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Universidad Nacional de La Plata: escándalo
y crisis en la elección del rector
La pelea contra la Asamblea trucha
La UNLP está viviendo un proceso de
lucha y crisis institucional como no vivía desde el 2001. A
partir de las elecciones truchas de decanos en las
facultades de Periodismo, Arquitectura, Medicina e Ingeniería
se desataron movilizaciones masivas que desembocaron en el
impedimento estudiantil, con apoyo de algunos docentes, no
docentes y trabajadores nucleados en la Multisectorial La
Plata, de la realización de la Asamblea Universitaria el sábado
12, y luego en la toma del Rectorado entre el martes 15 y el
sábado 19, cuando se realizó un Congreso de la FULP, con
importante presencia de estudiantes independientes.
A esto falta sumarle el dato más
curioso y el más contundente: la Asamblea Universitaria de
los decanos truchos (sin contar los consejeros estudiantiles
de Periodismo, colados por un fraude que sigue impune),
acorralada por la protesta estudiantil e incapaz de salvar
su imagen democrática, se fue el miércoles 16 a sesionar
al predio universitario más lejano que encontró, a 300 km
de La Plata, en pleno corazón de la pampa húmeda. La insólita
medida, que tenía el obvio propósito de evitar la
presencia estudiantil, fue acompañada por un juego de
falsas informaciones sobre el lugar exacto de la sesión y
por 500 efectivos de infantería y caballería. Los
estudiantes no nos amedrentamos y viajamos en la madrugada
del miércoles al partido de 25 de Mayo.
Lo que ocurrió ese día fue que el
juego de las escondidas acabó perdiendo no sólo a los
estudiantes y la prensa sino también a muchos de los
propios consejeros que querían sesionar, por lo que los
asambleístas, reunidos en un galpón antes del alba, al
enterarse de nuestra llegada debieron huir sin quórum a una
escribanía para sellar una urna llevada hasta allí a
caballo ¡por un paisano del lugar! Con la urna sellada tras
un muro de policías se volvieron a La Plata y los votos
fueron llegando uno a uno a la urna guardada en un lugar
secreto, y dieron así la bienvenida al rector más trucho
de la historia de la Universidad.
Luego de esta flagrante truchada la
situación quedó muy clara: las instituciones
universitarias, desde los consejos académicos por facultad
hasta la Asamblea y el rector, no tienen ningún interés en
atender a nuestros reclamos y ningún pudor en recurrir a la
clandestinidad y a la fuerza policial para alejar al
estudiantado que exige la democratización de esos órganos.
Nueva etapa en la Universidad
Este proceso que surgió en La Plata
no tiene una pizca de espontaneidad; es un nuevo avance de
un proceso nacional que empezó en la Universidad de Comahue
en el 2004, continuó con los Encuentros Nacionales de lucha
contra la LES en el 2005, en la UBA en el 2006 y que hoy
llegó a la UNLP. Y lo que ocurre en la Universidad es a la
vez parte de un proceso que vive el país entero desde el
colapso del 2001. En la Universidad este giro de la situación
es manifiesto, y la lucha que estamos levantando hoy puede
ser un salto en este avance: hablar de “democratización”
es hablar de invertir
las relaciones de poder en el gobierno de la Universidad,
que desde que fue arrebatado a la Curia en 1918 quedó en
manos de una nueva casta, la de los docentes titulares de cátedra,
ínfima minoría del cuerpo docente, que concentran los
cargos, el dinero y el poder de toda la Universidad. El
proceso que empezó en Comahue y que hoy tiene su vanguardia
activa en La Plata y Rosario está, de manera aún difusa
pero creciente, vislumbrando un proyecto político histórico:
la toma del poder universitario por los verdaderos trabajadores de la
Universidad y por los estudiantes. Ya no sólo se
combate la LES, ni se pide más presupuesto para que lo
manejen las camarillas enquistadas que mantienen a miles de
docentes trabajando gratis; ahora, los estudiantes podemos
pasar a la ofensiva, y para esto es necesario que el
movimiento estudiantil levante un programa, un proyecto político
por el cual luchar unificadamente y que garantice una
reorientación de la educación superior, desde su actual
función de formar engranajes intelectuales para el mercado
a una función revolucionaria, la de crear intelectuales
para el pueblo trabajador y conocimiento para el progreso de
la humanidad, no el de la oferta y la demanda.
Es desde esta perspectiva que la
agrupación Ya Basta! del MAS levanta su programa para la
reforma de los consejos académicos por facultad y luego del
Consejo Superior y la Asamblea Universitaria: claustro
único docente, en el que TODOS los docentes puedan
elegir y ser elegidos representantes, voz
y voto para los no docentes, y, fundamentalmente, mayoría
estudiantil. Además, todas estas reformas deben ser
acompañadas por la elección directa de decanos y rector, en la que cada miembro de la
Universidad tenga un voto igual, sea estudiante, docente o
no docente.
Clarificar para masificar
El curso de los hechos tiene
importantes lecciones: las únicas facultades movilizadas
hasta el miércoles 16 (Arquitectura, Medicina, Periodismo)
fueron aquellas en las que los estudiantes reclamaron la
reforma de los estatutos previa a la elección de decano.
Trabajo Social es la excepción, donde finalmente varias
agrupaciones consiguieron permitir que se vote a la decana,
tras varias asambleas. Los consejos acabaron reeligiendo a
sus decanos con irregularidades diversas, como la falta de
quórum o de la propia sesión. En el resto de las
facultades, pese a que desde el Ya
Basta! y junto a otras agrupaciones advertimos sobre el
carácter clandestino y antidemocrático de las elecciones y
nos opusimos a depositar la mínima confianza en las
autoridades, los consejeros estudiantiles acabaron
reeligiendo a los decanos, en algunos casos haciéndoles
firmar pliegos de reivindicaciones por las que supuestamente
lucharían, y a veces ni eso. De esta forma el grueso de las
facultades quedó desmovilizado durante todo el proceso, ya
que la confianza en los decanos “progres” nubló su
verdadero carácter, y hubo que esperar a que todos fueran cómplices
de la escondida de 25 de Mayo para desenmascararlos ante el
estudiantado y reabrir la posibilidad de la masificación.
El ejemplo de Bellas Artes es
clarificador: el Centro de Estudiantes (formado por Unite (PCR)-Forjarte-MST)
llamó a confiar en el decano Belinche a cambio de la firma
de un pliego de reivindicaciones armado por el resto de los
claustros, pero nunca votado por los estudiantes en
asamblea, ya que se recurrió al viejo truco de las
“asambleas por curso” que son simples juntas de firmas
de una moción unilateral sin debate, y en vez de tener una
asamblea estudiantil para definirlo, sólo tuvimos una
interclaustro copada por los docentes y graduados
belinchistas. De esta forma la participación de Bellas
Artes en la lucha por la democratización se limitó a los
militantes de las agrupaciones, y, por supuesto, al
“luchador” oficial Belinche, decano “legítimo” de
la Facultad. Esta situación cambió con la “Asamblea
Universitaria” de 25 de Mayo, en la que Belinche con sus
consejeros se codeó con los decanos truchos para reelegir a
Aspiazu, cuando había firmado que no se sentaría a elegir
rector hasta que no se reformaran los estatutos.
El mismo miércoles
se reunió un gran número de estudiantes de Bellas Artes en
la toma que resolvió llamar a una asamblea para el viernes
18. En esa asamblea, la primera del año en la facultad,
participaron más de 100 estudiantes que
nunca habían ido a una asamblea, además de los
militantes y los independientes que ya venían participando.
El MAS mocionó movilizarse para exigirle al decano que
desconociera la Asamblea Universitaria, el rector y los
decanos truchos, lo que fue aprobado por unanimidad y
efectuado al terminar la asamblea por todos los presentes.
El decano, siempre canchero e irónico en sus clases, quedó
petrificado ante la irrupción de su peor enemigo: la
democracia estudiantil. Lo rescataron sus secuaces del
cuerpo docente, que dijeron que la exigencia se discutiría
en el Consejo Académico, que casualmente suspendió su sesión
sin previo aviso. A partir de este hecho, la Facultad se ha
movilizado más que nunca.
Ése
es el camino de la lucha en este momento. Desenmascarar
a los decanos “progres” a los que los centros de
estudiantes entregaron la lucha en un primer momento, para
clarificar su verdadero carácter reaccionario (o peor aún:
reformista tramposo, que roba nuestras banderas por una
migaja), y lograr que todos los estudiantes engañados por
esa estafa se convenzan de que sólo el estudiantado
independiente de las autoridades es capaz de llevar la lucha
hasta el final. La experiencia de Bellas Artes con su decano
debe llevarse a cabo en todas las facultades, tanto para
ampliar la crisis de las autoridades incómodas luego de la
escondida como para hacer
entrar en la lucha a los estudiantes independientes.
Tambaleos en el congreso de FULP
Pero no todo es tan claro en el
movimiento estudiantil: el Congreso de la FULP del 19 de
mayo fue una evidencia de que hay cierta confusión entre
fuerzas que incluso al principio estuvieron a la cabeza de
la lucha. El nudo central es la caracterización del proceso
entero, de nuestro objetivo, y por ende de nuestra relación
con las instituciones actuales de gobierno. Hubo quienes
mocionaron en el Congreso llamar a una Asamblea
Universitaria Extraordinaria que trate la reforma de los
estatutos para llevar allí nuestra pelea, pero esto
encierra dos graves contradicciones. Primero, que los
estudiantes desconocemos esa Asamblea, la consideramos
trucha, a su rector, sus decanos y consejeros truchos, y por
ende no debemos negociar nada con ellos. Sentarse a
discutir con un decano trucho es reconocerlo como decano.
Imposible. Y, segundo, la “Asamblea Universitaria” ya
anunció que el 13 de octubre discutirá la reforma de los
estatutos. Los tipos
que se fueron a sesionar entre las vacas van a reformar los
estatutos. Esto significa que el
problema no es ya la reforma sino qué reforma. Todos
debemos tener en claro que su
reforma no será la nuestra, y siempre que el lugar de
discusión sea la Asamblea trucha que se amuralla de policías,
será su reforma la que triunfe, y eso será nuestra
derrota. Nos querrán ofrecer uno o dos consejeros
estudiantiles más, una migaja, que no cambiará la mayoría
absoluta de la camarilla en el gobierno, pero que llamarán
“democratización” para taparnos la boca. Nosotros, ante
su nuevo llamado a la conciliación, debemos ser implacables
e imponer nuestra reforma con nuestros métodos, es decir, no con algunos
representantes encerrándose en el Rectorado para entenderse
con la “Asamblea”, sino con el rector bajando a la calle
para entenderse con el estudiantado.
Es necesaria la lucha estudiantil independiente de cualquier instancia
institucional, engrosada cada día más por nuevos
estudiantes y con un programa político claro e innegociable
que garantice un verdadero cogobierno docente-no
docente-estudiantil, y que sea la punta de lanza de la lucha
nacional por una nueva Universidad.
Ernesto de Bellas Artes
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