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Las instituciones están podridas, la salida de fondo es una Asamblea Constituyente Soberana que como primera medida disuelva la ex SIDE y demás aparatos represivos

En vísperas de la reunión en el Congreso el pasado lunes 19, donde el fiscal Alberto Nisman debía explicar las denuncias contra la presidente Cristina Kirchner y el canciller Héctor Tímerman en relación al Memorándum de Entendimiento con Irán, éste fue hallado muerto en su domicilio. Si se ha tratado de un suicidio o no, todavía es materia de debate, aunque tiende a fortalecerse la primera hipótesis (cuestión que, de cualquier manera es secundaria respecto del fondo del asunto).

Este hecho ha desatado un tornado en los escenarios de la política patronal, una crisis política de proporciones que a una semana de los acontecimientos, todavía sigue abierta y podría tener nuevos desenvolvimientos.

Es más: por el tenor de las acusaciones cruzadas, se trata de una tormenta que afecta a todos los poderes de la democracia patronal, especialmente al Poder Ejecutivo y al Judicial, sin que por eso el Legislativo salga limpio. Particularmente, los que están en la mira son los servicios de inteligencia del Estado, podridos hasta la médula, y que cualquier gobierno que se considere democrático debería proceder de inmediato a disolver (claro que esta no es la posición de Cristina ni de ninguno de los sectores de la oposición patronal, que prefieren mirar para otro lado).

Por supuesto, no es posible aún determinar a ciencia cierta muchos de los detalles de estos acontecimientos. Ni por qué Nisman se precipitó a semejante denuncia, ni, menos aún, la pregunta de si Nisman se suicidó o lo suicidaron, y terminando por los interrogantes fundamentales sobre el atentado del 18 de julio de 1994 a la sede de la AMIA.

Es que, desde esa fecha, todas las actuaciones e “investigaciones” de las instituciones y funcionarios del Ejecutivo y la Justicia –policías, servicios, jueces y fiscales, etc, acompañadas por la acción u omisión del Congreso, han generado un olor nauseabundo, que muestra la íntima pudrición de la política patronal.

En efecto, hay que recordar, por ejemplo, el circo fraudulento que fue la primera investigación y el primer juicio en relación al atentado, juicio que en el 2001/2004 terminó con todos los acusados libres… y con el juez instructor enjuiciado…

Luego, ya en la era K, con el fallecido fiscal Nisman, comenzó el segundo acto de esta farsa maloliente. Nisman, hasta hace poco operaba en los marcos del aparato kirchnerista que lo había designado en 2004. Pero la crisis y rupturas del kirchnerismo se expresó también en estos sectores. La división de la SI (Secretaría de Inteligencia, ex SIDE), con la migración de un sector a las fuerzas de Massa, el famoso ex espía Stiuso, contratado en 1972 y que fue funcionario de la SIDE durante toda la dictadura militar, incluyó también a Nisman. Esta pelea por el reparto de la torta del Estado entre los distintos bandos patronales, fue asumiendo las formas de una guerra sin cuartel.

Al mismo tiempo, Nisman, el fiscal que había presidido todas las idas y vueltas del gobierno en la era K., se volvió contra sus ex-patrocinadores. El último paso, fue la acusación contra Cristina y Timerman, antes mencionada, que a nivel del Congreso era impulsada por los sectores más rabiosos de la oposición “cacerolera”, como Bullrich y Carrió.

Un “detalle” particular pero importante de todo este chiquero, es la subordinación colonial, a lo largo de todo el caso AMIA, de la “justicia” y los funcionarios argentinos a la Embajada de EEUU. Los documentos del departamento de Estado, destapados años atrás por Wikileaks, revelan que el fiscal Nisman llevaba regularmente los borradores de sus escritos y resoluciones a la Embajada yanqui para que les hicieran correcciones. Sólo después los asentaba oficialmente.

Este es un aspecto no menor de la podredumbre de las instituciones, los políticos y los funcionarios del Estado burgués: la persistencia bajo los Kirchner del servilismo colonial, como en las mejores épocas de las “relaciones carnales” con EEUU en los ’90.

Este aspecto particular de la podredumbre que denunciamos, cruza toda las supuestas “investigaciones” del atentado en la AMIA. Durante los veinte años desde el atentado, no se investigó nada en serio. Pero no es difícil verificar que los tres “sospechosos” que han subido y bajado del escenario –Líbano, Siria e Irán–, lo han hecho según las cambiantes coyunturas de la política exterior de EEUU. Cuando Siria se hizo aliada de Bush en la invasión a Iraq, dejó de ser acusada. La pelota pasó tiempo después a Irán… pero el avance de las negociaciones de Obama con Teherán, fue luego el marco del Memorándum de Entendimiento gestionado por Timerman.

Andando el tiempo, Nisman se dio vuelta y de trabajar para los K, se pasó a la oposición que respondiendo -directa o indirectamente- a los EE.UU. y el Estado de Israel, salió a acusar al gobierno de “encubrimiento” del atentado de 1994.

Eso abrió una crisis política de proporciones, que hasta el día de hoy no se ha cerrado. Peor aún: destapó la olla de la pudrición de las instituciones de la democracia patronal mostrando a cielo abierto los intereses cruzados de unos y otros, como se opera en las sombras en las relaciones internacionales, como los servicios de inteligencia del Estado son instituciones que se venden al mejor postor de los de arriba (¡aunque siempre reafirmando su carácter de organismos al servicio de perseguir, reprimir e incluso desaparecer a los de abajo!); en síntesis: como la política patronal opera de espaldas a la enorme mayoría de la sociedad.

¡No se puede depositar la menor confianza en el aparato del Estado burgués, sus funcionarios y sus políticos patronales, sean oficialistas u opositores! ¡Ni para esclarecer lo de la AMIA, ni para ninguna otra cosa! ¡No se puede confiar en la política patronal que lleva adelante sus actos en la sombras, en vez de a la luz del día, a la vista de toda la población!

Lo que hace falta en primer lugar, por lo que hay que luchar, es por el esclarecimiento del atentado a la AMIA de una manera independiente, sin hacerle el juego a los intereses del imperialismo ni del gobierno K: se debe formar una comisión investigadora independiente que esté integrada por los organismos de derechos humanos y demás organizaciones populares.

En segundo lugar, se debe avanzar en la disolución de la ex SIDE, organismo de inteligencia del Estado que en la persona de Stiuso muestra la continuidad de este organismo represivo desde la dictadura hasta nuestro días y desnuda, a la vez, el discurso de los “derechos humanos” de un gobierno como los Kirchner, que no sólo no “depuraron”, menos aún disolvieron un organismo así, ¡sino que mantuvieron al frente del mismo a un espía cómplice de las desapariciones de los años 70!

En definitiva, se trata de tareas que requieren de la movilización popular y algo más: lo que se ha revelado es la pudrición de todo el régimen político, de cómo este opera de espaldas a los más amplios sectores, razón por la cual, a nuestro modo de ver, en caso de continuar esta crisis y aún profundizarse, se irá poniendo a la orden del día la pelea por una Asamblea Constituyente Soberana, que discuta de arriba abajo todo el ordenamiento político y social del país.

Es desde esta perspectiva independiente y proponiendo una salida de conjunto que se debe parar la izquierda frente a la actual crisis. Lamentablemente, no es el caso del FIT, que como en otras oportunidades, no ha sido capaz aún de sacar una simple declaración común de sus integrantes frente a los hechos.

Peor aún, su principal partido, el Partido Obrero, apareció el lunes 19 en el Congreso apoyando en la palabra de su diputado Néstor Pitrola una declaración común con el PRO y otros diputados patronales, que desde ya no defienden un programa socialista frente a la crisis, sino uno liberal burgués.

No se trata de un simple “error”, sino de uno gravísimo que tiene que ver con la política de este partido, que no logra ubicarse de manera independiente de todos los bandos patronales, arrastrando a una política equivocada al conjunto del FIT y que llamamos a que sea corregido lo más rápido posible.

La muerte de Nisman es otro ejemplo, sólo que extremo, del olor que se desprende de toda la política patronal, y una razón más por la cual este régimen social y su Estado deben ser reemplazados por una alternativa socialista. Es desde esta perspectiva que debe pararse la izquierda revolucionaria frente a la actual crisis.

Comité Ejecutivo del Nuevo MAS, 26 de enero de 2015

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