¿Hacia
un instrumento político de los trabajadores?
Las
semillas del Marzo Paraguayo
Agrupamiento
por el Socialismo
Reproducimos
la editorial del periódico de Agrupamiento por el
Socialismo, nuestros compañeros de Paraguay. En este país
comienzan a soplar los vientos del resto de la región.
Aparecen nuevas figuras que buscan emular a Evo Morales o Chávez,
como monseñor Lugo. Por esto es tan importante también en
ese país la pelea por poner en pie una herramienta política
clasista alternativa a cualquier variante frentepopulista y
de conciliación de clases.
El
marzo paraguayo marcó a sangre y fuego un antes y un después
en la conciencia de los trabajadores y el pueblo explotado
en general. Y aún hoy soplan con fuerza los vientos que
traen consigo los recuerdos de los gritos y disparos en la
Plaza. Las 35.000 personas que salieron a las calles el 29
de marzo pasado gritando ¡Dictadura nunca más! como un no
rotundo al intento de Nicanor de autoprorrogarse en el
poder, manifestándose por un ¡basta de dictaduras y de
dictadores!, son el producto de la maduración en la
conciencia de los trabajadores y el pueblo de las semillas
del marzo paraguayo. Es la negativa férrea a una vuelta atrás,
la afirmación de que no se va a transigir ni especular con
las conquistas democráticas que tanta sangre nos han
costado.
Sin
embargo, a pesar de esta conquista política, actualmente
nos encontramos con un fenómeno contradictorio. La gran
contradicción no está –centralmente– en la conciencia
de los y las 35.000 personas, organizaciones sociales, de
trabajadores, colectivos e individualidades que dieron, en
este contexto, su apoyo a Resistencia Ciudadana participando
bajo su convocatoria, sino en las figuras y organizaciones
que son hoy su dirección política.
Hoy
algunos ven hasta con sorpresa que uno de los principales
implicados en la masacre de las plazas frente al Congreso
hoy llegue a presidirlo. De la mano de una “concertación”
producto del proceso iniciado con Resistencia Ciudadana, los
que asumieron la dirección de un frente único entre
diversos sectores conformado contra la dictadura y el
autoritarismo votaron en el parlamento para que González
Quintana, oviedista de pura cepa, condenado por las muertes
de estudiantes y campesinos durante el marzo paraguayo,
ocupe la presidencia del Congreso.
Una
de las mayores contradicciones de Resistencia Ciudadana y de
la futura “concertación opositora” está en el carácter
nada democrático y progresista de los principales partidos
que componen la dirección política de la misma,
concretamente Patria Querida, el PLRA y el UNACE.
Ese
es el gran dilema de Resistencia y de la “concertación”,
por más amplia que sea la participación de gremios
trabajadores y de organizaciones sociales ampliamente
enraizadas en las luchas del movimiento popular que apoyan a
este frente por verlo, erróneamente, como un instrumento válido
para llevar adelante las luchas de los explotados. Terminan
siendo furgón de cola de partidos patronales y
latifundistas, y, como en el caso del oviedismo,
abiertamente antidemocráticos y con las manos manchadas de
sangre.
Y
qué nos puede sorprender de un partido como Patria Querida,
al cual no le tembló la mano en absoluto para concebir algo
tan atroz para el nivel de vida de los trabajadores como el
impuestazo, o la aprobación y firma de la inmunidad para
las tropas yanquis que ingresaron a nuestro territorio.
Evidentemente, no les va a costar nada votar por alguien
responsable del asesinato de jóvenes estudiantes.
La
cuestión de fondo es de clase, no la llamada “alternancia
democrática”
Siempre
se recuerda como balance del marzo paraguayo que el gobierno
producto de esa verdadera rebelión popular fue, paradójicamente,
mucho peor que el que fuera derrotado por aquella heroica
movilización de estudiantes, obreros y campesinos.
Efectivamente, tanto González Macchi como sus secuaces no
tenían mucho que ver con las reales aspiraciones de los
luchadores y mártires del marzo paraguayo.
Ése
es el problema de fondo: en aquella lucha, a pesar de que el
pueblo en las calles derribó a un gobierno por autoritario
y neoliberal, el poder termina en manos de otro grupo
gobernante, que sacando cuentas al final es tan represivo y
neoliberal como el anterior. ¿Por qué? Porque la alianza
de los partidos políticos defensores de los intereses de
los patrones y terratenientes que formaban parte del
Congreso durante el curso de esa rebelión hicieron todo lo
posible por desmovilizar, absorber y desviar el proceso
desencadenado en la conciencia del pueblo trabajador.
Y
lo más importante es que esto sólo fue posible porque no
existía un polo político independiente que reflejara y
canalizara la fuerza de este ascenso y lo llevara
consecuentemente hacia adelante. Ese polo sólo podía ser
un polo clasista, es decir, que representara los verdaderos
intereses de la rebelión popular, los intereses de los
trabajadores, los campesinos, y los estudiantes.
El
vacío de poder, la falta de una alternativa real propia de
los y para los trabajadores, independiente, clasista, y con
metas que van más allá de meras reformas democráticas y
donde se plantee consecuentemente como programa histórico
trascender el sistema capitalista, sólo conduce a una vía
muerta a cualquier iniciativa que pretenda cambiar algo de
fondo en este país.
Los
organizaciones que depositan su esperanza en Resistencia
Ciudadana y en la “concertación” con Fernando Lugo a la
cabeza –aunque esto sea una expresión de cómo los
llamados “sectores sociales” están viendo la forma de
expresarse políticamente, y es un salto enorme ver la
necesidad de proponer alternativas de poder– buscan en la
alternancia al viejo aparato burocrático que maneja el
estado paraguayo, la ANR, la solución a todos los males que
nos aquejan socialmente, y están errando el camino.
Pues
la alternancia que conciben parte de la premisa falsa de la
necesidad de aliarse con los partidos burgueses que se hacen
llamar de “oposición” para, según ellos, poder
enfrentar con éxito en las elecciones de 2008 a la
burocracia colorada. Precisamente esta alianza con los
mismos partidos que traicionaron el marzo paraguayo,
incluyendo al que estaba en la vereda de enfrente apretando
el gatillo, es un nuevo intento de absorber, maniatar y
desviar el proceso de politización creciente de los
trabajadores, producto de la lenta recomposición que se está
gestando en los últimos dos años.
Reactivar
el Frente Único de los trabajadores del campo y la ciudad
Seguimos
sosteniendo que el Frente Nacional de Lucha por La Soberanía
y la Vida, que aglutinaba en su seno a las más combativas
organizaciones obreras y campesinas de nuestro país, debió
tomar como suya la discusión de construir una herramienta
política de los trabajadores. Sin embargo, varios gremios
que lo conformaban decidieron dar su apoyo a la
“concertación”, dejando de lado al FNLSV. No nos
referimos a la vieja burocracia corrupta de ciertas
centrales fantasmas que intenta aparecer en la palestra pública
nuevamente, sino a otras organizaciones, que, como ya
dijimos, creen realmente que sólo la figura de Fernando
Lugo, con los sapos a ser tragados que le siguen, pueden
cambiar la desesperante situación en que vivimos.
Nuestra
posición es que sólo un polo independiente de los
trabajadores del campo y la ciudad puede garantizar la
salvaguarda de las conquistas democráticas y la
profundización de las mismas. Independiente de los partidos
que representan a los patrones y latifundistas como Patria
Querida, el PLRA o el UNACE, cómplices del Partido Colorado
y el imperialismo en el saqueo y la explotación de las
clases trabajadoras.
No
perdamos más tiempo: las luchas de trabajadores urbanos y
la vuelta a escena del combativo campesinado necesitan ser
unificadas y fortalecidas y al mismo tiempo realizar la
discusión de la necesidad histórica de esta herramienta
política clasista, combativa, anticapitalista y
revolucionaria. Debemos reactivar el FNLSV y que en su seno
se discuta ampliamente en las bases la construcción de
nuestra propia herramienta política.
Sólo
una alternativa clasista puede garantizar la conquista de
los derechos básicos que hoy nos son negados sistemáticamente,
como la salud, la educación, la vivienda, el derecho a un
empleo digno y el acceso a la tierra. Sólo si las
organizaciones de lucha obreras, campesinas, barriales, y
estudiantiles van a la cabeza, con sus propias
reivindicaciones, se podrá empujar el proceso a la
izquierda.
Hacemos
un llamado a los sectores del movimiento que hoy ven a la
“concertación” con esperanzas a que rompan con la
burguesía, con los partidos patronales y latifundistas, y
construyamos juntos la herramienta política de los
trabajadores, los campesinos, los estudiantes, las
organizaciones barriales y de base, con el pueblo explotado
en general.
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