Cuando los K vuelven al redil
Reconstruyendo
el PJ para tiempos difíciles
Por Manuel Rodríguez
Desde diciembre pasado Néstor
Kirchner puso en marcha el proyecto de reconstruir el PJ. El
partido está intervenido desde el 2005 y presenta
demasiados síntomas de fragmentación política a pesar de
la hegemonía K. Más allá de los tres candidatos que se
presentaron por el PJ en el 2003, bajo la “no-conducción”
de Kirchner estuvieron –entre otros eventos- la interna
abierta de las colectoras en las elecciones del 2007 y los
ataques y sabotajes en todo el conurbano entre fracciones
peronistas salientes y recién llegadas a las intendencias
de Almirante Brown, San Vicente, La Plata, Lanús, Quilmes,
Presidente Perón. Ya en las ligas mayores, están las
tensiones del kirchnerismo con las huestes duhaldistas que
persisten por dentro y por fuera del kirchnernismo así como
la relación con los otros grandes aparatos pejotistas, como
el cordobés y el santafecino.
En estas condiciones, el objetivo
K es doble: fundamentalmente el ampliar las bases de
sustentación del gobierno de Cristina K frente a la
eventualidad de una crisis, como –en lo posible- avanzar
en la relegitimación del sistema de partidos patronales,
elemento que quedó pendiente en su gestión.
De la “transversalidad” al
relanzamiento del PJ
Que Kirchner hoy se ponga a la
cabeza del PJ es –en cierto sentido- la consecuencia del
fracaso del anunciado proyecto de conformar un movimiento
político más “progresista” y amplio que supere y
disuelva al PJ y que habilite la integración de dirigentes
y grupos no peronistas. Se trata de que la famosa
“transversalidad”, que iba a “renovar” la política,
sucumbió bajo el peso de las necesidades políticas de
la realidad. Hoy, la única base seria que tiene para
construir un partido político nacional, es la suma de
mafias de gobernadores, intendentes, punteros y operadores
que componen al PJ disciplinados detrás de su
actualmente incuestionable hegemonía. Todos aquellos que no
quieran entrar al partido, se podrán conformar con ser las
colaterales pejotistas de “movimientos sociales y de
derechos humanos” o de “piquetruchos”.
El “nuevo” PJ se basaría en
los diferentes aparatos provinciales (especialmente los
delfines K como Capitanich de Chaco, Urtubey de Salta, Rossi
de Santa Fe), una porción importante para la “rama
sindical” (la CGT y las 62 Organizaciones, Moyano, alguno
de los Gordos, algún independiente), la re-edición del
Frente Productivo, con las patronales afines, y en una
amnistía que excluye a Menem y a los Rodríguez Saá que
está integrando de pleno derecho (y obligación) a los
peronistas opositores y poco entusiasmados, como duhaldistas
y delasotistas, a Puerta, Romero y De Narváez. Y la
incorporación de Lavagna es parte de esto. Una reconciliación
que buscará llevar las internas “puertas adentro”,
pero no por eso podrán silenciar o negar la puja de
intereses y aparatos enfrentados.
Ampliando las bases de sustentación
En el frente interno, Kirchner
quiere evitar que del PJ surjan dirigentes que puedan
congeniarse por derecha con Macri. Piensa especialmente en
Scioli, aunque también en De Narváez. No teme enemigos
internos por izquierda. Al mismo tiempo quiere formalizar el
hegemonismo K, demostrado últimamente por el Operativo
Clamor, y ponerse como conducción real e indiscutida frente
a todo el partido, especialmente frente al aparato cordobés
y santafecino. También necesita, con urgencia, darle un
canal institucional a las internas del PJ bonaerense.
A nivel nacional, necesita
institucionalizar y darle una forma organizada y
“militante” al capital político que supo construir
mediante la compra y la coptación. Queda la salvedad para
los radicales K, a quienes impulsa a recuperar la UCR y
convertirla en la colateral radical del Frente para la
Victoria, Concertación Plural o como quieran llamar al
conjunto de consortes del matrimonio pingüino. También
necesita dejar en claro que el PJ kirchnerista es el único
partido que puede garantizar el orden político y la paz
social en el país, esto es, impidiendo que surjan
alternativas burguesas con proyección nacional a su
partido. Teme un acuerdo Macri-Carrió-Binner que pudiera
arrasar en las grandes ciudades y en la clase media. Ahora
bien: lo que debe quedar meridianamente claro es que el
kirchnerismo no está refundando el sistema de partidos
argentino. Porque esto es algo que podrá estar entre sus
objetivos pero de una envergadura histórica mucho mayor
que lo que es posible hoy en día lograr.
Un gobierno de doble comando
La reconstrucción del PJ
pretender ir más allá que ganar votos y seducir al sector
más de derecha de la clase media con la coptación de
Lavagna. Se trata de la crisis financiera internacional. Se
ha pasado de desmentir sus consecuencias a empezar, muy
sigilosamente, a buscar formas concretas de medirlas y
evitarlas. Se prevé que la crisis golpeará de alguna
manera. Y esto sólo puede traer disputas y conflictividad
social acerca de quién pagará los costos de la misma.
Es en la suma de la crisis
financiera internacional y la eventualidad de duras luchas
obreras (u otros factores de crisis) donde la burguesía y
los partidos patronales asumen en privado —muy
preocupados— la sentencia de Duhalde de que Cristina “no
tiene experiencia de gobierno y que necesita un doble
comando”... Néstor y su nuevo PJ se aprestan a
constituirse realmente en tales. Los trabajadores y la
izquierda tienen que armarse para entender cabalmente esta
situación y prepararse para la lucha política que se
avecina.
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