|
Las elecciones yanquis y la debacle económica
mundial
¿A qué viene Barack
Obama?
“Si hay alguien ahí que todavía
dude que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible;
que todavía se pregunte si el sueño de nuestros fundadores
está vi.vo en nuestros tiempos; que todavía cuestione el
poder de nuestra democracia, esta noche tiene una
respuesta” (Discurso de Barack Obama luego de su triunfo
electoral)
Barack Obama ganó las elecciones en EEUU. ¿Qué
significado tiene este hecho? Lo primero que hay que decir
es que se está frente a una paradoja política:
tanto explotadores como explotados están festejando. Los más
importantes sectores de la clase dominante yanqui, porque
lograron imponer un recambio en la desgastada y
desprestigiada conducción del país. Pero al mismo tiempo,
esto coincide con el estado de ánimo de millones y millones
de votantes (sobre todo jóvenes, mujeres trabajadoras y
afroamericanos) y que hartos de 8 años de fallida
administración conservadora de George W. Bush, ven en el
primer presidente negro de la historia de EEUU, la
encarnación del retorno de las esperanzas y las
posibilidades del “sueño americano”.
Hacia un choque frontal entre las esperanzas y la
penuria económica
A lo anterior se le debe agregar otro elemento: la
generalidad de los presidentes de los demás países
imperialistas, del resto del mundo y entre el
“progresismo” latinoamericano de los Chávez, los
Correa, los Kirchner, etc., también está festejando el
triunfo de Obama. Confían en la perspectiva de que este
represente un baño de “confianza” para enfrentar el
cataclismo económico internacional, el más dramático
desde los años ’30 del siglo pasado. Aspiran a que se
pare la crisis y se logre relegitimar algún tipo de
capitalismo a escala mundial.
Pero es ahí, precisamente, donde está la gran
paradoja: ¿cómo hacer para responder a expectativas e
intereses tan contradictorios? EEUU y la economía
mundial como un todo, se encuentran sumidos en la más grave
crisis en décadas. Como si esto fuera poco, su hegemonía
mundial está seriamente mellada, empantanamiento en
Irak y Afganistán mediante. Además, Obama no es un
“mago”; sólo se trata de una ascendente figura del
“establishment” de la clase dominante yanqui que buscará
administrar (seguramente con una “simpatía” y
“carisma” particular) una durísima medicina mas
parecida al aceite de ricino que a un extracto de frutas
naturales...
“¿Cuál es él desafío central que tiene Obama
frente a sí? ¿Cuál es la síntesis del problema que
enfrenta su presidencia? Tal vez podría resumirse así: los
sueños y las esperanzas de los norteamericanos, luego del
huracán económico de estos meses, están en fuerte
aceleración, mientras que las posibilidades de cumplirlas
están en brusca desaceleración. Esta es la tensión
tremenda que vivirá el próximo presidente de EEUU. Un
presidente que ocupará el cargo en un dramático contexto
histórico que tiene la capacidad de deglutir a
cualquiera. Porque a la demanda de esperanza en el corto
plazo, solo podrá oponérsele una oferta de penuria”.
Es decir, Obama viene a intentar legitimar una
determinada receta para hacer frente al cataclismo económico
y al agudo deterioro de la autoridad de los yanquis en todo
el orbe. Receta que, a priori, se limitará sólo a intentar
imponer “regulaciones” al tipo de capitalismo
neoliberal existente, pero no a acabar con él. Y
mucho menos, claro está, a terminar con el capitalismo como
tal.
Pero que lo pueda hacer, dependerá
inevitablemente del grado de profundidad que alcance la
crisis. Es que como acabamos de citar, será dificilísimo
–o, más bien, imposible–
satisfacer al inmenso grado de ilusiones
generadas en torno a su figura (entre los estadounidenses y
mundialmente) en el contexto de la dramática penuria económica
a la que está siendo arrojada no sólo los EEUU, sino el
mundo como un todo.
“Se está produciendo un cambio brutal en todo
el mundo, al cual la conciencia posiblemente llegue tarde.
Este retraso de la conciencia frente a los cambios se
da cuando estos aceleran bruscamente sin dar una posibilidad
de adecuación. Por ahora, la conciencia continúa yendo en
dirección de la esperanza, mientras los hechos se mueven en
dirección contraria. Estamos en una muy brutal
desaceleración planetaria, que entre otras cosas ha
sacado a los mercados financieros por el parabrisas”[4].
Es decir, en el contexto material
del cataclismo económico en curso, lo más probable es que
pasadas las semanas y los meses, una aguda ráfaga de
desilusión que vaya abriendo paso, dando lugar a un
inevitable salto en las luchas sociales en los mismísimos
Estados Unidos. Es que de ninguna manera se puede
descartar que observemos (como hace décadas no se ve) un ascenso
de la poderosa pero aún “dormida” clase trabajadora
yanqui, esto luego de los primeros meses de “luna de
miel” con el nuevo presidente.
El factor simbólico del primer
presidente negro
“Mi madre, antes de
morir, me decía que no era posible; pero yo siempre supe
que este día iba a
llegar porque camino sobre los hombros del reverendo
[Martín Luther] King, de Jesse Jackson. Esto es
sobrecogedor”[5].
Partimos de respetar y considerar justo el
sentimiento de millones de afroamericanos en Estados Unidos
y en el mundo, de verse reivindicados en el hecho que pueda
haber un presidente de color al frente de la primera
potencia mundial. Pero ese solo hecho –digamos “simbólico”–
no significa un solo paso real en la lucha por acabar con
la discriminación y la explotación.
Precisamente
al servicio de contener y evitar la eventualidad de un
enorme salto en las luchas sociales en los EEUU, que se
da la elección del primer presidente negro en la
historia de los EEUU.
Porque a decir verdad, este factor ha sido explotado
y promovido concientemente por la clase dominante yanqui a
sabiendas de que podía ser un factor de enorme legitimación
no solo a nivel del interior del país, sino
internacionalmente. Es como si los EEUU dejaran de ser el país
central en la explotación y opresión capitalista mundial
y, por tanto, el primer imperialismo a nivel internacional
sólo
por la mágica razón de que un “afroamerican” llegue a
la presidencia del mismo.
Todo el mundo sabe que este país carga con el pesado
lastre de varios siglos de esclavitud y que, cuando la misma
quedó “abolida”, el segregacionismo (es decir,
la actitud racista y excluyente de la gente de color) siguió
campeando a todo lo largo y ancho del siglo XX. Pero Obama
se cuidó de hablar de este tema durante su campaña “políticamente
correcta”. Y de ninguna manera, mágicamente, porque haya
un presidente de color, se van a acabar con los odios, la
explotación y el racismo ancestral que imperan en el estado
yanqui desde su mismísima fundación. Y no solo a nivel
del Estado, incluso lamentablemente entre
amplias porciones de las masas norteamericanas. Sin
embargo, esto no quita que, como símbolo, efectivamente, no
dejará de ser un poderoso factor de mediación con
el cual la clase trabajadora deberá ir haciendo su
experiencia.
Porque en definitiva, Obama está llamado a rescatar
al capitalismo estadounidense y mundial de su aguda
crisis actual. Podría verse obligado a hacer, aquí y allá,
determinado tipo de concesiones; esto va a depender de la
presión de las luchas sociales. Pero hay que tener clara
una cosa: Obama no viene para dar satisfacción a las
esperanzas de progreso y emancipación de las grandes masas
explotadas y oprimidas, ¡llega para salvar al
capitalismo de una dramática crisis, eventualmente la más
grave desde 1929!
Obama y Roosevelt
Profundicemos en lo que venimos
señalando para responder al interrogante acerca de que hará
de aquí en más Obama. Este es un tema de enorme
relevancia, no sólo norteamericana sino mundial. En el
juego de las comparaciones,
muchos se preguntan si Obama se parecerá a Franklin Delano
Roosvelt (presidente yanqui durante la Gran Depresión de
los años ’30). Como es sabido, y para rescatar al
capitalismo y los Estados Unidos de esa dramática crisis,
Roosevelt puso en marcha amplios planes de relanzamiento
de la economía desde el Estado mediante obras publicas.
Esto planes, de alguna manera, acondicionaron la
infraestructura del país para cuando la acumulación
capitalista fue relanzada: “Necesitamos un ‘New Deal’
en un mundo nuevo. Espero sinceramente que, bajo la conducción
del nuevo presidente, los Estados Unidos unirán sus fuerzas
a Europa para pilotear esa nueva era”.
Sin embargo, son menos los que recuerdan que, en
realidad, no fueron las medidas tomadas por Roosevelt las
que resolvieron la crisis, sino la emergencia
de la segunda gran carnicería ínterimperialista
(1939-1945) la que finalmente sacó a la economía
capitalista de su crisis...
Pero siguiendo con la comparación de Obama con
Roosevelt, la verdad es que no parece ser el caso. Es
que, a pesar de la crisis del ‘30, EEUU seguía su curso
ascendente como principal potencia económica mundial,
posición que fue ratificada en la Segunda Guerra Mundial.
Hoy EEUU se halla en una posición estructuralmente mucho más
débil: “El gigante del Norte tiene dos grandes déficit:
fiscal y de balanza comercial. El segundo llega a 840.000
millones de dólares. El déficit fiscal de 2008 alcanza los
454 mil millones, él más alto en doscientos años de
historia de EEUU sin contar con los 700.000 destinados al
rescate de los bancos. El monto total de la deuda externa
pasó de 800.000 millones de dólares en 2003 a 12.250
billones en 2007, acercándose al monto del PBI, lo que
resulta la más grande explosión de endeudamiento de la
historia mundial. La FED [banco central yanqui], mientras
tanto, crea anualmente de uno a dos billones de dólares de
liquidez [lisa y llanamente impresión de papel moneda] que
no alcanzan para satisfacer las necesidades de su economía”[9]. En estas condiciones, el proclamado
“neokeynesianismo” de la nueva administración, lo más
probable es que se parezca a un intento de “neoliberalismo
regulado”.
Es decir, lo que sí es seguro es que intentará
diferenciarse en las formas del gobierno de Bush. Y
que introducirá, eventualmente, ciertas reformas en
el funcionamiento económico actual. Pero a priori, su
programa sólo parece orientarse hacia la instrumentación
de mecanismos de regulación estatal (por ejemplo, en los
mercados financieros) tratando de mantener las duras
condiciones de explotación de la clase obrera impuestas
mundialmente en los últimos treinta años. Todo esto en la
perspectiva de abrir la mano lo menos posible en lo que hace
a la actual configuración del capitalismo mundial,
ordenamiento que ha venido beneficiando a los EEUU. Sólo
basta ver como Obama se esta rodeando del staff de
funcionarios neoliberales de la anterior administración de
Bill Clinton!
Claro que el curso que finalmente
asuma el gobierno no podrá depender de la sola voluntad de
la nueva administración. Por el contrario, y como venimos
señalando, dependerá del grado de profundidad de la crisis
y de los nuevos y dramáticos eventos que crucen la misma;
de las relaciones de los EEUU con el resto de los países
imperialistas; y, sobre todo, de la evolución de la
lucha de clases en los propios Estados Unidos.
En definitiva, más temprano que tarde Obama deberá
jugar sus “fichas” y ver como impactan. Por ahora
los “mercados” lo recibieron en baja. Pero sobre todo
deberá evaluar el grado de respuesta de las masas cuando
sus esperanzas y expectativas se vean, inevitablemente, defraudadas.
El capitalismo no ha muerto pero
se puede acabar con él
La crisis económica mundial no
acabará con el capitalismo. Puede terminar con una forma
del mismo, pero no con el sistema como tal. Precisamente,
Barack Obama, viene para rescatar al sistema de su
crisis; y, junto con ello, a restaurar el lugar hegemónico
de los EEUU en el mundo. Más allá de sus palabras y
color, su medicina será muy amarga: no podrá
satisfacer las expectativas y esperanzas populares que se
han visto en estos días en las mismísimas calles de
Chicago, Nueva York, San Francisco o Los Ángeles. Menos que
menos, dar respuesta a las necesidades que se expresan entre
los sectores obreros y populares del resto del mundo.
Mientras tanto, en EEUU, Europa, Japón, Latinoamérica
y la Argentina la crisis ya le está adelantando los
“deberes” a los “estadistas” del mundo: una ola
de despidos esta barriendo el globo, particularmente en el
sector financiero, automotriz y en la construcción. Las
bolsas siguen cayendo y se anuncia el posible cierre de
gigantes inmensos como la General Motors. Porque sacar
competidores de la cancha y destruir puestos de trabajo
rebajando los salarios de los que permanecen en ellos,
siempre han sido uno de los mecanismos por excelencia del
sistema capitalista para salir de sus crisis haciendo que
los trabajadores paguemos la cuenta de la misma. ¡Esto
es así aquí y en la China!
En definitiva: Obama
no es lo que parece; viene a rescatar a sus hermanos de
clase, los capitalistas. Por el contrario, la clase obrera
mundial, sea del color que sea, debe “rescatarse a sí
misma” saliendo a durísimas luchas para enfrentar la ola
de despidos que se abre paso mundialmente. Esto
levantando un programa de reivindicaciones que ataque la
ganancia y la propiedad de los capitalistas. Este es el
camino para que el sistema no acabe con nosotros, sino para
que nosotros empecemos a acabar con él.
[1]
Por “sueño americano” se entiende aquella idea
legitimadora del capitalismo yanqui por la cual,
supuestamente, independientemente del origen de clase y
racial de cada uno, todo ciudadano tendría abierta la
puerta para ascender en la escala social.
[2]
Cristina K califico el triunfo de Obama como una
“epopeya” , poniendo énfasis en el simbolismo
racial del comicio...
[3]
Enrique Valiente Noailles, La Nación, 6-11-08. Se trata
de un autor conservador, pero sus observaciones son
agudas.
[4]
Enrique Valiente Noailles, idem.
[5]
Obama, La Nación, 6-11-08.
[6]
Como para darle legitimidad para enfrentar la crisis,
a Obama se lo busca comparar con Abraham Lincoln, J. F.
Kennedy, Martín Luther King, y otras figuras históricas
estadounidenses además de F. D. Roosvelt.
[7]
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión
Europea, La Nación, 6-11-08.
[8]
El Wall Street Journal en su edición de hoy (6 de
noviembre) señala precisamente que la brutal alza en
curso en el déficit del estado limitará las
opciones de las que pueda disponer Obama.
[9]
Mario Rapoport, Pagina 12, 6-11-08.
|
|