Socialismo o Barbarie, periódico Nº 143, 22/01/09
 

 

 

 

 

 

Debate

¿Qué programa frente al Estado de Israel?

Por Roberto Ramírez

El genocidio de Gaza –como ha sucedido en anteriores estallidos del conflicto entre los colonizadores sionistas y el pueblo palestino– reaviva en la izquierda discusiones políticas y programáticas que vienen de lejos. Aquí queremos debatir fraternalmente con algunas conceptos del artículo de Claudio Katz “Incursiones para sepultar la paz”, que publicamos el domingo pasado en el sitio web de Socialismo o Barbarie (www.socialismo-o-barbarie.org). Este texto dice así:

¿Destrucción del Estado de Israel? El fin de la ocupación de Gaza y Cisjordania es la condición de cualquier solución al conflicto. Pero el problema persistirá, mientras funcione la maquinaria anexionista del sionismo. Este dispositivo promueve el reemplazo de pobladores originarios por inmigrantes seleccionados, en función de criterios étnicos. Este mecanismo imposibilita la igualdad de derechos y la coexistencia de dos comunidades.

“La autodeterminación nacional de los palestinos es la prioridad, pero no podrá concretarse convocando a destruir el estado de los israelíes. Este llamado fue una reacción defensiva inicial contra al despojo, que implicaba la erradicación política del sionismo y no la eliminación física de los judíos. Pero es un enunciado que ha perdido vigencia y se malinterpreta con facilidad.

“Aunque Israel se construyó confiscando a los habitantes del lugar, al cabo de varias décadas ha forjado una nacionalidad propia que no puede abolirse. Se ha conformado un nuevo grupo nacional, tanto en el plano objetivo (lengua, territorio, economía común), como subjetivo (cultura compartida, conciencia de sector diferenciado).

“La paz será lograda mediante el reconocimiento mutuo de palestinos e israelíes, una vez desmantelados los dispositivos coloniales del sionismo. Sólo este camino pondrá fin a la sangría, abriendo la perspectiva de dos estados reales, formas federativas binacionales o la mejor opción: un estado único, laico y democrático.” (Subrayados nuestros)

Pues bien, disentimos con el compañero Katz. Creemos que la continuidad del Estado de Israel hace imposible cualquiera de las soluciones que esboza, a saber, “la perspectiva de dos estados reales, formas federativas binacionales o la mejor opción: un estado único, laico y democrático”.

El texto del compañero define bien lo de Israel como un “colonialismo tardío”. Cuando en el mundo entraban en el ocaso las formas de dominación colonial directa, “el sionismo retomó del colonialismo clásico la anexión territorial, la democracia de exclusión, el despojo de otra comunidad y el mito de la tierra vacía... El futuro de Jerusalén, los derechos de los refugiados o el fin de los asentamientos han quedado fuera de esas tratativas, mientras que la implantación de 470.000 colonos en Cisjordania anula cualquier formación de un estado palestino. La expropiación de tierras, el robo del agua y la creación de rutas exclusivas obstruyen por completo esa posibilidad. La erección de un muro de ocho metros ha transformado, además, a las viejas ciudades de la zona en guetos incomunicados. Los nuevos mandantes del lugar han resucitado el Bantustán de Sudáfrica.” (Katz, cit.)

Pues bien, todo esto no existe “desencarnado”. No es un mero espíritu ni sólo se trata de ideologías de dominación colonial y racista (aunque efectivamente son muy fuertes). Ellas toman cuerpo en instituciones. Concretamente en un estado, cuyo pilar es el Tsahal, el ejército de los colonizadores en armas. Si este estado-ejército no es categóricamente derrotado, no habrá salida progresiva alguna.

El mismo Katz denuncia correctamente a “la maquinaria anexionista del sionismo”. Pero esta “maquinaria” tiene nombre y apellido: Estado de Israel. Y, como señalamos, su existencia es un obstáculo absoluto a las tres soluciones señaladas por Katz.

La solución de los dos estados ya ha sido malograda, como no podía ser de otra manera, por la realidad de un solo estado –Israel– que domina toda Palestina, con algunos bantustanes o guetos donde se encierra a la población nativa, hasta que llegue la oportunidad para el exterminio y/o el “traslado”, como lo predican abiertamente un sector de políticos israelíes. En cuanto a una federación binacional o un estado único, laico y democrático, es aún más inconcebible que puedan realizarse sin terminar con el Estado de Israel.

El problema de las nacionalidades: opresores y oprimidos, colonizadores y colonizados

“Aunque Israel se construyó confiscando a los habitantes del lugar, al cabo de varias décadas ha forjado una nacionalidad propia que no puede abolirse. Se ha conformado un nuevo grupo nacional, tanto en el plano objetivo (lengua, territorio, economía común), como subjetivo (cultura compartida, conciencia de sector diferenciado).” (Katz, cit.)

Efectivamente, es probable que, con el tiempo, se haya ido delineando una nacionalidad propia judeo-israelí. Pero sería incorrecto presentar el conflicto palestino-israelí como una mera pelea entre dos naciones equivalentes. Un modo típico de presentar esto lo da Michel Warschawski: “Entre el Mediterráneo y el Jordán, no hay sólo diez millones de individuos, sino dos naciones que aspiran, la una como la otra, a una existencia nacional propia.”[1] (Subrayados nuestros)

Pero hay mucho más que eso: la relación entre ambos “grupos nacionales” es de opresor a oprimido, de colonizador a colonizado. No hay, entonces, equivalencia, ni un signo igual entre ellos, mientras esa relación subsista. Y su encarnación institucional es el Estado de Israel.

“La paz será lograda –afirma Katz– mediante el reconocimiento mutuo de palestinos e israelíes, una vez desmantelados los dispositivos coloniales del sionismo.” Otra vez insistimos que hay que llamar a las cosas por nombre. El “dispositivo colonial del sionismo” se llama Estado de Israel. Efectivamente, hay que desmantelarlo.

A partir de allí, se abrirá la posibilidad de que palestinos, judíos y otros pueblos que viven “entre el Mediterráneo y el Jordán”, puedan hacerlo en paz.


Nota:

1.- “Israel-Palestine – “Face aux impératifs de la revendication nationale de deux communautés”, Inprecor, mai 2006.