Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 96, 08/02/07
 

 

 

 

 

El PCR, Isabel y la Triple A

Una historia nefasta

Por Oscar Alba

La reapertura de la causa judicial sobre la Triple A reabre la discusión sobre las respuestas políticas que se dieron en aquel momento por parte de los sectores de la izquierda. En el número anterior planteamos que las organizaciones guerrilleras, con su accionar armado, con sus atentados a sectores de la policía y el ejército, lejos de ser una herramienta para frenar el ataque de las bandas fascistas, no hacía más que “legitimar” nuevos asesinatos por parte de la Triple A. Hoy queremos referirnos a las posiciones sustentadas en aquel entonces y aún hoy reivindicadas por el Partido Comunista Revolucionario (PCR) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC).

La Triple A fue parte de un proyecto político

La Triple A fue organizada entre fines de 1973 y principios de 1974 por el gobierno de Juan Domingo Perón. Se formó para liquidar físicamente a sectores de la oposición y a la vanguardia obrera y estudiantil que peleaba contra el plan económico patronal-peronista, contra la burocracia sindical atornillada en sus sillones y cuestionaba globalmente la sociedad capitalista.

Esto quiere decir que la existencia de esta banda fascista no fue un hecho aislado ni la obra de algunos fascistas descolgados de la situación política nacional. Fue parte de un proyecto de gobierno que se inició con el retorno de Perón en 1973 y tuvo su continuidad y profundización durante la presidencia de Isabel Perón. Por eso, era un punto fundamental denunciar al gobierno peronista como el responsable del ataque político y económico que sufría el movimiento obrero. El gobierno se valía de la Triple A, entre otras cosas, para terminar con la lucha que llevaban adelante distintos sectores de la vanguardia.

El análisis justificación de los “dos imperialismos”

Sin embargo y de manera escandalosa, el PCR no vaciló en apoyar claramente al gobierno de Isabel y López Rega. Claro que el PCR tenía que mostrar su careta “obrera” porque el rostro real, burocrático y contrarrevolucionario, no servía frente a los trabajadores para acomodar las “fichas” de su política. Para esto contaba con su teoría de los “dos imperialismos” (el imperialismo yanqui y el imperialismo ruso). Según esta “teoría”, estos “imperialismos” se hallaban en puja en nuestro país, y cada uno de ellos tenía sus representantes aun dentro del propio gobierno.

“El PCR dio en esos años una gran batalla para demostrar que además del imperialismo yanqui, conocido como el enemigo declarado de los pueblos”, actuaba otra superpotencia “de carácter imperialista”, la URSS, que “como imperialistas, se asociaban y se asocian a los terratenientes en los países dependientes como el nuestro; y que, como imperialistas, introducen a sus agentes en el movimiento revolucionario”. (“Golpismo o antigolpismo”, Hoy, 24-1-07).

La burocracia estalinista que gobernó la URSS, sin duda trató de ganar terreno en el marco de los acuerdos de Yalta y Postdam. Pero centralmente respetó los acuerdos sobre las esferas de influencia que debían tener las grandes potencias al fin de la Segunda Guerra Mundial. Y en esto no dudó en boicotear y frenar cualquier intento revolucionario o de independencia en los países semicoloniales.

No obstante, el PCR ubicaba el problema de manera tal que afirmaba que el problema central, en aquel momento, era la puja entre los yanquis y los rusos por la expoliación de nuestro país... por lo que el enemigo principal no era el gobierno de Isabel y López Rega.

Así lo escribían y lo escriben: “Muerto el general Perón el 1º de julio de 1974, la situación se hizo más compleja. Nuestro partido caracterizó al gobierno de Isabel Perón como «un gobierno débil y heterogéneo, reformista, que practicaba una política internacional tercermundista; un gobierno de burguesía nacional que tenía sectores profundamente reaccionarios en su seno como el de López Rega, Ottalagano, Ivanisevich, y el sector prosoviético que encabezaba Gelbard; pero ese gobierno no era el enemigo principal a golpear»” (Hoy,24-1-07).

Vaya caracterización de un gobierno con rasgos fascistizantes. Porque cuando el PCR caracteriza como “reformista” al gobierno de Isabel, ¿a qué reformas se refiere? Toda la legislación económica y política y todas sus medidas se caracterizaron por ser antiobreras y de sumisión a los grandes grupos económicos. ¿Qué clase de “gobierno tercermundista” era que encarcelaba y asesinaba a quienes peleaban por la liberación nacional y social? Una caracterización escandalosa que no resiste el menor análisis.

El PCR dice que el gobierno de Isabel “tenía sectores profundamente reaccionarios en su seno como el de López Rega, Ottalagano, Ivanisevich” ¿Y quién representaría al sector “progresivo”? ¿Isabel y Luder que firmaron los decretos de “aniquilamiento de la subversión apátrida” para que Videla y sus generales arrasaran Tucumán y comenzaran a militarizar el país? 

Estos “revolucionarios” le ponen varios adjetivos a su caracterización del gobierno de Isabel pero no dicen que fue un gobierno burgués, reaccionario y represivo hasta la médula.

Las “trincheras” del PCR y su boicot a la lucha contra el “Rodrigazo”

Para el PCR en 1975 había “dos trincheras: las del golpismo y la del antigolpismo”.[1] Para nosotros, las dos trincheras fundamentales eran de clase: la del gobierno capitalista y la de los trabajadores. La burguesía y el imperialismo yanqui habían comenzado a barajar la alternativa del golpe. Pero todavía seguían apostando a que el gobierno de Isabel sea el que llevara adelante el trabajo “sucio” derrotando a los trabajadores y logrando la estabilidad necesaria para sacar sus ganancias.

Por esto, la tarea central en la defensa de los ataques al salario y a las libertades democráticas, era denunciar y enfrentar a Isabel (verdadera responsable política de la Triple A), desarrollando la movilización y planteando la necesidad estratégica de un gobierno de los trabajadores.  

Cuando el movimiento obrero salió a la huelga general en junio de 1975, el PCR salió a boicotearla!!! Así lo hicieron frente a miles de trabajadores que se encontraban ante las puertas de la CGT. Eran trabajadores de las grandes fabricas de Capital y Gran Buenos Aires que habían paralizado sus tareas y conformado las Coordinadoras fabriles, y reclamaban la huelga general en defensa de los convenios. Allí, conspicuos dirigentes del PCR plantearon que “había que volver a trabajar y no servir al ala prosoviética del gobierno y la burocracia”. Una abierta y tremenda traición a los trabajadores, de la que el autor de esta nota no puede ser desmentido porque fue testigo presencial.

La verdadera trinchera del PCR  fue el gobierno de Isabel Perón

La huelga general triunfó y se restituyeron los convenios. Pero además la movilización obligó a López Rega a salir del país, invalidando de esta manera la política de los maoístas.

Los maoístas denunciaban a la triple A diciendo que eran bandas golpistas, pero se cuidaban de ubicarlas como parte del gobierno de Isabel y López Rega. La Triple A asesinó a miles de honestos luchadores y militantes, entre ellos a dirigentes como Enrique Rusconi y Luis Márquez [2] del PCR, pero esto no le da validez a su política. En todo caso la vuelve más trágica y equivocada.R

El apoyo del PCR al gobierno facistizante de Isabel es parte de la historia de esta corriente, la misma que años después llamó a votar a Menem y que hizo un pacto de gobernabilidad con Duhalde, junto a la CTA, inmediatamente después del Argentinazo. O alguien se puede olvidar que el 19 y 20 de diciembre del 2001 llamaron al movimiento de desocupados que dirigen, a quedarse en La Matanza y no marchar a Plaza de Mayo, epicentro de la lucha para tirar abajo a De la Rua.

Evidentemente, semejante trayectoria política, no es un camino confiable para que las nuevas generaciones de luchadores obreros y estudiantiles transiten hacia la lucha por la liberación nacional y social y la independencia de clase.


Notas:

1. “A favor o en contra del golpe pasaron a ser las dos trincheras que se abrieron en la política argentina”,  Jacinto Roldán, “Así luchamos contra el golpe”.

2. Enrique Rusconi era dirigente de la facultad de Humanidades de La Plata, y Luis Márquez, delegado del SMATA de Córdoba, fue secuestrado y desaparecido en octubre de 1975.