Un
balance La
elección de la izquierda y el nuevo MAS
El
giro a la derecha electoral capitalino sirve para enmarcar
la pobre elección de la izquierda. Se volvió a
expresar un elemento político de importancia: subsiste la contradicción
entre el peso de la izquierda en el terreno de la lucha
“social” (Hospital Francés, Subterráneo de Buenos
Aires, LAN, Casino flotante, etc) al tiempo que al no
aparecer la propia clase obrera como polo político-social,
esta influencia en la vanguardia luchadora no logra ser
trasladada al terreno político electoral. Es un déficit
de arrastre que proviene de la rebelión del 2001 y que no
ha logrado aun ser superado .
Sin
embargo, el hecho de que Patricia Walsh haya sido electa
como legisladora capitalizando el “voto útil” de esta
franja electoral, plantea hacer una serie de
consideraciones.
Un
poco de números
Partamos
de recordar que los años 2000 y 2001 fueron los de las mayores
votaciones de la izquierda en la capital desde 1983. En
propiedad, en esas elecciones se combinaron dos fenómenos
que preanunciaban –en el terreno electoral y capitalino-
la rebelión del 19 y 20 de diciembre: una enorme
proporción de voto en blanco y anulado y la propia votación
de la izquierda alcanzando gran magnitud sobre todo
alrededor de la figura de Zamora.
En
realidad, en el año 2000, todavía los fenómenos del voto
anulado y blanco y la candidatura de Zamora estaban
ausentes. Pero el factor electoral favorable resulto ser que
se elegía por primera vez la Legislatura (60 cargos) por lo
que bajaron –de hecho- los pisos para acceder a una banca.
Considerando –en sentido amplio- dentro de la izquierda
electoral a IU (3.43%), el PH (1.72%), el PO (1.45%), el PTS
(0.47%) y el MAS (0.46%) se llegaba al 9.36% de los votos
y el ingreso de varios legisladores de la izquierda.
Luego
vinieron las elecciones de octubre del 2001. Las mismas
fuerzas obtienen la friolera del 25.07% de los votos: Zamora
el 10%, IU el 7.04%, el PH el 5.04%, el frente PO-MAS 1.80%
y el PTS (1.19%). Por su lado, el blanco y nulo alcanzan el
4.63% y 22.55% respectivamente. Mas de la mitad de la
Capital estuvo entre la izquierda y el voto rechazo, un
fenómeno inusual y que no tuvo correlato “orgánico”.
Para
las elecciones de agosto del 2003 se produce un profundo
“bajón” electoral (reflejo de la “estabilización”
del país luego de las jornadas revolucionarias): se alcanza
el 14.75%, pero con Zamora llegando a un techo del 12.30%,
mientras que salvo IU (1.24%), el PH (0.68%), el PO (0.31%),
el PTS (0.14%) y el nuevo MAS (0.08%) quedamos reducidos
a una votación prácticamente “estadística”.
El
2005 aporta una cierta “recuperación” electoral de la
izquierda no “zamorista”: este ultimo se derrumba
obteniendo solo el 3.5%, mientras que la suma de IU (2.01%),
el PH (0.93%), el PO (0.80%) y el PTS y el MAS juntos
(0.23%) llegan al 4%, totalizándose así el 7.5%.
Finalmente, en las elecciones del pasado domingo 3 de junio
del 2007, Walsh obtiene el 2.94%, el PH el 0.94%, el PO el
0.90%, el PTS el 0.36% y el nuevo MAS el 0.21% totalizando
el 5.34%.
¿Pero
para qué todos estos datos?
Con
ellos pretendemos demostrar tres cosas: Una, que del pico de
25.05% del 2001, en esta elección se alcanzo solo el 5.34%:
es decir, una quinta parte de esos votos. Dos, que el giro a
la derecha electoral también se expresa por la vía de la
perdida absoluta de votos de la izquierda del 2.15% incluso
respecto de la elección del 2005. Y tres, que hay una
cierta reversión de la marginalidad electoral de la
izquierda no “zamorista” pasando del 2.45% de agosto
2003 al 5.34% actual.
Pero
esta “recuperación” tiene una contradicción: el
monopolio de los votos se los ha llevado una campaña que sólo puso la foto de Patricia Walsh; al tiempo que el PO,
apenas si rozo el 1% de los votos y el PTS y el nuevo MAS no
pudimos escapar –aunque hay una cierta “recuperación”-
de las votaciones estadísticas de las ultimas tres
elecciones.
Vaciamiento
político y adaptación
El
MST ha anunciado como un “gran triunfo de la izquierda no
sectaria” la elección de Patricia Walsh. Pero este
supuesto “gran triunfo” debe ser relativizado: en primer
lugar, incluso bajo parámetros estrictamente electorales,
fue una votación bastante mas pobre que la que esperaban y por
detrás de otros guarismos en años anteriores.
Y
si Walsh efectivamente fue electa, no se puede no hablar del
contenido de la campaña: decía Lenin que “para la
socialdemocracia, que considera ante todo las elecciones
como un medio de educación política del
pueblo, el problema principal es, sin duda, el del contenido
político e ideológico de toda la propaganda y toda la
agitación vinculada a las elecciones”.
Partiendo
de este sencillo parámetro, a todas luces la campaña de la
“nueva izquierda” fue realmente de escándalo: no
parece haber “educado” a nadie en nada. Si se trata del
“contenido político e ideológico” de la misma, esta
consistió en la foto de Patricia Walsh... y no mucho mas.
Sus carteles, literalmente, no decían nada: en letra pequeña
se hablaba de una “nueva izquierda” (sic) que no tiene
ni referencias sociales de clase (no se hablo de las
luchas, ni de las necesidades de la clase obrera) ni tampoco
“ideológicas”: ni una palabra acerca de la
perspectiva socialista.
Esto
no es casual: de las corrientes que provienen de la tradición
del trotskismo, el MST es claramente aquella que marcha a
pasos agigantados en la adaptación a los mecanismos del
sistema. Por esto mismo, se da una fenómeno
“curioso”: el MST apuesta a “hincharse”
electoralmente, al tiempo que su influencia orgánica entre
los trabajadores y sus luchas es cada vez menor. Su
dinámica constructiva es a un vaciamiento total como
partido militante y al mero acarreo de desocupados en la
campaña electoral.
La
campaña del nuevo MAS: nuestro balance
Por
nuestra parte y a pesar de la –evidentemente- muy pequeña
“cosecha electoral”
obtenida, valoramos positivamente la campaña
realizada. Logramos que la misma sea vista en las
calles a pesar de competir con aparatos electorales mucho
mayores como los del PO y el MST y del nulo acceso a los
medios.
Sobre todo, evitamos las concesiones
“electoralistas” pero sin caer en una campaña con
rasgos “marginales”. Porque la propagandizacion de la
candidatura del “Chino” Heberling
se hizo alrededor de un perfil cuyo centro político fue el
apoyo a las luchas obreras en curso, al tiempo que
criticamos al carácter capitalista de las tres principales
candidaturas y defendimos abiertamente la perspectiva del
socialismo.
Al
mismo tiempo, los magros resultados obtenidos por las
corrientes que estamos a la izquierda del MST (PO, PTS y
nuevo MAS), mostraron la corrección de la insistencia en la
necesidad de hacer un bloque electoral de la “izquierda
roja”.
El PO desestimó esto desde un principio y se
desesperó cuando vio que los números no le alcanzaban,
realizando una campaña alejada del proclamado perfil
“obrero y socialista”: su política central fue el
llamado a un voto “democrático radical”.
En
segundo lugar, esta el caso del PTS: los compañeros
cometieron el evidente error de haberse negado a
cerrar un acuerdo con nuestro partido cuando habíamos
llegado a firmar un pre-acuerdo, que terminó estallando por
las ridículas exigencias que nos llegaron a hacer.
En
su “defensa”, argumentaron que –en la Capital- su
relación de fuerzas con nuestra organización era “de
diez a uno”... Por lo tanto, rechazaron nuestra propuesta
de un acuerdo paritario encabezado por ellos. A la vista están
los resultados: el pedantemente declamado diez a uno...
ni siquiera alcanzo un dos a uno!
Juntos
muy probablemente hubiéramos arañado una elección del 1%
de los votos, la que hubiese sido bastante digna en las
actuales condiciones electorales de la Capital.
Finalmente,
la elecciones presidenciales ya están a la vuelta de la
esquina. Desde el nuevo MAS reiteramos nuestro llamado al
PO y al PTS a que demos unificadamente una pelea por la
independencia política de clase y por un movimiento político
de los trabajadores en esta instancia. (R.S.)
Esto es lo que plantea la renovada necesidad de un movimiento
o partido de los trabajadores que sirva para
proyectar al terreno político a la vanguardia luchadora
al tiempo que como terreno para lucha por la
independencia política de los trabajadores, tarea histórica
aun pendiente.
No consideramos al PSA, porque la formula Cartaña-Selser
era claramente encuadrable dentro de la centroizquierda.
Por votación “estadística” se consideran las
votaciones menores al 0.5% y que entran dentro de las
leyes muy complejas que otorgan a la votación –muchas
veces- razones puramente “caprichosas”.
“Campaña y plataforma electoral”, 18/10/1911. Obras
Completas, tomo XVII, Editorial Cartago, 1971.
Nuestro resultado electoral (a pesar de avances reales
de inserción en estructuras de trabajadores como el
Hospital Francés o el crecimiento del Ya Basta en
algunas facultades de la UBA), expresó el todavía débil
peso orgánico de nuestro partido en la Capital.
Hacer al “Chino” Heberling conocido entre sectores más amplios de la vanguardia fue uno de los objetivos de
esta campaña.
Las mas visibles consignas de su campaña fueron: “un
partido que no se calla y enfrenta los atropellos”
o “para que votar corruptos cuando se puede
apoyar luchadores honestos”.
Esto, mas
allá de las evidentes diferencias políticas acerca del
necesario perfil de la campaña que hicimos publicas
oportunamente.
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