Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 92, 23/11/06
 

 

 

 

 

 

Causa AMIA: Un ataque a Irán a la medida de los yanquis y el sionismo

Kirchner, el mejor aliado de Bush e Israel

Por Marcelo Yunes

La resolución del fiscal Nisman y del juez Canicoba Corral de pedir la captura internacional de nueve ex funcionarios iraníes, incluido un ex presidente, se tomó a instancias del gobierno. No busca avanzar un milímetro en la búsqueda de “verdad” o “justicia”, sino satisfacer las exigencias políticas de EEUU y el lobby israelí.

Poniendo desodorante al pescado podrido

En la jerga periodística, se llama pescado podrido a información de dudoso origen y/o imposible de verificar que suele terminar revelándose como falsa, pero que tiene la ventaja de beneficiar claramente a un sector político o de negocios.

Pues bien, la información sobre la que se basaron el fiscal Nisman y el juez Canicoba Corral para dictaminar los pedidos de captura de los ex funcionarios iraníes fue oficialmente declarada pescado podrido por Interpol hace poco más de un año, en agosto de 2005. En su momento, Interpol (¡que no es precisamente un organismo “progresista”!) dijo que no daría curso al pedido de captura por dos razones: a) el juez de la causa –Galeano– estaba desplazado por irregularidades, y b) las pruebas eran poco creíbles. Galeano ya no está; de nuevas pruebas, ni noticias.

Pero hay más. En agosto de 2003, cuando Galeano todavía estaba a cargo de la causa, fue detenido en Londres (por otras razones) uno de los 12 iraníes a quienes el juez había pedido captura, el ex embajador en Buenos Aires Hadi Soleimanpur. En septiembre, la justicia inglesa liberó a Soleimanpur y declaró que la acusación argentina no se sostenía. La lista de Canicoba Corral y Nisman tiene nueve nombres: ocho ya estaban en la lista de 12 de Galeano, y el que se agrega es nada menos que el ex presidente iraní Rafsanjani.

Hasta la prensa más amiga del gobierno (y mucho más amiga de EEUU y el lobby sionista) admite que no hay nada nuevo en la causa, aparte de la hipótesis que el atentado a la AMIA no fue una venganza por la participación argentina en la Guerra del Golfo, sino por un supuesto incumplimiento de Menem de ayuda para desarrollar un proyecto nuclear.

Al respecto, es como mínimo altamente sospechoso que esa cuestión –la del plan nuclear iraní– se agite justo ahora que se trata del caballito de batalla de Bush e Israel en su cruzada contra Irán. ¡Desde 1994, jamás nadie había hecho la menor conexión entre el atentado a la AMIA y las intenciones nucleares de Irán, pero cuando ése es casi el único argumento que tiene Bush para buscar “ayuda” internacional contra el régimen iraní, ahora resulta que todo tenía que ver con eso! ¡Qué casualidad tan oportuna!

A todo esto, las “pruebas” que esgrimen el juez y el fiscal son de lo más objetables. ¿En qué consisten? Básicamente en información proveniente de dos fuentes. La primera son cataratas de invenciones de la CIA y el servicio secreto israelí, el Mossad. Todo lo que salga de esas cuevas de bandidos, mercenarios y torturadores merece de entrada, si no desprecio, por lo menos una enorme desconfianza. En todo caso, le cabe a esas venerables entidades la carga de demostrar que esta vez, a diferencia de las mentiras que fabrican todos los días al servicio de EEUU e Israel, la información que aportan vale más que el papel en que están escritas. Mientras tanto, ningún juzgado serio puede considerar semejante “evidencia” como prueba válida en ninguna causa.

La otra fuente de la causa son los testimonios de cinco “disidentes” iraníes, colaboradores a sueldo de cuanto servicio secreto occidental anda por ahí, que viven en Europa y que dicen –sin haber sido testigos presenciales ni revelar cómo se enteraron– que el atentado a la AMIA se decidió en una reunión de altas autoridades iraníes en agosto de 1993. Para tener una idea de la confiabilidad de estos personajes, uno de ellos es el famoso “Testigo C”; el mismo que acusó a Menem de quedarse con un vuelto de un soborno iraní de varios millones de dólares. ¿Qué pasó con eso? Después de que el ex jefe de la SIDE Jaime Stiuso –otro dechado de probidad y transparencia– se reuniera con él en Berlín, en 2002, el “Testigo C” dijo que había sido... malinterpretado.[1]

Alineamiento con la derecha mundial

Es sobre estas bases tan endebles que el gobierno se juega a alinearse con EEUU e Israel no sólo contra Irán, sino contra China y Rusia –que apoyan a Ahmadinejad–, contra Europa –que no quiere sumarse a la cruzada bushista– y hasta contra lo que es probablemente parte importante del establishment yanqui. En efecto, el Partido Demócrata, tras su victoria electoral, sin pretender ningún gran vuelco en la política exterior, ya dio señales de que una de las jugadas para intentar salir más o menos dignamente del pantano iraquí es olvidarse de jugar a la guerra con Irán y, por el contrario, abrir una vía de negociación con el régimen persa. Lo propio está intentando hacer, de manera muy discreta, el gobierno británico, uno de los mejores aliados de Bush.

En ese sentido, se puede decir que esta decisión judicial –que es, por supuesto, una decisión del poder político; a ver si todavía queda alguien que se cree la fábula de la “independencia de poderes”–, además de tener un muy dudoso sustento técnico, va totalmente a contramano de los tiempos políticos. Porque justo en el momento en que el gobierno de Bush en general y muy en particular su política en Medio Oriente están más cuestionados y tienen menos consenso que nunca, incluso entre los propios imperialistas, la “movida antiiraní” del gobierno argentino le da una mano enorme.

Y esa mano no sólo es para Bush y la derecha republicana, sino para Israel y el poderoso lobby pro israelí en EEUU, que venían de capa caída desde la retirada sionista con pena y sin gloria en el sur del Líbano. Así lo demuestran las alborozadas declaraciones de la Casa Blanca, el Departamento de Estado yanqui, las autoridades israelíes y las entidades sionistas de EEUU y Argentina.

Hay que ser claros al respecto: la Justicia argentina dio este paso bajo presión e instigación directa del gobierno argentino, en particular de la senadora Cristina Kirchner. Y esto fue así porque la esposa del Presidente fue quien asumió un compromiso al respecto. Esto es, cedió a la presión de las entidades sionistas con las que se reunió el 22 de septiembre de este año en Nueva York.

Así lo dicen los propios interesados. Abraham Foxman, de la Liga Antidifamación (entidad sionista de EEUU), declaró: “Yo creo que la primera dama prestó atención a nuestra angustia. Quiero creer que el fallo es resultado de eso” (Ana Barón en Clarín, 19-11-06). Y la directora para América Latina del poderoso American Jewish Committee (Comité Judío Americano) sostuvo que el anuncio del fiscal Nisman fue posible “gracias a la reunión con Cristina Kirchner”, a lo que agrega el revés de Venezuela en las Naciones Unidas, que contribuyó al aislamiento de Irán (ídem).

Inclusive, Dan Mariaschin, de la B’Nai’ Brith, tuvo el cinismo de decir que “la atención internacional sobre el tema nuclear en Irán ayuda al caso argentino”. Por supuesto, políticamente el orden es el inverso: es “el caso argentino” lo que ayuda a sostener la cruzada yanqui-israelí contra Irán. De hecho, el vocero sionista no puede menos que admitir que el gran favorecido del anuncio es Bush. El colmo es la reflexión final de Mariaschin: “Es un momento en que se está dando todo junto”, dijo, como si todos fuéramos imbéciles que nos asombramos ante las coincidencias que tiene la vida.

Al respecto, la corresponsal de Clarín en Washington, que recabó estos testimonios, no puede menos que preguntarse: “¿Sabía el gobierno de Kirchner lo importante que era esta resolución para Estados Unidos? ¿Tuvo alguna influencia el gobierno de Bush? Al menos, la dirigencia judía de Nueva York parece creer que sí” (Clarín, 19-11-06).

Y así nomás es la secuencia: el lobby sionista presionó, exigió y obtuvo compromisos del gobierno argentino en el sentido de culpar a Irán por el atentado a la AMIA, lo que le vino de maravillas al alicaído gobierno de Bush y su no menos alicaída política en Medio Oriente. El nexo entre el lobby yanqui-israelí y la Justicia argentina –que ahora, según los yanquis, es “un ejemplo para el mundo”– fue la senadora Cristina Kirchner.

¿Dónde quedó el supuesto “antiimperialismo” K?

Que estas decisiones contribuyan o no a esclarecer los verdaderos autores y móviles del atentado a la AMIA es lo que menos les importa al gobierno yanqui y al lobby israelí. Hay que decir las cosas como son: si en una guerra la primera víctima es la verdad, acá se trata de una guerra entre EEUU y su aliado Israel, por un lado, y los pueblos de Medio Oriente, por el otro. Y ni al gobierno de EEUU ni a las entidades sionistas les importa un rábano llegar a la verdad del caso AMIA o proteger a los “ciudadanos judíos”, que en este caso son rehenes de las instituciones que dicen defenderlos. Lo que sí les importa, y para eso se embarcan en estas operaciones políticas y judiciales, es salvaguardar sus intereses políticos y de Estado, incluyendo las relaciones con otros Estados. A EEUU y a Israel les conviene que el autor del atentado haya sido el gobierno iraní, y en ese sentido vienen manipulando datos e inventando pruebas desde 1994.

Si Irán tuvo o no responsabilidad sobre el atentado, es algo que nosotros no sabemos ni podemos discernir con los datos reales y confiables que hoy existen. Por otra parte, es un despropósito poner las manos en el fuego por el gobierno reaccionario de Ahmadinejad, como hacen Luis D’Elía y Hebe  de Bonafini.

Por supuesto, defendemos incondicionalmente a Irán de todas las maniobras y agresiones (diplomáticas y también militares) de EEUU e Israel. Pero eso no significa otorgarle un cheque en blanco a un gobierno y un régimen que, más allá de sus roces reales con el imperialismo, son enemigos de los trabajadores y el pueblo iraní. Y no sólo iraní, porque Ahmadinejad ya se ha manifestado proclive a un acuerdo con EEUU y Europa si preserva los intereses “nacionales” de Irán. Esto demuestra, de paso, que la causa palestina sólo puede confiar en la movilización independiente de los pueblos árabes, y nada se puede esperar de la política de “acuerdos de Estado” entre gobiernos burgueses (lo que incluye al de Irán… y al de Venezuela).

En todo caso, respecto del atentado a la AMIA lo único que se ha probado hasta ahora es que los gobiernos y servicios secretos de EEUU, Israel y Argentina hicieron todo lo que pudieron para embarrar la causa, a punto tal que se está ahora más lejos de la verdad que antes.

El gobierno “progresista” de Kirchner se está cargando una mochila muy pesada sobre sus espaldas que puede tener gravísimas consecuencias. Al mejor estilo Menem, está comprometiendo al país no en una acción “antiimperialista”, sino en una cruzada contra una nación independiente de los yanquis.[2] Y no lo hace en pos de la “justicia”, sino en aras de un objetivo mucho más mezquino y rastrero. Que no es otro que cerrar filas con los principales responsables de la opresión, la violencia y las masacres que se viven en Medio Oriente: el imperialismo norteamericano, Israel y sus voceros.


Notas:

1. Gerardo Young, Clarín, 19-11-06.

2. No es la primera vez que lo hace: ya hemos denunciado en su oportunidad la voluntad del gobierno de hacer un Tratado de Libre Comercio con Israel, e incluso de venderle armas al Estado sionista.

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