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Emerge una nueva generación obrera
Impulsar con todo su organización por
abajo
Los 6 goles de la selección, ante Serbia y Montenegro, terminaron de cerrar
cualquier otra discusión que no sea la futbolera y en la medida que la selección
avance de fase, el fútbol será el centro de las discusiones y ocupará los
titulares de las noticias… El mundial, en tanto show, es uno de los
instrumentos de dominación con que cuenta la burguesía mundial. El gobierno,
la patronal y los medios masivos de comunicación lo usan como un narcótico
social a los problemas reales de los trabajadores. La patronal, ni lerda ni
perezosa, incentiva el fervor futbolero poniendo televisores en fábricas y
oficinas, parando la producción (para recuperarla después con creces) y
reduciendo las tareas al máximo, permitiendo, de esa manera, que los
trabajadores podamos ver las “hazañas” de la selección en tierras germánicas.
Mientras la selección juega, el gobierno aumentó los sueldos del presidente
en un 58%. Es evidente que para K no funciona el tope del 19% como para la clase
trabajadora. Mientras la selección juega, ya se cerraron cerca del 85 % de
las paritarias con el tope de hambre que pactó Moyano-Kirchner
y las patronales; para los trabajadores en blanco el aumento va del 12 al 19
%. Mientras la selección juega, gusta y golea, los trabajadores seguimos
con los mismos problemas: bajos salarios, desocupación, trabajo en negro,
flexibilidad laboral, ritmos infernales y accidentes laborales por doquier, es
decir vivimos en el reino de la esclavitud laboral.
Y los festejos por los triunfos deportivos (al que tienen derecho todos los
compañeros), lamentable y rápidamente darán paso al gusto amargo de que no
ayudan a cambiar en nada las condiciones de vida de los obreros.
“Las penas son de nosotros… las ganancias son ajenas”
El acuerdo del gobierno-Moyano y las patronales, tiene toda una serie de
implicancias políticas y sociales. Ya nos hemos referido a su significado
como tope salarial y como cepo a las luchas reivindicativas de los
trabajadores. Pero también habla de los ganadores y perdedores en el
“capitalismo nacional”. Durante este gobierno la distribución del ingreso,
es decir, el reparto de la torta, solo empeoró. La parte que se llevan
los trabajadores apenas alcanza al 22% del total.¿Pero como se operó ésta
reducción del pedazo de la torta?
En los últimos días ha salido a luz un estudio donde se muestra que el costo
laboral real promedio de la industria (datos del 2005) todavía está un 16% más
bajo que el que existía en 2001. Es decir, los salarios y el poder de compra
de los trabajadores, no sólo no han mejorado en relación al 2001 sino que
está peor. “Aquí hay dos etapas: Inicialmente, tras la devaluación, los
precios industriales se dispararon –subieron más de un 100%– mientras los
salarios casi no se movieron, salvo por los decretos de suma fija no
remunerativa. Por eso, en 2002 y 2003, el costo laboral real tuvo una
significativa caída de casi el 40%. Luego, los salarios se fueron
recuperando (...). La distancia inicial se fue achicando; pero aún así los
precios industriales aventajan todavía a los salarios”.[1] Pero no sólo por
esta vía se le fue sacando a los trabajadores parte de la torta: si se agrega el
incremento de la productividad, el costo laboral resulta casi un 30% inferior
al de antes de la devaluación.
Para que no queden dudas: otro periodista, con los mismos datos oficiales de la
Secretaría de Industria, nos aclara adonde fue a parar esa diferencia: “las
empresas obtuvieron ingresos un 72 % superiores como consecuencia del alza de
sus precios mayoristas más la mejora aportada por la productividad.
Comparada con la evolución de los salarios de los trabajadores privados
registrados, que subieron el 61%, se produjo una reducción del costo laboral
por obrero y esa diferencia pasó a engrosar la rentabilidad empresaria” [2]
Es decir, el mismo gobierno que se llena la boca hablando de la “distribución
del ingreso”, es el que puso junto a la burocracia de la CGT, la CTA y los
empresarios, un techo del 19% [3] que constituye una estafa lisa y llana
a los trabajadores. K reconoce que el 19% no llega a cubrir lo que se
perdió desde la devaluación… pero nos “manda presos”.
Para colmo, con un cínico caradurismo, Kirchner y Moyano han escondido debajo de
la mesa lo que está en todos los diarios “serios”: que el escandaloso aumento de
la productividad se lo han quedado los empresarios de eso no se ha ni
hablando en estas “paritarias”.
“El infierno llegó, hace rato”
Todos los datos anteriores se refieren a los trabajadores del sector privado y
en blanco. No toma en cuenta a los trabajadores del Estado, ni a los
trabajadores privados en negro, donde su situación tanto salarial como de
condiciones de trabajo es peor. Pero para colmo de males, hay algo que los
números y las estadísticas apenas dejan entrever: las brutales condiciones de
trabajo que implican, al mismo tiempo, un aumento sideral de los accidentes de
trabajo. La productividad significa ritmos enloquecedores (ver en esta misma
edición una explicación marxista): “todos los días le dan un toquecito a la
perilla y la máquina anda mas rápido” –nos decía un compañero– y más rápidas son
las operaciones de los trabajadores. Estos ritmos enloquecedores, cada vez más
veloces, llevan a que las condiciones sean más brutales, a enfermedades
profesionales e, insistimos, a un aumento considerable de los accidentes de
trabajo.
Para garantizar estas condiciones se establece en las fábricas, los call-centers
y demás lugares de trabajo, verdaderos sistemas policiales de control.
Está el tradicional capataz o supervisor “vigilanteando”. Pero, también, en
muchas empresas hay cámaras que filman permanentemente. Y como si fuese poco,
están los propios sistemas computarizados de las máquinas que registran hasta el
más mínimo detalle y, por lo tanto, una y cada una de las operaciones que
realiza el obrero y…“todo por dos pesos”.
A esto hay que agregar que muchas empresas trabajan en turnos continuos de
producción que hace que las fabricas produzcan las 24 horas del día
prácticamente los 365 días del año, sin importar sábados, domingos o feriados. A
esto se lo llama “turno americano” o de otra manera; hay muchas variantes de
llamarlo y de implementarlo. Por ejemplo, en un establecimiento de zona sur del
gran Buenos Aires, se trabaja 4 días de 12 horas cada uno por tres de descanso,
caiga como caiga y todo pago como horas normales. En otra fábrica de la
zona norte, se trabaja en turnos de 8hs rotativos seis días por dos de descanso.
La “función debe continuar” y para que continúe son los trabajadores que
sacrifican su salud, tener “una vida ordenada” o seguir estudiando, o poder
ver crecer a sus hijos, estar con su compañera y disfrutar algún esparcimiento.
Emerge una nueva generación obrera
Son las condiciones objetivas de recuperación de la producción en distintas
ramas el trasfondo y base material del molecular proceso de reorganización en
curso entre los trabajadores. La esclavitud laboral, la poca “guita” que se
tiene, el ver que la patronal “se la lleva con pala”, son un aguijón
permanente que ni el mundial puede hacer olvidar.
En la década del ’90 el “mundo” de la clase obrera cambió imponiéndose una
tremenda fragmentación. Pero ahora está ocurriendo un hecho “revolucionario” en
las entrañas de nuestra clase: está en marcha una profunda tendencia en sentido
inverso: emerge una nueva generación obrera que está dando sus primeros
pasos y haciendo sus primeras experiencias. Este proceso comenzó hace un par de
años y no se detiene: tiene las características de un proceso orgánico,
estructural.
Hay un doble recambio en las filas obreras. Por un lado, generacional:
decenas de miles de jóvenes están consiguiendo su primer trabajo. Y, por
otro, también despuntan (o se recuperan) nuevas e importantes ramas de la
producción, como es el caso de las automotrices, toda la rama de la producción
de las comunicaciones, por ejemplo es el caso de los “call-centers”. En estos
casos son jóvenes altamente calificados donde entran a trabajar en procesos de
calidad total y just-time. Todas estas nuevas generaciones están haciendo sus
primeras armas y justamente esto es lo que señala que el proceso de
reorganización está dado un salto en calidad, aunque más no sea –por ahora–
en el sentido más “estructural” del término, por lo que es poco visible todavía,
pero puede preanunciar para el futuro, grandes luchas obreras para las cuales
hay que prepararse desde ahora.
Impulsar la organización clandestina por abajo
La nueva clase obrera ha empezado a entrar en escena, y no es muy visible, pero
están surgiendo nuevos delegados y activistas. Es cierto que como proceso
es muy desigual, en algunos casos es por lugar de trabajo y en otros hasta por
sector. Pero desde el punto de vista de los revolucionarios, es un proceso
estratégico porque es nuestra clase la que está preparando sus nuevos
destacamentos y sus nuevas armas. A ellos hay que ayudarlos a que no “mueran en
el camino”, a que no se deschaven ante la burocracia y la empresa, a que no sean
presa fácil del despido, de los aprietes y/o castigos. Organizarse en forma
clandestina, cuidarse de no deschavarse, marcar a los buchones de los
burócratas, junto a empujar toda acción que lleve a mejorar las condiciones de
trabajo y preparase para echar a la burocracia; así como buscar el momento de
“dar el zarpazo” para imponer delegados luchadores, clasistas, antiburocraticos
y antipatronales. Esto está planteado en el orden del día por todo el período
que se ha abierto. Impulsemos con todo la organización por abajo e independiente
de nuestra clase.
Notas:
1- Ismael Bermúdez, Clarín 20/06/06
2- Daniel Muchnik Clarín 17/04/06
3- Mientras tanto, para disimular esta estafa, Moyano se dedica
a “luchar” contra los supermercados chinos…
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