Socialismo o Barbarie, periódico Nº 138, 24/10/08
 

 

 

 

 

 

EEUU y sus socios-rivales no logran actuar de conjunto frente a la crisis

¿Dónde está el piloto?

Por Claudio Testa

El fin de semana pasada, una delegación de la Unión Europea integrada principalmente por el presidente francés Sarkozy y el presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso se reunió con Bush para plantearle “la necesidad de convocar una cumbre internacional para refundar las bases del capitalismo y buscar una respuesta internacional a la actual crisis”.

El mismo día, el primer ministro británico Gordon Brown, consagrado por los capitalistas del mundo como el Superman de los rescates financieros, daba una conferencia reclamando la convocatoria a “una nueva Conferencia de Breton Woods”. Recordemos que la conferencia internacional de Breton Woods, realizada en esa localidad de EEUU a mediados de 1944, sentó las bases del sistema económico-financiero mundial que en gran medida aún está vigente. Allí, entre otras medidas, se consagró al dólar como moneda mundial y se constituyó el Fondo Monetario Internacional (FMI) y lo que luego sería el Banco Mundial. La esencia fue que se “legalizó” formalmente la estructura yanqui-céntrica de la economía mundial, hoy totalmente cuestionada por la crisis.

Del otro del Atlántico, las apelaciones europeas no han tenido aceptación real. En las conferencias de prensa dadas por Bush junto a Sarkozy y Barroso luego de las reuniones, se representó la comedia diplomática de costumbre: declaraciones rimbombantes sin mayor contenido real.

Todos, por supuesto, concuerdan en la necesidad de “cooperar estrechamente” y Bush hasta admite llamar (sin fecha ni temario alguno), a “reuniones internacionales”. Pero, acerca de qué se trata esa “cooperación” y qué contenido y alcances concretos tendrían esas cumbres, no hay acuerdos.

Bush, mucho más que un “pato rengo”

El primer obstáculo para decidir y actuar en común que tienen los principales imperialismos, es la crisis política de EEUU, quizás tan grave como su crisis económica.

A los presidentes desprestigiados que están por finalizar su mandato y no pueden tomar decisiones importantes, se los llama en EEUU “lame duck” (pato rengo). Pero Bush es un caso mayúsculo, que mas bien habría que calificar como “pato muerto”. Es evidente que las decisiones de fondo deberán esperar la próxima administración, muy probablemente la de Obama.

Sin embargo, este “pato muerto” del gobierno Bush ha conservado suficiente vida como para recompensar con billones de dólares de “ayuda” las fechorías de los tiburones de Wall Street. Es que en esta operación criminal está más o menos de acuerdo la gran mayoría de la burguesía estadounidense. A lo sumo se critican las formas y el reparto de la torta. Pero acordar con Sarko una conferencia mundial para “refundar el capitalismo” o con Gordon Brown un “nuevo Breton Woods” es algo completamente distinto: sería comenzar a negociar el destronamiento de EEUU.

Grave contradicción: ya es insostenible el yanqui-centrismo de la economía mundial pero no hay cómo cambiarlo “por las buenas”

Como señalamos, los acuerdos de Breton Woods de 1944 institucionalizaron la estructura yanqui-céntrica de la economía y las finanzas mundiales.

En verdad, no hicieron más que legalizar una situación de hecho, tanto a nivel económico-financiero como geopolítico (es decir, a nivel del sistema mundial de estados).

EEUU en 1944 ya era el gran vencedor (junto con la URSS) de la Segunda Guerra Mundial de 1939-45. Tenía el 50% del producto bruto mundial y la absoluta primacía tecnológica, era acreedor neto de casi todos los países del planeta, en Fort Knox se acumulaban las mayores reservas de oro mundiales, el dólar ya reinaba como moneda mundial habiendo desplazado a la libra esterlina (y por supuesto al marco alemán y el yen japonés incinerados en la guerra), etc., etc.

Es evidente que el 2008 presenta un cuadro completamente diferente. Un “nuevo Breton Woods” del capitalismo mundial, si es en serio, no podría menos que registrar que –como dice el economista francés citado en otro artículo– “la era de la superpotencia norteamericana se acabó. La economía y la sociedad norteamericanas, en tanto potencias, entraron en una dinámica de ocaso irreversible”.

Y aquí comienzan los problemas. El primero de ellos es que la burguesía estadounidense, lógicamente, se niega por completo a “sincerar” la situación. Es que estaría en cuestión el control de las finanzas mundiales (que pese a todo mantiene EEUU) y sobre todo la emisión de la moneda mundial, el dólar. Y, más ampliamente, la forma neoliberal salvaje de configuración del capitalismo mundial, que se impuso desde los ‘80 y que favoreció principalmente a EEUU.

Las contestaciones a las propuestas europeas de parte de la prensa yanqui aclaran esto mejor que los comunicados diplomáticos de la Casa Blanca. Un buen ejemplo es el New York Times, que rechaza indignado las pretensiones europeas de establecer controles internacionales sobre el sistema financiero estadounidense. Subraya que tampoco “los funcionarios de la Casa Blanca quieren que otras naciones controlen nuestro sistema bancario”. Además, cualquier debate internacional debe hacerse a partir de “preservar los cimientos del capitalismo democrático: mercados libres, libertad de empresa y comercio libre”.[1] O sea... dejar todo como está...

¿Dónde está el piloto del capitalismo mundial?

Los clamores de EEUU –como, por ejemplo, “no nos controlen el sistema bancario y financiero”– son escandalosos. ¿Y no es acaso su sistema el epicentro y desencadenante de esta crisis internacional?

Por un lado, el “sistema bancario” norteamericano fue impuesto por el mismo imperialismo yanqui como el centro del sistema financiero mundial; por eso su crisis tiene consecuencias también mundiales. ¡Y ahora, en medio de este desastre, se acuerdan que los bancos son norteamericanos y que, entonces, nadie tiene derecho a controlarlos!

Pero no se trata sólo de los bancos. ¿EEUU, el mayor deudor insolvente del planeta puede seguir siendo el emisor absolutamente incontrolado de la moneda mundial, el dólar? ¿Hasta cuando va a seguir empapelando al mundo de papeles color verde, para tapar su bancarrota?

Los períodos de (relativo) “orden” financiero en la historia del capitalismo estuvieron signados por el predominio (inevitablemente temporal) de alguna gran potencia imperialista. Por ejemplo, el Imperio Británico con su libra esterlina. Y esa posición, que ya venía cuestionada, la perdió en la Primera Guerra Mundial (1914-18), no en una “conferencia internacional”.

Por su parte, Wall Street y el dólar se impusieron internacionalmente no mediante “conferencias”, sino arrasando Europa y Asia en la Segunda Guerra Mundial, al costo de 60 millones de muertos. Estos problemas siempre se han solucionado así bajo el capitalismo. No vemos síntomas que las cosas puedan a cambiar en este sentido.

Hoy, evidentemente, EEUU no puede seguir ocupando el trono económico-financiero que asumió  en 1944-45. Pero simultáneamente no aparece reemplazante. La Unión Europea es una “colcha de retazos”, una mera asociación de burguesías nacionales, que está a años-luz de constituir un nuevo estado (ni siquiera federativo), y que ahora la crisis pone también a prueba.

Historiadores, sociólogos y economistas serios como Wallerstein, Arrighi y el fallecido Gunder Frank (y hoy también una nube de charlatanes de la prensa) han apuntado a un desplazamiento a Asia del centro económico y de la hegemonía mundiales. Sin embargo, el deslucido papel de China y Japón en esta crisis, no los señala por ahora como los nuevos pilotos del capitalismo mundial.

En verdad, las crisis y sus peleas interburguesas nos remiten a una contradicción central e imposible de resolver por el capitalismo, subrayada desde siempre por el marxismo: que mientras la economía y las finanzas son mundiales (y hoy en una escala mucho mayor que en el pasado), los estados siguen siendo nacionales. No existe –ni podrá existir bajo el capitalismo– un estado mundial que venga a poner orden en este caos.

Sólo el socialismo, al acabar con los explotadores y sus conflictos de intereses, puede encarar esa tarea imprescindible si se quiere salvar a la humanidad de un curso catastrófico, que amenaza hasta la supervivencia de la especie.


1.- “Leaders Move Toward Meetings on Economic Crisis”, New York Times, 18/10/08.