Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 100, 12/04/07
 

 

 

 

 

 

Carlos Fuentealba, ¡presente!

Despedimos a un compañero, a un luchador, a
un revolucionario, a un socialista

Por Alcides Christiansen

Mucho se ha dicho de Carlos Fuentealba. Yo no era "amigo personal", era compañero personal de Carlitos desde hace 20 años. Aquí quiero recordarlo como él se merece, como un compañero luchador de la clase obrera, un revolucionario que peleó por la revolución socialista y murió como vivió, en la lucha junto a sus compañeros.

Era un compañero de bajo perfil que militaba desde los 80 en el viejo MAS en la UOCRA; ahí nos conocimos. Con él recorrimos toda la provincia, porque él era uno de mis colaboradores directos. Cuando iba a una asamblea opinaba, daba pelea por elevar la organización y la conciencia de los trabajadores. Era consciente de la necesidad de organizarse, discutía todas las políticas, si estaba en contra de una decisión y se tomaba, él iba y era una garantía de que la hacía bien.

Militaba en las obras que estaban cerca de la UOCRA. Recuerdo que había una obra de la empresa Riva donde había delegados corruptos; el fue quien dio el debate junto a la base y cayeron esos delegados en manos de una nueva comisión interna que él mismo condujo.

Cuando vino la intervención del gremio él estuvo ahí, en el sindicato, y fue a buscar a los obreros para defender su sindicato, siempre pegado a la base, más allá de que ésa era costumbre nuestra, nuestra política.

También estuvo en el proceso de organización de los desocupados. No estuvo en las coordinadoras, pero estuvo en las movilizaciones que dirigía la coordinadora de desocupados. En los hechos de la Casa de Gobierno de octubre de 1995, él estuvo conmigo junto a los compañeros. Durante la represión organizamos la “autodefensa”. 

Nosotros quedamos encerrados, en el patio de atrás, y ahí apareció la cana a reventarnos. Quedamos como 400 personas ahí adentro, había muchos compañeros de la construcción que se quedaron con nosotros. Agarramos lo que teníamos a mano. Cuando me hicieron el juicio, me preguntaron: “¿Usted estaba en la Casa de Gobierno?” Sí, yo estaba, estaba sacando a la gente, peleando contra la cana porque no nos dejaba avanzar, y Carlitos conmigo a mi lado. Cuando salimos, los últimos dos fuimos Carlitos y yo. Tanto es así que los dos le pegamos patadas a la puerta para salir, fuimos los dos últimos que salimos con los gases lacrimógenos en la espalda y balas de goma, sacamos a todos los compañeros porque iba a ser una carnicería. Ahí estábamos, a pesar de que Carlitos y yo habíamos estado en contra.

Por eso no tiene que extrañar a nadie que Carlos haya estado en el corte el día que lo asesinaron, quedándose entre los últimos, ayudando a los compañeros. La noche anterior estuvo en mi casa preguntándome cómo la veía. Yo pensaba que era innecesario; le dije “a mí me parece que ustedes tienen que distraer a la policía ahí y venirse para Neuquén y no quedarse allá”. El tenía dudas, no quería ir, dijo: “voy por principios y disciplina”

Tenía muchos amigos, pero siempre que tuvo que tomar una decisión política me visitaba a mí. Estuvo militando en el viejo MAS hasta que empezó la crisis. Hoy estábamos tratando de ver la posibilidad de construir el nuevo MAS en la zona. Hace unos meses, cuando estuvimos en la campaña por la legalidad, él estuvo con nosotros. Había empezado a militar con la revista SoB, defendía al nuevo MAS más que nadie. En todo este tiempo habremos tenido unas diez reuniones, él fue a varias de ellas.

Pero a Carlitos no se lo puede despedir sólo como un compañero, sino como un vecino, como el padre de sus hijas, de Camila y Ari. Como el gran compañero de Sandrita, con quien juntos supimos pasar las peores penurias. Muchos pagamos con cárcel la lucha y él siempre estaba solidario. Él no abrazó ayer la bandera de la lucha de la clase obrera, él la aprendió junto a los andamios, él se estaba construyendo la vivienda. Ahí quedaron sin terminar las piezas para sus hijas. Seguro que se las vamos a terminar, no sólo por el bien de la familia, sino para demostrar que él no solamente se bajó de los andamios para luchar por los trabajadores, sino para luchar por su familia.

El empezó a estudiar por recomendación de Sandra; a mí me preguntaba y yo le decía: “Claro, Negro, tenés que estudiar”. Varias veces pasó que Sandra lo hinchó para que estudie. Carlitos no se cansó de la construcción, no se cansó de defender a la clase obrera, sino que necesitaba más espacio, porque el corazón de Carlitos era demasiado grande, abarcaba más de la cuenta. Se dedicó a estudiar porque necesitaba progresar, y sin embargo lo encontramos en la lucha nuevamente. Carlitos bajó de los andamios, se puso a estudiar y fue un gran profesor. 

Era aquel profesor que enseñaba en la UOCRA sobre dignidad, honestidad y solidaridad, y hoy les enseñaba a los alumnos cómo pelear para ganarse el pan, cómo no pelearse entre compañeros. Y también enseñó cómo luchar. Vaya si enseñó cómo luchar, que murió luchando el compañero.