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Una
gran experiencia obrera
Las Coordinadoras de 1975
Por
Oscar Alba
Las
Coordinadoras fabriles surgidas durante la movilización contra el plan económico
del gobierno peronista de Isabel Perón fueron centralmente organismos de lucha
que promovió la vanguardia obrera que había ganado un espacio importante en la
dirección de la clase obrera industrial. También en sectores como bancarios y
del transporte.
Con Perón
aún en el gobierno los trabajadores sufrieron una ofensiva, centrada
fundamentalmente en los gremios combativos como el SMATA y Luz y Fuerza de
Córdoba, la Federación Gráfica o la UOM de Villa Constitución. Estos habían sido
intervenidos y sus dirigentes encarcelados o perseguidos. Raimundo Ongaro
(gráficos) y Alberto Picinini (Villa Constitución) estaban presos, y otros, como
Agustín Tosco, debieron pasar a la clandestinidad. Las bandas fascistas habían
comenzado a cobrarse sus primeras víctimas [1] y alrededor de un millar de
militantes políticos estaban en la cárcel.[2] Pero si bien esta situación
quitaba espacio en la superestructura de los sindicatos, por otro lado se fue
ampliando la influencia de la vanguardia antiburocrática y antipatronal en los
organismos de base de los trabajadores, como eran las comisiones internas y los
cuerpos de delegados.[3] En fábricas como Ford, TENSA, La Hidrófila, General
Motors, Grafa, Indiel, De Carlo, Laboratorios Squibb y Centenera, entre otras,
se fueron imponiendo direcciones combativas. Por lo general estas direcciones se
imponían no tanto por elecciones sino a través de duras peleas contra la
burocracia y la patronal. Por eso muchas veces surgían como comisiones
provisorias de reclamos. En Grafa (textil), por ejemplo, surgió una nueva
dirección luego de 21 días de huelga por el reconocimiento de la patronal y el
sindicato.
El 27 de
junio, cuando la burocracia decreta el paro y la movilización, hubo una gran
discusión en la vanguardia. La lógica y sana desconfianza hacia la burocracia en
muchos casos hacía perder de vista dónde estaba el enemigo principal en ese
momento. En un primer momento, los compañeros de la Juventud Trabajadora
Peronista, plantearon en muchos lados que “no había que hacerle el juego a la
burocracia”. Pero rápidamente se dieron cuenta del problema y cambiaron.
Impulsaron con gran fuerza el desarrollo de las coordinadoras. También otras
organizaciones de la izquierda tuvieron un papel destacado en este proceso [4],
aunque no fue el caso del Partido Comunista Revolucionario (hoy CCC), que desde
un primer momento apoyó a Isabel, López Rega y su banda, planteando en su
delirio maoísta que los sindicatos y “el socialimperialismo soviético” querían
voltear al gobierno de Isabel. De esta manera, llamaron a carnerear la huelga
general e instaban a los trabajadores a volver a sus lugares de trabajo.
Las
coordinadoras fueron el producto de un proceso que fueron haciendo los
trabajadores desde finales de los años 60, con flujos y reflujos, pero con una
tendencia creciente de las luchas. La huelga general contra el plan Rodrigo fue
una lucha política y se dio contra un gobierno peronista. Desde este punto de
vista, las coordinadoras fue también un movimiento de creciente politización de
los trabajadores. La ligazón entra la vanguardia clasista de aquellos días con
sectores de masas del movimiento obrero le dieron una fuerza impresionante, lo
cual permitió derrotar la política del gobierno.
Si bien la
movilización obrera de junio-julio del 75 tuvo su cuota de espontaneidad frente
al zarpazo que arrojaba el gobierno, se pudo canalizar a partir de la existencia
de estas nuevas direcciones de base y, como todo movimiento de magnitud política
importante, tuvo en el seno de las coordinadoras a distintas corrientes de
izquierda que motorizaron su desarrollo.
Con
respecto a esto, Eduardo Lucita dice que “las condiciones se van constituyendo
con el devenir del movimiento real, tanto social como político. No surge de
ninguna cabeza iluminada ni de ningún CC, es el propio movimiento con todas sus
contradicciones, el que va sacando sus conclusiones, en un proceso molecular que
de pronto estalla”.[5] Nosotros creemos que no se puede despreciar tan
livianamente la actividad militante de los partidos al interior de la clase
obrera. Sin dudas las coordinadoras tuvieron sus propias contradicciones y
límites, pero hay que reconocer que la gran mayoría de quienes las dirigían eran
militantes de organizaciones de izquierda. ¿Se olvida Lucita que el principal
dirigente de Indiel, que fue la fábrica que impulso la creación de la
coordinadora de La Matanza, era Afatatto, militante del POR (T)? ¿O que Apaza,
principal dirigente de De Carlo de la coordinadora de Zona Norte, era del PST?
[6] Tiene que recordar también a Miguel Bampini, dirigente obrero de Grafa y
militante de la Juventud Trabajadora Peronista. Y así podemos dar muchos
ejemplos de quienes nutrieron las coordinadoras. El “devenir del movimiento
real” del que habla Lucita tiene infinidad de nombres y apellidos, así como
siglas partidarias.
La
experiencia de las coordinadoras fabriles, finalmente, nos muestra la
potencialidad que tienen los asalariados, la dureza para enfrentar a un gobierno
antiobrero y la necesidad de terminar con la putrefacta burocracia sindical. Por
eso no sólo debemos recordarla sino trabajar cotidianamente para superarla.
Notas:
1. El 29
de mayo de 1974, en el quinto aniversario del Cordobaza, fueron asesinados tres
militantes del Partido Socialista de los Trabajadores. Un poco antes había sido
asesinado Inocencio Fernández, activista metalúrgico de Cormasa en la zona
norte. Al mes siguiente fue muerto el diputado Rodolfo Ortega Peña, defensor de
presos políticos y peronista de izquierda.
2. “Pero
entre mediados de 1974 y mayo de 1975, ya sea por efecto de la aplicación de la
Ley de asociaciones Profesionales, de la Ley de Seguridad o el puro y simple
matonaje, no queda en pie casi ningún gremio combativo en el país” (Yolanda
Colom y Alicia Salomone, “Las Coordinadoras Interfabriles de Capital Federal y
Gran Buenos Aires 1975-1976”, Razón y Revolución nº 4, 1998).
3. Ruth
Werner y Facundo Aguirre plantean: “Estas organizaciones expresaban un doble
poder fabril basado en las comisiones internas y los cuerpos de delegados que
disputaban a la patronal el control del lugar de trabajo y a la burocracia la
dirección de un sector del movimiento obrero”(La Verdad Obrera 166). Creemos que
es una exageración hablar de doble poder fabril en el caso de las coordinadoras.
Si bien había ocupaciones de fábricas y paros muy fuertes, y la vanguardia era
esencialmente clasista, tenemos que tener en cuenta que el conjunto de los
trabajadores se movilizaba aún por reivindicaciones específicas, como en este
caso la defensa de los convenios. Con respecto a la burocracia, sin dudas, las
coordinadoras se constituían como la dirección reconocida en un sector
importante de los trabajadores.
4. El
Partido Socialista de los Trabajadores (PST), de fuerte inserción en la
vanguardia obrera, llamó rápidamente a enfrentar el “Rodrigazo” y coordinar las
acciones. El GOR (Grupo Obrero Revolucionario), desprendimiento del ERP, también
centró su política en desarrollar las coordinadoras.
5. Eduardo
Lucita. Entrevista realizada por los estudiantes de Filosofía y Letras, agosto
2005
6- POR
(T): Partido Obrero Revolucionario (Trotskista).
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