Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 86, 31/08/06
 

 

 

 

 

 

SUTNA: a dos años del conflicto por los 94 despedidos de Firestone

Un “triunfo” según Pedro Wasiejko

Darío, compañero despedido de Firestone

Presentamos esta nota publicada en un boletín contra la esclavitud laboral hecho por jóvenes trabajadores de la zona sur del Gran Buenos Aires, del cual forman parte los compañeros del MAS. En ese caso se denuncia el papel de la dirección del sindicato del neumático y de la CTA, con conclusiones que son de actualidad para las batallas en curso en el gremio.

En octubre de 2002, la seccional Llavallol del sindicato del neumático (SUTNA) y la empresa Bridgestone-Firestone discutían un nuevo convenio de trabajo, porque el anterior había vencido en mayo. Ante la intransigencia patronal se hace un quite de colaboración. La empresa, en represalia, impide el ingreso de algunos delegados a la planta. Ante este atropello y la falta de respuesta al reclamo salarial, los trabajadores respondieron con un paro que duró 6 días. Luego la empresa despide a 94 compañeros, y lo que se había iniciado como una pelea por una mejora salarial se convirtió en una lucha por la reincorporación de los despedidos. Cuando suceden los despidos, el secretario general del SUTNA, Pedro Wasiejko, decide que no es conveniente responder con otro paro, argumentando que la producción todavía seguía afectada por la huelga anterior. De esta forma la empresa tuvo amplia ventaja para rearmarse.

Luego de algunas semanas de iniciado el conflicto, Pedro, que contaba con el apoyo de los funcionarios del gobierno, dio a conocer la estrategia para conseguir las reincorporaciones: “Como los despidos son ilegales –a fines del 2001, la empresa logró una importante rebaja salarial que a cambio garantizaba estabilidad laboral– y la empresa no acata la resolución ministerial de reincorporar, el Ministerio tiene la facultad de aplicar sanciones económicas, que pueden agravarse en el caso de que la empresa permanezca intransigente. Si no pagan las multas se pueden embargar las cuentas de la empresa. De esta forma, si se acumulan las multas, el monto de las sanciones será tan alto que a la empresa le va a convenir pagar los salarios de los trabajadores cesantes y reincorporar a todos”. Este fue el cuento del sindicato que todos nos comimos.

Luego de aplicar una multa irrisoria, Tomada dijo que no era conveniente continuar con las multas ya que la empresa podía pagarlas (!). En cambio, se el Ministerio se comprometía a impulsar un proyecto de ley para quitarle algún beneficio impositivo a las empresas que no cumplan resoluciones ministeriales. Una salida vergonzosa del ministro Tomada. A todo esto ya estábamos a fines de enero y habían pasado tres meses desde los despidos.

Mientras tanto, los despedidos nos organizamos en la puerta y recibimos la solidaridad de los compañeros que aportaban para el fondo de huelga: Esto, junto con otras actividades, permitió sostenernos económicamente.

Luego del fracaso del Ministerio, comenzó la campaña de la Lista Violeta por la reelección de Pedro. En mayo de 2004 estaban las elecciones generales. Por eso, con distintas maniobras nos bicicletearon varios meses. Hay que decir que los despedidos estábamos de acuerdo en apostar a que llegaran las elecciones, porque estaba la promesa de que inmediatamente después del triunfo se metería el paro. Por eso aguantamos hasta mayo.

Y llegó el día de las elecciones, ganó Pedro Wasiejko… y no pasó nada. Decía que la empresa se acercaría a negociar, pero pasaban las semanas y no pasaba nada. En ese momento se quebró la confianza que había en Pedro Wasiejko y los otros delegados.

Más maniobras de la burocracia

En los últimos años, los compañeros se mantenían unidos y daban pelea periódicamente para conseguir mejoras. Pero esta vez la empresa se propuso quebrar esta unidad. Para esto, presionó fuertemente a los nuevos contratados, obligándolos a trabajar horas extra cuando había quite de colaboración.

Luego de tanto tiempo de espera comenzaron las diferencias y las divisiones: una parte de los compañeros no veía bien nuestra desconfianza y nuestra impaciencia, y los que estaban trabajando no sabían bien lo que pasaba. Con algunos compañeros decidimos que había que tomar una medida para tomar la manija del conflicto y tratar de convencer a los más viejos, que también empezaban a dudar del manejo del sindicato, pero no veían otra salida. En ese momento, Pedro decide que se bloquearían los portones de la fábrica para impedir el ingreso de materias primas y el egreso de neumáticos. Fue una maniobra muy hábil porque así siguió manejando el conflicto.

Estuvimos bloqueando los dos portones de acceso con carpas durante 10 días, pero no aflojaban. El décimo día de bloqueo, la empresa, en una maniobra desesperada, intenta sacar las cubiertas por unos terrenos del ferrocarril. Llegamos a tiempo y bloqueamos también ese acceso. En ese momento la empresa estaba contra las cuerdas y llamaron a Pedro para negociar. Al día siguiente se levantó el bloqueo sólo porque la empresa se comprometía a negociar y reincorporar a algunos. Luego de los 10 días de bloqueo, estaban todos agotados y confundidos porque Pedro armó una reunión donde dijo que se había conseguido una gran “victoria”, y organizó un asado para esa misma noche para “festejar”. Hablaron también otros dirigentes de la CTA, entre ellos Victorio Paulon, que luego de algunas consideraciones finalizó su discurso diciendo que habíamos conseguido un “gran triunfo”. Todos aplaudieron y se emocionaron y yo me fui a mi casa con una bronca terrible. Estábamos reculando cuando los teníamos contra las cuerdas a cambio de promesas.

En la reunión con la empresa, días más tarde, ésta ofrece reincorporar a cuatro trabajadores. Éramos 60 los que seguíamos firmes para entrar Pedro nos informa esto y obviamente lo rechazamos, hacen una segunda reunión y una tercera y otra. Finalmente, Pedro nos da a conocer la lista de los posibles reincorporados: alrededor de ocho compañeros, pero lo rechazamos y salimos a bloquear nuevamente los portones, pero esta vez con menos suerte. Al segundo día nos desalojan violentamente más de 400 efectivos policiales, con carros hidrantes y caballería. Fue muy duro golpe para nosotros, ya que habíamos desaprovechado el bloqueo anterior con las promesas de la empresa y el festejo de Pedro.

Viendo que se habían agotado todos los métodos, Pedro decide meter el paro, que se mantuvo durante una semana. En una asamblea de despedidos, pide que le den un “aval” para terminar con el conflicto. Los compañeros, totalmente desgastados, se lo dan; sólo cinco se opusieron. Ése fue el momento del golpe final, cuando se votó mayoritariamente dejar todo en manos de la burocracia de Pedro. Este aval fue una carta blanca, porque no se sometió a asamblea la propuesta de la empresa. Pedro Wasiejko decidiría nuestra suerte y la de los compañeros que estaban trabajando.

Se acordó reincorporar a 12 compañeros (una lista que armó la empresa con la ayuda de Pedro), una indemnización para los demás y ningún contratado reincorporado, más promesas de cursos de capacitación y la formación de una cooperativa.

Conclusiones

1. Bridgestone-Firestone, de capitales japoneses, no respetó el convenio del SUTNA y no acató las resoluciones del Ministerio de Trabajo de la Nación, que intimaban a dejar sin efecto los despidos y a pagar los salarios caídos desde el momento de los despidos hasta el día de reincorporación.

2. El gobierno nacional no hizo cumplir las leyes. El ministro Carlos Tomada, “amigo” de la CTA, pudo haber aplicado fuertes multas, pero desistió de hacerlo. El presidente Néstor Kirchner tomó conocimiento del conflicto y ordenó a Tomada resolverlo…  ya vimos de qué manera.

3. La justicia no pudo hacer que la empresa cumpliera las resoluciones ministeriales, pero sí ordenó el desalojo de los trabajadores que bloquearon los portones de la fábrica en reclamo de sus legítimos derechos: su fuente de trabajo.

4. Pedro Wasiejko, junto con De Gennaro y la CTA, estuvieron totalmente subordinados al poder político de Kirchner y “durmieron” el conflicto para que no pasara a mayores. Sólo con medidas concretas de los trabajadores se consiguieron avances: cuando los despedidos bloquearon los portones la empresa negoció reincorporaciones, y cuando los que estaban adentro pararon la fábrica se avanzo un poco más. Pero sucedió que desde el sindicato se ponía un freno a nuestro avance. Si las decisiones hubieran salido de asambleas democráticas el resultado hoy sería otro.