Las
turbulencias financieras
¿Y por casa cómo andamos?
El “éxito” económico de Kirchner depende mucho de la coyuntura
de crecimiento mundial, que le ha asegurado buenos precios a las exportaciones
argentinas, en primer lugar a productos agropecuarios como la soja.
Como hemos venido señalando, la Argentina y otros países
latinoamericanos, después de las crisis que cerraron la década de los 90, se
orientaron –con diversas variantes– a lo que se ha llamado “el modelo
exportador-dependiente”.
Aunque hay diferencias muy importantes en cada caso, en general
se conjuga el eje exportador –de commodities (materias primas) y secundariamente
de industria subsidiaria– con el mantenimiento de la mayoría de la población en
la pobreza, para que haya cantidad y precio de bienes exportables. Los gobiernos
“progresistas” –al estilo K o Lula– combinan esto con cierto asistencialismo de
la miseria (para evitar estallidos sociales) y la superexplotación de los
trabajadores asalariados (para que la patronal logre buenas ganancias y además
queden algunas monedas para financiar el asistencialismo).
De más está decir que el modelo exportador-dependiente se iría a
los caños si se abriese una recesión mundial. La gravedad de las consecuencias
estaría directamente relacionada con la profundidad y duración de la crisis en
EEUU y el resto del mundo.
Dentro del desastre general, Argentina tendría quizás algunas
ventajas menores en comparación con otros países del continente, lo que no
significa que sería inmune al impacto. Por ejemplo, el peso de los problemas
financieros y de servicio de la deuda sería menor que los que deberían afrontar
otros países, como Brasil.
Sin embargo, cosas así serían detalles dentro de un marco
general de graves problemas, en una economía que depende del crecimiento y de
los precios del comercio mundial.
|