Es por las que vendrán después

Varias miles de mujeres, a partir de la convocatoria de más de veinte organizaciones del movimiento, marchamos a Plaza de Mayo con la consigna de Basta de violencia hacia las mujeres. También hubo importantes movilizaciones en Mar del Plata, Córdoba, Río Negro, Chaco, y otros lugares del país. En las consignas levantadas y en el documento que se leyó en la Plaza, el masivo movimiento de mujeres denunció a la justicia patriarcal y al gobierno nacional, que se dedican a amparar a violentos, violadores y femicidas mientras tienen cero política para ayudar a las mujeres a salir de las situaciones de violencia. Además de denunciar claramente que el gobierno se coloca como garante del Estado proxeneta, al no haber hecho nada en estos 11 años por desmantelar ni una sola red de trata, mientras siguen desaparecidas Marita Verón, Florencia Penacchi, Yamila Cuello y tantas otras. Pero se fue más allá de la denuncia, a la exigencia de vivienda y trabajo genuino para las mujeres en situación de violencia, además de exigir la libertad de Reina Maraz, Susana, María y Claudia de Jujuy, algunos de los casos emblemáticos. Uno de los reclamos más cantados fue la exigencia de que dejen de morir mujeres por aborto clandestino y la inmediata aprobación de la ley de aborto legal en el hospital. También tuvo importante presencia el reclamo contra el ajuste que el gobierno descarga sobre la espalada del conjunto de las y los trabajadores, con suspensiones, despidos, y represión para garantizarlos.

A este panorama de miles de mujeres reclamando al gobierno, se le opuso una marginal concentración de veinte kirchneristas en el Congreso, que demuestra que el movimiento de mujeres ya superó ampliamente la idea de que Cristina es defensora de los derechos de las mujeres.

De víctimas a protagonistas de las luchas de las mujeres

La movilización contó con la presencia de varias luchadoras, compañeras jóvenes que vienen haciendo su experiencia de lucha, partiendo de situaciones personales aberrantes, de mucha injusticia. Pero que va mucho más allá de colocarse en el lugar de víctima. Rocío Girat es un gran ejemplo para muchas mujeres en diversas situaciones de violencia, porque pudo gritar esa injusticia y porque pudo convertirla en bronca para salir a dar pelea. Miles de años de sumisión pesan sobre la cabeza de las mujeres, no sólo para aguantar sino también para callar. Porque la vergüenza y la culpa el patriarcado las coloca del lado de las mujeres. Y Rocío es una bocanada de aire muy fresco cuando les dice a las mujeres que hay que pelear para que la vergüenza la tengan los jueces y fiscales que se la pasan absolviendo y amparando a violentos, violadores y femicidas. Y que la culpa hay que ponerla donde tiene que estar: del lado de los machistas que atacan a las mujeres.

El camino de la lucha también coloca a las mujeres en otro lugar: el de asumir que la pelea es contra la injusticia sufrida en carne propia, pero también que es necesario asumir la tarea de lucha de forma colectiva. Como dijo Iara cuando nos dirigó la palabra en Plaza de Mayo: “no es sólo por mí, es por las que vendrán después, es por las que caminan conmigo”.  Estas palabras tienen una profundidad muy grande, porque revelan la comprensión que están empezando a tener las mujeres de que algo está muy podrido. Que no es uno, dos, tres jueces o fiscales  corruptos, sino que el conjunto del sistema de justicia está contra las mujeres. Que uno tras otro los casos demuestran que la impunidad es la marca en el orillo de esta justicia.

De protagonistas de las luchas a la lucha por cambiar las cosas

El sistema patriarcal es eso: que todo el orden de las cosas está organizado para mantener a las mujeres a raya. La educación, los medios de comunicación, la propaganda, la Iglesia, la ideología dominante, la justicia, están al servicio de que las mujeres seamos objetos y nos mantengamos sumisas.

En el acto del 25 en la Plaza de Mayo también estuvo presente la solidaridad internacional con las mujeres kurdas que se están organizando contra la brutalidad del régimen de Isis. También se expresó la solidaridad con las y los estudiantes y el pueblo mexicano que hoy se levantan para reclamar por los 43 normalistas y por las y los miles de desaparecidos de esa “democracia” de unos pocos contra las mayorías.

Estas demostraciones de solidaridad son fundamentales. Porque el movimiento de mujeres debe tomar como propias las luchas de los demás oprimidos y explotados, la lucha contra el capitalismo, donde los ricos son cada vez más ricos y son los que mandan. Y donde los pobres cada vez más pobres son los que sufran todas las atrocidades de los gobiernos y los Estados dedicados a mantener el orden para los ricos y poderosos. El desafío es pasar del cuestionamiento de la impunidad al cuestionamiento de que las mayorías estamos hartas de que todo esté al servicio de esa minoría dueña de todo, que nos gobierna, que nos oprime y que nos explota.

En ese camino, Las Rojas y el nuevo Mas, creemos que la organización es fundamental para dar todas las batallas. Para luchar por cada caso particular, pero también para transformar la bronca en lucha. Para transformar la indignación por lo que le sufre el del lado, en solidaridad. Para que las mayorías nos levantemos y terminemos con este mundo de impunidad construido al servicio de unos pocos, sobre la base de la opresión y la explotación de las mayorías de jóvenes, trabajadores y mujeres.

 

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