Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 104, 14/06/07
 

 

 

 

 

 

Un balance

La elección de la izquierda y el nuevo MAS

El giro a la derecha electoral capitalino sirve para enmarcar la pobre elección de la izquierda. Se volvió a expresar un elemento político de importancia: subsiste la contradicción entre el peso de la izquierda en el terreno de la lucha “social” (Hospital Francés, Subterráneo de Buenos Aires, LAN, Casino flotante, etc) al tiempo que al no aparecer la propia clase obrera como polo político-social, esta influencia en la vanguardia luchadora no logra ser trasladada al terreno político electoral. Es un déficit de arrastre que proviene de la rebelión del 2001 y que no ha logrado aun ser superado [1].

Sin embargo, el hecho de que Patricia Walsh haya sido electa como legisladora capitalizando el “voto útil” de esta franja electoral, plantea hacer una serie de consideraciones.

Un poco de números

Partamos de recordar que los años 2000 y 2001 fueron los de las mayores votaciones de la izquierda en la capital desde 1983. En propiedad, en esas elecciones se combinaron dos fenómenos que preanunciaban –en el terreno electoral y capitalino- la rebelión del 19 y 20 de diciembre: una enorme proporción de voto en blanco y anulado y la propia votación de la izquierda alcanzando gran magnitud sobre todo alrededor de la figura de Zamora.

En realidad, en el año 2000, todavía los fenómenos del voto anulado y blanco y la candidatura de Zamora estaban ausentes. Pero el factor electoral favorable resulto ser que se elegía por primera vez la Legislatura (60 cargos) por lo que bajaron –de hecho- los pisos para acceder a una banca. Considerando –en sentido amplio- dentro de la izquierda electoral a IU (3.43%), el PH (1.72%), el PO (1.45%), el PTS (0.47%) y el MAS (0.46%) se llegaba al 9.36% de los votos y el ingreso de varios legisladores de la izquierda[2]. 

Luego vinieron las elecciones de octubre del 2001. Las mismas fuerzas obtienen la friolera del 25.07% de los votos: Zamora el 10%, IU el 7.04%, el PH el 5.04%, el frente PO-MAS 1.80% y el PTS (1.19%). Por su lado, el blanco y nulo alcanzan el 4.63% y 22.55% respectivamente. Mas de la mitad de la Capital estuvo entre la izquierda y el voto rechazo, un fenómeno inusual y que no tuvo correlato “orgánico”.

Para las elecciones de agosto del 2003 se produce un profundo “bajón” electoral (reflejo de la “estabilización” del país luego de las jornadas revolucionarias): se alcanza el 14.75%, pero con Zamora llegando a un techo del 12.30%, mientras que salvo IU (1.24%), el PH (0.68%), el PO (0.31%), el PTS (0.14%) y el nuevo MAS (0.08%) quedamos reducidos a una votación prácticamente “estadística”[3].

El 2005 aporta una cierta “recuperación” electoral de la izquierda no “zamorista”: este ultimo se derrumba obteniendo solo el 3.5%, mientras que la suma de IU (2.01%), el PH (0.93%), el PO (0.80%) y el PTS y el MAS juntos (0.23%) llegan al 4%, totalizándose así el 7.5%. Finalmente, en las elecciones del pasado domingo 3 de junio del 2007, Walsh obtiene el 2.94%, el PH el 0.94%, el PO el 0.90%, el PTS el 0.36% y el nuevo MAS el 0.21% totalizando el 5.34%.

¿Pero para qué todos estos datos?

Con ellos pretendemos demostrar tres cosas: Una, que del pico de 25.05% del 2001, en esta elección se alcanzo solo el 5.34%: es decir, una quinta parte de esos votos. Dos, que el giro a la derecha electoral también se expresa por la vía de la perdida absoluta de votos de la izquierda del 2.15% incluso respecto de la elección del 2005. Y tres, que hay una cierta reversión de la marginalidad electoral de la izquierda no “zamorista” pasando del 2.45% de agosto 2003 al 5.34% actual.

Pero esta “recuperación” tiene una contradicción: el monopolio de los votos se los ha llevado una campaña que sólo puso la foto de Patricia Walsh; al tiempo que el PO, apenas si rozo el 1% de los votos y el PTS y el nuevo MAS no pudimos escapar –aunque hay una cierta “recuperación”- de las votaciones estadísticas de las ultimas tres elecciones. 

Vaciamiento político y adaptación

El MST ha anunciado como un “gran triunfo de la izquierda no sectaria” la elección de Patricia Walsh. Pero este supuesto “gran triunfo” debe ser relativizado: en primer lugar, incluso bajo parámetros estrictamente electorales, fue una votación bastante mas pobre que la que esperaban y por detrás de otros guarismos en años anteriores.

Y si Walsh efectivamente fue electa, no se puede no hablar del contenido de la campaña: decía Lenin que “para la socialdemocracia, que considera ante todo las elecciones como un medio de educación política del pueblo, el problema principal es, sin duda, el del contenido político e ideológico de toda la propaganda y toda la agitación vinculada a las elecciones”[4].

Partiendo de este sencillo parámetro, a todas luces la campaña de la “nueva izquierda” fue realmente de escándalo: no parece haber “educado” a nadie en nada. Si se trata del “contenido político e ideológico” de la misma, esta consistió en la foto de Patricia Walsh... y no mucho mas. Sus carteles, literalmente, no decían nada: en letra pequeña se hablaba de una “nueva izquierda” (sic) que no tiene ni referencias sociales de clase (no se hablo de las luchas, ni de las necesidades de la clase obrera) ni tampoco “ideológicas”: ni una palabra acerca de la perspectiva socialista.

Esto no es casual: de las corrientes que provienen de la tradición del trotskismo, el MST es claramente aquella que marcha a pasos agigantados en la adaptación a los mecanismos del sistema. Por esto mismo, se da una fenómeno “curioso”: el MST apuesta a “hincharse” electoralmente, al tiempo que su influencia orgánica entre los trabajadores y sus luchas es cada vez menor. Su dinámica constructiva es a un vaciamiento total como partido militante y al mero acarreo de desocupados en la campaña electoral.

La campaña del nuevo MAS: nuestro balance

Por nuestra parte y a pesar de la –evidentemente- muy pequeña “cosecha electoral”[5] obtenida, valoramos positivamente la campaña realizada. Logramos que la misma sea vista en las calles a pesar de competir con aparatos electorales mucho mayores como los del PO y el MST y del nulo acceso a los medios. 

Sobre todo, evitamos las concesiones “electoralistas” pero sin caer en una campaña con rasgos “marginales”. Porque la propagandizacion de la candidatura del “Chino” Heberling[6] se hizo alrededor de un perfil cuyo centro político fue el apoyo a las luchas obreras en curso, al tiempo que criticamos al carácter capitalista de las tres principales candidaturas y defendimos abiertamente la perspectiva del socialismo.

Al mismo tiempo, los magros resultados obtenidos por las corrientes que estamos a la izquierda del MST (PO, PTS y nuevo MAS), mostraron la corrección de la insistencia en la necesidad de hacer un bloque electoral de la “izquierda roja”

El PO desestimó esto desde un principio y se desesperó cuando vio que los números no le alcanzaban, realizando una campaña alejada del proclamado perfil “obrero y socialista”: su política central fue el llamado a un voto “democrático radical”[7].

En segundo lugar, esta el caso del PTS: los compañeros cometieron el evidente error de haberse negado a cerrar un acuerdo con nuestro partido cuando habíamos llegado a firmar un pre-acuerdo, que terminó estallando por las ridículas exigencias que nos llegaron a hacer[8].

En su “defensa”, argumentaron que –en la Capital- su relación de fuerzas con nuestra organización era “de diez a uno”... Por lo tanto, rechazaron nuestra propuesta de un acuerdo paritario encabezado por ellos. A la vista están los resultados: el pedantemente declamado diez a uno... ni siquiera alcanzo un dos a uno! Juntos muy probablemente hubiéramos arañado una elección del 1% de los votos, la que hubiese sido bastante digna en las actuales condiciones electorales de la Capital.

Finalmente, la elecciones presidenciales ya están a la vuelta de la esquina. Desde el nuevo MAS reiteramos nuestro llamado al PO y al PTS a que demos unificadamente una pelea por la independencia política de clase y por un movimiento político de los trabajadores en esta instancia. (R.S.)


[1] Esto es lo que plantea la renovada necesidad de un movimiento o partido de los trabajadores que sirva para proyectar al terreno político a la vanguardia luchadora al tiempo que como terreno para lucha por la independencia política de los trabajadores, tarea histórica aun pendiente.

[2] No consideramos al PSA, porque la formula Cartaña-Selser era claramente encuadrable dentro de la centroizquierda.

[3] Por votación “estadística” se consideran las votaciones menores al 0.5% y que entran dentro de las leyes muy complejas que otorgan a la votación –muchas veces- razones puramente “caprichosas”.

[4] “Campaña y plataforma electoral”, 18/10/1911. Obras Completas, tomo XVII, Editorial Cartago, 1971.

[5] Nuestro resultado electoral (a pesar de avances reales de inserción en estructuras de trabajadores como el Hospital Francés o el crecimiento del Ya Basta en algunas facultades de la UBA), expresó el todavía débil peso orgánico de nuestro partido en la Capital.  

[6] Hacer al “Chino” Heberling conocido entre sectores más amplios de la vanguardia fue uno de los objetivos de esta campaña. 

[7] Las mas visibles consignas de su campaña fueron: “un partido que no se calla y enfrenta los atropellos”  o “para que votar corruptos cuando se puede apoyar luchadores honestos”.

[8] Esto,  mas allá de las evidentes diferencias políticas acerca del necesario perfil de la campaña que hicimos publicas oportunamente.