Ante las provocaciones del gobierno a los trabajadores de Donnelley

 

 

“Desde el primer día, el Gobierno trató de apropiarse de la lucha (…) dilatando y maniobrando ante los reclamos legítimos de los trabajadores. Política que apuesta a que, con el paso del tiempo, con las presiones materiales de los compañeros y de los cambios en las condiciones de trabajo, se vean obligados a abandonar la pelea que están dando o a aceptar cualquier condición leonina, disciplinadora, que les quieran imponer”. (Socialismo o Barbarie n° 305)

 

Ya alertábamos, en la edición anterior, sobre las maniobras dilatorias que les estaba imponiendo el Gobierno nacional para ver fracasar la experiencia que están haciendo los trabajadores de Donnelley. Maniobras que apuntaban a que las presiones económicas y productivas se hicieran sentir con tanta fuerza y necesidad que contrapesaran, como plomo, la misma experiencia y doblegaran la convicción de lo que están encarando.

En ese marco, surge MadyGraf. Entre jueces que no se terminan de expedir por la continuidad, entre síndicos que tampoco resuelven mientras monitorean el funcionamiento de la planta y bloquean los pagos, entre las más urgentes de las presiones: cobrar un salario. La cooperativa surge como un intento de dar respuesta a las necesidades más apremiantes de los trabajadores.

 

Pero las condiciones leoninas no se hicieron esperar…

 

Y el Gobierno desnudó su verdadera cara a través de los diputados del FpV. Ante la presentación que harían en La Plata, el miércoles 24, para la expropiación de la fábrica, los diputados K ofrecieron sus votos por la positiva. Pero, ¡ojo!, el Gobierno es un gobierno de los patrones y, como tal, representa sus intereses, no los de los trabajadores. Así que el tufillo a podredumbre se empezó a sentir rápidamente. La propuesta de acuerdo fue: votamos la expropiación, siempre y cuando, sea con pago.

Ahí se hizo carne todo el peso del carácter patronal de este Gobierno. No importa que los trabajadores no seamos responsables de lo que hagan los patrones; el Gobierno pretende que nos hagamos cargo de sus deudas, que les paguemos a los Sres. Donnelley del país por usar sus máquinas, por usar sus predios, que durante tantos años usaron para explotarnos a nosotros y llenarse de guita a costa de nuestro sudor para, de un día para el otro, dejarnos en la calle sin mayor explicación que un cartelito en la puerta. No sea cosa que no paguemos nuestras deudas o, mejor dicho, las de otros, dicen las hipócritas lacras de los K mientras, como pagadores seriales que son, intentan negociar con los buitres. Un Estado bien normal, que indemnice a los patrones, con sus trabajadores bien disciplinados.

El contenido de este proyecto de ley hubiese sido el fin de la cooperativa antes de que empezara. Y esto es, también, lo que encubría la política K. No hay forma de poder desembolsar tanta plata sin hipotecar la misma cooperativa. Ya ni siquiera serviría como recurso para intentar paliar las necesidades materiales, cada peso que entrara se drenaría en concepto de estos pagos. Pero decimos “hubiese” porque, finalmente, el acuerdo no se dio.

En un primer momento, en asamblea, los trabajadores decidieron aceptar este acuerdo, ante la ausencia de una política alternativa. Y el Gobierno aprovechó el viento de cola, para dar la estocada final. Ya no sólo los extorsionó con el pago de la expropiación sino que les exigió que el monto de dicho pago se deje, a priori, en blanco. Ya el chantaje era alevoso. Y así lo vieron los trabajadores que, en la asamblea del martes 23, decidieron finalmente rechazar estas condiciones leoninas.

 

La perspectiva no puede ser otra que la estatización. El medio: la lucha

 

Tras rechazar la política K, los trabajadores decidieron movilizarse al juzgado y al Ministerio de Trabajo para seguir metiendo presión por la continuidad de su fuente de trabajo. Desde el Nuevo MAS, confiamos que sólo a través de la lucha podemos doblegar la voluntad del Gobierno. Al Gobierno se le exige. Y para ello, hay que imponérselo en las calles, redoblando la lucha, y fortaleciendo la ocupación de la planta ante cualquier ofensiva anti-obrera. Y no depositando ninguna confianza en acuerdos, por arriba, con diputados K; sino confiando y apostando en nuestras propias fuerzas.

Pero sabiendo que la perspectiva de esa lucha, y los últimos acontecimientos no hacen más que confirmarlo, es la estatización de Donnelley bajo control de los obreros. Perspectiva que se impone como la única salida que puede dar respuesta a la defensa real de la fuente de trabajo. Porque, si bien entendemos que la conformación de la cooperativa puede responder al intento por contemplar las necesidades económicas, no confiamos en que pueda ser la perspectiva más general cuando, con ella, se “pretende que el Estado se desentienda de toda responsabilidad sobre la situación económica de la empresa, a la que se deja aislada, sin una perspectiva de conjunto, sin financiamiento, bajo el inevitable imperio de las leyes del mercado capitalista –entre ellos, sus precios– que llevan a la auto-explotación de sus trabajadores para competir en él”[1].

Y esto hay que imponérselo al Gobierno (que no sólo quiere lavarse las manos, sino que quiere ver derrotada esta experiencia) con la lucha en las calles y hasta que tenga que pronunciarse por la estatización y la expropiación sin pago alguno.

Y esa tiene que ser la perspectiva tras la cual organizarse. Organización que, también, puede tener una parada importantísima este 25 de octubre, si los trabajadores de Donnelley se suman masivamente a la nueva convocatoria del Encuentro del sindicalismo combativo para discutir y coordinar junto a otros trabajadores y luchadores cómo enfrentar al Gobierno anti-obrero, ajustador y disciplinador para arrancarle nuestros reclamos.

Desde ya, seguiremos acompañando a los trabajadores en esta lucha por conquistar sus intereses. ¡Todo el apoyo a la lucha de los trabajadores de Donnelley!

Corresponsal Zona Norte

 

 

[1] José Luis Rojo, Cooperativas, estatización y control obrero, en http://www.mas.org.ar/?p=3037

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