Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 86, 31/08/06
 

 

 

 

 

 

Análisis del “héroe” de la sociedad oficial (burguesa)

Por la vuelta

Por Isidoro Cruz Bernal

Otra vez una marcha de Blumberg, la cuarta desde su aparición como mascarón de proa de las cruzadas en favor de la “mano dura”, planteada por la derecha neoliberal como la solución universal a los desequilibrios sociales que ella misma genera.

La propaganda muestra a Blumberg mirando a lo lejos. Esa mirada se repite en otras fotos que lo muestran cargado de expedientes. Una mirada que no implica una especial lucidez ni concentración de pensamiento, sino lo exactamente opuesto. Basta escucharlo hablar, con su falta de ilación e incontables furcios, para confirmar esto. Después de su fracaso del año pasado, Blumberg se plantea volver al centro de la escena política. ¿Qué representó antes y qué representa ahora? 

El “efecto Blumberg”

Es útil recapitular cómo Blumberg llegó a instalarse en el lugar que ocupa. Fue el jueves 1º de abril de 2004 cuando, unos días después que una banda de secuestradores asesinara a su único hijo, llamó a una concentración frente al Congreso y logró convocar a más de 100.000 personas. Esta marcha tuvo una característica que en las siguientes desaparecerá, que fue su carácter aluvional. La marcha atrajo a sectores de la clase dominante y de clase media alta pero también acudieron sectores desorganizados de las clases populares que peticionaban justicia para sus muertos (la mayoría de ellos a manos de policías o punteros del PJ). A pesar del carácter reaccionario que tuvieron desde el inicio las marchas de Blumberg, éste trató de manejarse con un discurso de carácter centrista y moderado mientras, haciéndose el inocente, planteaba el fortalecimiento de la policía del “gatillo fácil” y se rodeaba de los restos del “manodurismo” ruckaufista (al mismo tiempo que se hacía el distraído con planteos que le hacían llegar organismos de DDHH).

Las dos marchas siguientes tuvieron una repercusión menor: más o menos 50.000 personas. Las convocatorias de Blumberg siguieron la trayectoria previsible que tenían su nomenclatura de clase, su orientación y sus planteos. El carácter aluvional y policlasista que tuvo su convocatoria inicial se fue volatilizando e incluso, su figura perdió el carácter de “indiscutible” que tuvo en un comienzo. Después de un tiempo en que las definiciones sobre su persona estuvieron “reprimidas” en función de cautelas y cálculos políticos, empezó a generar odios y amores en la sociedad. Lo que posibilitó esto último fue el “destape” de sus convicciones más íntimas que dejó en evidencia el ingeniero cuando ubicó como enemigo político a los organismos de DDHH, perdiendo al instante cualquier pátina centrista y moderada, quedando perfilado con lo más cavernícola de la derecha local. A eso hay que agregar su admiración por el Chile del pinochetismo light actual y que, en esa última marcha, las reivindicaciones de mayor presupuesto y poderes para la policía ocuparon más de la mitad de su discurso.

Por último, no hay que perder la perspectiva de que a pesar que Blumberg refleja un fenómeno social real (para ser exacto: la protesta de los sectores dominantes en torno a los efectos que genera la reproducción de sus condiciones de existencia material) tiene a su favor el monopolio burgués de los medios de comunicación que oficia de reproductor permanente de problemas y propuestas casi calcadas de las de Blumberg. Los medios son el soporte para la expansión de las propuestas de securidad, haciéndolas aparecer como si fueran en interés de toda la sociedad y no como es en realidad, el programa de autodefensa armada de la clase dominante. Incluso en las marchas anteriores de Blumberg, éstas fueron transmitidas en cadena y en tiempo real. Lo cual muestra, una vez más, la conciencia de clase de los capitalistas.