Lecciones
de la experiencia del Francés
Estatización,
cooperativas y control obrero
Por
José Luis Rojo
La
lucha por la estatización del Francés esta dejando un sinnúmero de enseñanzas
y lecciones. De concretarse, sería un hecho sin precedentes en los últimos años.
Por
un lado, en el apogeo de la crisis de 2001 y 2002, trabajadores de determinadas
empresas ocuparon los lugares de trabajo y, poniéndolas a funcionar, lograron
su cooperativización transitoria. Una conquista muy importante y una
experiencia de que para que funcione una fabrica no hace falta el patrón.
Sin
embargo, el carácter transitorio de la cooperativización ha significado que no
esté resuelto de manera definitiva el problema de la expropiación del bien, y
estas experiencias siguen en un “limbo” legal que amenaza con el desalojo de
sus trabajadores ante el primer cambio del clima político del país.
A
esto se agrega otro grave problema: la opción por la cooperativa (impuesta, la
más de las veces, por el propio estado, además de ideologías ingenuas echadas
a rodar por políticos “progresistas”) tiene la consecuencia de que son los
propios trabajadores, sin un solo peso de financiación por parte del Estado,
los que tienen que hacerse cargo del resultado económico de la empresa; es
decir, que no dé perdida en la competencia con las demás empresas capitalistas
sobre la base de su propio esfuerzo y sudor.
Por
otro lado, también es sabido que en los últimos años grandes empresas de
servicios públicos como el Correo Argentino y la ex Aguas Argentinas (hoy AySA)
volvieron a manos del Estado al revertirse la concesión. Pero en estos casos se
trataba meramente de empresas “concesionadas”, no privadas.
La
expropiación del Francés tiene dos particularidades de mucha importancia: por
un lado, al pasar al Estado y no ser meramente “cooperativizada”, el Estado
está “obligado” –o, más bien, se lo debe “obligar” con la lucha– a
hacerse “solidario” respecto del financiamiento de la operación del
hospital.
Al
mismo tiempo, en el caso del hospital, no se trataba de un bien concesionado
anteriormente, sino lisa y llanamente de una empresa privada que es estatizada,
lo que sienta un precedente fuerte en el sentido de que otras empresas que
quiebren y / o despidan masivamente pueden ser estatizadas.
El
control obrero es fundamental
Pero
también hay que decir con claridad que la estatización no resuelve todos los
problemas. No casualmente la burocracia de ATSA ya salió con los tapones de
punta en contra del planteo del “control obrero”. Su argumento mas o menos
así: “que más quieren; ya está la estatización, que es una salida integral
al problema del Francés”. Como apelando al “sentido común” de la población,
quieren dar a entender que los trabajadores del hospital “no tienen límites,
que quieren “la chancha y los veinte”.
Por
el contrario, en el tema del control de los trabajadores hay un problema real.
El paso a la órbita del Estado garantiza la continuidad de la fuente de trabajo
y su financiamiento. Pero estamos hablando de un estado capitalista, no de los
obreros, donde además, los criterios que se utilizan son en general los del
propio sistema: la búsqueda de la ganancia y la explotación de los
trabajadores.
Además,
todo el mundo sabe que los funcionarios, librados a sus intereses (es decir, sin
control de las bases), transforman las empresas públicas en ámbitos de lucro
personal y corrupción, como ocurrió mil veces en el pasado.
Es
por esto que en interés de los propios trabajadores y de los pacientes que
vayan a atenderse al hospital buscando un servicio de calidad, es fundamental
que el hospital sea escrupulosamente controlado por el propio personal no médico
y médico, incluso dejando abierta la posibilidad, de ser necesario, de pasar a
la administración obrera del mismo.
En
síntesis, el control es lo único que puede evitar que los funcionarios del
gobierno, del PAMI o los burócratas de la Sanidad (que ya se están restregando
las manos por un eventual jugoso negocio) se apropien indebidamente de los
fondos, el trabajo y las necesidades de enfermeros, médicos y pacientes.
|