Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 82, 06/07/06
 

 

 

 

 

 

Chávez entra al MERCOSUR

La contención del presidente “díscolo”

En las últimas semanas ha sido intensa la actividad internacional de Kirchner. En España cerró acuerdo con Zapatero por los intereses de Repsol y Aerolíneas Argentinas en nuestro país; de vuelta en la Argentina, se firmó el acuerdo automotriz con Brasil y, de paso, K. apoyó la reelección de Lula; días después, el gobierno recibió a Evo Morales y se aprobó el aumento del precio del gas que compra el país. Pero de toda esta “ronda” de actividad internacional, el gran anuncio político fue el ingreso de Venezuela al MERCOSUR como miembro pleno. La administración Bush (a pesar de las dificultades, roces y regateos con varios gobiernos de la región) debe haber festejado la “contención” que significa este hecho desde el punto de vista político.

Por supuesto, esto fue ocasión ideal para que los presidentes y el periodismo se despacharan con la guitarra de la “unidad latinoamericana”. Pero conviene mirar la cuestión un poco más de cerca.

El ALCA en el freezer, el ALBA... al baúl de los recuerdos

El “relanzamiento” del MERCOSUR –después de las recientes crisis políticas en su seno– tiene, para los gobiernos de “centroizquierda” en particular, un sentido claro: el de buscar una mejor inserción regional en el mercado internacional y la mundialización capitalista. Objetivo que en nada se distingue, en lo esencial, del de su fundación, en los tiempos de Alfonsín y Sarney.

Se advierte, no obstante, una diferencia “política”: el rol del Estado capitalista, hoy más activo y orientado a la “protección” de determinados sectores económicos. Básicamente dos sectores: por un lado, aquellos que pueden hacer punta en un desarrollo de las exportaciones –con una presencia decisiva de las multinacionales y alguna petrolera estatal–; por el otro, busca dejarse cierto margen para una más que acotada inversión pública (de importancia más política que económica).

Es decir, uno de los cambios que introduce la “ola centroizquierdista” respecto de la década de las “relaciones carnales”, es que los gobiernos capitalistas de la región ya no tienen el carácter de gerentes políticos de un funcionamiento social totalmente librado a las “fuerzas de mercado”... Más bien, son ahora administradores de una realidad política, social y económica que ha pasado por las experiencias de rebeliones populares, colapso económico y desintegración del sistema político tradicional; así como de la necesidad de un regateo y arbitraje respecto de los grandes grupos capitalistas de los cuales –respecto de varios de ellos– ofician de agentes.

Pero este doble rol, exige la recuperación de ciertos márgenes de acción estatal y de políticas públicas de contención social y clientelismo. Y todo eso implica, por supuesto, una base material: es decir, un Estado capitalista financieramente capaz de instrumentar lo que se decide en la esfera política; y un rol de loobistas arbitrando y fomentando los intereses de los grupos capitalistas más afines.

Con lógicos matices, a veces importantes, es en esta lógica que se inscribe la acción de todos los gobiernos de “centroizquierda”, incluido Chávez. La retórica del gobierno venezolano sobre una “unidad latinoamericana” asentada sobre bases que no serían las de la lógica de relaciones comerciales entre estados (capitalistas)– teñidas con un poco de color ideológico y algún acto de solidaridad política– se estrella contra el hecho material del ingreso de Venezuela al MERCOSUR.

Es cierto que algunas formas de colaboración internacional ensayadas por Chávez –sobre todo con Cuba y, en menor medida, con Bolivia– no se ajustan del todo al patrón de relaciones clásicas entre estados sobre criterios comerciales. Sobre estas prácticas se sostiene, en lo discursivo, la propuesta del ALBA. Pero con este “golpe de timón” (“un hecho histórico” según el líder bolivariano...), Chávez manifiesta su voluntad de integrarse al principal mercado capitalista regional sin modificar ni una coma de sus condiciones de origen, y con el objetivo declarado de buscar una mejor inserción en la mundialización y el mercado mundial capitalistas.

Así, detrás de los discursos de Kirchner y Chávez en Caracas (en los actos por el aniversario de la independencia de Venezuela), lo tangible son los negocios: grupos capitalistas como Techint o Repsol se refriegan las manos con las “oportunidades de inversión” que podrán tener bajo este “paraguas” político. Como aclaró Lula, no se trata de “comprar ni vender ideología”, sino de “hacer negocios” buscando una integración al mercado mundial en condiciones que no son exactamente las que pretende EEUU y el ALCA, pero que siguen siendo 100% capitalistas. Expresión también de que a determinadas multinacionales radicadas en la región, les conviene “acordonarla” en su pelea competitiva con otros grupos capitalistas.

Entrar mejor al mercado mundial

Desde que el capitalismo es capitalismo, la competencia entre capitalistas ha sido connatural a él. Mucho de lo que está en juego en estos “rutilantes” acuerdos, es justamente lograr mejores condiciones de inserción de la región en este juego competitivo económico mundial que se ha redoblado en los últimos años. Juego competitivo –está claro dentro de las propias condiciones que establece el sistema mismo. No hay aquí ni un atisbo de medidas que vayan en un sentido distinto (es decir, anticapitalistas), sino solamente un regateo por mejores condiciones de “inserción”.

Es en este marco que debe comprenderse uno de los principales anuncios producidos por Kirchner y Chávez: el rutilante “Bono del Sur”. Este se emitiría en conjunto entre la Argentina y Venezuela, y es una muestra palmaria de lo que estamos señalando. Es que ya ambos gobiernos habían hecho un buen negocio con la compra venezolana de bonos de deuda argentinos. Ahora, se busca conseguir financiamiento en común en el mercado financiero internacional con un bono en dólares, con garantía de los Estados pero bajo jurisdicción extranjera (al mejor estilo del festival de bonos de Cavallo). Así lo admitió el propio ministro de Finanzas de Venezuela, Nelson Merentes, quien justificó la medida diciendo que se busca “la mayor liquidez posible, que deberá reflejarse en una tasa de interés inferior” de esta “salida creativa para recuperar y ampliar las fuentes de financiamiento” (Clarín, 6-7-06).

¿Cuál será el destino de los fondos recaudados mediante el “Bono del Sur”? Simple: obra pública (con contratistas privados), y financiamiento de deuda (para beneplácito de los acreedores). En una palabra, darle armas financieras al Estado para que apuntale el proyecto político (y los grupos económicos afines) de los respectivos gobiernos. ¿Es este el “MERCOSUR más político” que pide Chávez?

En cuanto a los “grandiosos objetivos” del MERCOSUR (así “remozado”), démosle la palabra al ministro de Finanzas venezolano: “Queremos armar un mercado regional (...) [una] capital financiera de América del Sur, que concentre las operaciones y pueda transar los bonos de los países emergentes. Esto debería ir acompañado por la creación de una nueva forma de medir el riesgo país, porque son economías que están creciendo”...

Más claro, agua: somos “países emergentes” –“dignos”, eso sí–, y queremos nuevas y mejores condiciones en el marco de la mundialización... capitalista. Eso es todo. ¿Dónde quedaron el supuesto “socialismo del siglo XXI” y el ALBA “antiimperialista”?

Por la Unidad Socialista de Latinoamérica

La contención de Chávez en el MERCOSUR, muestra los limites del discurso de “integración” latinoamericana de la actual ola de gobierno centroizquierdistas. La aceptación de todas las normas y criterios de un espacio económico que en nada ha beneficiado a los trabajadores y que es un ámbito privilegiado de grandes grupos económicos capitalistas (como las automotrices y otros) sirven para comprobar los límites de clase de estos gobiernos.

¿Qué queremos decir con los “limites de clase”? Que dándole más importancia al Estado en la regulación de las economías y actuando como “loobistas” en ultima instancia de grandes grupos económicos (que se aprovechan de las “economías de escala” que facilitan estos espacios de “unidad” comercial), evidentemente no se puede avanzar un paso en una unidad latinoamericana que verdaderamente pueda estar al servicio de las masas laboriosas.

La parodia actual es como la repetición de la tragedia de la “independencia” del siglo XIX, y de todos los mitos de los próceres “fundadores”, que encabezaron una pelea por la independencia política de España, sólo para caer en la colonización económica de Inglaterra, al tiempo que se dedicaron a decapitar una a una las autenticas rebeliones que surgían desde abajo y que tenían reales perspectivas emancipadoras.

Hasta ahora, ninguno de estos gobiernos han podido (ni se han visto obligados) a “decapitar” los proceso de luchas de masas, hoy “mediados” en la actual confianza popular en los gobiernos “progresistas”. Pero esto no va a durar eternamente. Como amenazó la crisis de las bolsas en las últimas semanas, en algún momento la situación de la economía se va a “dar vuelta” y volverá a emerger la lucha popular.

Pero para preparar las condiciones para el retorno de la lucha obrera y popular a una escala superior, hoy hay que explicar pacientemente que no se puede tener ninguna confianza en estos nuevos gobiernos que aparecen como “progresistas” (y venden “espejitos de colores”), pero que siguen siendo agentes de los capitalistas. Porque de la mano de estos últimos, sometidos por uno y mil lazos al capitalismo mundial y garantes de la continuidad de la explotación de los trabajadores en cada país, no puede ver la auténtica unidad (en sentido popular) de la región.

Esto sólo podrá venir de la mano de sus clases explotadas y oprimidas que con la clase obrera al frente, que son las únicas que no tienen nada que perder con una auténtica ruptura con el imperialismo. Porque el grito de guerra de los obreros, campesinos y demás sectores populares deberá ser por la Unidad Socialista de Latinoamérica.

¡Ninguna confianza en los gobiernos “progresistas”!

¡Impulsar la más intransigente independencia política y organizativa de los trabajadores!

¡Por imponer gobiernos obreros, campesinos y populares camino a una Federación Socialista Latinoamericana!