Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 109, 31/08/07
 

 

 

 

 

 

La pelea en el INDEC: habla un activista

“Los trabajadores hicieron una experiencia política con el kirchnerismo”

Socialismo o Barbarie entrevistó a un activista del INDEC del área de Índice de Precios al Consumidor (IPC), que cuenta no sólo la marcha del conflicto sino también aspectos más técnicos del escandaloso manejo de las cifras que realiza el kirchnerismo.

Con el acuerdo tras 45 días de paro en el INDEC, por el cual se pagan los días caídos, no hay sanciones y el gobierno prometió una revisión de la elaboración del IPC, entre otros puntos, terminó una etapa del conflicto. Pero seguramente se reanudará, porque el gobierno tuvo que retroceder ante la fuerza del paro pero la cuestión de fondo, la manipulación de las estadísticas, sigue sin resolverse.

A fines de enero el gobierno puso al frente del INDEC a Beatriz Paglieri (que reporta al secretario de Comercio Guillermo Moreno), en reemplazo de Graciela Bevacqua. El personal del Instituto primero se puso en guardia, luego se indignó y finalmente tomó medidas de fuerza contra la manipulación estadística más obscena de la historia del organismo, intervenido de hecho. A lo largo del conflicto el gobierno removió directores de área, designó al frente del INDEC a un ex delegado de ATE (pro Kirchner, claro), mandó patotas, sumarió activistas y terminó reprimiendo a mansalva.

¿Todo para qué? Para poder mostrarle a la población un índice de precios que mostrara el éxito de las políticas antiinflacionarias oficiales antes de las elecciones. Por supuesto, todo salió al revés: el índice trucho no lo cree nadie, todo el mundo se queja –desde el trabajador en el mercado hasta el inversor en su despacho– por la falta de cifras serias, el riesgo país y el deterioro de la imagen en el exterior crecieron ante la poca seriedad del asunto, y al fin de cuentas Kirchner puede perder más votos de los que pensaba ganar tras este papelón.

Un compañero activista que trabaja en el IPC (el foco del conflicto) explica con jugosos detalles la “cocina” de la intervención de los “Moreno boys” al servicio de Kirchner.

SoB: ¿Qué balance hacés del conflicto?

Cro.: Esto no terminó, eso seguro. Es importante que paguen todos los días caídos (fueron 45 días de paro) y que, formalmente, se diga que no habrá represalias. Igual, hay que tener en cuenta que hasta ahora se vinieron haciendo sumarios contra activistas, muchos de ellos declarantes en la causa judicial que se abrió contra la intervención. En cuanto a la cuestión de fondo, hay que ver. Por lo pronto, hasta las elecciones nadie va a tocar nada; qué se hará después, y cómo, no se sabe. Por supuesto, no es ninguna derrota. De hecho, se ganó la batalla mediática contra el gobierno, y encima la represión caldeó los ánimos y obligó al gobierno a retroceder y negociar. Claro que haber ganado la opinión pública hizo creer a muchos que el gobierno no se iba a poner tan duro.

Lo que pasa es que de todos modos el gobierno avanza sobre la manipulación del EMI (Estimador Mensual Industrial) y la EPH (Encuesta Permanente de Hogares). Y aunque se hizo un paro larguísimo, muchos compañeros no tenían conciencia de que pararle la mano al gobierno implica a veces medidas más duras. Pasa que los sectores que motorizaron el conflicto son en muchos casos gente de formación técnica, profesionales, que son muy legalistas en el sentido de que confían de que la Justicia va a resolver todo.

SoB: ¿Cómo es la composición de la planta del INDEC?

Cro.: Somos unos 1.200, de los cuales alrededor de un 25% están efectivos, otro tanto pertenecen a planta transitoria (allí se incluyen compañeros que están bajo el régimen de la Resolución 48, con menos derechos todavía), y el resto están bajo contrato de locación de obra. Es decir, facturan, son monotributistas.

El activismo era bastante importante, unos 200 compañeros, con mucha gente de formación técnica que jamás había vivido nada ni parecido. Desgraciadamente, parte de los sectores más plebeyos, por manejos clientelares, fueron más bien pro intervención. Pero ellos no podían movilizar a nadie. Por ejemplo, en la causa no pudieron presentar ni un trabajador que atestigüe a favor de la intervención. Entre el activismo y también en la gente de base hay una solidaridad muy grande, muy fuerte.

SoB: ¿Cómo fue el desarrollo del conflicto y qué rol cumplió la burocracia sindical?

Cro.: Los que primero reaccionaron fueron los profesionales y técnicos, porque veían en riesgo la fuente de trabajo y hasta por una cuestión de orgullo: el nombre del INDEC quedaba por el piso. Los que venían eran gente, totalmente incompetente técnicamente. Por ejemplo, el que está a cargo del área de la Encuesta Permanente de Hogares, Sampino, es un ex inspector del Mercado Central; ésos son sus antecedentes. Toda gente de Moreno, sin ninguna formación ni escrúpulos para hacer cualquier cosa.

La llegada de matones –algo jamás visto en el Instituto, donde hasta el director andaba sin custodia– y el bochorno público de las cifras hizo que se sumaran otras áreas. La Junta Interna, de ATE, se dividió, dudó y finalmente se reubicó. Barrios, que era dirigente de ATE cuando fue designado al frente del INDEC, debe haberle vendido al gobierno que podía arreglar todo, y así le fue. El gremio UPCN directamente funciona como proveedor de matones. El área del IPC está como tomada por ellos; nosotros le decimos “IPCN”.

Por otra parte, ATE actuó en general con mucha tibieza, sin jugarse a fondo. Te doy un ejemplo: Zanon puso 2.000 pesos para el fondo de huelga; ATE, que tiene infinitamente más recursos, puso 5.000...

El conflicto pegó un salto con el desplazamiento de Cinthia Pok y la designación de Fara, cuando Pok se niega a calcular el índice de pobreza. Era lógico: estadísticamente, “pobreza” significa que los ingresos de un hogar no llegan a cubrir el costo de una canasta (la de pobreza, justamente). Ahora bien: si es imposible saber el costo real de la canasta porque los precios están todos maquillados, no hay forma de medir la pobreza. Ahí se potenció el conflicto: cuando quedó a la vista el carácter político de la intervención.

SoB: En concreto, ¿cuáles son los mecanismos para manipular los índices? Porque los medios sólo cuentan que “los trabajadores del INDEC rechazan el índice oficial”, pero en general no se explica dónde está la trampa.

Cro.: Los mecanismos son varios. Algunos son ad hoc, creados en el momento, porque todos los meses hay algo nuevo para que el índice dé menos que el del mismo mes del año pasado. Pero los principales son los siguientes.

El primero es usar informantes secundarios: en vez de tomar el precio directamente del negocio, se toma el precio de un listado de precios acordados. Eso se hizo con los precios de turismo y con las prepagas, que por eso daban cifras tan ridículas. La cuestión es que el INDEC siempre usó informantes primarios, es decir, directos, porque ésa es la metodología internacional. Otra truchada es que Paglieri puso precios tope para productos. Se trata de un abuso de un procedimiento técnico usual, que es eliminar del cálculo los precios exageradamente altos o bajos (los “outlayers”); la diferencia es a) que los outlayers son un porcentaje muy pequeño, y b) que aparecen una vez terminada la encuesta; en cambio, Paglieri definía de antemano qué precios eran demasiado altos, y todos los casos que superaran ese tope quedaban fuera del cálculo, así fueran un 30% de la muestra. Tercera trampa: obligar a los encuestadores a tomar como precios no los reales del comercio encuestado, sino los acordados. La metodología normal es que se toma el precio conforme al producto más vendido y en existencia. El colmo de esto es lo que dijo Moreno: que no hace falta medir los comercios, ya que alcanza con las listas de precios. Un bochorno.

Algo gravísimo es que se presiona a los encuestadores para que controlen a los comerciantes, aclarándoles cuáles son los precios acordados, etc. ¡Eso lo tiene que hacer la Secretaría de Comercio, en todo caso! Los encuestadores están para medir los precios, no para asustar a los comerciantes. Entre esto y el desprestigio de los índices, ahora muchos encuestadores cuentan que los comerciantes los maltratan, o se niegan a darles información.

SoB: ¿Es cierto que se violó el secreto estadístico de la muestra?

Cro.: Yo no lo puedo asegurar, pero muchos dan como un hecho que Moreno salió a apretar a comerciantes que estaban en la muestra. Igual, hay que aclarar algo: lo secreto es la lista de comercios. En cambio, la metodología y la fórmula –es decir, cuánto se pondera cada producto y cada rubro para hacer el cálculo– son públicas y perfectamente sujetas a debate. Lo irónico es que justamente esa metodología, que por ley debiera ser pública, parece que va a cambiar o que ya cambió, pero nadie sabe cómo ni cuándo. Eso sí se hace en el mayor de los secretos.

SoB: ¿Qué consecuencias podría tener este desquicio de los índices?

Cro.: Técnicamente, muy serias. El 2007 va a ser un agujero negro para las estadísticas, como si hubiera habido una guerra o un terremoto. Se cortó la serie histórica de la medición de toda una serie de índices. Ahora se están metiendo con el IPC nacional (el que se usa normalmente es el del GBA) para que no se note tanto la diferencia. Así como Martínez de Hoz anunciaba el IPC “descarnado” (sin computar la carne), esta gente ahora sacó el Estimador Mensual Industrial (EMI) “desacerado”, porque la crisis energética impacta primero sobre la producción siderúrgica. En cuanto al IPC, la muestra ya tiene productos “viciados” en su medición, muchos comercios también... Directamente, habría que rehacer la muestra para que vuelva a ser confiable.

SoB: ¿Y en lo político?

Cro.: Todo el plan del gobierno de que el índice “retocado” le sirviera para las elecciones y como base para las paritarias del año que viene se fue al tacho, fue peor el remedio que la enfermedad. Hasta los empresarios están a las puteadas, porque les faltan parámetros para invertir. Y en el INDEC, lo interesante es que, en enero, te diría que Kirchner sacaba el 95% de los votos. Hoy, si bien queda gente que dice que esto no es contra Kirchner sino contra Paglieri, o Moreno, etc., muchos trabajadores hicieron una experiencia política con el gobierno. Cuando en las asambleas se hacen cantitos contra K, todo el mundo aplaude. Eso antes del conflicto nunca hubiera pasado.