Socialismo o Barbarie, periódico, Nº 81, 22/06/06
 

 

 

 

 

 

La pelea por mejores condiciones laborales

El accidente nuestro de cada día

Por Oscar Alba

El lunes 19 de junio la medianera de un galpón en obra se derrumbó en el barrio de Villa Luro y un obrero quedó atrapado bajo los escombros durante más de una hora. El accidente ocurrió en la calle Margariños Cervantes al 4700, a la mañana. El obrero fue rescatado por personal de Bomberos y atendido por la unidad del Servicio de Atención Médica de Emergencia (SAME) y de guardia de Auxilio.

“Después de más de una hora de trabajo, fue trasladado al Hospital Vélez Sársfield con fractura en la pierna izquierda y traumatismos generales, aunque está fuera de peligro. Hubo que trabajar con mucho cuidado porque había peligro de que se viniera todo abajo, hubo que mover los escombros muy despacio (…) Otro operario también sufrió heridas y traumatismos, «aunque lo salvó el casco», aclaró el comisario Medina” (Clarín, 20-6-06)

Es ya cotidiano saber de este tipo de noticias en los distintos medios de difusión, y reflejan que uno de los mayores problemas que enfrentan los trabajadores todos los días son los accidentes laborales. La reactivación de algunos sectores de la economía, junto a la mayor superexplotación obrera, ha traído consigo un incremento de los accidentes de trabajo. En este sentido, nuestro país no escapa al alto índice de accidentes laborales a nivel mundial, donde se calcula que anualmente ocurren alrededor de dos millones de accidentes creados por las pésimas condiciones laborales impuestas por los capitalistas.

A fines de abril se realizó en nuestro país la III Semana Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, organizada por la OIT. A ella asistieron, entre otros, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, que buscó exaltar los logros de la gestión de Kirchner. Pero más allá de leyes y discursos oficiales, la realidad nos indica que la superexplotación que sufren a diario los trabajadores son la causa fundamental de los accidentes laborales.

Las largas jornadas de trabajo de diez a doce horas desgastan permanentemente la capacidad de trabajo y provocan la disminución de los reflejos en las tareas laborales. De esta manera, no es casual que los accidentes laborales, en gran parte, se produzcan en las últimas horas de trabajo, que es cuando los trabajadores están más cansados. De esta manera, mientras el presidente Kirchner se desgañita en sus discursos “progresistas” hablando de lograr la ansiada “justicia social”, los trabajadores quedan atenaceados entre sus patrones, que les exigen más y más esfuerzos, y las ART, que lucran con el riesgo laboral.  

A su vez, la precariedad laboral y el empleo en “negro”, además de reducir costos para las patronales sin pago de aportes y por lo tanto sin cobertura de Obra Social y Aseguradora de Riesgos de Trabajo, dejan a una franja de trabajadores indefensos ante la posibilidad de un accidente de trabajo.

Una pelea global

La reactivación de algunos sectores de la producción como, por ejemplo, los frigoríficos y la construcción, ha engordado los bolsillos de las patronales, pero no han significado un aumento cualitativo del nivel de vida de los trabajadores. Por el contrario, miles de obreros de esos sectores deben realizar doce o catorce horas de trabajo para poder subsistir, con el consiguiente desgaste de sus fuerzas y el aumento de los riesgos de accidente. Pero es bueno aclarar que en todas las ramas de la producción se ha incrementado la tasa de accidentes. El gobierno de Kirchner, a su vez, cuenta con la burocracia sindical para imponer las actuales condiciones laborales. Desde hace aproximadamente 10 años, en la Argentina, el 42% de los nuevos convenios acordados por patrones y sindicalistas contiene cláusulas de alargamiento de la jornada laboral. Por eso, la lucha por mejores condiciones de trabajo es una pelea global contra la política del gobierno de Kirchner, la superexplotación patronal y la complicidad de los Moyano, Daer, Palacios y los “nuevos” burócratas” de la CTA, con De Genaro a la cabeza. Y debe estar unida a los reclamos salariales como parte de la defensa de las condiciones laborales, teniendo como objetivo fundamental la reducción de la jornada laboral sin rebaja salarial.