Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 82, 06/07/06
 

 

 

 

 

 

Contra tanta esclavitud laboral

Rebelión en la Fundición

Estalló la rebelión contra tanta esclavitud laboral en la Fundición Canning. El accidente de un joven trabajador fue el detonante, una más que no figura en ninguna estadística de las tan prolijas que vociferan en sus discursos Kirchner y sus ministros. Aquéllas que sólo quedan registradas en la memoria obrera y que se traducen en odio de clase, pelea y experiencia de lucha para todos los trabajadores.

Entrevistamos a un compañero de la Fundición. 

SoB –¿Cómo son las condiciones de trabajo y las consecuencias para los trabajadores?

Compañero –Las condiciones de trabajo son pésimas. Falta seguridad, la electricidad no tiene descarga a tierra, los baños están todos tapados, no hacen pozos nuevos para el desagote del agua, maltratos, suspensiones arbitrarias, no podés pedir nada –por ejemplo un barbijo, una antiparra– que te suspenden. Yo estoy trabajando ahí desde 2003 y todos los accidentes que vi fueron por tema de máquinas. En Fundición, por ejemplo, hay máquinas que tienen un tambor y se le engancha el dedo a un chico y se lo quiebra, y como no hay ART, lo curan ahí nomás y lo mandan a trabajar. Como hay roscado hay viruta; hay muchos compañeros que les ha entrado viruta en el ojo y le ponen un par de gotitas en el ojo y chau, andá a trabajar. Es más, al chico que le pasó el accidente de la electricidad si se reponía lo iban a mandar a trabajar. A mí una vez se me cayó la tapa de una máquina en el pie y les tuve que llorar para que me dejen ir al hospital, porque me querían pasar alcohol, agua y nada más y a trabajar de vuelta, y me dijeron “no, andá a tu casa, ponéte hielo y vení mañana”. Constantemente ellos quieren producción y no le importa la vida del trabajador.

Hace dos semanas se electrocutó un compañero con 380, yo lo traje del galpón del fondo hasta la entrada, le dije al capataz que lo ayude, y no respondía, estuvieron fácil 40 minutos dando vueltas y nunca hicieron nada, hasta que le dieron agua. Te das cuenta que no tienen un mínimo de razonamiento de primeros auxilios. Le dieron agua a un chico que se electrocutó, se desmayó, se quedó sin aire, tuvo dos paros. Después de todo eso, que pasaron como cuarenta minutos, lo llevaron hasta el hospital de Ezeiza, que de la fábrica está a unos 30 minutos. Cuando llegan ahí el capataz le dice a los chicos que lo acompañaron: “bueno déjenlo ahí y vuélvanse que no quiero testigos”.

SoB –¿Cómo comenzó el conflicto?

C. –El conflicto comenzó porque ya estábamos cansados de las cosas que pasaban, esta fábrica está desde 1974 y ya estamos pasando 32 años y nunca hubo nada, ni seguridad ni respaldo de nadie. El sindicato vino muchas veces porque lo llamamos anónimamente, pero no respondía, hasta que llegó un momento en que dijimos “Basta”, con el  tema del chico este que pasó un miércoles a las 4 de la tarde. Al otro día nos reunimos todos, tuvimos el respaldo de las personas con más antigüedad. Ahí comenzó el conflicto, de querer negociar algo con la patronal, por lo menos tener seguridad, darnos algo, estamos hablando de una fundición donde no dan leche, y eso es algo fundamental para el trabajo insalubre.

SoB –¿Qué medidas tomaron?

C. –Primero hablamos con el sindicato para informarle que íbamos a hacer una denuncia al Ministerio de Trabajo y llegar a un acuerdo, y si no se tomaban las medidas necesarias, no se volvía a trabajar. Después de mucho hablar nos dieron una audiencia para un miércoles y ahí fue donde discutimos y llegamos a la conclusión de que todo seguridad, higiene, la ropa, leche, todo eso se iba a negociar. Volvimos a trabajar con la seguridad y la higiene disponibles.

Durante seis días estuvo parada la fábrica, no entraba ni salía nadie, solamente dejábamos entrar a los dueños y al capataz.

SoB –¿Cómo tomaban las decisiones?

C. –Las decisiones las tomábamos entre nosotros, estábamos cansados de que el sindicato venga y nunca haga nada. Entonces nos reuníamos y hablábamos, somos 150 trabajadores y siempre éramos veinte que hablábamos, hablábamos con todos, nos entendían, nos apoyaban. Yo, por ejemplo, estuve al frente hablando con todos, tuve el apoyo  de muchos compañeros de afuera que me ayudaron, y fuimos explicándole a los compañeros para que entiendan que esta lucha era para todos y para las familias de ellos, porque muchos chicos tienen 18, 19 años y tienen familia.

SoB –¿Tenían delegados en la fábrica?

C. –No, nunca, desde 1974 hasta ahora nunca hubo delegados. El día de la audiencia conseguimos que nos pongan cuatro delegados provisorios, así que elegimos cuatro a las apuradas, porque estaban afiliados al sindicato, y la mayoría no estaba afiliado al sindicato porque la patronal no te firmaba la autorización para afiliarte. Entonces elegimos a los que estaban afiliados, y van a estar esos  hasta que se cumplan tres o cuatro meses y volvamos a juntarnos todos para elegir para cambiar delegados.

SoB –¿Qué actitud tuvo el sindicato?

C. –Cuando llegó nos dijo: “entren a trabajar que arreglamos todo de afuera”. Como la gente estaba cansada, decidimos que hasta que no arreglaran las cosas no entrábamos. Nos pusimos firmes y se dieron cuenta de que la cosa no era joda, que casi se nos muere un compañero y por eso fuimos a hacer la denuncia al Ministerio para también apurarlos a ellos para que hicieran algo.

Cuando tuvimos la respuesta del Ministerio el primer día de huelga, los del sindicato nos dijeron: “miren muchachos, nosotros tenemos denuncias del año 74 de esta persona”. A lo que yo les dije: “estamos en el 2006 y nunca hicieron nada”, y me respondieron: “nosotros íbamos a empezar de a poco”. Tienen multas impagas, juicios impagos, todo eso nos lo dijo la abogada del Ministerio, no sé por qué el sindicato nunca respaldó.

SoB –Después que empezaron a trabajar, ¿notaron cambios?

C. –Los cambios que se notan son mínimos, porque lo que es la higiene, mandan a limpiar los baños dos veces por semana. Los maltratos también cambiaron, pero es una persona que tiene 80 años y no cambió en toda su vida y no va a cambiar de un día para el otro, así que de vez en cuando está a la expectativa de querer decirte algo, pero en cuanto a faltar el respeto, no, eso sí cambió.

SoB –¿Por qué piensan que hubo un cambio en la actitud de la patronal?

C. –Porque sabe que estamos firmes, porque estamos todos juntos, saben que cualquier cosa que pase le podemos parar. Ellos tienen un contrato con la empresa brasileña Tupí y tiene que entregar tantos kilos de piezas y si no cumplen le pueden cancelar el contrato, y si le paramos todo esta persona se muere. Porque cuando empezamos a trabajar, luego del conflicto, nosotros llegamos al acuerdo de que no iba a tomar represalias, y ese mismo jueves querían suspender a dos compañeros nuestros porque estaban suspendidos desde antes que empezara el conflicto. Ahí nos juntamos y le paramos dentro de la fábrica ese mismo día, y ahí vino el presidente y nos dijo: “yo entiendo chicos lo que pasa, nosotros vamos a cambiar las cosas, los comprendemos”. Nosotros le explicamos bien que entendemos, que nos gusta que nos hable pero que esto iba a seguir hasta que cambien las cosas verdaderamente. Creo que es por eso que se percatan y cambian las cosas, porque saben que estamos más unidos que nunca y la vamos a pelear a muerte.

SoB –¿Qué dicen los compañeros, cómo están de ánimo?

C. –El 4 de julio nos van a informar cuándo nos van a entregar la ropa, la leche, las categorías, todos los puntos que les dimos con la denuncia. Nosotros pensamos no darle más de dos semanas, más de eso no, y lo que piensan los chicos es que si no cambian las cosas vamos a tener que volver con el conflicto, para que entiendan que es verdad. Se escuchan muchos rumores de que quieren echar a los que están en negro, a los cabecillas, que a los delegados los quiere comprar. Pero nosotros estamos unidos, y él piensa que con darnos la ropa nada más ya está. Nosotros queremos todo lo que es legal, el tema categorías también, porque estamos todos ganando como peón. Le da $ 200 a un mecánico, pero hay gente con estudio, con título y ganan igual que el que barre, a Fundición les tienen que pagar calorías, no se aplica el convenio para nada.

Después de haber logrado algo, la mayoría estamos contentos, otros andan medio asustados porque tienen hijos y tienen miedo a perder el trabajo. Por suerte tenemos el apoyo de todos los más grandes, que tienen dieciséis hasta treinta y dos años trabajando y esto fortalece a todo el grupo para seguir peleando. También tuvimos el apoyo de los trabajadores de Pasta Evangelista y de Siderar.

SoB –¿Qué le dirías al resto de los trabajadores jóvenes que hace poco tiempo empezaron su primer laburo y que están en las mismas condiciones?

C. –Que no se dejen abusar, que no se dejen explotar, que hay leyes, hoy en día no estamos en la época de la esclavitud, desde mi experiencia les puedo decir. Te da impotencia, sabiendo que hay tantas leyes, ir a un lugar a trabajar así como trabajo yo, es desastroso. Yo lo único que les digo que se informen, que pregunten, que si luchan por algo que estén todos juntos, que es lo mejor.