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Apoyo total a los docentes de
México
Repudiemos la brutal represión
Por Claudio Testa
En abril fue el violento conflicto de los mineros de
Michoacán. En mayo, los no menos duros enfrentamientos en San Salvador Atenco,
ciudad cercana a la capital. Ahora, la represión brutal a un paro del magisterio
en el Estado de Oaxaca –con muertos y decenas de heridos– desencadenó una
respuesta de movilizaciones masivas que de los reclamos sindicales pasaron a la
lucha política para derribar al gobernador. Y estos estallidos preceden a las
elecciones presidenciales de 2 de julio. Algo está pasando en México...
De “plantón” en el Zócalo
Desde el 22 de mayo, los trabajadores de la educación del Estado
de Oaxaca venían haciendo un “plantón” en el Zócalo (así se llama en México la
“plaza mayor” de las ciudades). El 14 de junio, el gobernador Ulises Ruiz Ortiz
decidió desalojarlos por la fuerza.
Un “plantón” del magisterio es una forma tradicional de lucha en
México, que probablemente no tiene paralelo en otros países. Un día, los
docentes masivamente ocupan las principales calles y plazas de una capital,
generalmente alrededor de las sedes del gobierno. Llegan por miles y miles, pero
no se van. Allí acampan durante semanas... o meses. Se instalan carpas,
comedores y cocinas de campaña, puestos de sanidad, baños... En 24 horas nace
otra ciudad en medio de las calles y plazas céntricas. En ella comienzan a vivir
los maestros y profesores, muchas veces acompañados por padres y madres, alumnos
y gente de la comunidad que los apoya. Y, al margen, un dato notable es que las
calles donde se instala esta nueva ciudad de luchadores se vuelven mucho más
limpias y seguras que cuando estaban al cuidado del gobierno capitalista de
turno. En Oaxaca, eran 40.000 los trabajadores de la educación que estaban
viviendo en el plantón.
Posiblemente el gobernador de Oaxaca pensó que haciendo una
masacre de maestros llegaría a las elecciones del 2 de julio con el Estado
“pacificado”. Pero parece que el termómetro donde el gobernador lee la
temperatura política y social del país estaba descompuesto. Sólo logró
desencadenar una respuesta masiva. La primera consecuencia fue que los docentes,
en horas de sangriento combate con la policía, terminaron reocupando el Zócalo.
La segunda, y más importante, es que esta lucha –que se inició como un
movimiento gremial en un Estado del lejano sur de México– se convirtió en un
combate político de trascendencia nacional, cuya consigna principal es la de
echar al gobernador Ruiz Ortiz.
De jefe de la represión a rehén de los
maestros
“El desalojo violento del zócalo oaxaqueño y las 56 calles que
mantenían ocupadas los profesores –relata un periodista– se inició a las 4:50 de
la madrugada... La salida violenta escogida por el gobierno del Estado provocó
que, inicialmente, los maestros huyeran hacia las calles cercanas al Zócalo,
pero después se reagruparon y enfrentaron con piedras y palos a los uniformados.
Los mentores [trabajadores docentes] retomaron la plaza principal de Oaxaca y
lograron retener al subdirector operativo de la policía ministerial, Margarito
López, y a siete elementos más, que serán utilizados como elemento de
intercambio de los mentores presos en la mesa que, con la Secretaría de
Gobernación, se instalará en esta capital, al margen de Ruiz [el gobernador].
“La policía asaltó el edificio de la sección 22 [el local del
sindicato]... Pero a las cinco y media de la mañana, los profesores se
reagruparon y se enfrentaron con palos, varillas, tubos y piedras a los
agentes... Mientras los agentes lanzaban granadas de gas lacrimógeno y pimienta,
los maestros –cubierto el rostro con paños mojados– respondían con piedras e
inclusive con las bombas que tomaban del suelo y devolvían a los uniformados...
“A las 7:10, los profesores empezaron a tomar autobuses para
usarlos como arietes. Un vehículo fue llevado hasta el Zócalo, donde fue
incendiado y chocado frente al hotel Marqués del Valle. Otro autobús fue
utilizado contra los preventivos en Independencia donde, según versiones de la
policía, tres de ellos fueron embestidos. Escenas similares se vivieron en
Melchor Ocampo, Xicoténcatl, Guerrero y 5 de Mayo.
“Poco antes de las 8 de la mañana, los maestros acorralaron a
los agentes... El empuje de los profesores obligó a los uniformados a abandonar
la plaza principal... y, en el tropel, ocho policías se quedaron rezagados,
entre ellos el subdirector operativo, Margarito López. Mañana serán utilizados
para un intercambio de maestros presos.” (La Jornada, México, 15-6-06)
160.000 personas en apoyo al magisterio
Dos días después de esta batalla, los maestros encabezaban una
enorme manifestación de solidaridad con su lucha. “En una nueva demostración de
fuerza y para exigir la dimisión del gobernador del estado, Ulises Ruiz Ortiz
–que se ha convertido en la principal demanda del magisterio–, el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) convocó a miles de profesores,
ciudadanos, estudiantes universitarios e integrantes de organizaciones sociales
y sindicales, quienes durante seis horas de caminata expresaron su repudio al
desalojo violento de maestros, la madrugada del pasado miércoles. En lo que fue
la tercera megamarcha en sólo dos semanas, los profesores superaron el número de
las dos anteriores, hasta conjuntar más de 160 mil personas” (La Jornada,
17-6-06)
No está el horno para bollos en América
Latina
Durante los últimos años, México ha sido pintado como un
“modelo” para los países latinoamericanos. En Sudamérica, los primeros años del
siglo XXI han estado marcados por grandes rebeliones populares (Ecuador,
Argentina, Bolivia), el desafío de Venezuela al imperialismo yanqui y, en
general, por un balanceo (aunque muy desigual y en parte tramposo) hacia la
izquierda. Frente a este desmadre, los medios han presentado a México como
ejemplo de “buena conducta” y “estabilidad”: es el primer país en haber firmado
un Tratado de Libre Comercio con EEUU y tiene un presidente como Fox, que
encabeza cómodamente el Campeonato Mundial de gobiernos lacayos de Bush. Pero el
final de los sucesivos “modelos” propuestos desde el Norte suele ser triste.
Basta recordar que apenas diez años atrás el “modelo” latinoamericano era la
Argentina de Menem, que estaba por entrar al “Primer Mundo”…
Con las grandes diferencias que existen entre uno y otro caso,
lo que empieza a suceder en México responde a las mismas causas profundas: los
trabajadores y los pueblos del continente están cada vez menos dispuestos a
tolerar la explotación y la miseria, que son la otra cara de la prosperidad de
los capitalistas.
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