Socialismo o Barbarie, periódico Nº 141, 04/12/08
 

 

 

 

 

 

Intervención de Roberto Sáenz: “La crisis es un martillazo sobre las condiciones de vida y la conciencia de los trabajadores a escala mundial”

¿Hacia una nueva Gran Depresión?

La primer problemática tiene que ver con el grado de profundidad de la crisis. Efectivamente, cuando uno compara con la crisis del ‘30, cuando uno recuerda que la tasa de desempleo en los Estados Unidos alcanzaba el 20 o 25%, hoy lo que se puede ver es que todavía Estados Unidos tiene el 7, 8, 9%. Es decir, está lejos todavía de esa caída del empleo. Y sin embargo hay que subrayar a países de la Unión Europea como España donde se acerca peligrosamente la tasa de desempleo a los datos históricos del ’30 (se estima, extraoficialmente, una tasa del 19% para el 2009).

Otro dato de enorme importancia es la caída del producto bruto, en cuanto se destruye trabajo y se destruye capital; cuántas plantas cierran; cuánta población sobrante queda. Por ejemplo, en la década del ‘30, los índices de caída del producto bruto estuvo en torno al 20% o 30%. El compañero Guillermo está dando un dato interesante, habla de dos escenarios, donde un escenario es más “benigno”, con una caída de sólo el 2% en los países centrales en el 2009. Pero el segundo, es posiblemente un escenario a la “japonesa”, un escenario de ahogamiento del crecimiento capitalista a lo largo de varios años aunque ahora la cosa no se restringiría a un solo país sino que se extendería mundialmente...

También hay otro dato de importancia que es un interrogante mundial hoy y no está claro: se trata de en cuánto progresa y se desarrollan realmente salidas competitivas, proteccionistas. Esto también tiene que ver con la comparación con los ’30: porque el retroceso de las fuerzas productivas se expresó en un brutal retroceso del mercado mundial, de los intercambios mundiales, que todos estos años del último período (décadas del ’80, ’90 y lo que va de este período), han ido por encima del crecimiento del producto. En la crisis del ‘29, prácticamente, el retroceso del mercado mundial, del comercio internacional entre estados y naciones, llegó al 50% del comercio mundial.

Efectivamente, un escenario del 20% de desempleo en los Estados Unidos y demás países imperialistas, un escenario de caída del producto en todo el norte imperialista del 20%, un escenario de caída, un escenario digamos del 50% en el comercio mundial, configuró el escenario catastrófico de la Gran Depresión. Una discusión de enormes consecuencias no sólo económicas, sino sociales y políticas es cuánto más o menos nos vamos a acercar a ese escenario en esta crisis.

Claro que es muy difícil saberlo. No hay que tomar a la ligera la crisis, ni hacer pronósticos que sean, en realidad, meros tiros al blanco o tirar la perinola y luego decir “la pegué” como hacen algunas corrientes... Porque es muy difícil mensurar en toda su magnitud la profundidad que tendrá la crisis. Pero lo que de ninguna manera se puede perder de vista es que la crisis tiene una dimensión de tipo histórica, se trata de un acontecimiento que ocurre, como decía el propio Alan Greenspan, “una vez cada cien años”, una verdadera crisis sistémica.

Otro elemento distintivo respecto de los ’30, por lo menos respecto del comienzo de la Gran Depresión bajo Hoover, tiene que ver con la masiva intervención estatal que se está verificando en la crisis. Porque desde los estados se ha salido a rescatar al sistema de bancos mundiales: han puesto una pila de billones de dólares, paquetes para “mediatizar” los costados más catastróficos de la crisis, evitar las quiebras en cadena de bancos y demás “instituciones” económicas. Pero sin embargo, una vez más se verifica que por más intervención estatal que haya no se puede evitar la manifestación de las leyes íntimas de la economía capitalista que se abren paso en la crisis. Por ejemplo, en el contexto del paquete de Paulson en EEUU, la crisis del Citibank era como una crisis no esperada: le habían puesto 20.000 millones sólo semanas atrás, ahora le han agregado 25.000 millones, y ¡además le cubren una cartera de 308.000 millones de dólares de activos tóxicos de los 1.2 billones tóxicos que tiene el Citi! Y a la “cola” viene ahora la General Motors, la Ford y la Chrysler, y puede venir no se sabe cuál otro banco, o cuántos sectores de la economía productiva real. Pero ante esta realidad es como que no hay plata que alcance por más que emitan y emitan, porque, en lo inmediato el peligro es la deflación y no la inflación.

Uno se podría preguntar cuánta plata hará falta porque si el capitalismo funcionara simplemente por el mecanismo de imprimir dinero, entonces no habría crisis posible. Capaz que nadie trabajaría porque se imprimiría dinero, tendrían todos una imprenta, y se evitaría trabajar y se evitarían las crisis...

Quiero insistir entonces que se trata de un debate importante que no está saldado, nadie tiene la bola de cristal, hay gurúes más “catastrofistas” que otros. Por ejemplo, uno que está de moda, Nouriel Rubini, sistemáticamente viene anunciando la eventualidad de una gran depresión mundial y que el peligro es una escalada deflacionaria y a mi modo de ver no parece estar tan errado. Entre los marxistas, hay quienes alimentan una visión que relativiza en cierto modo los alcances de la crisis y otros que alimentan una visión digamos mas “catastrofista”. Sin embargo, nadie puede saber hoy por hoy “dónde estamos parados”: pero mi intuición política es que estamos frente a una crisis muy profunda, de carácter global, internacional, que va a afectar (y ya lo está haciendo) íntimamente al conjunto de los rincones del mundo como ocurrió en oportunidad de la crisis del ’29.

Esto, compañeros, ¿qué importancia tiene? : bueno, es evidente: se trata de un acicate, un espoleo, un martillazo permanente sobre el movimiento de masas mundial. Claro, la crisis discutida en un panel de debate puede aparecer como algo bastante “abstracto”. Pero imagínense un poco el escenario de “suicidio” de un trabajador norteamericano que le dicen hoy “estás despedido”; que mañana tiene el auto por leasing, no puede pagar el alquiler y devuelve el auto; que va a su casa y le dicen “mira, tu casa está hipotecada”, y no tenés más casa; y que, además, esa persona (que ya tiene cierta edad) se ha quedado sin jubilación... Complicado el tema, ¿no? Ahora bien, en virtud de la inusitada profundidad de la crisis, si la respuesta de la lucha de clases estará acorde a la misma o no, es todavía muy difícil de prever. Pero sólo basta imaginarse lo que significaría, mundialmente, un ascenso de la clase obrera en los EEUU como desde hace décadas y décadas no ocurre (en puridad, desde los mismísimos años ’30.

Lo que sí está claro es que se trata de un martillazo permanente que apunta a romper el equilibrio de la vida cotidiana del movimiento de masas. Y que las determinaciones de la lucha de clases van a depender del grado de profundidad de la crisis de la economía que es lo que está en el núcleo: una crisis de la economía, de la producción y reproducción no sólo de capital sino también de trabajo. Este es el primer interrogante, una primera discusión: escenario 2%, escenario japonés, o un escenario aun más, más dramático tipo los años ’30 con una guerra de todos contra todos en condiciones de escasez y penuria mundiales.

Cuando se rompe el equilibrio capitalista

Una segunda cuestión que acá se ha referido poco es que la crisis de la economía mundial ya ha abierto una nueva situación política. Voy a ver si puedo decirlo de una manera que sea más o menos clara: la economía está colocada como la esfera que garantiza la reproducción del resto de las esferas de todo el edificio social: la política, el Estado, la ideología, el derecho. Es decir, las relaciones políticas se “montan” y reactúan a su vez en el terreno esencial, que es el terreno de la producción y reproducción humana. Todo sistema económico, aunque sea una economía como la del capitalismo cuyo objetivo es la ganancia por la ganancia misma, sin embargo debe producir valores de uso (productos útiles), cosas que sirvan para garantizar la reproducción humana, si no sería una “anarquía”: si no se come no se vive; si el sistema de la economía no funciona, todas las demás áreas no funcionan; las áreas de la “superestructura” no funcionan: si no se “come” todo se viene abajo.

Esta es la razón material por la cual la conmoción que afecta la economía ya se está trasladado al terreno de la situación mundial. En los últimos años hemos estado discutiendo acerca de la situación mundial. Es todo un debate acerca de las consecuencias de la caída del Muro, de cómo venían las etapas de la lucha de clases y que América Latina se colocaba como uno de los sectores más dinámicos a escala mundial, del ciclo de las rebeliones populares latinoamericanas, etc., etc. Cuando hacíamos esas discusiones, y al mismo tiempo mirábamos a Europa, a Estados Unidos, a China, lo que veíamos era un “desierto”. Es decir, una situación de estabilización pos-derrota, caso norteamericano con Reagan, China con la restauración capitalista, Inglaterra un páramo, hacer huelga requiere de tres meses de aviso, de hacer un plebiscito, pedir autorización, etc.: cuando llegás finalmente a la huelga, de tan anunciada, poco efecto tiene y ya todo el mundo está cansado...

Lo que yo quería decir, entonces, el segundo elemento que quería señalar de la configuración mundial actual como subproducto de la crisis, es que como hipótesis de trabajo, uno podría pensar la eventualidad de que el equilibrio social se rompa en países como Estados Unidos o China, y se termine radicalmente con esta situación “desértica” en los países centrales de la economía mundial.

Porque la crisis tiene esa potencialidad, no se trata de una “automaticidad”, pero sí la potencialidad de trasladar a los países centrales del mundo y no ya a la periferia capitalista, situaciones de convulsión social, de ascenso en la lucha de clases muy profundas.

Veamos por ejemplo la discusión que hay del tipo “bailando sobre el Titanic” acerca del futuro de las tres automotrices yanquis. Se discute si llevan a la quiebra lisa y llana a la General Motors. Entonces se ven obligados a ajustar o, sin ir abiertamente a la quiebra, ajustan igual. General Motors tiene 145.000 obreros directos en Estados Unidos; 600.000 jubilados que dependen directamente de General Motors en Estados Unidos; 110 plantas sólo en Estados Unidos y unos 300.000 obreros a escala mundial. Si General Motors va a la quiebra para rescatar la marca, o si General Motors no va a la quiebra pero en el rescate toma similares medidas que en una quiebra, lo que significaría, por ejemplo, cerrar la mitad de sus plantas en EEUU, y si algún sector obrero se le ocurre, entonces, ocupar alguna planta, eso se reproduciría en vivo y en directo a escala mundial y de una manera bastante más importante que lo que ocurrió en las pequeñas fábricas recuperadas en la Argentina! No digo que eso vaya a ocurrir: pero son las cosas de la que está “preñada” la situación mundial actual con esta dramática crisis en curso.

Por ejemplo, acabo de leer un articulo en la prensa acerca del problema terrible de la migración en Cantón: en masa obreros ex campesinos o hijos de campesinos descalificados vuelven a sus regiones en el interior del país. Hay un creciente temor entre las filas de la burocracia china de que se rompa el frágil equilibrio de las clases sociales, un equilibrio que en las ultimas décadas ha estado fundado en un descomunal crecimiento anual del Producto Bruto Interno del 10% promedio.

Hay un segundo interrogante acerca de las potenciales contradicciones que trae esta nueva situación mundial en las relaciones entre Estados. Es decir, la eventualidad de tensiones que sin llegar a una circunstancia de guerras mundiales ínterimperialistas, sin embargo esa relación entre los países imperialistas supuestamente tan estrecha, tenga cortocircuitos. Por ejemplo ya hay cortocircuitos de importancia entre Sarkozy y Merkel, esta última aparentemente expresa una tendencia más neoliberal. Sin embargo, al mismo tiempo se sabe que en Alemania la crisis es muy grande porque es una economía exportadora: exporta prácticamente el 50% de su PBI.

Entonces hay una discusión respecto de los equilibrios mundiales no sólo entre las clases, no sólo al interior de la clase dominante, sino también entre estados. No podemos saber exactamente cómo se va a desarrollar esto. Claro, no se va a desarrollar de manera mecánica. Pero hay una tremenda conmoción al interior de los equilibrios mundiales no sólo de los últimos 20 o 30 años sino incluso de los más profundos creados a partir del desenlace de la II Guerra Mundial!

En síntesis: quizá la dramática crisis en curso sea la vez que en las últimas décadas más a prueba esté siendo puesta la estabilidad de la clase dominante mundial. Porque seguramente va a ser puesta a prueba la estabilidad de las clases en el ámbito mundial. Esto “independientemente” de que dé lugar a un ascenso o no. Eso se verá.

El gran interrogante: ¿habrá ascenso o no?

Después está el problema que decía Claudio, en ese punto disiento bastante con él. Me parece que en la década del ‘30, efectivamente, estaba el impacto de la Revolución Rusa. O sea, la subjetividad en la década del ‘30 era toneladas de veces superior. Pero también es verdad que la década del ‘30 convivió con derrotas históricas de la clase obrera. Porque la llegada de la Gran Depresión, lamentablemente, convive con derrotas históricas de la clase obrera: Alemania, China, España, y las más dramática: la contrarrevolución burocrática en la ex URSS.

Las situaciones revolucionarias actúan precisamente sobre la base de mecanismos de “condensación”. Pero muchas veces esa “condensación” no se da. La Gran Depresión llegó en la década del ‘30, no llegó en los ‘20, no llegó cuando la Revolución Rusa rompía el equilibrio europeo y mundial. Recogiendo en un reciente trabajo que he escrito para nuestra revista algunos textos de León Trotsky que son realmente brillantes acerca de las décadas del ‘20 y el ‘30 justamente señalaba que promediando los años ’20 el equilibrio capitalista mundial había sido restablecido. En Alemania había sido evitada la revolución, lo mismo que en China. Y en ese escenario donde el equilibrio mundial entre las clases (aunque no el hegemónico), había sido en parte restablecido, es que viene la Gran Depresión.

La Gran Depresión coincide entonces con derrotas históricas: la derrota en China del ‘27, la derrota en la Alemania de Hitler (sin tirar un solo tiro), la catastrófica derrota en España, y la derrota más profunda, más dramática, más grave, que fue la burocratización de la URSS.

El escenario actual no contiene ni uno ni otro de los elementos de la década del ‘30 en ese sentido: la subjetividad arranca de mucho más atrás, pero tampoco se viene de derrotas catastróficas, físicas, de esa magnitud.

Por un lado, repetimos, la situación en la subjetividad del movimiento de masas está muy por detrás, aunque este acontecimiento que estamos viviendo del crack de Wall Street, como bien decía Claudio en ese aspecto y lo desarrolló Roberto, es una caída del Muro al revés. Porque es una crisis de ellos, aunque lo tapen, aunque lo nieguen, aunque engañen, se les cayó el Muro a ellos y esto es muy importante de ser subrayado en lo que hace a la potencial conciencia del movimiento de masas mundial.

Sin embargo, efectivamente, la conciencia de la clase trabajadora de ninguna manera es la de la década del ‘30.

Pero por otro lado, tampoco es igual de profundo el grado de derrota del cual viene la clase obrera mundial. Que se entienda, la derrota que significó la imposición del neoliberalismo “urbi et orbi” es muy grande. Sin embargo, esa derrota ocurrió hace ya cierto tiempo; incluso en los Estados Unidos, las derrotas se impusieron hace ya dos décadas. No es el momento hoy de tan dramáticas derrotas. Pero entonces, ese elemento es distinto en ese preciso sentido. Para mí, en realidad, no ha habido una gran derrota inmediata. Por el contrario, la crisis del capitalismo neoliberal abre enormes potencialidades.

Después está lo que ya decía Roberto. Es muy interesante también a este respecto repasar los trabajos y estudios sobre la Gran Depresión. Un trabajo de Gerard Dumenil es muy ilustrativo; recuerda que la Gran Depresión duró once años, subraya que fue un proceso y no un mero acontecimiento. Pero precisamente por eso, y como ya subrayara Trotsky en tiempo real, el ascenso obrero en Estados Unidos recién comenzó en 1934. Es decir, comenzó cuatro años después. Mas “menudamente” recordemos que en la Argentina, el enfrentamiento más profundo al desempleo, que fue el gran motivo del Argentinazo, comenzó bastantes años después de haberse producido la catástrofe laboral. Lo que pasa es que esto requiere todo un “metabolismo social” que va a llevar tiempo para asimilar la nueva realidad. No hay que impresionarse con que no haya todavía grandes luchas. Es un metabolismo, lo decía Roberto muy bien, es una cuestión como de inicial “parálisis”: se te cae todo, la reacción no es, no puede ser inmediata cuando se te cae el piso bajo tus pies. Es bastante complejo el “laboratorio social” de la reacción frente al desempleo de masas.

El primer problema político de la clase obrera mundial

A nosotros nos da la impresión que, en total, la crisis del capitalismo mundial de hoy abre una nueva situación mundial. Una nueva situación que tiene una serie de componentes de ruptura del equilibrio mundial entre las clases dominantes, los estados y respecto de explotadores y explotados. Algo que ya es histórico, que habrá que procesar, que habrá que matizar, un escenario histórico donde la salida sólo la puede determinar la lucha de clases.

Lo decía también de alguna manera Eduardo; más allá de adscribir a esa elaboración de Mandel, la salida de los ciclos no es mecánicamente un nuevo ciclo capitalista, sino que es la lucha de clases la que define la evolución ulterior de los acontecimientos. Es decir, la salida de una Gran Depresión puede ser el restablecimiento del ciclo capitalista o... puede ser la revoluciona social. Insisto: esto depende de la lucha de clases.

Se abre entonces un escenario donde me parece que hay dos cuestiones. Por un lado, nos abre como hace muchísimo tiempo no se abría, el debate sobre el sistema. Porque socialismo era una mala palabra, y el capitalismo representaba en único horizonte posible: un verdadero “fin de la historia”...

Pero ahora veamos lo que pasa: si el socialismo sigue siendo mala palabra; pero tampoco el capitalismo está tan bien visto que digamos ante su caída generalizada en el descrédito, entonces suicidémonos colectivamente porque no habría ningún tipo de salida...Pero ahí hay un lío tremendo, el capitalismo está en un lío: porque ahora ya no es tan creíble hablar del capitalismo como único horizonte de la humanidad, como hasta sólo hace cuatro o cinco meses atrás.

Después hay un último problema que es que el problema del programa. En esto también hay un matiz. A mí me parece que hay que arrancar no tanto de los problemas de las relaciones entre estados. A nosotros nos sale una cosa distinta, quizá porque tenemos otra ubicación u otras tareas: el programa a colocar es el que da respuesta al problema del trabajo mundial. Roberto escribió un artículo en el último periódico de nuestro partido que se llama “La masacre mundial del empleo”. Pero ojo compañeros: recuerden que cuando el Argentinazo, el problema de la masacre del empleo fue el primer problema político en la Argentina. Y lo “paradójico” es que el problema del empleo a nivel mundial está transformándose a pasos agigantados en el primer problema político de la clase obrera mundial. Y la primera tarea revolucionaria hoy es precisamente responder a este primer problema político de la clase obrera que es el desempleo. Esto coloca un montón de cuestiones, coloca muchos aspectos del programa clásico: reducción de la jornada laboral, apertura de los libros contables, etc. Pero se está dando el debate central sobre el trabajo porque hay un desempleo que golpea y golpea, eso coloca un problema tremendo.

El otro tema es el de las tareas. Es otro debate interrogante que se abren a partir de esta situación de crisis a escala mundial pero que ya no puedo responder porque se me acabó el tiempo. Muchas gracias.