Venezuela
I
El
cuento de los “defensores de la libertad de prensa”
Una
farsa repugnante
Esas
máquinas de mentir, engañar y falsificar –conocidos como
“medios masivos de comunicación” (TV, radios, grandes
diarios y revistas)– han lanzado en los últimos días una
campaña mundial. De Nueva York a Buenos Aires, y de aquí
al Japón, vomitan en distintos idiomas el mismo libreto: la
“defensa de la libertad de prensa” contra el terrible
“tirano Chávez”. Hay que desenmascarar a estos
cuenteros profesionales. Pero, al mismo tiempo, esta erupción
nos da la oportunidad de fijar una posición ante el grave
problema de los medios y de cómo lograr que exista una
verdadera libertad de prensa y de expresión cultural para
los trabajadores y los sectores populares.
La
tormenta fue desencadenada por una medida tardía
pero absolutamente
legal, en los marcos de la Constitución y del derecho
burgués de Venezuela, tomada por el gobierno del presidente
Chávez. Al
finalizar la concesión de la onda de Radio Caracas Televisión
(RCTV), el gobierno decidió
no renovársela. Hay que aclarar que, en todos los países
del mundo, las frecuencias de TV son del estado, que las da
(o no) en concesión por un plazo determinado. Eso
significa, además, que los señores de RCTV pueden
tranquilamente seguir emitiendo sus programas por cable.
¿Por
que hablamos de medida tardía?
Porque en verdad RCTV hace por lo menos cinco años que
debería haber sido cerrada,
y sus dueños y directivos enviados
a la cárcel por el
papel organizador y dirigente del fracasado golpe de
estado de abril de 2002, que intentó instaurar una
dictadura militar estilo Pinochet / Videla. En las pocas
horas que duró esa aventura golpista, alentada desde la
embajada yanqui y encabezada por el presidente de Fedecámaras
(la principal organización patronal de Venezuela), decenas
de trabajadores y activistas fueron asesinados, lo que
dejó claro la que se venía si llegaban a consolidarse en
el poder.
Este
intento criminal fue desbaratado por la combinación de la
movilización obrera y popular y el vuelco de un sector de
las fuerzas armadas contra el golpe.
RCTV
y sus compinches de Venevisión y Globovisión (otras
emisoras de TV de la misma calaña) no fueron simples
“informadores” y/o “comentaristas” de esos
acontecimientos, sino que estuvieron
pública y orgánicamente a la cabeza del golpe. En
cualquier estado burgués hubieran pagado caro esta
aventura. Pero, por motivos que ahora no vienen al caso, Chávez
hizo en ese momento “la vista gorda”.
Sin
embargo, contra lo que seguramente esperaba Chávez, esto no
contribuyó a que RTCV y demás canales cambiaran de
conducta. Un pequeño ejemplo (que no informan los
indignados defensores de la “libertad de prensa”) las
retrata: varias veces han transmitido llamados a dar
muerte a Chávez, así como exhortaciones de militares
retirados para hacer
nuevos intentos de golpe.
Imaginemos
el escándalo mundial que se armaría si una de las
principales cadenas de EEUU –por ejemplo la NBC o la
CNN– iniciara una campaña pro asesinato de Bush (y además
para promover un golpe de estado militar). Pero, como no se
trata de EEUU ni del sagrado presidente del imperialismo
yanqui, entonces hay “licencia para (llamar a) matar”.
Claudio
Testa
|