Juicios a militares genocidas
¡Que se pudran en la cárcel!
Por Ana Vázquez
Si alguien hubiera escrito o dicho que el general
Bussi iba a llorar mientras era televisado en todo el país,
se habría comentado que estaba delirando. Pero esto pasó.
Su llanto no nos conmovió, pero sí nos dio una certeza: es
posible avanzar en la lucha por el castigo al genocidio. Es
una tarea tan dura como pendiente.
Con el juicio en Tucumán a Luciano Benjamín Menéndez
(condenado recientemente en Córdoba a cadena perpetua y cárcel
común) y a Antonio Domingo Bussi, continúa la zaga de
juicios a los responsables de los principales centros
clandestinos de represión a lo largo y ancho del país.
Una mezcla de horror, odio y alivio emocionado
conmueve a la mayoría de la población que, familiares o no
de las víctimas directas de las atrocidades cometidas por
los militares, viven estas jornadas como un
paso hacia la justicia largamente postergada.
Justicia que, como la mayoría de los luchadores por
los derechos humanos lo expresan, es tardía y retaceada,
pero es, para quien lo quiera agarrar, un
guante para continuar la pelea por el juicio y castigo
efectivo para todos los responsables.
Contradictoria en extremo en muchos casos, como en el
de Bussi, que está siendo juzgado por la desaparición,
tortura y muerte contra el que fuera senador tucumano,
Guillermo Vargas Aignasse. Por una
desaparición y crimen, cuando el mismo acusado declara
haber sido parte y conductor de un plan de exterminio
orquestado desde antes de la asunción de la Junta Militar
(durante la presidencia interina de Lastiri y posteriormente
con Isabel Perón) contra los “terroristas de los ’60 y
los ’70”, que victimizó a miles de luchadores y
llevaron adelante... otros miles de integrantes de las
fuerzas armadas y policiales.
La polarización se
profundiza
Luego del prolongado conflicto entre el gobierno y el
campo, en el cual la crisis política golpeo a los K y
agudizó las tensiones, éstas se vuelven a reavivar en
materia de derechos humanos.
Resuelta la pelea por las retenciones móviles, en lo
inmediato, a favor de las patronales agrarias, el gobierno
intenta retomar la ofensiva política con los juicios a los
militares. Aunque su objetivo sea “cerrar” el tema, se
reabren permanentemente heridas, debates, testimonios que
involucran no sólo a los procesados sino a personajes del
poder político y sindical.
El mismo juicio a Menéndez y a Bussi reabrió un
debate de fondo, que los muestra no sólo como ejecutores
del plan orquestado, sino también como lo que
fueron: dirigentes políticos. En el caso de Bussi, fue
gobernador e intendente electo en su provincia; incluso
actualmente, es odiado por muchos y respaldado por otros.
El gobierno intenta recuperar un espacio devaluado,
perdido en medio del largo lock out del “campo”,
acelerando los juicios y polarizando la discusión política
alrededor de ellos.
Dictadura genocida vs.
Democracia con justicia es la
disyuntiva agitada. Los discursos de los mismos acusados,
defendiendo su accionar y el de sus subordinados y acusando
a los integrantes del gobierno de ser los “subversivos”
de antaño que ahora están en el poder, ubica al gobierno
polemizando con los sectores más de derecha y
recalcitrantes, y éste lo aprovecha, acaparando la bandera
contra la dictadura y por los derechos democráticos como de
su exclusiva
propiedad.
El cinismo K
El mismo estado o los organismos cooptados por él
son querellantes o parte de la querella. Incluso en casos de
“gatillo fácil” ocurridos en época de gobiernos democráticos,
como denuncia la Correpi en la causa Bulacio, el mismo
estado se presenta ante la justicia cumpliendo ese rol, dándose
aquí la paradoja que “…una dependencia del ministerio
que dirige Aníbal Fernández se disfrazaría de ‘víctima’
para intentar meterse en tal carácter en la causa en la que
otra dependencia del mismo ministerio que dirige el mismo
Fernández, la Policía Federal Argentina, asesinó a un
pibe de 17 años.” (Boletín Correpi Nº 492).
Según remarcó el secretario de Derechos Humanos de
la Nación, Eduardo Luis Duhalde, al comentar los dichos de
Bussi ante el Tribunal, esta es una discusión sobre “el
modelo de sociedad”. ¿Cuál es el modelo de sociedad que
contrapone el Dr. Duhalde a la dictadura militar? ...La
democracia burguesa que estamos viviendo y sufriendo en
carne propia los trabajadores y los explotados de este país.
Este gobierno tiene la particularidad que es
la versión burguesa de un gobierno que surgió de la
mayor crisis de las democracia patronal (el Argentinazo) y
para “normalizar” esas deterioradas instituciones, y en
primer lugar la presidencial. Para ello tuvo dos
iniciativas: “limpiar” la Corte Suprema de Justicia y
volver a poner en el banquillo de los acusados a los milicos
del Proceso, reabriendo una etapa en la lucha contra el
genocidio inédita en el país, que no pudieron tapar leyes,
decretos, permanentes amenazas, secuestros y desapariciones
como la de Julio López.
Etapa que es un proceso en el que estamos inmersos y
dependerá del afianzamiento y desarrollo de la experiencia
independiente de su vanguardia para que se desarrolle y
masifique.
Porque lo que los funcionarios K se cuidan bien de
desempolvar y meter en el debate actual es que la gran mayoría
de la vanguardia que los milicos (y sus antecesores como la
Triple A) aniquilaron, luchaba, aunque con distintas
posiciones estratégicas y políticas, por un cambio
revolucionario, donde “otro mundo era posible” solamente
si se derrotaba al imperialismo y a la burguesía y triunfaba el
socialismo.
Castigo a todos los
milicos, independencia de K para lograrlo
Esta polarización, expresada en el debate en los
estrados y en los medios masivos de comunicación, también
se traslada a la vanguardia de los derechos humanos, a un
sector de la sociedad sensible al desarrollo del proceso de
castigo a los militares y vuelve a dinamizar el movimiento
democrático que, aunque moviliza solamente a un sector,
sensibiliza y reabre un debate profundo
y real en toda la sociedad. Y abre una compuerta para
que los logros obtenidos se afiancen y profundicen si
logramos superar el chaleco de fuerza de los límites que el
gobierno quiere imponer y avanzamos en una estrategia de
movilización independiente, que unifique la
pelea contra
los responsables del genocidio incorporando también la
defensa de los luchadores obreros y populares de hoy, contra
el gobierno y la burocracia sindical.
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