Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 109, 31/08/07
 

 

 

 

 

 

Cuestionan por su identidad transgénero a una docente de Tierra del Fuego

Melina Gutiérrez ratificada en su cargo

Por Martín Díaz
Agrupación Carne Clasista

La semana pasada el país fue testigo del caso de una docente transgénero (desconocemos si la compañera se reivindica travesti o transexual ya que, correctamente se ha negado a explicitar este aspecto de su vida que pertenece a la esfera de la intimidad) que se negó a usar ropas masculinas ante el requerimiento de las autoridades de la escuela donde enseña y en la que algunos padres intentaron hacer una denuncia por “falsedad de identidad” debido a que en su DNI figura un nombre masculino.

Lo llamativo del caso, que finalmente se resolvió a favor de la docente con el apoyo de la ministra de Educación de la provincia, la secretaria de Derechos Humanos, el Sindicato de Trabajadores de la Educación Fueguina (SUTEF) y la gobernadora electa Fabiana Ríos, radica en el reflejo que diferentes medios hicieron del mismo.

El diario Perfil en su edición electrónica anuncia el artículo como “el caso de un docente de historia (...) que nació hombre pero se siente mujer y viste como tal...”. De esta manera refleja el argumento del denunciante, padre de una alumna que dice que al frente del aula “hay un hombre disfrazado de mujer” y que le parece un “disvalor” que una persona se presente ante los alumnos con una identidad diferente de la que manifiesta su DNI.

AG Magazine, un periódico online dedicado a noticias de la comunidad LGTTBI, refleja el hecho en un artículo firmado por su director, Martín Scioli, titulado: “¿Se puede ser mujer transexual sin ser vedette  en la Argentina?”, donde menciona que “pareciera que en Argentina las mujeres transexuales sólo pueden convertirse en vedettes, dejando de lado cualquier otro oficio o profesión”. Además se interroga sobre cuáles serán las diferencias entre Melina Gutiérrez y Florencia de la V y entiende que, sin desmerecer la identidad travesti, “Melina es una mujer”.

Que el diario Perfil se refiera a Melina como “un” docente no sería algo de sorprenderse. En La Nación mencionan indistintamente a Melina como “el docente” o “la profesora”, cambiándole el género varias veces dentro de la misma nota. La cuestión de la identidad transgénero está muy lejos de comprenderse en los medios de comunicación, como lo está del padre que al tiempo que manifiesta esta actitud discriminatoria ignora que Melina no tiene su nombre en el DNI porque no puede, porque las leyes de nuestro país no permiten que las personas trans adopten su verdadera identidad sino que las obligan a sufrir cotidianamente la humillación de tener como nombre “legal” aquel de su nacimiento y que no refleja su género ni su identidad verdadera.

Vaya para los defensores de los modales y las “buenas costumbres” la aclaración: a la gente que cambia de género se la llama por el género que decide tener. La genitalidad no determina el género de las personas.

Lo realmente grave es que un medio de comunicación perteneciente a la comunidad LGTTBI tenga la banal preocupación de si las personas trans no pueden dedicarse más que a ser vedettes.

Ojalá la opción fuera profesora o estrella de la televisión. Aquí el problema es que la sociedad empuja y obliga a las compañeras travestis necesariamente a la prostitución, ya que la inmensa mayoría no puede ni siquiera terminar la escuela primaria debido a su identidad de género, que la inmensa mayoría se ve expulsada de sus hogares en la adolescencia, quedando sin medios de subsistencia, sin educación formal, y sin opciones de empleo.

Esta situación opresiva que fundamenta y sostiene el negocio capitalista de la prostitución, está como vemos apoyada desde los medios de comunicación masivos hasta mismos sectores dentro de la comunidad GLTTBI, que continúan la discusión desde el punto de partida en que sólo se puede ser “hombre” o “mujer”, desconociendo las particularidades y necesidades de las identidades de género que continúan una lucha que debemos apoyar quienes deseamos una sociedad inclusiva, justa y con real igualdad de derechos para todos sus integrantes. Menciona también La Nación que la presencia de Melina puede alterar las ideas religiosas, familiares o sexuales de los alumnos. Bueno, en eso tiene razón. Sobre este punto giran todos los ataques contra Melina, la idea de que una travesti/transgénero, estudie, concurse para un cargo docente, lo gane, y esté al frente de un aula en lugar de estar haciendo la calle, cuestiona ideas religiosas familiares y sexuales. Prueba que aún bajo estas reglas opresivas se puede vivir de otra manera que la establecida por la sociedad patriarcal, machista y heteronormativa sin que lleguen los cuatro jinetes del Apocalipsis, peor aún: demuestra que podría existir otra sociedad.