Obama, Latinoamérica y los
esposos K
El impacto regional
Los desarrollos que venimos señalando,
inevitablemente tendrán impacto regional. Sin
embargo, todavía no está del todo claro cómo va a
quedar la coyuntura regional, coyuntura que venía
marcada por un giro a la derecha; con los gobiernos
“progresistas” más o menos desafiados
desde
oposiciones puras y duras neoliberales y cierta reabsorción
de los fervores populares.
Pero ahora habrá que ver cómo se desarrollan las
cosas: es que la crisis abrió una suerte de “barajar y
dar de nuevo”.
Es decir, habrá que ver cómo evoluciona el impacto de la
crisis en países latinoamericanos importantísimos como
Brasil y México; el primero, marcado por una casi
inevitable reducción de la producción automotriz y agro
exportadora amén de la crisis financiera en ciernes; el
segundo, por el impacto directo de la recesión yanqui. O en
una Centroamérica tan dependiente del comercio con los
mismos Estados Unidos. O, en el resto de Latinoamérica, cómo
impactará la crisis en la Venezuela Bolivariana, con la
abrupta caída del precio internacional del petróleo y los
resultados de las próximas elecciones a gobernadores y
municipales; o cual será la evolución en Bolivia.
Todo esto habrá que seguirlo.
Señalamos lo anterior porque, a priori, las
oposiciones de derecha más puras y duras neoliberales, podrían
quedar deslegitimadas; aunque no hay que perder de
vista que, masivamente, todos los principales
representantes de las clases dominantes mostraron su simpatía
por Obama y nadie sabe si habrá un cambio y cual será
en la política del imperialismo yanqui para la región.
Y por casa cómo andamos
¿Qué tiene que ver esto con nuestro país? Tiene y
mucho. Es que ante la crisis mundial y la falta de
coordenadas definidas acerca del rumbo que adoptará el
mundo, el gobierno de Cristina K se ha venido
comportando como un barquito al garete en medio de la
tormenta mundial.
Lo que señalamos ha venido siendo evidente en el erratismo
político gubernamental. Es que a la salida del paro del
campo, el gobierno parecía desplegar sus banderas hacia las
aguas de la “ortodoxia” económica, se mostraba
dispuesto a pagar la deuda externa al Club de París e
incluso a los chupasangres de los “holds out”, es decir,
a aquellos que no entraron en el canje de deuda externa
instrumentado por Néstor K años atrás. Los famosos
“mercados” festejaron al unísono estas anunciadas
medidas de los K y parecían dispuestos a olvidarse de los
conflictos de los meses anteriores alrededor de las
retenciones a las exportaciones.
Pero casi al mismo tiempo que se anunciaban estas
medidas, la situación internacional dio un vuelco de
casi 180 grados. La crisis económica mundial cambió
tanto las perspectivas políticas como económicas del orbe.
Políticamente, se abrió una nueva situación internacional
de alcances todavía impredecibles. Económicamente,
se pasó del boom de las commodities, la continuidad del
crecimiento económico y las presiones inflacionarias a una
situación casi opuesta por el vértice: caída a
pique de las materias primas, tendencias al crecimiento cero
o a la recesión lisa y llana y a la deflación en el orden
mundial (aunque el tema inflacionario en nuestro país tiene
una desarrollo distinto).
El gobierno K tuvo entonces que volver
sobre sus pasos anunciando la estatización del sistema
de jubilaciones. El mismo establishment, que estaba
festejando que se había anunciado el pago de la deuda, puso
el grito en el cielo. Ahora descubre que los K se estarían
acercando al tipo de orientación del gobierno de Chávez
poniendo “en riesgo los derechos de propiedad”...
Pero estas marchas y contramarchas no revelan la
naturaleza “antisistema” de los K, sino más bien lo
contrario. Desde los primeros días del gobierno de Néstor
siempre estuvo claro de que ellos vinieron a rescatar de
su aguda crisis al capitalismo argentino. Esto fue así
incluso se vio obligado a determinadas “concesiones” a
las masas trabajadoras; la única de fondo, en verdad, fue
el paso de una porción de los trabajadores de la situación
de “excluidos-desocupados” a asalariados con trabajo
superexplotados...
El paso que se acaba de dar con la estatización de
las jubilaciones no escapa a esto. Se trata de una
medida a “izquierda”, de clásica estatización
burguesa, pero que no por ello pone en riesgo la
propiedad privada como hipócritamente denuncian empresarios
y la oposición patronal. Se trata del pasaje en la
administración de los recursos a manos del Estado y no de
los trabajadores. Aunque, naturalmente, esto provoca
escozor entre los sectores capitalistas directamente
afectados.
[1]
La mayoría de los analistas dicen que no hay que
esperar grandes cambios; nuevamente, la cuestión puede
estar más en las formas que en el fondo, pero habrá
que ver.
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