Socialismo o Barbarie, periódico Nº 136, 25/09/08
 

 

 

 

 

 

Reactivación industrial K

Karne picada

Metalúrgicos Sin Cadenas
(Nuevo
mas e independientes)

El lunes 15 de septiembre, en la fundición San Cayetano (parque industrial de Burzaco), un dispositivo falló y lanzó una cuchara de cientos de kilos sobre el pecho del supervisor de mantenimiento, matándolo en el acto. Tenía 18 años de fábrica, y según sus compañeros, era de los que “hinchan las pelotas” con la seguridad. La máquina que lo mató ya había fallado varias veces, con la suerte de que “algo en el medio” del recorrido de la cuchara impidió que alcanzara a algún trabajador.

ASIMRA, el sindicato de los supervisores, no hizo más que la denuncia, pero cuando algunos delegados de los obreros empezaron a moverse, la patronal declaró “asueto” por dos días. De regreso a la fábrica, los trabajadores hicieron asamblea y pararon un día más. La presión de los trabajadores hizo que la patronal se reuniera con los delegados y se comprometiera a tomar medidas para mejorar la seguridad. El 7 de octubre, en el Ministerio de Trabajo, la empresa debería presentar su plan, previo informe del mismo a los trabajadores. Hasta aquí los hechos.

La razón de los accidentes: reactivación “a la Argentina”

El dueño de San Cayetano –que además es presidente del parque industrial– es un italiano que se está “haciendo la América” con la economía K. Fabrica insumos para la industria que valen millones, pero ante cualquier reclamo de los trabajadores tiene siempre preparado el pañuelo para llorar porque la empresa “está en crisis”. Lo llamativo es que, con “crisis” y todo, sigue comprando maquinaria, que se amontona sin un plan serio para preservar un espacio de trabajo adecuado. Total, unos huesos rotos acá y allá, algún muerto cada tanto, no son ningún problema en esta “Argentina que crece”.

“Acá los accidentes siempre son graves, porque se trabaja con material y herramientas muy pesados. Si te cae algo encima, te rompe todo. Es un trabajo de alto riesgo”, explica un trabajador. “Es cierto que cada cual tiene que tener conciencia y cuidarse, pero, ¿sabés qué pasa?, no se trata sólo de respetar las medidas de seguridad. Esta fábrica es un boliche que se agrandó de golpe, y queda chica para la producción que se está haciendo. Seguimos trabajando con la estructura y la organización de un boliche. Para disminuir los accidentes hay que adecuar toda la estructura de la fábrica.”

Este fue también el planteo de los delegados a la empresa: “No sirve para nada ponerte el barbijo si a tu alrededor todo es inseguridad. En estos días empezaron con los arreglos de corto plazo, pero poner la fábrica en condiciones significa una inversión muy importante. Veremos si el plan que presenta la empresa es lo que se necesita.”

Y sospechamos que esos “arreglos de corto plazo” tienen que ver con la reacción rápida de los compañeros, que pararon la fábrica. Y que, más allá del plan que presente la patronal, para hacerlo cumplir habrá que mantenerse en pie de lucha, por dos razones. La primera, que hace dos años, cuando murió otro trabajador en un accidente en la fábrica, la empresa también se “comprometió” a tomar medidas de seguridad; los resultados del “compromiso” están a la vista. La segunda, que esta pelea por condiciones de trabajo suele ser más difícil que la pelea salarial. No son unos pesos que se va a comer la inflación. Aunque mejorar las condiciones de trabajo redunde a la larga en más producción, es una inversión a largo plazo que una patronal bolichera, que quiere ganancia ya, no va a hacer si los trabajadores no la obligan.

Un “dulce” que nos juega en contra

Un compañero nos comentó que en la fábrica se está hablando de reclamarle a la empresa un plus por “trabajo riesgoso”, que podía ser en plata como en reducción de horario. Esta suele ser una maniobra común de los patrones: “endulzar” con unos pesos más y “tener paciencia” con las reformas en seguridad. Y es una tentación. La plata está ahora, y está para mí, y el accidente... bueno, será cuestión de tener cuidado, capaz que no me toca... Los salarios bajos que tenemos nos acostumbraron tanto a entregar vidas, horas de vida, calidad de vida a cambio de plata, que hasta se han modificado convenios de gremios enteros, que costaron sangre y sudor para ganarlos, a cambio de aumentos que después se evaporan con los precios. Siempre con la inestimable colaboración de sindicalistas vendidos que se apresuran a firmar con la excusa de que “la gente quiere la plata, ¿qué querés que haga?”.

Otro compañero de San Cayetano explicaba que aquí, metiendo un sábado y con los premios por producción, podés sacar una buena quincena, que la empresa te da gratis los medicamentos para tus hijos, que las extras son al cien por ciento, y que esos beneficios frenan a los compañeros a la hora de ir hasta el final con los reclamos. Pero no jodamos: por aumento se puede pelear, pero contra la muerte o la invalidez, una vez que ocurrieron, no se puede pelear.

Desde 1995 hasta hoy, las muertes en accidentes de trabajo triplicaron al genocidio de la dictadura, y este otro genocidio laboral no aparece en ningún diario. “El gobierno de los derechos humanos” no parece dispuesto a poner a los patrones en el banquillo de los acusados por estas muertes, ni a mover un dedo para detenerlas. Hay que producir para llenar el bolsillo de los patrones, pagar a los bonistas y embellecer los discursos de Cristina.

Los dueños de la CGT, aliados al gobierno y que desde hace mucho tiempo son agentes de la patronal, también silencian estos crímenes y siempre son los primeros en vender condiciones de trabajo por dinero.

No es que esté mal el plus por riesgo laboral. La desgracia es que muchas veces los dirigentes sindicales lo utilizan evitándole a la patronal el gasto necesario para poner las fábricas en condiciones. E intentan que los trabajadores quedemos conformes con ganar un mango más mientras las toneladas de hierro oscilan sobre nuestras cabezas. Esto es lo que no hay que permitir, en cuanto vemos que hay peligro hay que llamar a los delegados y parar el trabajo en el momento, aunque los del sindicato chillen. Que vengan ellos a pararse en el camino de una cuchara.