Socialismo o Barbarie, periódico Nº 134, 28/08/08
 

 

 

 

 

 

Pakistán

Se va un dictador, pero queda un país en caos y
amenazado por la intervención militar yanqui

Por Claudio Testa

La renuncia a la presidencia del ex dictador Perverz Musharraf (1999-2008) cierra un ciclo de nueve años de la política pakistaní. Es, al mismo tiempo, un triunfo de las masas populares que el año pasado salieron a la calle, y con huelgas y manifestaciones salvajemente reprimidas pusieron en crisis a este general que se había hecho reelegir como presidente... por diez años más.

Musharraf fue el hombre de Washington en Islamabad. Como un anterior dictador –el general Zia–ul–Haq (1977–88)– cumplió un papel fundamental a sus órdenes.

Ul–Haq fue el encargado de organizar, armar e impulsar desde Pakistán las guerrillas islamistas contra el gobierno pro-Moscú de Kabul, primero, y luego también contra las tropas soviéticas que el Kremlin cometió el disparate de enviar a Afganistán. En ayuda de estas guerrillas vino gente de Arabia saudita y otros países, entre ellos el joven millonario Osama bin Laden, al que la CIA encargó organizar una base de datos de estos voluntarios... lo que en árabe se llama Al Qaeda (la base).

En esa tarea, a Washington y sus servidores en la región, no se les ocurrió mejor idea que impulsar la “islamización” de las masas populares a uno y otro lado de la frontera. Pensaban que el fanatismo religioso sería el gran antídoto de las ideas de izquierda.

Para eso, EEUU, Arabia Saudita y la dictadura de Pakistán financiaron las escuelas islámicas (madrasas) para los pakistaníes más pobres y los refugiados afganos. En ellas no se aprende mucho más que a recitar el Corán. La escuelas modernas (muchas de ellas privadas) quedaron para la elite.

Al alumno de esas escuelas religiosas se lo llama talib (estudiante), cuyo plural es talibán... El imperialismo yanqui y los militares pakistaníes acababan de crear su monstruo de Frankestein.

Sin embargo, al principio estos “estudiantes” (talibán) parecieron muy útiles a los militares de Pakistán y a Washington. En general, los combatientes “islamistas” no eran los “terroristas” de hoy, sino los “freedom fighters” de Rambo, los “luchadores por la libertad” que Hollywood ensalzaba.

Cuando los rusos finalmente se retiran en 1989 y Afganistán se hunde en el caos de los “señores de la guerra”, los servicios pakistaníes –el Interservices Intelligence Agency (ISI)– y la CIA deciden poner orden. Así, los talibán, ya creciditos, toman Kabul en 1996... pero su rumbo no fue el que esperaban sus sponsors. Y su huésped, Osama bin Laden, había tomado también un curso conflictivo... poniendo bombas en las embajadas de EEUU.

Musharraf había hecho su gran carrera en el ejercito llevando adelante esa política de promoción del islamismo. Pero, después del 11 de septiembre, fue obligado por Washington a hacer un giro total: “Desde la época del general Zia, a los soldados se les había venido inoculando ideología islamista. Después del 11–S, Musharraf se encontró explicando a esos mismos soldados que el objetivo había cambiado. Tenían que matar a «terroristas», esto es, a otros musulmanes... pero Musharraf permaneció leal a Washington y vicevecersa.” [1]

Finalmente las cosas fueron empeorando para el dictador. La “cuesta abajo” del poder estadounidense en todo el mundo, la extensión del talibán a una amplia zona del mismo Pakistán, la crisis económica, la rebelión del año pasado de los abogados y los jueces, las huelgas y manifestaciones, lo dejaron sin bases de apoyo en ningún sector de la sociedad.

Su caída ha sido un triunfo de las masas trabajadoras y populares. Sin embargo, graves peligros acechan: el actual gobierno “civil” sigue siendo un títere de Washington y el “islamismo” es también una alternativa reaccionaria. Y, lo más peligroso: en EEUU, uno de los grandes debates de las elecciones es redoblar la intervención militar en la región, como propone Obama. O sea, las tropas yanquis actuando también en Pakistán.


Notas:

1.- Tariq Alí, “Musharraf fue sordo a los gritos de dolor de su pueblo”, The Independent, 20/08/08.