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Contra tanta esclavitud laboral
Rebelión en la Fundición
Estalló la
rebelión contra tanta esclavitud laboral en la Fundición Canning. El accidente
de un joven trabajador fue el detonante, una más que no figura en ninguna
estadística de las tan prolijas que vociferan en sus discursos Kirchner y sus
ministros. Aquéllas que sólo quedan registradas en la memoria obrera y que se
traducen en odio de clase, pelea y experiencia de lucha para todos los
trabajadores.
Entrevistamos a un compañero de la Fundición.
SoB
–¿Cómo son las condiciones de trabajo y las consecuencias para los trabajadores?
Compañero
–Las condiciones de trabajo son pésimas. Falta seguridad, la electricidad no
tiene descarga a tierra, los baños están todos tapados, no hacen pozos nuevos
para el desagote del agua, maltratos, suspensiones arbitrarias, no podés pedir
nada –por ejemplo un barbijo, una antiparra– que te suspenden. Yo estoy
trabajando ahí desde 2003 y todos los accidentes que vi fueron por tema de
máquinas. En Fundición, por ejemplo, hay máquinas que tienen un tambor y se le
engancha el dedo a un chico y se lo quiebra, y como no hay ART, lo curan ahí
nomás y lo mandan a trabajar. Como hay roscado hay viruta; hay muchos compañeros
que les ha entrado viruta en el ojo y le ponen un par de gotitas en el ojo y
chau, andá a trabajar. Es más, al chico que le pasó el accidente de la
electricidad si se reponía lo iban a mandar a trabajar. A mí una vez se me cayó
la tapa de una máquina en el pie y les tuve que llorar para que me dejen ir al
hospital, porque me querían pasar alcohol, agua y nada más y a trabajar de
vuelta, y me dijeron “no, andá a tu casa, ponéte hielo y vení mañana”.
Constantemente ellos quieren producción y no le importa la vida del trabajador.
Hace dos
semanas se electrocutó un compañero con 380, yo lo
traje del galpón del fondo hasta la entrada, le dije al capataz que lo ayude, y
no respondía, estuvieron fácil 40 minutos dando vueltas y nunca hicieron nada,
hasta que le dieron agua. Te das cuenta que no tienen un mínimo de razonamiento
de primeros auxilios. Le dieron agua a un chico que se electrocutó, se desmayó,
se quedó sin aire, tuvo dos paros. Después de todo eso, que pasaron como
cuarenta minutos, lo llevaron hasta el hospital de Ezeiza, que de la fábrica
está a unos 30 minutos. Cuando llegan ahí el capataz le dice a los chicos que lo
acompañaron: “bueno déjenlo ahí y vuélvanse que no
quiero testigos”.
SoB
–¿Cómo comenzó el conflicto?
C. –El
conflicto comenzó porque ya estábamos cansados de las cosas que pasaban, esta
fábrica está desde 1974 y ya estamos pasando 32 años y nunca hubo nada, ni
seguridad ni respaldo de nadie. El sindicato vino muchas veces porque lo
llamamos anónimamente, pero no respondía, hasta que llegó un momento en que
dijimos “Basta”, con el tema del chico este que pasó un miércoles a las
4 de la tarde. Al otro día nos reunimos todos, tuvimos el respaldo de las
personas con más antigüedad. Ahí comenzó el conflicto, de querer negociar algo
con la patronal, por lo menos tener seguridad, darnos algo, estamos hablando de
una fundición donde no dan leche, y eso es algo fundamental para el trabajo
insalubre.
SoB –¿Qué
medidas tomaron?
C. –Primero
hablamos con el sindicato para informarle que íbamos a hacer una denuncia al
Ministerio de Trabajo y llegar a un acuerdo, y si no se tomaban las medidas
necesarias, no se volvía a trabajar. Después de mucho hablar nos dieron una
audiencia para un miércoles y ahí fue donde discutimos y llegamos a la
conclusión de que todo seguridad, higiene, la ropa, leche, todo eso se iba a
negociar. Volvimos a trabajar con la seguridad y la higiene disponibles.
Durante seis
días estuvo parada la fábrica, no entraba ni salía nadie, solamente dejábamos
entrar a los dueños y al capataz.
SoB
–¿Cómo tomaban las decisiones?
C. –Las
decisiones las tomábamos entre nosotros, estábamos cansados de que el sindicato
venga y nunca haga nada. Entonces nos reuníamos y hablábamos, somos 150
trabajadores y siempre éramos veinte que hablábamos, hablábamos con todos, nos
entendían, nos apoyaban. Yo, por ejemplo, estuve al frente hablando con todos,
tuve el apoyo de muchos compañeros de afuera que me ayudaron, y fuimos
explicándole a los compañeros para que entiendan que esta lucha era para todos y
para las familias de ellos, porque muchos chicos tienen 18, 19 años y tienen
familia.
SoB
–¿Tenían delegados en la fábrica?
C. –No,
nunca, desde 1974 hasta ahora nunca hubo delegados. El día de la audiencia
conseguimos que nos pongan cuatro delegados provisorios, así que elegimos cuatro
a las apuradas, porque estaban afiliados al sindicato, y la mayoría no estaba
afiliado al sindicato porque la patronal no te firmaba la autorización para
afiliarte. Entonces elegimos a los que estaban afiliados, y van a estar esos
hasta que se cumplan tres o cuatro meses y volvamos a juntarnos todos para
elegir para cambiar delegados.
SoB –¿Qué
actitud tuvo el sindicato?
C. –Cuando
llegó nos dijo: “entren a trabajar que arreglamos todo de afuera”. Como la gente
estaba cansada, decidimos que hasta que no arreglaran las cosas no entrábamos.
Nos pusimos firmes y se dieron cuenta de que la cosa no era joda, que casi se
nos muere un compañero y por eso fuimos a hacer la denuncia al Ministerio para
también apurarlos a ellos para que hicieran algo.
Cuando
tuvimos la respuesta del Ministerio el primer día de huelga, los del sindicato
nos dijeron: “miren muchachos, nosotros tenemos denuncias del año 74 de esta
persona”. A lo que yo les dije: “estamos en el 2006 y nunca hicieron nada”, y me
respondieron: “nosotros íbamos a empezar de a poco”. Tienen multas impagas,
juicios impagos, todo eso nos lo dijo la abogada del Ministerio, no sé por qué
el sindicato nunca respaldó.
SoB
–Después que empezaron a trabajar, ¿notaron cambios?
C. –Los
cambios que se notan son mínimos, porque lo que es la higiene, mandan a limpiar
los baños dos veces por semana. Los maltratos también cambiaron, pero es una
persona que tiene 80 años y no cambió en toda su vida y no va a cambiar de un
día para el otro, así que de vez en cuando está a la expectativa de querer
decirte algo, pero en cuanto a faltar el respeto, no, eso sí cambió.
SoB –¿Por
qué piensan que hubo un cambio en la actitud de la patronal?
C. –Porque
sabe que estamos firmes, porque estamos todos juntos, saben que cualquier cosa
que pase le podemos parar. Ellos tienen un contrato con la empresa brasileña
Tupí y tiene que entregar tantos kilos de piezas y si no cumplen le pueden
cancelar el contrato, y si le paramos todo esta persona se muere. Porque cuando
empezamos a trabajar, luego del conflicto, nosotros llegamos al acuerdo de que
no iba a tomar represalias, y ese mismo jueves querían suspender a dos
compañeros nuestros porque estaban suspendidos desde antes que empezara el
conflicto. Ahí nos juntamos y le paramos dentro de la fábrica ese mismo día, y
ahí vino el presidente y nos dijo: “yo entiendo chicos lo que pasa, nosotros
vamos a cambiar las cosas, los comprendemos”. Nosotros le explicamos bien que
entendemos, que nos gusta que nos hable pero que esto iba a seguir hasta que
cambien las cosas verdaderamente. Creo que es por eso que se percatan y cambian
las cosas, porque saben que estamos más unidos que nunca y la vamos a pelear
a muerte.
SoB –¿Qué
dicen los compañeros, cómo están de ánimo?
C. –El 4 de
julio nos van a informar cuándo nos van a entregar la ropa, la leche, las
categorías, todos los puntos que les dimos con la denuncia. Nosotros pensamos no
darle más de dos semanas, más de eso no, y lo que piensan los chicos es que
si no cambian las cosas vamos a tener que volver con el conflicto, para que
entiendan que es verdad. Se escuchan muchos rumores de que quieren echar a
los que están en negro, a los cabecillas, que a los delegados los quiere
comprar. Pero nosotros estamos unidos, y él piensa que con darnos la ropa nada
más ya está. Nosotros queremos todo lo que es legal, el tema categorías también,
porque estamos todos ganando como peón. Le da $ 200 a un mecánico, pero hay
gente con estudio, con título y ganan igual que el que barre, a Fundición les
tienen que pagar calorías, no se aplica el convenio para nada.
Después de
haber logrado algo, la mayoría estamos contentos, otros andan medio asustados
porque tienen hijos y tienen miedo a perder el trabajo. Por suerte tenemos el
apoyo de todos los más grandes, que tienen dieciséis hasta treinta y dos años
trabajando y esto fortalece a todo el grupo para seguir peleando. También
tuvimos el apoyo de los trabajadores de Pasta Evangelista y de Siderar.
SoB –¿Qué
le dirías al resto de los trabajadores jóvenes que hace poco tiempo empezaron su
primer laburo y que están en las mismas condiciones?
C. –Que no
se dejen abusar, que no se dejen explotar, que hay leyes, hoy en día no estamos
en la época de la esclavitud, desde mi experiencia les puedo decir. Te da
impotencia, sabiendo que hay tantas leyes, ir a un lugar a trabajar así como
trabajo yo, es desastroso. Yo lo único que les digo que se informen, que
pregunten, que si luchan por algo que estén todos juntos, que es lo mejor.
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