Socialismo o Barbarie, periódico Nº 120, 21/02/08
 

 

 

 

 

 

Cuando los K vuelven al redil

Reconstruyendo el PJ para tiempos difíciles

Por Manuel Rodríguez

Desde diciembre pasado Néstor Kirchner puso en marcha el proyecto de reconstruir el PJ. El partido está intervenido desde el 2005 y presenta demasiados síntomas de fragmentación política a pesar de la hegemonía K. Más allá de los tres candidatos que se presentaron por el PJ en el 2003, bajo la “no-conducción” de Kirchner estuvieron –entre otros eventos- la interna abierta de las colectoras en las elecciones del 2007 y los ataques y sabotajes en todo el conurbano entre fracciones peronistas salientes y recién llegadas a las intendencias de Almirante Brown, San Vicente, La Plata, Lanús, Quilmes, Presidente Perón. Ya en las ligas mayores, están las tensiones del kirchnerismo con las huestes duhaldistas que persisten por dentro y por fuera del kirchnernismo así como la relación con los otros grandes aparatos pejotistas, como el cordobés y el santafecino.

En estas condiciones, el objetivo K es doble: fundamentalmente el ampliar las bases de sustentación del gobierno de Cristina K frente a la eventualidad de una crisis, como –en lo posible- avanzar en la relegitimación del sistema de partidos patronales, elemento que quedó pendiente en su gestión.

De la “transversalidad” al relanzamiento del PJ

Que Kirchner hoy se ponga a la cabeza del PJ es –en cierto sentido- la consecuencia del fracaso del anunciado proyecto de conformar un movimiento político más “progresista” y amplio que supere y disuelva al PJ y que habilite la integración de dirigentes y grupos no peronistas. Se trata de que la famosa “transversalidad”, que iba a “renovar” la política, sucumbió bajo el peso de las necesidades políticas de la realidad. Hoy, la única base seria que tiene para construir un partido político nacional, es la suma de mafias de gobernadores, intendentes, punteros y operadores que componen al PJ disciplinados detrás de su actualmente incuestionable hegemonía. Todos aquellos que no quieran entrar al partido, se podrán conformar con ser las colaterales pejotistas de “movimientos sociales y de derechos humanos” o de “piquetruchos”.

El “nuevo” PJ se basaría en los diferentes aparatos provinciales (especialmente los delfines K como Capitanich de Chaco, Urtubey de Salta, Rossi de Santa Fe), una porción importante para la “rama sindical” (la CGT y las 62 Organizaciones, Moyano, alguno de los Gordos, algún independiente), la re-edición del Frente Productivo, con las patronales afines, y en una amnistía que excluye a Menem y a los Rodríguez Saá que está integrando de pleno derecho (y obligación) a los peronistas opositores y poco entusiasmados, como duhaldistas y delasotistas, a Puerta, Romero y De Narváez. Y la incorporación de Lavagna es parte de esto. Una reconciliación que buscará llevar las internas “puertas adentro”, pero no por eso podrán silenciar o negar la puja de intereses y aparatos enfrentados.

Ampliando las bases de sustentación

En el frente interno, Kirchner quiere evitar que del PJ surjan dirigentes que puedan congeniarse por derecha con Macri. Piensa especialmente en Scioli, aunque también en De Narváez. No teme enemigos internos por izquierda. Al mismo tiempo quiere formalizar el hegemonismo K, demostrado últimamente por el Operativo Clamor, y ponerse como conducción real e indiscutida frente a todo el partido, especialmente frente al aparato cordobés y santafecino. También necesita, con urgencia, darle un canal institucional a las internas del PJ bonaerense.

A nivel nacional, necesita institucionalizar y darle una forma organizada y “militante” al capital político que supo construir mediante la compra y la coptación. Queda la salvedad para los radicales K, a quienes impulsa a recuperar la UCR y convertirla en la colateral radical del Frente para la Victoria, Concertación Plural o como quieran llamar al conjunto de consortes del matrimonio pingüino. También necesita dejar en claro que el PJ kirchnerista es el único partido que puede garantizar el orden político y la paz social en el país, esto es, impidiendo que surjan alternativas burguesas con proyección nacional a su partido. Teme un acuerdo Macri-Carrió-Binner que pudiera arrasar en las grandes ciudades y en la clase media. Ahora bien: lo que debe quedar meridianamente claro es que el kirchnerismo no está refundando el sistema de partidos argentino. Porque esto es algo que podrá estar entre sus objetivos pero de una envergadura histórica mucho mayor que lo que es posible hoy en día lograr.

Un gobierno de doble comando

La reconstrucción del PJ pretender ir más allá que ganar votos y seducir al sector más de derecha de la clase media con la coptación de Lavagna. Se trata de la crisis financiera internacional. Se ha pasado de desmentir sus consecuencias a empezar, muy sigilosamente, a buscar formas concretas de medirlas y evitarlas. Se prevé que la crisis golpeará de alguna manera. Y esto sólo puede traer disputas y conflictividad social acerca de quién pagará los costos de la misma.

Es en la suma de la crisis financiera internacional y la eventualidad de duras luchas obreras (u otros factores de crisis) donde la burguesía y los partidos patronales asumen en privado —muy preocupados— la sentencia de Duhalde de que Cristina “no tiene experiencia de gobierno y que necesita un doble comando”... Néstor y su nuevo PJ se aprestan a constituirse realmente en tales. Los trabajadores y la izquierda tienen que armarse para entender cabalmente esta situación y prepararse para la lucha política que se avecina.