Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 93, 07/12/06
 

 

 

 

 

 

Cooperativa, Soros, Chávez…

SanCor: un nuevo fiasco de la “burguesía nacional”

Por Marcelo Yunes

La crisis de la cooperativa láctea SanCor –una marca emblemática en el sector– dio lugar a una serie de alternativas que muestran de cuerpo entero el fraude conceptual que significa el parloteo sobre la “burguesía nacional”.

En realidad, a la vista de los frustrantes resultados de las convocatorias oficiales a ese fantasmal sector, hace rato que Kirchner dejó de referirse a él con el entusiasmo que desplegaba en los primeros dos años de su mandato. Pero cada vez que alguna firma argentina de larga tradición cambia de manos para ser absorbida por algún pulpo multinacional, una “multilatina” –por lo general brasileña– o algún fondo de inversión de propiedad y orígenes dudosos, el gobierno exhala un suspiro lastimero: “qué bueno sería tener una burguesía nacional”.

El caso de SanCor es altamente ilustrativo de cuáles son las opciones que el capitalismo mundializado ofrece a los países periféricos como la Argentina. Se trata de una asociación de cooperativas, inicialmente de Santa Fe y Córdoba (de allí el nombre, aunque luego se agregaron otras provincias) que hoy atraviesa una situación financiera muy delicada, con una deuda cercana a los 200 millones de dólares. Ante esta situación, los candidatos al “salvataje” son tres.

El primero es un personaje símbolo de la globalización capitalista (aunque a veces se permita criticarla como gesto de burgués excéntrico): el financista húngaro George Soros, dueño del grupo agropecuario Adecoagro, con fuertes inversiones en el campo argentino. Soros propone aportar 120 millones de dólares por el 62,5% de una nueva SanCor transformada en sociedad anónima. Por supuesto, esto implica que SanCor pierde su doble status de cooperativa y de argentina. Solución que financieramente cierra –seguramente, el costo lo pagarán los trabajadores y productores de la SanCor actual–, pero que políticamente al gobierno mucho no le gusta. Lógico: sería una “perla” más de la producción nacional que pasa a manos extranjeras, ¡y qué manos!

Tanto como para ir calibrando el “nacionalismo” de nuestra burguesía, los propios directivos actuales de SanCor abrazan sin disimulo la asociación con Soros, con el argumento de que “más vale el 37,5% de algo que el 100% de nada”.

La opción “nacional”

Otra posibilidad, auspiciada por los gobernadores de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, es aceptar la oferta de la sociedad Ezkenazi (dueño de varios bancos provinciales privatizados) y Eduardo Eurnekian, el hombre que maneja el negocio de los aeropuertos en Argentina (aunque se hizo conocido como dueño de Cable Visión en los 90). La oferta es más modesta, porque serían 80 millones de dólares y un plan para renegociar deudas. Cabe tener en cuenta que el principal acreedor de SanCor es el Estado, a través del Banco Nación. “Seguramente, a todos nos gustaría que SanCor sea administrada por capitales nacionales”, fue el argumento del gobernador entrerriano Busti.

Pues estos “nacionalistas” se conforman con bien poco. Cualquier lector de diarios sabe que darle un negocio a Ezkenazi y Eurnekian es exactamente lo contrario de garantizar una gestión a cargo de “capitales nacionales”. Ambos han hecho y hacen excelentes negocios con capitales de cualquier origen, y si la tajada es buena no tienen ningún miramiento en enajenar áreas estratégicas. El caso de Eurnekian es paradigmático: vendió Cable Visión a multinacionales yanquis y fondos de inversión extranjeros por muy buen dinero (en su momento, unos 700 millones de dólares). En países capitalistas “serios”, como EEUU, sería imposible que empresas del sector de medios de comunicación y telecomunicaciones estuvieran en manos extranjeras.

Más aún: el hecho de que se trate de burgueses argentinos no significa nada, porque no ven a SanCor como un puntal de la producción láctea –de la que no tienen la menor idea– sino como cualquier otro negocio, que hoy se compra porque es rentable y mañana se enajena porque da pérdida. Son lo que se llama “inversores no estratégicos”, forma elegante de decir que les da lo mismo fabricar armas, pelotas de goma o piolines de chorizo, siempre que den ganancia. Llamar a esos buitres “capitales nacionales” es forzar el concepto… o dar un diagnóstico preciso de cómo es la burguesía argentina real,  no la soñada por los progresistas.

No es de extrañar que el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, Patricio Griffin, se mostrara muy disconforme con las dos propuestas, la “extranjera” de Soros y la “nacional” de Ezkenazi-Eurnekian. En cualquier caso, el carácter cooperativo de SanCor –perfectamente capitalista, por otra parte– desaparecería.

¿Burguesía nacional… de Venezuela?

El tercer actor en liza es Hugo Chávez, que ofreció entre 80 y 120 millones de dólares a cambio de pagos a largo plazo en leche en polvo, según anunció la embajadora argentina en Caracas, Alicia Castro. Esta ayuda financiera permitiría mantener a SanCor como cooperativa y, según Castro, evitar que “se desnacionalice la industria lechera”.

Cabe la pregunta: si el gobierno argentino es tan “nacionalista”, y si el principal acreedor de SanCor es el propio Estado, ¿por qué no la nacionaliza o, al menos, no mantiene su actual status con aportes financieros a cargo del Banco Nación? ¿Por qué hay que esperar que otro estado proponga lo mismo?

Respuesta: por la misma razón por la que el gobierno no estatiza el Hospital Francés ni aporta el dinero necesario para el funcionamiento de la salud y la educación. Por la misma razón por la que gasta el robusto superávit fiscal no en infraestructura necesaria o en servicios sino en subsidios a los capitalistas “amigos” y en los pagos a los acreedores. Es decir: se trata de un gobierno que usa el progresismo para la tribuna pero que usa la platita del Estado (que ahora, a diferencia de los 90, abunda) en beneficio de los capitalistas, tanto “nacionales” como “extranjeros”.

Justamente, la oferta de Chávez ilustra que en las actuales condiciones del capitalismo globalizado, cualquier movida económica que pretenda un mínimo de independencia respecto del imperialismo y los “inversores” no puede venir de ningún sector capitalista privado “virtuoso” y “nacionalista”, sino desde el Estado, ya sea que esté en manos de la clase capitalista o se trate de un Estado en manos de la clase trabajadora.

El mismo Chávez queda pintado de cuerpo entero: a pesar de que hable de “socialismo”, la oferta que hace no es otra cosa que un mecanismo de capitalismo de Estado adaptado a las circunstancias, por el cual la gestión de la empresa es completamente capitalista pero el sostén financiero lo da el estado capitalista. Es lo que dice Alicia Castro: mantener el status de cooperativa –totalmente compatible con el mercado capitalista– sin “desnacionalizar” la propiedad, controlada por el estado capitalista.

El hecho de que el gobierno argentino no haya sido capaz de esbozar siquiera esta limitada “solución”, que se ubica enteramente en el marco de la propiedad y el estado burgueses, demuestra lo que valen las charlatanescas apelaciones de Kirchner a la “patria” y a lo “nacional”. Y, de paso, las no menos vacías –aunque al menos con repercusión política más útil– referencias de Chávez al “socialismo”.