Socialismo o Barbarie, periódico Nº 138, 24/10/08
 

 

 

 

 

 

La estatización del sistema previsional argentino

¡Ni un peso de indemnización para la estafa de
las AFJPs!

¡Que las cajas sean puestas bajo control de los trabajadores!

Por Marcelo Yunes

La decisión de estatizar el sistema jubilatorio y, de hecho, acabar con el funcionamiento de las AFJPs en su actual carácter, representa acaso la primera medida “reformista” en el plano económico –por fuera del de los derechos humanos– de este gobierno. Así lo reconoció, por ejemplo, el titular de la UCR, Gerardo Morales, que lo llamó “el único cambio estructural” de la gestión K.

Desde ya, los beneficiarios y defensores a sueldo de la estafa de las AFJPs (es decir, de los grandes bancos que son sus dueños) se las ven en figurillas para convencer a alguien de que ese verdadero curro no merece ser liquidado. Más aún en medio de una crisis internacional que no deja muy bien parada a la “ortodoxia” pro mercado. En general, no les queda más remedio que quejarse del manejo que harán los Kirchner de la caja previsional, porque defender bancos que por prestarle al Estado se quedaban con casi un tercio de los aportes de los afiliados es realmente antipático.

A la oposición burguesa (PRO y Carrió en primer lugar) no le quedó otro triste papel más que el hablar del “saqueo” kirchnerista de las jubilaciones en frente común con los buitres financieros, aunque no se conoce que hayan hecho denuncias tan vehementes del saqueo de las AFJPs.

Por supuesto, la decisión fue puramente empírica, una nueva demostración de la capacidad de improvisación de los Kirchner. Primero fue el anuncio del pago al Club de París para “calmar a los mercados” y “dar señales a los inversores”. Sapo. Después vino la sorpresa de la reapertura del canje de bonos. Otro sapo: cuando los Kirchner iban para el lado del mercado, el sacudón financiero internacional pedía a gritos la intervención del Estado. En el gobierno tomaron nota (tarde) de que venían a contramano, dejaron lo del Club de París y el canje de bonos para mejor oportunidad, y se pusieron a tono con la actual “ola estatista” universal.

En efecto: Bush nacionaliza parcialmente grandes entidades financieras y compromete millonadas. A Obama lo acusan de estatista y “socialista”. El inglés Gordon Brown y la Unión Europea lanzan un salvataje mucho más ambicioso, que implica una intervención aún mayor del Estado en el sistema financiero. Lula abre la puerta para estatizar bancos en problemas. En este marco –habrán pensado en el gobierno– ¿quién se puede asustar de que estaticemos el sistema jubilatorio? De hecho, la línea argumental de Cristina cuando hizo el anuncio pasó por dos ejes: uno, que hasta las grandes potencias capitalistas recurren ahora al “estatismo” como única vía de escape al tembladeral global; dos, que el sistema de jubilación privada era una estafa monumental.

Argumentos irrefutables, sin duda. Claro que cuando se discutió en el Parlamento la “movilidad” jubilatoria (una estafa menos monumental, pero estafa al fin), el oficialismo cajoneó bajo siete llaves la iniciativa de dos diputados (Lozano y Raimundi) de… sí, de que el estado recuperara los fondos en manos de las AFJPs. ¡Y eso fue hace un mes!

Sin duda, el nuevo “clima” económico e ideológico que vive el mundo tras el derrumbe financiero fue un factor decisivo en este giro “heterodoxo” del gobierno. El aspecto ideológico está muy claro: la estatización dejó de ser mala palabra para pasar a ser casi la última tabla de salvación, incluso para los más rabiosos neoliberales. Pero tampoco hay que dar por las “convicciones” de los Kirchner más de lo que valen; sobran pruebas de que son gente más pragmática que dogmática. Lo que debe haber pesado mucho más en la decisión es el plano económico, y en particular los ya inocultables problemas que se ciernen sobre la capacidad de pago del Estado argentino, en un contexto de recesión mundial, caída de precios y escasez de crédito.

Jubilación privada: la estafa del siglo

Depósitos totales por 95.000 millones de pesos (unos 30.000 millones de dólares). Cobraron en concepto de comisiones 12.000 millones de dólares. ¡Vaya “administradores” onerosos! ¿Todo para qué? Para que los aportantes tengan, en términos reales, mucho menos que lo que pusieron, incluso deducidas las jugosas comisiones.

Sobre 450.000 personas que se jubilaron por el sistema privado, el 77% necesitaba de un aporte complementario del Estado para redondear su ingreso.

Bajo la coerción del creador del sistema, Domingo Cavallo, las AFJPs representaban un “mercado de capitales” forzado a financiar al Estado con no menos del 50% de los depósitos de los afiliados. En vísperas del derrumbe de 2001, ese porcentaje era casi del 70%

Las AFJPs nacieron estafadoras y dieron las hurras con una última estafa: no bien se conoció la decisión de estatizar el sistema, salieron a reventar a precio de saldo acciones y bonos, generando el desplome de la Bolsa porteña (casi un 30% en dos días) y la disparada del riesgo país, al mejor estilo de los intentos de “golpe de mercado”. ¡Seguro que Federico Pinedo, del PRO, y otros gusanos defensores de la “propiedad privada”, no dijeron una palabra sobre este remate de la plata de los afiliados para especular políticamente contra el gobierno!

Ganadores y perdedores de la estatización

El argumento del gobierno de que la estatización busca “defender las jubilaciones amenazadas” es, naturalmente, interesado, pero tiene un importante elemento de verdad: los nuevos jubilados iban a cobrar chauchas y palitos.

Un importante sector de la burguesía local e imperialista (en primer lugar, pero no únicamente, bancos españoles, como lo mostró la caída de la Bolsa madrileña) se ve sin duda fuertemente perjudicado. Por ahora se quejan en los medios, que les dan amplia prensa, pero es dudoso que estén en condiciones de montarse sobre un movimiento de masas como el conflicto de los ruralistas en sus mejores días. Al cacerolazo convocado por Internet en Santa Fe y Callao (¡vaya lugar!) no fueron ni 20 personas…

Cómo proteger de verdad las jubilaciones

Los buitres capitalistas privados, queda claro, se desentienden del destino del ahorro de toda la vida de millones de trabajadores. Mientras ganen plata en el entretanto, lo que ocurra con sus “clientes” después es el último de sus problemas. Así pasó con infinidad de fondos de pensión –en particular, pero no solamente, de EEUU–, que quebraron dejando sin trabajo, ni ahorros, ni jubilación, ni nada a miles de incautos “inversores”. Incluso grandes firmas, como la famosa Enron, tenían su propio sistema de administración de fondos previsionales. No hace falta aclarar que mientras trabajadores y pequeños “inversores” le cantaban a Gardel, o a Frank Sinatra, los cráneos de “ingeniería financiera” que los dejaron en la quiebra disfrutaban de sus jugosísimas indemnizaciones panza arriba en las Bermudas, daiquiri en mano.

Ahora bien, si alguien supone que el actual Estado capitalista argentino va a ser el garante definitivo de jubilaciones generosas que honren al que trabajó toda su vida con un ingreso digno y suficiente, ya excede la categoría de optimista para ingresar a la de… ingenuo, por decirlo suavemente.

Los Kirchner no mienten cuando dicen que el sistema privado era una estafa a los jubilados actuales y futuros. La oposición tampoco miente cuando denuncia que el gobierno busca meter mano en las cajas previsionales (aunque jamás denunciaron el saqueo mucho mayor y más descarado de las AFJPs). La conclusión es simple: ese “salario diferido” que representan los aportes jubilatorios jamás estará en manos seguras mientras esas manos sean capitalistas, privadas o estatales.

No obstante, es cierto que el hecho de que el conjunto del sistema jubilatorio vuelva a ser administrado por el Estado –sin dejar de ser una estatización burguesa, sin un átomo de “socialismo”– permite mejores condiciones para intentar defender ese ingreso de los trabajadores desde una óptica de clase. Por lo pronto, los trabajadores pueden concentrar su lucha en un solo “patrón”: el Estado, en vez de 10 ó 15 entidades privadas. Por otra parte, como –para bien y para mal– la del Estado es una sola caja: que el Estado capitalista decida asignar más o menos recursos a los jubilados es una cuestión que se decide en la lucha política, no en inversiones “geniales” de gurúes financieros en bancos privados.

¡Ni un peso de indemnización para los buitres de las AFJP!

¡Control de los trabajadores y jubilados de las cajas jubilatorias!

¡Total transparencia e intangibilidad de los ingresos previsionales!