Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 96, 08/02/07
 

 

 

 

 

Kirchner y el sainete del INDEC

Dibujando por un sueño

Por Marcelo Yunes

Kirchner tiene un sueño: que la inflación no le genere problemas justo el año en que el pingüino o la pingüina van por la Presidencia. Pero los números no dan. Se toma la temperatura inflacionaria y le da comienzo de fiebre. ¿Qué hace entonces? ¡Rompe el termómetro! Parece delirante, pero es así. Cuando el gobierno se enteró de que la inflación de enero iba a andar por encima del 1,5% (incluso llegando al 2%), decidió echar a la jefa del INDEC.

A comienzos de 2006, cuando la inflación pintaba mal, el gobierno pidió la lista de los artículos que medía el INDEC y concretó acuerdos de precios exactamente para esos artículos, no para el resto. De esta manera, ya se generaba una intervención espuria en la medición del costo de vida, que terminó siendo, oficialmente, del 10% para todo el año.

Pero ese recurso parece que ya no alcanzaba en 2007, y el gobierno subió la apuesta: ¡le exigieron el INDEC que entregue la lista de los miles de comercios que se encuestan para conocer el movimiento de los precios! ¡Le iban a poner un revólver en la cabeza a Don Manolo para que no aumentara! Como la jefa del INDEC, lógicamente, se negó a tamaño disparate, le dieron salida. Resultado: la inflación de enero, para carcajada general de todo el país, fue oficialmente del 1,1%.

¿Cuál es la urgencia del gobierno en hacer estos mamarrachos, que desacreditan totalmente la seriedad del organismo estatal? Simple: se vienen las paritarias. Desde noviembre pasado que el gobierno, las patronales y la burocracia de la CGT vienen cocinando una paritaria con aumentos de alrededor del 10 al 15%. Si enero empezaba con un 2% (que proyecta más de un 25% anual), todo el cuidadoso tejido se iba a los caños.

Inflación blanca, negra y gris

De todas maneras, el “affaire INDEC” ya se ha transformado en un dolor de cabeza para el gobierno: a partir del ridículo índice de enero, cualquier persona sensata se va a sentir con derecho a cuestionar cualquier cifra oficial. Como ya dijimos, la propia medición anterior ya estaba distorsionada por los acuerdos de precios “selectivos”, con el resultado de que todo el mundo percibe una inflación mayor a la oficial. Pues bien, a partir de ahora eso se va a potenciar hasta el absurdo.

A esto se agrega que el aumento de la canasta basica fue en enero del 2,6% (lo que, anualizado, da cerca del 32%). Eso ya se parece más a lo que cualquiera siente en la caja del supermercado. Los artículos de la canasta familiar representan el grueso del gasto de los hogares argentinos; es decir, la inflación real para esos hogares está mucho más cerca del 2,6% que del 1,1%. Es sabido que cuanto menor es el ingreso, mayor es la proporción en que éste se gasta en productos básicos.

La conclusión es que los pobres, los indigentes, los jubilados, los asalariados en negro, los que ganan menos de 1.500 pesos (la amplia mayoría de la población, en suma) tienen una inflación; los que tienen una composición del consumo más repartida (porque sus ingresos son más altos), tienen otra. Eso sí: ninguna coincide con la oficial.

¿Y ahora, de qué se van a disfrazar Moyano y Cía.en las próximas paritarias? ¿Van a vanagloriarse, como el año pasado, de que “conseguimos aumentos por encima de la inflación”? Sería bueno que aclaren cuál: si la del secretario Moreno, la de la ministra Miceli o la del almacén Don Manolo...