Socialismo o Barbarie, periódico Nº 139, 06/11/08
 

 

 

 

 

 

Obama, Latinoamérica y los esposos K

El impacto regional

Los desarrollos que venimos señalando, inevitablemente tendrán impacto regional. Sin embargo, todavía no está del todo claro cómo va a quedar la coyuntura regional, coyuntura que venía marcada por un giro a la derecha; con los gobiernos “progresistas” más o menos desafiados desde oposiciones puras y duras neoliberales y cierta reabsorción de los fervores populares.

Pero ahora habrá que ver cómo se desarrollan las cosas: es que la crisis abrió una suerte de “barajar y dar de nuevo”. Es decir, habrá que ver cómo evoluciona el impacto de la crisis en países latinoamericanos importantísimos como Brasil y México; el primero, marcado por una casi inevitable reducción de la producción automotriz y agro exportadora amén de la crisis financiera en ciernes; el segundo, por el impacto directo de la recesión yanqui. O en una Centroamérica tan dependiente del comercio con los mismos Estados Unidos. O, en el resto de Latinoamérica, cómo impactará la crisis en la Venezuela Bolivariana, con la abrupta caída del precio internacional del petróleo y los resultados de las próximas elecciones a gobernadores y municipales; o cual será la evolución en Bolivia. Todo esto habrá que seguirlo.

Señalamos lo anterior porque, a priori, las oposiciones de derecha más puras y duras neoliberales, podrían quedar deslegitimadas; aunque no hay que perder de vista que, masivamente, todos los principales representantes de las clases dominantes mostraron su simpatía por Obama y nadie sabe si habrá un cambio y cual será en la política del imperialismo yanqui para la región[1].

Y por casa cómo andamos

¿Qué tiene que ver esto con nuestro país? Tiene y mucho. Es que ante la crisis mundial y la falta de coordenadas definidas acerca del rumbo que adoptará el mundo, el gobierno de Cristina K se ha venido comportando como un barquito al garete en medio de la tormenta mundial.

Lo que señalamos ha venido siendo evidente en el erratismo político gubernamental. Es que a la salida del paro del campo, el gobierno parecía desplegar sus banderas hacia las aguas de la “ortodoxia” económica, se mostraba dispuesto a pagar la deuda externa al Club de París e incluso a los chupasangres de los “holds out”, es decir, a aquellos que no entraron en el canje de deuda externa instrumentado por Néstor K años atrás. Los famosos “mercados” festejaron al unísono estas anunciadas medidas de los K y parecían dispuestos a olvidarse de los conflictos de los meses anteriores alrededor de las retenciones a las exportaciones.

Pero casi al mismo tiempo que se anunciaban estas medidas, la situación internacional dio un vuelco de casi 180 grados. La crisis económica mundial cambió tanto las perspectivas políticas como económicas del orbe. Políticamente, se abrió una nueva situación internacional de alcances todavía impredecibles. Económicamente, se pasó del boom de las commodities, la continuidad del crecimiento económico y las presiones inflacionarias a una situación casi opuesta por el vértice: caída a pique de las materias primas, tendencias al crecimiento cero o a la recesión lisa y llana y a la deflación en el orden mundial (aunque el tema inflacionario en nuestro país tiene una desarrollo distinto).

El gobierno K tuvo entonces que volver sobre sus pasos anunciando la estatización del sistema de jubilaciones. El mismo establishment, que estaba festejando que se había anunciado el pago de la deuda, puso el grito en el cielo. Ahora descubre que los K se estarían acercando al tipo de orientación del gobierno de Chávez poniendo “en riesgo los derechos de propiedad”...

Pero estas marchas y contramarchas no revelan la naturaleza “antisistema” de los K, sino más bien lo contrario. Desde los primeros días del gobierno de Néstor siempre estuvo claro de que ellos vinieron a rescatar de su aguda crisis al capitalismo argentino. Esto fue así incluso se vio obligado a determinadas “concesiones” a las masas trabajadoras; la única de fondo, en verdad, fue el paso de una porción de los trabajadores de la situación de “excluidos-desocupados” a asalariados con trabajo superexplotados...

El paso que se acaba de dar con la estatización de las jubilaciones no escapa a esto. Se trata de una medida a “izquierda”, de clásica estatización burguesa, pero que no por ello pone en riesgo la propiedad privada como hipócritamente denuncian empresarios y la oposición patronal. Se trata del pasaje en la administración de los recursos a manos del Estado y no de los trabajadores. Aunque, naturalmente, esto provoca escozor entre los sectores capitalistas directamente afectados.


[1] La mayoría de los analistas dicen que no hay que esperar grandes cambios; nuevamente, la cuestión puede estar más en las formas que en el fondo, pero habrá que ver.