Bolivia:
Evo Morales privatiza el Mutún
Una
escandalosa entrega del hierro a las multinacionales
Por
Martín Squatter, desde El Alto, Bolivia
“En
estos primeros meses de gobierno del MAS, la política
minera se ha orientado a mantener la misma lógica rentista
de entrega de los yacimientos, maximizando ingresos por
explotación y exportación, sin industrialización” (El
Observador, www.cedla.org).
El
1º de Mayo, Evo Morales anunciaba con bombos y platillos la
“nacionalización” del gas en Bolivia. La noticia
recorrió el mundo. Sólo cuatro días después, el 5 de
Mayo, el tercer yacimiento de hierro de Latinoamérica era
privatizado por este mismo gobierno. Casi nadie se enteró.
Junto con el carácter cada vez mas visible de
“pseudo-nacionalización” de las medidas tomadas por el
gobierno “popular” respecto del gas, la entrega del Mutún
a la hindú Jindal Steel & Power pinta de cuerpo entero
el carácter de la política del gobierno. Se trata de aumentar
la participación estatal en la renta de los recursos
naturales, dejándolos, a todos los efectos prácticos, en
manos de las multinacionales: lo que se llama
“nacionalización sin expropiación”. Pero en el caso
del Mutún, lo que se observa es aún peor: se lleva a
cabo una lisa y llana privatización del mineral del hierro
en los marcos del Código Minero neoliberal de Sánchez de
Lozada.
Una
entrega al viejo estilo
La
privatización de este yacimiento ferro-manganoso se efectuó
tras décadas de estar parado. Se enmarca en el Código
Minero de marzo de 1997, en la ley Nº 3.198 de septiembre
de 2005 y en el Decreto Supremo Nº 28.354 de diciembre de
2005.
En
estos dos últimos textos, sancionados por el gobierno de
Rodríguez Velzé, ya quedaba establecida la “urgencia de
licitar el proyecto siderúrgico del Mutún por su gran
relevancia en el desarrollo regional y nacional”.
¿Que
ha hecho el gobierno de Evo Morales? Lisa y llanamente ha
regalado tal yacimiento a la más grande empresa siderúrgica
del mundo, la hindú Jindal Steel & Power, mediante
el Decreto Supremo 28.705 del 5 de mayo. Esto se da en el
marco de la tremenda suba del precio del hierro en el
mercado internacional: producto de la creciente demanda de
China, se ha triplicado en los últimos 4 años.
Con
la licitación del Mutún se confirma la política minera
del gobierno: el continuismo neoliberal, a pesar de
su cotidiano discurso “antineoliberal”. Porque en
materia de minería se da todo lo contrario: la secular
repetición del ciclo de entrega de los recursos naturales
del país a la expoliación imperialista con la remanida
argumentación de que el Estado no posee los fondos ni el
material técnico y humano para explotar el yacimiento de
manera independiente.
Entrega,
entrega y más entrega
Algunos
datos sobre el contrato que se ha firmado: se trata, otra
vez, de contratos de “riesgo compartido” (como los que
firmaba anteriormente YPFB en gas y petróleo y ahora se
busca “revertir”). La dirección del emprendimiento
estará por 20 años exclusivamente en manos de la
empresa privada. Y luego, por otros 20 años, será
ejercida de manera rotativa entre la privada y el Estado.
Al mismo tiempo, la gerencia, administración y operación
de las plantas industriales del complejo minero-siderúrgico
será responsabilidad también exclusiva de Jindal
durante toda la vigencia del contrato.
“El
Observador” (“Boletín Informativo del Observatorio
Boliviano de Industrias Extractivas”, en www.cedla.org)
da cifras sobre la cantidad de toneladas de minerales y los
millones de dólares que se apropiará la multinacional:
de los 40.000 millones de toneladas que se supone posee el
Mutún, la empresa tendría de regalo unos 20.000 millones
(se licita “sólo” el 50% del yacimiento), que a 40 dólares
la tonelada en el mercado internacional bordean la fabulosa
suma de 800.000 millones de dólares (en caso de que se
comprueben todas estas reservas). De esa cantidad, se podrían
obtener 7.000 millones de toneladas de acero a un precio de
650 dólares la tonelada. ¡Se trata de cifras siderales!
Como
“contrapartida”, el Estado embolsará la miserable
suma de 120 millones de dólares por año. La excusa del
MAS: ante el hecho de que el yacimiento se encuentra hoy
paralizado, la concesión significará, al menos, otro
aumento de la recaudación fiscal. Pero este cínico
argumento pretende esconder el carácter escandaloso de
esta enajenación de otro recurso natural estratégico y con
demanda creciente en el mercado mundial.
Otro
dato de importancia para conocer el grado de entrega es el
tratamiento de los minerales “residuales”del yacimiento
(son los que se encuentran en cantidades “menores”). En
esto, la concesión a la Jindal se basa en el artículo 29
del señalado Código Minero, donde se señala que “todo
residuo minero metalúrgico pertenece al titular de la
concesión minera”. La cuestión es que en el caso del Mutún
esto no es nada despreciable, porque entre esos residuos se
encuentran minerales como el manganeso, níquel, cromo y
otros.
¿Industrialización?
“Ya
no sólo tenemos recursos e ingresos produciendo y
explotando materias primas, sino también obtendremos
ingresos obteniendo hierro y acero; en otras palabras, empezamos
la industria siderúrgica
y este es un aporte importante al país, al estado y a la
región” (Carlos Villegas, ministro de Hidrocarburos y
privatizador del Mutún).
El
gobierno se jacta de que el emprendimiento “generará
2.000 puestos de trabajo directos y 10.000 indirectos”.
Habla de que con este contrato se “empieza la
industrialización de la materia prima”. Pero, en
realidad, esto bordea la estafa, porque si bien la licitación
incluye “el diseño, suministro, construcción, montaje y
puesta en operación de un complejo minero-siderúrgico en
el Mutún”, la tan mentada “industrialización” se
reducirá a una ínfima proporción del mineral extraído.
Según
El Observador: “el nivel de industrialización es minúsculo
comparado con las perspectiva de explotación del
yacimiento que tiene la empresa Jindal. La empresa quiere
extraer 50 millones de toneladas de concentrados, mientras
que para producir 1,43 millones de toneladas de acero
laminado anual sólo se requieren 2,5 millones de toneladas
de hierro: es decir, se prevé industrializar sólo el 5%
de la materia prima”.
Entrega,
entrega y entrega que coincide con el actual giro a la
derecha del gobierno en su trato con Repsol y Petrobras
en materia de gas.
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