de Cristina incluso antes de octubre. Pues muchísimo mejor: construiremos juntos los organismos de poder de los trabajadores. O, en su defecto, constituiremos un bloque de clase que no sólo sea de vanguardia –como es la posibilidad en las actuales condiciones– sino que pueda resultar un punto de referencia para franjas de las masas más allá del salto que pudiera haber en el proceso de recomposición.

Pero lo que no se puede hacer es responder a esta problemática de manera infantil o sólo mirando (y con lentes de aumento) el propio ombligo. El Nuevo MAS deja sentada con esta carta abierta claramente sus posiciones frente a la vanguardia obrera, estudiantil e intelectual. Los compañeros del PO y el PTS tienen la palabra.

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