Socialismo o Barbarie, periódico Nº 143, 22/01/09
 

 

 

 

 

 

El deterioro económico se acelera

El agotamiento del “modelo K”

Veamos los elementos de crisis en los supuestos económicos de la gestión K1. El problema más de fondo, y el que terminará condicionándolo todo, es que se acabaron los puntos de apoyo sobre los que funcionó el “modelo económico K”.

La economía argentina tendrá en 2009 el año más negativo desde el 2001/2, afectada por la crisis internacional y por problemas domésticos. El mundo es otro: después de cinco años de crecimiento se desplomaron el consumo y la actividad por la crisis global. El gran interrogante aún sin respuesta es cómo se sale de esta crisis global y cuánto va a durar la misma. La Argentina también es otra: del crecimiento generalizado a tasas chinas del 8 o 9% anual, la actividad ha pasado a un “frenazo” prácticamente en seco augurándose un crecimiento de no más del 1 o 2% o incluso nulo para este año (aunque es verdad que no todos los sectores se han desacelerado de igual manera)2.

En este contexto, los precios internacionales de las commodities bajaron a la mitad, lo que suma presión al conflicto agrario aunado a los problemas (reales o supuestos) de la sequía; al mismo tiempo, las ramas más golpeadas vienen siendo las industriales más dinámicas de los últimos años: automotrices, siderúrgicas y autopartistas; se está cayendo la recaudación, lo que pone una señal de alerta sobre el superávit fiscal; el tipo de cambio se debilitó frente al dólar y las monedas de los demás países latinoamericanos, en primer lugar del Brasil, de ahí que la UIA este “aullando” por una devaluación; y por lo tanto se está cayendo también el superávit comercial; para colmo de males, la fuga de capitales (créase o no) superó a la del 2001 llegando prácticamente a los 25.000 millones de dólares justo cuando están aumentando las necesidades de hacer frente a una renovada presión del endeudamiento externo… Es decir, si la economía se venía desacelerando y acumulando elementos de deterioro desde el conflicto con el campo, la crisis internacional no hizo más que agudizar esta tendencia dejando al descubierto los problemas y límites del “modelo K”.

Algunos de estos problemas, digamos más de “superficie”, son el relativo atraso cambiario sin mucho margen para devaluar dada una presión inflacionaria que sigue siendo demasiada alta en el contexto mundial y los reclamos salariales incrementados que esto generaría; el hecho que ya no se puede seguir sosteniendo el nivel de subsidios a las patronales por lo que las tarifas de los servicios públicos, el transporte, etc., están aumentando sideralmente; la caída de los salarios y del nivel del empleo, este último, uno de los factores principales de legitimación de los K y que la crisis está poniendo en riesgo creciente. En síntesis: eventualmente la crisis económica en ciernes puede ser de extrema gravedad aunque todavía no ha terminado por desencadenarse del todo.

Frente a esto, la catarata de medidas anunciadas por Cristina K en las últimas semanas, de ninguna manera configuran un “plan” sistemático. El blanqueo de capitales, la moratoria, las líneas determinadas de créditos, el susodicho “plan de obras públicas”, la reducción del impuesto a las ganancias para una gama de trabajadores con altos salarios, etc., se parecen más a una “colcha de retazos” que a un plan convincente que sirva como “antídoto” frente a la eventualidad de una profundización de la crisis mundial, regional y local.

Los insuperables límites de clase del kirchnerismo

En todo caso, ya se puede hacer un balance de fondo de la gestión de los esposos K: una vez más ha quedado demostrada la incapacidad orgánica a toda fracción burguesa por más “nacional” y “progresista” que se presente en superar los límites y contradicciones estructurales de la argentina capitalista semicolonial. Como decíamos hace un par de ediciones: “de a poco se va cerrando el ciclo económico de la Argentina kirchnerista y de un ‘modelo’ que, encaramado en condiciones excepcionales de toda la región, posaba de ‘antineoliberal’ pero que sólo era tal en cuanto a los aspectos de regulación política de la economía. Lejos de los espejitos de colores de la ‘Argentina productiva del Bicentenario’, lo que tenemos es lo que podía esperarse de un esquema que no modificó en nada esencial las grandes variables del funcionamiento del capitalismo local”3.

En el mismo sentido, decíamos en un reciente trabajo dedicado al conflicto del campo: “Las bases estructurales de todo el problema es la ausencia de verdaderas transformaciones estructurales y de un plan de desarrollo económico que permita elevar de manera no artificial vía devaluación sino real, la productividad y competitividad del conjunto de la economía.

Si esto no ocurre, inevitablemente aparecen desequilibrios en los sistemas de subsidios y precios administrados desde el Estado. Además, llega un punto en que se producen cuellos de botella. Esto ocurre porque los capitalistas que sobreviven con subsidios invierten poco y no amplían su base productiva. De esta manera los costos son crecientes, la baja rentabilidad acentúa la carencia de inversiones, y la estructura productiva atrasada demanda más y más subsidios.

Por último, si ya es muy difícil tener un sistema de protecciones y subsidios equilibrados, más difícil aún es librarse de él una vez que se ha instalado y consolidado. En definitiva, lo que se proclamaba buscar, un desarrollo armónico de las fuerzas productivas con ‘distribución progresista de los ingresos’ fracasa”4.

En definitiva, en el “modelo” económico K había varios factores interconectados que están ahora completamente cuestionados. Básicamente, el hecho es que la coyuntura económica mundial había jugado en los últimos años a favor de la economía nacional dando un gran mercado para la exportación de commodities, lo que se combinó con la reactivación del mercado interno alrededor de la devaluación del año 2002. Sin embargo, en ausencia de todo cambio estructural, estos factores más de “coyuntura” debían llegar a un agotamiento y el agotamiento finalmente llegó. Es este cambio en las condiciones económicas que dieron lugar al “fenómeno” kirchnerista (los cambios en las condiciones políticas están en nota aparte) el que apuntan a señalar uno de los supuestos más importantes del epílogo del kirchnerismo tal cual lo conocemos hasta hoy.


Notas:

1. Ver artículo “Llegó el tiempo de las vacas flacas” en nuestro periódico SOB n°141 donde se hace un análisis más completo de la coyuntura económica que es complementario con este texto.

2. Datos tomados de Néstor Scibona, periodista económico del diario La Nación.

3. Marcelo Yunes, “Llegó el tiempo de las vacas flacas”, en SOB periódico n°141.

4. José Luís Rojo, “La nueva cuestión agraria. La rebelión de los patrones rurales y la izquierda argentina”, folleto digital en www.mas.org.ar