El
PCR, Isabel y la Triple A
Una
historia nefasta
Por
Oscar Alba
La
reapertura de la causa judicial sobre la Triple A reabre la
discusión sobre las respuestas políticas que se dieron en
aquel momento por parte de los sectores de la izquierda. En
el número anterior planteamos que las organizaciones
guerrilleras, con su accionar armado, con sus atentados a
sectores de la policía y el ejército, lejos de ser una
herramienta para frenar el ataque de las bandas fascistas,
no hacía más que “legitimar” nuevos asesinatos por
parte de la Triple A. Hoy queremos referirnos a las
posiciones sustentadas en aquel entonces y aún hoy
reivindicadas por el Partido Comunista Revolucionario (PCR)
y la Corriente Clasista y Combativa (CCC).
La
Triple A fue parte de un proyecto político
La
Triple A fue organizada entre fines de 1973 y principios de
1974 por el gobierno de Juan Domingo Perón. Se formó para
liquidar físicamente a sectores de la oposición y a la
vanguardia obrera y estudiantil que peleaba contra el plan
económico patronal-peronista, contra la burocracia sindical
atornillada en sus sillones y cuestionaba globalmente la
sociedad capitalista.
Esto
quiere decir que la existencia de esta banda fascista no fue
un hecho aislado ni la obra de algunos fascistas descolgados
de la situación política nacional. Fue parte de un
proyecto de gobierno que se inició con el retorno de Perón
en 1973 y tuvo su continuidad y profundización durante la
presidencia de Isabel Perón. Por eso, era un punto
fundamental denunciar al gobierno peronista como el
responsable del ataque político y económico que sufría el
movimiento obrero. El gobierno se valía de la Triple A,
entre otras cosas, para terminar con la lucha que llevaban
adelante distintos sectores de la vanguardia.
El
análisis justificación de los “dos imperialismos”
Sin
embargo y de manera escandalosa, el PCR no vaciló en apoyar
claramente al gobierno de Isabel y López Rega. Claro que el
PCR tenía que mostrar su careta “obrera” porque el
rostro real, burocrático y contrarrevolucionario, no servía
frente a los trabajadores para acomodar las “fichas” de
su política. Para esto contaba con su teoría de los “dos
imperialismos” (el imperialismo yanqui y el imperialismo
ruso). Según esta “teoría”, estos “imperialismos”
se hallaban en puja en nuestro país, y cada uno de ellos
tenía sus representantes aun dentro del propio gobierno.
“El
PCR dio en esos años una gran batalla para demostrar que
además del imperialismo yanqui, conocido como el enemigo
declarado de los pueblos”, actuaba otra superpotencia
“de carácter imperialista”, la URSS, que “como
imperialistas, se asociaban y se asocian a los
terratenientes en los países dependientes como el nuestro;
y que, como imperialistas, introducen a sus agentes en el
movimiento revolucionario”. (“Golpismo o antigolpismo”,
Hoy, 24-1-07).
La
burocracia estalinista que gobernó la URSS, sin duda trató
de ganar terreno en el marco de los acuerdos de Yalta y
Postdam. Pero centralmente respetó los acuerdos sobre las
esferas de influencia que debían tener las grandes
potencias al fin de la Segunda Guerra Mundial. Y en esto no
dudó en boicotear y frenar cualquier intento revolucionario
o de independencia en los países semicoloniales.
No
obstante, el PCR ubicaba el problema de manera tal que
afirmaba que el problema central, en aquel momento, era la
puja entre los yanquis y los rusos por la expoliación de
nuestro país... por lo que el enemigo principal no era el
gobierno de Isabel y López Rega.
Así
lo escribían y lo escriben: “Muerto el general Perón el
1º de julio de 1974, la situación se hizo más compleja.
Nuestro partido caracterizó al gobierno de Isabel Perón
como «un gobierno débil y heterogéneo, reformista, que
practicaba una política internacional tercermundista; un
gobierno de burguesía nacional que tenía sectores
profundamente reaccionarios en su seno como el de López
Rega, Ottalagano, Ivanisevich, y el sector prosoviético que
encabezaba Gelbard; pero ese gobierno no era el enemigo
principal a golpear»” (Hoy,24-1-07).
Vaya
caracterización de un gobierno con rasgos fascistizantes.
Porque cuando el PCR caracteriza como “reformista” al
gobierno de Isabel, ¿a qué reformas se refiere? Toda la
legislación económica y política y todas sus medidas se
caracterizaron por ser antiobreras y de sumisión a los
grandes grupos económicos. ¿Qué clase de “gobierno
tercermundista” era que encarcelaba y asesinaba a quienes
peleaban por la liberación nacional y social? Una
caracterización escandalosa que no resiste el menor análisis.
El
PCR dice que el gobierno de Isabel “tenía sectores
profundamente reaccionarios en su seno como el de López
Rega, Ottalagano, Ivanisevich” ¿Y quién representaría
al sector “progresivo”? ¿Isabel y Luder que firmaron
los decretos de “aniquilamiento de la subversión apátrida”
para que Videla y sus generales arrasaran Tucumán y
comenzaran a militarizar el país?
Estos
“revolucionarios” le ponen varios adjetivos a su
caracterización del gobierno de Isabel pero no dicen que
fue un gobierno burgués, reaccionario y represivo hasta la
médula.
Las
“trincheras” del PCR y su boicot a la lucha contra el
“Rodrigazo”
Para
el PCR en 1975 había “dos trincheras: las del golpismo y
la del antigolpismo”.[1] Para nosotros, las dos trincheras
fundamentales eran de clase: la del gobierno capitalista y
la de los trabajadores. La burguesía y el imperialismo
yanqui habían comenzado a barajar la alternativa del golpe.
Pero todavía seguían apostando a que el gobierno de Isabel
sea el que llevara adelante el trabajo “sucio”
derrotando a los trabajadores y logrando la estabilidad
necesaria para sacar sus ganancias.
Por
esto, la tarea central en la defensa de los ataques al
salario y a las libertades democráticas, era denunciar y
enfrentar a Isabel (verdadera responsable política de la
Triple A), desarrollando la movilización y planteando la
necesidad estratégica de un gobierno de los trabajadores.
Cuando
el movimiento obrero salió a la huelga general en junio de
1975, el PCR salió a boicotearla!!! Así lo hicieron frente
a miles de trabajadores que se encontraban ante las puertas
de la CGT. Eran trabajadores de las grandes fabricas de
Capital y Gran Buenos Aires que habían paralizado sus
tareas y conformado las Coordinadoras fabriles, y reclamaban
la huelga general en defensa de los convenios. Allí,
conspicuos dirigentes del PCR plantearon que “había que
volver a trabajar y no servir al ala prosoviética del
gobierno y la burocracia”. Una abierta y tremenda traición
a los trabajadores, de la que el autor de esta nota no puede
ser desmentido porque fue testigo presencial.
La
verdadera trinchera del PCR
fue el gobierno de Isabel Perón
La
huelga general triunfó y se restituyeron los convenios.
Pero además la movilización obligó a López Rega a salir
del país, invalidando de esta manera la política de los
maoístas.
Los
maoístas denunciaban a la triple A diciendo que eran bandas
golpistas, pero se cuidaban de ubicarlas como parte del
gobierno de Isabel y López Rega. La Triple A asesinó a
miles de honestos luchadores y militantes, entre ellos a
dirigentes como Enrique Rusconi y Luis Márquez [2] del PCR,
pero esto no le da validez a su política. En todo caso la
vuelve más trágica y equivocada.R
El
apoyo del PCR al gobierno facistizante de Isabel es parte de
la historia de esta corriente, la misma que años después
llamó a votar a Menem y que hizo un pacto de gobernabilidad
con Duhalde, junto a la CTA, inmediatamente después del
Argentinazo. O alguien se puede olvidar que el 19 y 20 de
diciembre del 2001 llamaron al movimiento de desocupados que
dirigen, a quedarse en La Matanza y no marchar a Plaza de
Mayo, epicentro de la lucha para tirar abajo a De la Rua.
Evidentemente,
semejante trayectoria política, no es un camino confiable
para que las nuevas generaciones de luchadores obreros y
estudiantiles transiten hacia la lucha por la liberación
nacional y social y la independencia de clase.
Notas:
1.
“A favor o en contra del golpe pasaron a ser las dos
trincheras que se abrieron en la política argentina”,
Jacinto Roldán, “Así luchamos contra el golpe”.
2.
Enrique Rusconi era dirigente de la facultad de Humanidades
de La Plata, y Luis Márquez, delegado del SMATA de Córdoba,
fue secuestrado y desaparecido en octubre de 1975.
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