|
Kirchner
y el sainete del INDEC
Dibujando
por un sueño
Por
Marcelo Yunes
Kirchner
tiene un sueño: que la inflación no le genere problemas
justo el año en que el pingüino o la pingüina van por la
Presidencia. Pero los números no dan. Se toma la
temperatura inflacionaria y le da comienzo de fiebre. ¿Qué
hace entonces? ¡Rompe el termómetro! Parece delirante,
pero es así. Cuando el gobierno se enteró de que la
inflación de enero iba a andar por encima del 1,5% (incluso
llegando al 2%), decidió echar a la jefa del INDEC.
A comienzos
de 2006, cuando la inflación pintaba mal, el gobierno pidió
la lista de los artículos que medía el INDEC y concretó
acuerdos de precios exactamente para esos artículos, no
para el resto. De esta manera, ya se generaba una intervención
espuria en la medición del costo de vida, que terminó
siendo, oficialmente, del 10% para todo el año.
Pero ese
recurso parece que ya no alcanzaba en 2007, y el gobierno
subió la apuesta: ¡le exigieron el INDEC que entregue la
lista de los miles de comercios que se encuestan para
conocer el movimiento de los precios! ¡Le iban a poner un
revólver en la cabeza a Don Manolo para que no aumentara!
Como la jefa del INDEC, lógicamente, se negó a tamaño
disparate, le dieron salida. Resultado: la inflación de
enero, para carcajada general de todo el país, fue
oficialmente del 1,1%.
¿Cuál es
la urgencia del gobierno en hacer estos mamarrachos, que
desacreditan totalmente la seriedad del organismo estatal?
Simple: se vienen las paritarias. Desde noviembre pasado que
el gobierno, las patronales y la burocracia de la CGT vienen
cocinando una paritaria con aumentos de alrededor del 10 al
15%. Si enero empezaba con un 2% (que proyecta más de un
25% anual), todo el cuidadoso tejido se iba a los caños.
Inflación
blanca, negra y gris
De todas
maneras, el “affaire INDEC” ya se ha transformado en un
dolor de cabeza para el gobierno: a partir del ridículo índice
de enero, cualquier persona sensata se va a sentir con
derecho a cuestionar cualquier cifra oficial. Como ya
dijimos, la propia medición anterior ya estaba
distorsionada por los acuerdos de precios
“selectivos”, con el resultado de que todo el mundo
percibe una inflación mayor a la oficial. Pues bien, a
partir de ahora eso se va a potenciar hasta el absurdo.
A esto se
agrega que el aumento de la canasta basica fue en
enero del 2,6% (lo que, anualizado, da cerca del
32%). Eso ya se parece más a lo que cualquiera siente en la
caja del supermercado. Los artículos de la canasta familiar
representan el grueso del gasto de los hogares
argentinos; es decir, la inflación real para esos
hogares está mucho más cerca del 2,6% que del 1,1%. Es
sabido que cuanto menor es el ingreso, mayor es la proporción
en que éste se gasta en productos básicos.
La conclusión
es que los pobres, los indigentes, los jubilados, los
asalariados en negro, los que ganan menos de 1.500 pesos (la
amplia mayoría de la población, en suma) tienen una
inflación; los que tienen una composición del consumo más
repartida (porque sus ingresos son más altos), tienen otra.
Eso sí: ninguna coincide con la oficial.
¿Y
ahora, de qué se van a disfrazar Moyano y Cía.en las próximas
paritarias? ¿Van a vanagloriarse, como el año pasado, de
que “conseguimos aumentos por encima de la inflación”?
Sería bueno que aclaren cuál: si la del secretario Moreno,
la de la ministra Miceli o la del almacén Don Manolo...
|
|