Dura derrota del gobierno, abstención record, fuerte avance del Front National


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Por Ale Vinet [[1]

El domingo pasado se realizó la primera vuelta de las municipales. Unos 45 millones de franceses estaban llamados a elegir los consejeros municipales (y por esa vía, los alcaldes) de unas 37.000 comunas.

Fue una elección de “mitad de mandato” que expresó un “balance” de la población frente al gobierno de Hollande, electo en 2012. Además, se hizo sólo dos meses antes de las elecciones europeas. Sus resultados tiñen el escenario político de cara a las mismas.

Asimismo, las municipales son una gran apuesta de los partidos, ya que están en juego decenas de miles de alcaldías y cientos de miles de consejeros municipales. Esto constituye una fuente no menor de poder político, financiero y de movilización electoral.

La votación del domingo 23 es una primera vuelta. El 30 de marzo se hará la votación definitiva. Allí van a verificar las tendencias políticas expresadas ahora. Es que puede haber todo tipo de arreglos electorales (fusión de listas, “defección” de las mismas, constitución de “frentes republicanos”[2]). Por eso, la cantidad efectiva de alcaldías de cada partido (incluso en ciudades de importancia) aún no está definida.[3]

Sin embargo, ya es posible sacar conclusiones: una abstención sin precedentes, el ascenso del Front National (FN) y una dura derrota del PS (Parti Socialiste) son ya datos categóricos.

 

Fuerte retroceso del gobierno de Hollande

 

El dato más objetivo es el rotundo retroceso del gobierno. En la primera vuelta de las municipales de 2008, la “izquierda” (PS y aliados) obtenía el 48%. Ahora retrocede al 41,4%. La derecha, por su parte, se mantiene estable (pasa del 45,5% a 45,9%). Pero lo que inclina la balanza es el ascenso del FN, que pasa del 0,7% al 9,2%[4]. La relación de fuerzas global entre la “izquierda” y la derecha evoluciona entonces en detrimento del gobierno del PS.

Además, el PS ya perdió en primera vuelta 24 municipalidades a favor de la derecha. En las ciudades mas importantes, el PS ha sido un fiasco: en Bordeaux, Alain Juppé de la UMP (Union pour un Mouvement Populaire, derecha) fue reelecto, pero además el PS perdió 12 puntos; en Marsella, segunda ciudad mas poblada, el objetivo de ganarle la alcaldía a la derecha (la cual habían perdido por tan solo 2% en 2008) se derrumbó estrepitosamente, quedando por detrás del FN; en Lille (feudo de la dirigente socialista Martine Aubry) el PS retrocedió 12 puntos, igual que en Lyon.

Además de las comunas que perdió, el PS se encuentra en una posición más débil que hace seis años en aquellas en las que logró el primer puesto. El contrapeso a esto es la posibilidad de reelección del PS al frente de la alcaldía de París.

Se trata de un claro “voto castigo” al gobierno de “izquierda”, a su política de austeridad, de servilismo a la patronal, que en nada ha mejorado la situación social de los franceses. También refleja un cierto clima reaccionario instaurado desde la manifestaciones de derecha en 2013 contra el matrimonio igualitario, que ha erosionado al PS desde una defensa de “los valores tradicionales”.

 

Además, el PS ha perdido otra apuesta importante: lograr una alta participación electoral que legitime al régimen de conjunto.

 

Un castigo al conjunto del sistema político

 

Las últimas semanas antes de la elección, el gobierno desplegó una gran campaña: “Vaya a votar”. Los “deberes cívicos” se invocaban en aras de darle legitimidad a un sistema político que, con un servilismo cada vez más claro frente a la patronal, sufre una erosión constante. Se trataba además, para el PS, de movilizar a su electorado. En ambos planos, el fracaso fue rotundo. El PS fue gravemente derrotado y sólo cumplió con sus “deberes cívicos” poco más del 50%.

El verdadero ganador de la elección fue la abstención. En ascenso ininterrumpido desde hace al una década, alcanzó ahora el 40%. Fue, objetivamente, la primera “votación” de la jornada. Y esto es aun mayor si sumamos a la gente en edad de votar, que no está inscripta en las listas electorales: unos dos millones. Es sin duda un problema para la legitimidad del sistema político, cada vez más desprestigiado ante la población.

La abstención ha golpeado particularmente a los partidos tradicionales. En cambio, las comunas donde el FN logró más votos, fueron también las de participación más alta. El Front National recoge así los frutos de su postura “antisistema”. Y esto refuerza que es el conjunto del sistema político y del bipartidismo PS-UMP), el que ha quedado golpeado.

Es que, ante al fracaso del gobierno, el partido burgués de recambio, la UMP, acumula varios “hándicaps”. Desde la derrota de Sarkozy, la UMP ha sufrido graves crisis internas, y guerras entre sus dos principales dirigentes, Fillon y Copé. Ademas, la mayoría de sus dirigentes nacionales son hoy investigados por casos de corrupción.

La altísima abstención es signo de la debilidad del sistema político. Una casta de políticos envueltos en tramas de corrupción, un gobierno que dio un giro de 180 grados frente a sus promesas de campaña y se plegó a todas las exigencias de la patronal, una Unión Europea que aparece cada vez más como una confiscación de la soberanía popular constituyen el caldo de cultivo de un desprestigio creciente del régimen político.

Es sobre esta situación que se monta el Front National para lograr la elección municipal más importante de su historia.

 

El ascenso del Front National

 

El Front National, partido de extrema derecha, ha logrado resultados históricos, que permiten a Marine Le Pen hablar del “fin del bipartidismo” y postular un “tripartidismo”: PS-UMP-FN.

Este éxito tiene varias explicaciones. La principal razón es la grave crisis económica y social que atraviesa el país. El FN ha aumentado su votación en regiones donde parte importante de la población ha quedado “desclasada” (es decir, ha sufrido un descenso social) en los últimos años. Esos sectores son permeables al discurso xenófobo y securitario, por miedo a continuar su descenso. Rechazan a los nuevos sectores sociales “bajos” (provenientes de la inmigración, por ejemplo) con los cuales se ven forzados a interactuar. Parte de este electorado es la base social clásica del FN: pequeños propietarios, con un futuro incierto y hostil a toda “globalización” o “europeización” que amenaza su situación particular.

Pero además, y ligado a lo anterior, el FN ha mantenido una campaña sistemática de denuncia de la Unión Europea, a la que identifica con una “élite financiera” (claro que en clave derechista). Lo que sucede es que en este caso aprovecha un enorme vacío dejado por el conjunto del arco político. Allí, no sólo el PS y el UMP, sino incluso el Front de Gauche y el NPA (Nouveau parti anticapitaliste), no se oponen de frente a la Unión Europea[5].

De esta manera, el discurso populista y nacionalista del FN cala hondo en los sectores populares que ven sus condiciones de vida desplomarse. Ven a un gobierno “socialista” que recorta los servicios sociales y aplica reformas antiobreras bajo el dictado de la UE.

Esto da sustento material al perfil “antisistema” del FN. Por paradójico que suene, este partido ultraconservador y reaccionario aparece frente a un sector de la población como “contestatario” del régimen actual. Es que el discurso nacionalista y antieuropeo, de defensa de la soberanía “nacional”, tiene un fuerte eco en el contexto de una Unión Europea que impone la “austeridad” y es antidemocrática hasta la médula. Este discurso del FN confronta a una casta política que, más allá de sus diversos colores (PS o UMP), se ha plegado a esta UE que aparece como “por encima” de todos y confiscando la soberanía popular.

Por eso, además de denunciar claramente el carácter reaccionario, antiobrero y antisindical del FN, además de xenófobo y sexista, hace falta una clara posición revolucionaria de ruptura con la UE y el euro, instrumentos de las burguesías imperialistas europeas contra la clase trabajadora.

Que el FN tenga el “monopolio” de la denuncia de una Unión Europea antidemocrática y antiobrera es un crimen político, y ha resultado uno de los discursos más eficaces a nivel electoral para la formación conservadora.

Frente al discurso antieuropeo en clave nacionalista, hay que oponer una posición revolucionaria de ruptura con la UE por la izquierda, en apoyo a las luchas que los trabajadores llevan adelante en todo el continente y por el fin de la austeridad que desangra a las economías periféricas en favor de los bancos alemanes y franceses.

 



[1].- La versión completa de este artículo y su recuadro puede leerse en: www.mas.com.ar y www.socialismo-o-barbarie.org

[2] El «frente republicano» es una política empleada a veces por el PS y la UMP. Consiste en retirar sus listas en favor del otro, para impedir victorias del Front National (el caso más emblemático fue el llamado del PS a votar en las presidenciales 2002 por Chirac, de la UMP, frente a Le Pen).

[3] En cada lugar se eligen los consejeros municipales que más adelante eligen al alcalde.

[4] « Municipales : les chiffres clés après le premier tour » Le Monde 24/03/14.

[5] Estos últimos sostienen un discurso por una “Europa social” o “de los pueblos”, sin denunciar abiertamente a la Unión Europea actual, que consideran como un primer paso “fraternal” hacia esa “Europa solidaria”.

 

La elección de la izquierda

De parte de la extrema izquierda, el NPA, en la mayoría de las comunas en las que se presentó, lo hizo junto con el Front de Gauche, o bien con el Parti de Gauche (PG) y sus otros componentes –allí donde el PCF (Parti Communiste Français) decidió aliarse con el PS desde la primera vuelta–. Esas listas obtuvieron votaciones, en torno al 10 o 15%, logrando concejales en algunos casos… pero que corresponden al PCF o al PG que las encabezaban.

En algunas ciudades, el NPA no logró presentar lista (Lyon, Marsella). En otras ciudades, el NPA fue solo, sin alianzas con el Front de Gauche ni con alguno de sus integrantes. En esos casos, lógicamente, tuvo resultados menores (alrededor del 1,5% en París, 1,11% en Lille y 2,5% en Burdeos, con Poutou, excandidato presidencial a la cabeza).

En París, el NPA realizó una campaña con eje en la oposición al gobierno y a la derecha, contra la austeridad y por una serie de medidas progresivas (aumento de salarios, construcción de alojamientos sociales, más presupuesto para salud y educación). A su vez, sus listas estaban encabezadas por trabajadores, lo que permitió poner en el centro de la campaña las diferentes luchas en curso (profesores, ferroviarios, empleados de comercio, de correos…).

La limitación de la campaña es que la pelea a nivel nacional perdió fuerza a favor de los elementos localistas. Es que en la mayoría de las localidades se realizaron alianzas con el Front de Gauche o alguno de sus componentes. Estas alianzas tenían como condición el compromiso de no fusionar con el PS en segunda vuelta. Pero el problema es que a nivel nacional el Front de Gauche no constituye una alternativa política real de oposición al gobierno del PS.

En el caso de París, y de otras ciudades importantes, el PCF decidió integrar directamente las listas del PS. El Parti de Gauche, aunque en estas elecciones (y ante el visible desprestigio del gobierno) haya decidido no fusionar desde la primera vuelta, su política frente al gobierno es ambigua, Considera que bastaría que el gobierno «vuelva a izquierda» y que ofrezca ser primer ministro a Mélenchon, líder del PdG y del FdG.

Una lista común con el Front de Gauche, aunque sea local, no puede ocultar que a nivel nacional, el FdeG ha decidido ser la «pata izquierda» del gobierno social-liberal. Y es a ese nivel que las orientaciones políticas estratégicas se ponen en juego.

Y esto le quita fuerza a una perspectiva de independencia política y de clase. En el marco de un sistema político desprestigiado, y de un gobierno que ha traicionado cada una de sus promesas, aliarse con los que dicen que sólo hay que exigirle al PS que «vuelva a la izquierda», nos pone como «ala izquierda» del sistema actual, en vez de aparecer como una alternativa superadora.

Mientras tanto, el FN aparece como antisistema; es decir, como opuesto al conjunto del podrido bipartidismo francés (aunque, sin ninguna duda, es una organización profundamente antiobrera, antisindical, antinmigrante, xenófoba).

Claro que esto está ligado a las diferentes tendencias que existen en el seno del NPA. No es casualidad que en París, donde se realizó una campaña anticapitalista con candidatos de sectores en lucha, la tendencia mayoritaria es el ala izquierda del NPA (agrupada bajo la plataforma Y en ocasión del último congreso). Esta se opone a un frente político con el Front de Gauche y defiende un NPA orientado a las luchas e independiente. Más allá de nuestras diferencias (como la política a adoptar frente a la Unión Europea), se trata sin duda de una orientación progresiva en la vía de construir un NPA revolucionario y ligado a la clase trabajadora.

Ahora, el NPA llama a una “tercera vuelta social” el 12 de abril, día en que está convocada una jornada de lucha contra la política de austeridad del gobierno. El NPA está en la base de esta iniciativa, que se ha acordado a su vez con el Front de Gauche, Alternativa Libertaria y organizaciones sindicales, de mujeres y de sin-papeles.

En lo inmediato, hay que jugarse con todo a esta movilización, que significaría un rechazo en las calles (y no en las urnas) y por izquierda, a la política pro-patronal del gobierno.

A.V.

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