Bolivia: elecciones a Constituyentes del 2 de julio
Rechazar el Referéndum Autonómico
En ausencia de un Instrumento
Político de los Trabajadores, vote en blanco o no vote la
Constituyente pactada
SoB Bolivia
La Paz, 22 de junio del 2006
“La Constituyente puede inclusive no cambiar
nada; lo fundamental es que los indígenas, históricamente excluidos, sean
quienes estampen con su firma la nueva Constitución”(Álvaro García Linera,
vicepresidente de Bolivia)
A pocos días de realizarse las elecciones de los asambleístas y el referéndum
autonómico, a diferencia del clima de efervescencia que se vivía antes del 18 de
diciembre pasado, hoy parece reinar más bien un ambiente de apatía,
indiferencia, desconocimiento y –sobre todo– mucha confusión por parte de la
población en general con respecto a la Asamblea Constituyente (AC) en Bolivia.
Esto ocurre a pesar de la abrumadora campaña televisiva a favor de la misma,
donde parecen despertar más interés las jugadas de Ronaldinho y los resultados
del Mundial que los candidatos y sus propuestas. En este sentido, el propio Evo
Morales expresó su preocupación por esta situación: “Siento que algunos sectores
que luchaban por la Asamblea Constituyente, después de que ganamos las
elecciones nacionales, dijeron: ‘bueno, ya no necesitamos la Constituyente’;
para mí no es así” (Bolpres, 20-5-06).
No se sabe de qué se sorprende Morales, dndo que esta misma realidad refleja el
hecho que al estar tan pactada por anticipado la Asamblea, se le quita en
los hechos buena parte de las expectativas que pudieran depositarse en ella.
Una Constituyente pactada que no
refunda el país
Las concesiones del gobierno del MAS a las presiones de los sectores
empresariales y conservadores han puesto de manifiesto que una vez más se han
burlado de los reclamos del pueblo a favor de los intereses de la burguesía,
enterrando las promesas electorales de “refundación del país” vía la
Constituyente y la “inclusión de amplios sectores de trabajadores, sindicales y
originarios”.
El proceso que ha derivado en la actual Ley de Convocatoria a la Asamblea
Constituyente (LECAC) y de Referéndum Autonómico, y del cual ha resultado y se
ha logrado imponer una Asamblea absolutamente pactada y negociada, no
tiene nada que ver con el reclamo del pueblo en las calles expresado en octubre
del 2003 y en mayo-junio del 2005. Por el contrario, es una clara muestra de
repliegue político del nuevo gobierno frente al poder de los capitalistas y de
la derecha cruceña autonómica.
El
tira y afloje ha sido visto por todos. En marzo pasado, el gobierno presentó al
Congreso Nacional su propuesta de “Ley de Convocatoria a la Constituyente”,
amenazando incluso con la movilización si no se aprobaba. El proyecto
gubernamental contemplaba una Asamblea “fundacional” con 210 representantes en
total (candidatos a ser presentados por partidos y/o agrupaciones ciudadanas
constituidas) a partir de la elección de dos representantes por mayoría relativa
y uno por minoría en cada circunscripción uninominal. En aquella circunscripción
donde una organización política alcanzara la mayoría absoluta, obtendría
directamente los tres representantes.
Desde el vamos, había quedado completamente excluida toda la demagógica
prédica que tanto Morales como su vice, García Linera, venían sosteniendo acerca
de que para la Constituyente se debía implementar junto con el mecanismo del
voto individual “una representación comunitaria y sindical” [1], lo que
antidemocráticamente fue borrado de un plumazo.
Aun así, el proyecto masista suscitó críticas y resistencia por parte de las
principales organizaciones de la derecha burguesa. Principalmente PODEMOS (el
partido del derrotado candidato presidencial “Tuto” Quiroga, ex-presidente del
país y proveniente del partido de Banzer Acción Democrática Nacionalista) y la
Unión Nacional (partido del empresario cementero Doria Medina, que procede del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria, partido burgués dirigido por Paz Zamora)
calificaron la propuesta del MAS de “hegemonista”. Sostuvieron –e impusieron–
que de ninguna manera la Constituyente podía ser “fundacional” sino
“derivada”. O sea, que debe realizarse sobre la base de las instituciones
políticas existentes, de la continuidad del Estado capitalista (y racista)
boliviano, restringiéndose tan sólo a la redacción de un nuevo texto
constitucional que no toque estos presupuestos.
Y no sólo esto: en la “reforma”, lo que buscan imponer como hecho consumado es
la transferencia de las palancas principales de la administración del Estado
y el control de los recursos naturales a las prefecturas. Es por esto que
centran su lucha en la defensa del voto SI en el Referéndum Autonómico
Departamental Vinculante, que se realizará el mismo 2 de julio y que a todas
luces no sirve más que para condicionar desde el vamos la actividad de la
propia Constituyente, que no se sabe qué va a “constituir”.
Es en estas condiciones que finalmente se impuso la presión de la derecha. Se
pactó por arriba y de espaldas a la población –que en los hechos sólo es llamada
a ratificar estos acuerdos– una Ley de Convocatoria en la cual:
a)Queda excluida toda
representación comunitaria y/o sindical, lo que en ausencia de todo Instrumento
Político Independiente de los Trabajadores, deja a la clase obrera, como tal,
totalmente excluida de la Asamblea.
b)Se acepta que el tramposo
referéndum impuesto por la oligarquía cruceña y tarijeña sea “vinculante”,
condicionando totalmente desde el vamos la tarea de la Constituyente.
c)Se pacta el
carácter “derivado” de la misma, lo cual desnuda toda la demagogia masista del
“pueblo constituyente” que no puede “constituir” nada, porque a lo largo de la
gestión de la Asamblea los demás poderes seguirán funcionando como si tal cosa.
d)Se acepta,
incluso, garantizarle a la derecha la minoría en todas las circunscripciones.
e)Como si todo
esto fuera poco, el MAS acepta el “candado” promovido por la derecha: la
necesidad de contar con los dos tercios de la Asamblea para todas las
votaciones, obligando necesariamente al MAS a negociar con las agrupaciones
políticas burguesas y regionales cada paso que se quiera dar. Lo que
obviamente le sirve como argumento al MAS frente a las propias masas acerca de
los “limites” que necesariamente tendrá la propia Constituyente.
Por si todo esto no fuera suficientemente claro, Álvaro García Linera, el gran
“impulsor” (antes de ser vicepresidente) del voto “comunitario” y hoy
representante del ala derecha gubernamental, señaló lo que ponemos como
epígrafe: “La Constituyente puede inclusive no cambiar nada; lo fundamental es
que los indígenas, históricamente excluidos, sean quienes estampen con su
firma la nueva Constitución” (Bolpresss, 8-3-06). Es decir, se convoca a la
población originaria y trabajadora a legitimar ratificando (cambio más o
menos) las condiciones históricas de su opresión y explotación. Un escándalo
completo que, lamentablemente en medio de tanta demagogia y confusión, no
termina de ser comprendido así por los amplios sectores que hoy apoyan y confían
en el gobierno masista.
La Constituyente verdaderamente
libre y soberana, tarea pendiente
En estas condiciones, la tarea de imponer una Constituyente verdaderamente libre
y soberana ha sido burlada y sigue pendiente. La LECAC ha puesto de
antemano un freno a la realización de cualquier reforma de importancia que
afecte los intereses de las transnacionales y los capitalistas locales. Todo
parece indicar, a menos que se modifique la situación mediante la
intervención de las masas movilizadas, que la Constituyente se perfila sobre
todo como un espacio o ámbito de legitimación del gobierno y de salida “pactada”
con los capitalistas y la oligarquía, no como un escenario de transformación
social. Esto será así aunque se resuelvan o voten algunas tibias reformas, pero
que no van a afectar en el fondo los intereses de la clase dominante, aunque
expresen en algún caso –como es el tema de la “nacionalización” del gas– un
regateo por cambiar ciertos términos en la explotación de los recursos naturales
o de la subordinación del país al imperialismo.
Una verdadera Asamblea Constituyente, libre y soberana, convocada sobre las
bases revolucionarias de la movilización popular y el desconocimiento de los
“poderes constituidos” (no pactada con la oligarquía), es la única que, de la
mano del poder de los trabajadores, podría responder a las auténticas demandas y
reivindicaciones del pueblo trabajador y refundar el país sobre nuevas bases.
Para esto, tendría que nacionalizar de manera integral los hidrocarburos y
demás recursos naturales expropiando y expulsando a las transnacionales sin
indemnización alguna y poniendo la producción bajo el control de sus
trabajadores; debería repartir no sólo las “tierras fiscales”, sino expropiar a
los terratenientes y latifundistas para acabar con el latifundio y dar la tierra
a los campesinos; desmantelar de una vez toda la legislación laboral neoliberal
e imponer un aumento sustancial del salario real de los trabajadores, y romper
relaciones con los organismos internacionales como el FMI en la perspectiva de
la Unidad Socialista de América Latina.
Contra el Referéndum oligárquico y
en ausencia de un IPT, vote en blanco o no vote
Aun en estas condiciones pactadas, amañadas y antidemocráticas, en la medida en
que la mayoría de la población va a asistir a la votación de asambleístas,
hubiera sido una necesidad presentar candidaturas obreras independientes a la
Constituyente. Y así, utilizar esa tribuna –que seguramente va a tener
impacto nacional y concitará la atención durante los próximos meses– como ámbito
de denuncia de los pactos y transacciones del gobierno de frente popular del MAS
con la burguesía y el imperialismo.
Sin embargo, los que habían sido llamados a poner en pie el necesario
Instrumento Político de Trabajadores, los dirigentes de la COB que se han
mantenido independientes del gobierno del MAS, han sido de una inconsecuencia
y falta de seriedad supremas. Acostumbrados a dar “treguas” y a tener más
una política de “presión” sobre las autoridades que a poner en pie una
perspectiva independiente, y aun a pesar de haber anunciado que se darían pasos
para conformar un Instrumento Político de los Trabajadores, han faltado
miserablemente a su obligación. Y no sólo esto: hoy se está al borde de
la cooptación de la propia COB por parte de los funcionarios gubernistas.
En condiciones en que no hay ninguna representación obrera independiente para
las elecciones del 2 de julio es que desde Socialismo o Barbarie Bolivia estamos
llamando al rechazo, por medio del voto en blanco o el no voto a la
Constituyente. También podría haber sido una opción impulsada por la COB el
voto programático a través de un pliego de reivindicaciones para movilizar a los
trabajadores y originarios que tengan expectativas alrededor de esta
Constituyente pactada para que hagan su experiencia con ella. Sin embargo,
lamentablemente ni esto han sido capaz de poner en pie los dirigentes sindicales
independientes del gobierno.
Por otra parte, respecto del “referéndum autonómico”, es un hecho que no se
puede votar el SI, que no es más que la “autonomía” de las oligarquías cruceñas
y tarijeñas para mantener el monopolio y el usufructuó sobre los recursos
naturales; de ninguna manera la autonomía de los pueblos originarios. Al mismo
tiempo, a partir del cambio de posición del MAS (que inicialmente apoyaba el
SI), ha venido creciendo la campaña del NO. Pero votar NO tiene dos problemas:
avalar el mecanismo antidemocrático del referéndum y, sobre todo, avalar el
carácter “centralista” y “unitario” del actual Estado burgués boliviano. No
estamos a favor del mecanismo del “mal menor”: creemos que hay que rechazar
este referéndum tramposo y oligárquico: no estamos por la “autonomía” ni el
“centralismo” del Estado burgués y racista boliviano.[2]
En estas condiciones, la política de los socialistas revolucionarios frente a la
Constituyente y el referéndum, debe ser la explicación paciente y la denuncia
alrededor de su verdadero carácter, redoblando los esfuerzos para poner en pie
un Instrumento Político de Trabajadores que agrupe como frente único de
tendencias a todos aquellos dirigentes obreros y corrientes de la izquierda que
realmente se mantengan en la oposición e independencia de clase del gobierno
masista.
Notas:
1. A lo largo de los últimos años, García Linera en revistas como El juguete
rabioso y Barataria había venido sosteniendo la necesidad de
“combinar” los mecanismos de la democracia liberal (“un hombre un voto”) con los
mecanismos de representación “comunitarios”, “originarios” e incluso sindicales.
Esta prédica fue rápidamente dejada de lado en aras del pacto con la derecha
oligárquica.
2. Esto requeriría un debate mas de fondo que no podemos hacer aquí. En el caso
de un auténtico gobierno de los trabajadores, la necesaria tendencia a la
centralización debería partir del reconocimiento del libre derecho a la
autodeterminación de los pueblos originarios.
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