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Análisis
del “héroe” de la sociedad oficial (burguesa)
Por
la vuelta
Por
Isidoro Cruz Bernal
Otra
vez una marcha de Blumberg, la cuarta desde su aparición
como mascarón de proa de las cruzadas en favor de la
“mano dura”, planteada por la derecha neoliberal como la
solución universal a los desequilibrios sociales que ella
misma genera.
La
propaganda muestra a Blumberg mirando a lo lejos. Esa mirada
se repite en otras fotos que lo muestran cargado de
expedientes. Una mirada que no implica una especial lucidez
ni concentración de pensamiento, sino lo exactamente
opuesto. Basta escucharlo hablar, con su falta de ilación e
incontables furcios, para confirmar esto. Después de su
fracaso del año pasado, Blumberg se plantea volver al
centro de la escena política. ¿Qué representó antes y qué
representa ahora?
El
“efecto Blumberg”
Es
útil recapitular cómo Blumberg llegó a instalarse en el
lugar que ocupa. Fue el jueves 1º de abril de 2004 cuando,
unos días después que una banda de secuestradores
asesinara a su único hijo, llamó a una concentración
frente al Congreso y logró convocar a más de 100.000
personas. Esta marcha tuvo una característica que en las
siguientes desaparecerá, que fue su carácter aluvional.
La marcha atrajo a sectores de la clase dominante y de clase
media alta pero también acudieron sectores desorganizados
de las clases populares que peticionaban justicia para sus
muertos (la mayoría de ellos a manos de policías o
punteros del PJ). A pesar del carácter reaccionario que
tuvieron desde el inicio las marchas de Blumberg, éste trató
de manejarse con un discurso de carácter centrista y
moderado mientras, haciéndose el inocente, planteaba el
fortalecimiento de la policía del “gatillo fácil” y se
rodeaba de los restos del “manodurismo” ruckaufista (al
mismo tiempo que se hacía el distraído con planteos que le
hacían llegar organismos de DDHH).
Las
dos marchas siguientes tuvieron una repercusión menor: más
o menos 50.000 personas. Las convocatorias de Blumberg
siguieron la trayectoria previsible que tenían su
nomenclatura de clase, su orientación y sus planteos. El
carácter aluvional y policlasista que tuvo su convocatoria
inicial se fue volatilizando e incluso, su figura perdió el
carácter de “indiscutible” que tuvo en un comienzo.
Después de un tiempo en que las definiciones sobre su
persona estuvieron “reprimidas” en función de cautelas
y cálculos políticos, empezó a generar odios y amores en
la sociedad. Lo que posibilitó esto último fue el
“destape” de sus convicciones más íntimas que dejó en
evidencia el ingeniero cuando ubicó como enemigo político
a los organismos de DDHH, perdiendo al instante cualquier pátina
centrista y moderada, quedando perfilado con lo más cavernícola
de la derecha local. A eso hay que agregar su admiración
por el Chile del pinochetismo light actual y que, en esa última
marcha, las reivindicaciones de mayor presupuesto y poderes
para la policía ocuparon más de la mitad de su discurso.
Por
último, no hay que perder la perspectiva de que a pesar que
Blumberg refleja un fenómeno social real (para ser exacto:
la protesta de los sectores dominantes en torno a los
efectos que genera la reproducción de sus condiciones de
existencia material) tiene a su favor el monopolio burgués
de los medios de comunicación que oficia de reproductor
permanente de problemas y propuestas casi calcadas de las de
Blumberg. Los medios son el soporte para la expansión de
las propuestas de securidad, haciéndolas aparecer como
si fueran en interés de toda la sociedad y no como es en
realidad, el programa de autodefensa armada de la clase
dominante. Incluso en las marchas anteriores de Blumberg,
éstas fueron transmitidas en cadena y en tiempo real. Lo
cual muestra, una vez más, la conciencia de clase de los
capitalistas.
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