SUTNA:
a dos años del conflicto por los 94 despedidos de Firestone
Un
“triunfo” según Pedro Wasiejko
Darío,
compañero despedido de Firestone
Presentamos
esta nota publicada en un boletín contra la esclavitud
laboral hecho por jóvenes trabajadores de la zona sur del
Gran Buenos Aires, del cual forman parte los compañeros del
MAS. En ese caso se denuncia el papel de la dirección del
sindicato del neumático y de la CTA, con conclusiones que
son de actualidad para las batallas en curso en el gremio.
En
octubre de 2002, la seccional Llavallol del sindicato del
neumático (SUTNA) y la empresa Bridgestone-Firestone discutían
un nuevo convenio de trabajo, porque el anterior había
vencido en mayo. Ante la intransigencia patronal se hace un
quite de colaboración. La empresa, en represalia, impide el
ingreso de algunos delegados a la planta. Ante este
atropello y la falta de respuesta al reclamo salarial, los
trabajadores respondieron con un paro que duró 6 días.
Luego la empresa despide a 94 compañeros, y lo que se había
iniciado como una pelea por una mejora salarial se
convirtió en una lucha por la reincorporación de los
despedidos. Cuando suceden los despidos, el secretario
general del SUTNA, Pedro Wasiejko, decide que no es
conveniente responder con otro paro, argumentando que la
producción todavía seguía afectada por la huelga anterior.
De esta forma la empresa tuvo amplia ventaja para rearmarse.
Luego
de algunas semanas de iniciado el conflicto, Pedro, que
contaba con el apoyo de los funcionarios del gobierno, dio a
conocer la estrategia para conseguir las reincorporaciones:
“Como los despidos son ilegales –a fines del 2001, la
empresa logró una importante rebaja salarial que a cambio
garantizaba estabilidad laboral– y la empresa no acata la
resolución ministerial de reincorporar, el Ministerio tiene
la facultad de aplicar sanciones económicas, que pueden
agravarse en el caso de que la empresa permanezca
intransigente. Si no pagan las multas se pueden embargar las
cuentas de la empresa. De esta forma, si se acumulan las
multas, el monto de las sanciones será tan alto que a la
empresa le va a convenir pagar los salarios de los
trabajadores cesantes y reincorporar a todos”. Este fue el
cuento del sindicato que todos nos comimos.
Luego
de aplicar una multa irrisoria, Tomada dijo que no era
conveniente continuar con las multas ya que la empresa podía
pagarlas (!). En cambio, se el Ministerio se comprometía a
impulsar un proyecto de ley para quitarle algún beneficio
impositivo a las empresas que no cumplan resoluciones
ministeriales. Una salida vergonzosa del ministro Tomada. A
todo esto ya estábamos a fines de enero y habían pasado
tres meses desde los despidos.
Mientras
tanto, los despedidos nos organizamos en la puerta y
recibimos la solidaridad de los compañeros que aportaban
para el fondo de huelga: Esto, junto con otras actividades,
permitió sostenernos económicamente.
Luego
del fracaso del Ministerio, comenzó la campaña de la Lista
Violeta por la reelección de Pedro. En mayo de 2004 estaban
las elecciones generales. Por eso, con distintas maniobras
nos bicicletearon varios meses. Hay que decir que los
despedidos estábamos de acuerdo en apostar a que llegaran
las elecciones, porque estaba la promesa de que
inmediatamente después del triunfo se metería el paro. Por
eso aguantamos hasta mayo.
Y
llegó el día de las elecciones, ganó Pedro Wasiejko… y
no pasó nada. Decía que la empresa se acercaría a
negociar, pero pasaban las semanas y no pasaba nada. En ese
momento se quebró la confianza que había en Pedro Wasiejko
y los otros delegados.
Más
maniobras de la burocracia
En
los últimos años, los compañeros se mantenían unidos y
daban pelea periódicamente para conseguir mejoras. Pero
esta vez la empresa se propuso quebrar esta unidad.
Para esto, presionó fuertemente a los nuevos contratados,
obligándolos a trabajar horas extra cuando había quite de
colaboración.
Luego
de tanto tiempo de espera comenzaron las diferencias y las
divisiones: una parte de los compañeros no veía bien
nuestra desconfianza y nuestra impaciencia, y los que
estaban trabajando no sabían bien lo que pasaba. Con
algunos compañeros decidimos que había que tomar una
medida para tomar la manija del conflicto y tratar de
convencer a los más viejos, que también empezaban a dudar
del manejo del sindicato, pero no veían otra salida. En ese
momento, Pedro decide que se bloquearían los portones de la
fábrica para impedir el ingreso de materias primas y el
egreso de neumáticos. Fue una maniobra muy hábil porque así
siguió manejando el conflicto.
Estuvimos
bloqueando los dos portones de acceso con carpas durante 10
días, pero no aflojaban. El décimo día de bloqueo, la
empresa, en una maniobra desesperada, intenta sacar las
cubiertas por unos terrenos del ferrocarril. Llegamos a
tiempo y bloqueamos también ese acceso. En ese momento la
empresa estaba contra las cuerdas y llamaron a Pedro para
negociar. Al día siguiente se levantó el bloqueo sólo
porque la empresa se comprometía a negociar y reincorporar
a algunos. Luego de los 10 días de bloqueo, estaban todos
agotados y confundidos porque Pedro armó una reunión donde
dijo que se había conseguido una gran “victoria”, y
organizó un asado para esa misma noche para “festejar”.
Hablaron también otros dirigentes de la CTA, entre ellos
Victorio Paulon, que luego de algunas consideraciones
finalizó su discurso diciendo que habíamos conseguido un
“gran triunfo”. Todos aplaudieron y se emocionaron y yo
me fui a mi casa con una bronca terrible. Estábamos
reculando cuando los teníamos contra las cuerdas a cambio
de promesas.
En
la reunión con la empresa, días más tarde, ésta ofrece
reincorporar a cuatro trabajadores. Éramos 60 los que seguíamos
firmes para entrar Pedro nos informa esto y obviamente lo
rechazamos, hacen una segunda reunión y una tercera y otra.
Finalmente, Pedro nos da a conocer la lista de los posibles
reincorporados: alrededor de ocho compañeros, pero lo
rechazamos y salimos a bloquear nuevamente los portones,
pero esta vez con menos suerte. Al segundo día nos
desalojan violentamente más de 400 efectivos policiales,
con carros hidrantes y caballería. Fue muy duro golpe para
nosotros, ya que habíamos desaprovechado el bloqueo
anterior con las promesas de la empresa y el festejo de
Pedro.
Viendo
que se habían agotado todos los métodos, Pedro decide
meter el paro, que se mantuvo durante una semana. En una
asamblea de despedidos, pide que le den un “aval” para
terminar con el conflicto. Los compañeros, totalmente
desgastados, se lo dan; sólo cinco se opusieron. Ése fue
el momento del golpe final, cuando se votó mayoritariamente
dejar todo en manos de la burocracia de Pedro. Este
aval fue una carta blanca, porque no se sometió a asamblea
la propuesta de la empresa. Pedro Wasiejko decidiría
nuestra suerte y la de los compañeros que estaban
trabajando.
Se
acordó reincorporar a 12 compañeros (una lista que armó
la empresa con la ayuda de Pedro), una indemnización para
los demás y ningún contratado reincorporado, más promesas
de cursos de capacitación y la formación de una
cooperativa.
Conclusiones
1.
Bridgestone-Firestone, de capitales japoneses, no respetó
el convenio del SUTNA y no acató las resoluciones del
Ministerio de Trabajo de la Nación, que intimaban a dejar
sin efecto los despidos y a pagar los salarios caídos desde
el momento de los despidos hasta el día de reincorporación.
2.
El gobierno nacional no hizo cumplir las leyes. El ministro
Carlos Tomada, “amigo” de la CTA, pudo haber aplicado
fuertes multas, pero desistió de hacerlo. El presidente Néstor
Kirchner tomó conocimiento del conflicto y ordenó a Tomada
resolverlo… ya
vimos de qué manera.
3.
La justicia no pudo hacer que la empresa cumpliera las
resoluciones ministeriales, pero sí ordenó el desalojo de
los trabajadores que bloquearon los portones de la fábrica
en reclamo de sus legítimos derechos: su fuente de trabajo.
4.
Pedro Wasiejko, junto con De Gennaro y la CTA, estuvieron
totalmente subordinados al poder político de Kirchner y
“durmieron” el conflicto para que no pasara a mayores. Sólo
con medidas concretas de los trabajadores se consiguieron
avances: cuando los despedidos bloquearon los portones la
empresa negoció reincorporaciones, y cuando los que estaban
adentro pararon la fábrica se avanzo un poco más. Pero
sucedió que desde el sindicato se ponía un freno a nuestro
avance. Si las decisiones hubieran salido de asambleas
democráticas el resultado hoy sería otro.
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