Amenazas
contra Irán
¿La
próxima guerra de Bush?
Por Claudio Testa
El
año pasado, después de la derrota de Israel en el Líbano,
que agravaba la crisis del imperialismo yanqui en Medio
Oriente, decíamos que se presentaba un gran riesgo:
“EEUU-Israel
pueden tratar de «huir hacia delante». [Es que]... se
ha abierto una situación política mundial de «crisis
de dominación» de Estados Unidos, pero no todavía una
debacle «estructural» de este imperialismo. Esto
hay que tenerlo muy en cuenta, porque el imperialismo
yanqui no ha quedado reducido a la impotencia ni se va
quedar de brazos cruzados. Lo más grave es que algunos
sectores del imperialismo, especialmente en el campo afín
al Estado de Israel, siguen insistiendo en la línea de «huir
hacia delante». La reciente guerra [de Líbano] fue una
ilustración de esta política: «ante la catástrofe de
Iraq (que se perfila también en Afganistán), huyamos hacia
la guerra con Irán, pasando primero por el Líbano». Después
de este fracaso, estos mismos sectores comienzan proponer
algo peor: un ataque directo, incluso con armas
nucleares, a Irán.
“No decimos, por supuesto, que esto sea lo más probable. Señalamos
estos hechos para subrayar la necesidad de redoblar la lucha
contra un imperialismo que, en su progresiva decadencia, está
siendo en estos momentos peligrosamente dirigido por una
pandilla tan imbécil como criminal” (Socialismo o
Barbarie 85, 17-8-06)
Seis meses después de este pronóstico, debemos decir que la política
de “huir hacia adelante” es la que ha sido decidida para
todo Medio Oriente: también para Iraq, al enviar más
tropas en vez de preparar la retirada, y que “un ataque
directo, incluso con armas nucleares, a Irán”
aparece con mayores posibilidades que en agosto pasado.
El gobierno de Bush ya ha desatado la acostumbrada campaña mediática
de provocaciones y mentiras, idéntica a la que precedió a
la invasión de Iraq, falsedades que repiten como loros bien
disciplinados la mayoría de las cadenas de TV y algo menos
la prensa escrita.
Pero no se trata sólo de pantomimas mediáticas. EEUU ha concentrado
en el Golfo Pérsico una parte importante de su flota, desde
donde podría bombardear Irán, posiblemente con Israel.
Como parte de la “guerra de nervios” que suele preceder las
agresiones imperialistas desde Hitler hasta Bush, las
agencias abundan en “revelaciones”. Así, por ejemplo,
la BBC, la agencia estatal británica, informó el martes 20
con lujo de detalles cómo sería el ataque, para el que
también fijó fecha: el mes de abril.
Puede haber una nueva guerra... pero en condiciones de crisis política
y militar de EEUU
Efectivamente, estamos asistiendo a una mala remake de una película
vista hace poco, la que precedió el ataque a Iraq. Pero el
ingenio de los guionistas de Washington se ha agotado, y se
limitan a repetir todas y cada una de las fábulas de ese
momento, desde las “armas de destrucción masiva” hasta
el “terrorismo islámico”. Pero hoy la situación de
EEUU es muy diferente a la del 2003. Existen, por lo
menos, tres cambios de importancia.
Por abajo, en EEUU hay un rechazo popular mucho mayor (aunque aún
pasivo) a las aventuras bélicas de Bush. Esto se
expresa especialmente en relación a la guerra de Iraq, y
puede ser más débil y confuso en el caso de Irán. Sin
embargo, aun teniendo en cuenta a esa “desigualdad”, es
evidente que el “clima” de la “opinión pública” ha
cambiado radicalmente desde los días de los delirios
triunfalistas en Afganistán e Iraq.
Por arriba, hay otro factor que tampoco existía en 2003: hay una división
de la burguesía estadounidense y de su personal político,
debido a los estrepitosos fracasos del gobierno
neoconservador en Medio Oriente y, en general, a la evidente
pérdida de poder e influencia de EEUU en los asuntos
mundiales. A nivel político, esta división no sigue las
fronteras de los dos partidos burgueses tradicionales,
Republicano y Demócrata, sino que atraviesa a ambos.
En relación a la posible guerra con Irán este fraccionamiento se
puede apreciar bien en el rechazo de Bush al llamado
“Informe Baker”. Recordemos que después de la catástrofe
de Bush en las elecciones de noviembre pasado (que se
transformaron en un plebiscito abrumador contra la guerra de
Iraq) se constituyó una Comisión bipartidista de
“sabios”, presidida por James Baker (ex secretario de
Estado de Bush padre). Las recomendaciones del “Informe”
eran comenzar a preparar la retirada de Iraq y, para ello, negociar
con Irán y Siria (dos miembros, según Bush, del “eje
del mal”) para que ayudaran a “mantener el orden” en
Iraq y en toda la región.
Pero,
como advirtió en su momento el Financial Times
(11/12/06), encubierta por una ambigua bienvenida al
dictamen de la Comisión, “Bush se distanció del Informe
Baker (...) ha dejado muy claro que no va a aceptar su
sugerencia de que Washington negocie con Irán y Siria una
conferencia regional que propicie estabilidad en Irak”.
Esta decisión política de Bush ha tenido luego dos
consecuencias principales y estrechamente relacionadas: 1)
El anuncio de la “nueva estrategia” para Iraq, un último
esfuerzo desesperado para lograr la victoria enviando más
tropas. 2) El relanzamiento de la campaña de amenazas de
guerra a Irán.
El
tercer cambio en relación a 2003 no es menos importante:
EEUU no sólo está empantanado en Iraq sino también
ante el espectro de otra derrota militar estilo Vietnam
(que es lo que trata de evitar el Informe Baker recomendando
una retirada a tiempo y en orden). Hay una crisis fenomenal
del aparato militar yanqui, que hace inconcebible que
pueda invadir y ocupar Irán como hizo en Iraq.
Pero
esto no hace menos criminales los planes del imperialismo
yanqui (y de Israel). Como no pueden invadir y ocupar, la
guerra planeada contra Irán consiste en arrasar el país
con bombardeos aéreos. Además, un sector,
especialmente del lobby israelí, propone utilizar armas
atómicas.
La
movilización de masas puede parar un nuevo genocidio
Sin
embargo, no está dicha la última palabra. Las condiciones
en que Bush está preparando un nuevo genocidio son, como ya
señalamos, muy diferentes a las de hace cuatro años.
Las
divisiones en la burguesía y los políticos estadounidenses
hace que ahora muchos salgan a reivindicar, como alternativa
a este curso hacia la guerra, el reciente acuerdo entre EEUU
y Corea del Norte, sobre el tema nuclear. Eso demostraría
que la “negociación multilateral” da mejores
resultados.
El
acuerdo EEUU-Corea del Norte habría reavivado esta disputa
dentro del mismo aparato político y militar del estado.
Sin
embargo, no podemos confiar en que esto, por sí sólo,
evite un nuevo genocidio. Lo decisivo va a ser si las
amenazas de guerra alientan una gran movilización mundial
de protesta. Y especialmente si en EEUU las opiniones
contra las guerras se transforman en acciones de masas.
Esto es lo que inclinó la balanza cuando Vietnam.
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