Apropósito de la recuperación del nieto 114

 

 

Luego de la recuperación del nieto 114, esta conquista impactó y sensibilizó a amplios sectores de la juventud y la población trabajadora y despertó grandes expectativas sobre futuros logros. Al ser el nieto de la Sra. de Carlotto, referente indiscutida de Abuelas de Plaza de Mayo, los teléfonos no dejaron de sonar los días siguientes en sus oficinas. Aquéllos que, teniendo dudas sobre su identidad, se animaron a recurrir a las pruebas de ADN.

Este hecho contundente valió más que la propaganda oficial, los spots televisivos con Messi durante el Mundial. Quedó una sensación, no sólo en los sectores directamente afectados, de que ahora “se puede ir por más”. Y es la oportunidad para ir por más.

 

Milicos y empresarios, un solo corazón

 

Tal como fue denunciado por la Sra. de Carlotto en las tribunas de los actos del 24 de Marzo, la dictadura no fue sólo militar, sino que hay responsabilidades civiles. Varios juicios han sido iniciados contra un puñado de empresarios y directivos de empresas, como la Ford.

Los caminos de la apropiación de Ignacio estuvieron marcados desde el día que se supo que su lugar de crianza fue Olavarría. Olavarría y Fortabat es una asociación tan estrecha como Fortabat-dictadura militar. Sus tierras están regadas con el sacrificio, el sudor y la sangre de sus trabajadores y familiares. La represión en la zona se ensañó contra estudiantes y trabajadores de FABI (Fábrica Argentina de Bolsas Industriales), de Loma Negra y de LOSA (Ladrillos Olavarría Sociedad Anónima).

En el caso del abogado de los trabajadores de Loma Negra, Carlos Moreno, secuestrado y posteriormente asesinado, se comprobó que estuvo detenido en un campo clandestino en una chacra de la familia Méndez, terratenientes de la zona.

En el juicio a iniciarse el 22 de setiembre en Olavarría donde se juzgarán 21 secuestros, se ha determinado la existencia de un lugar de detención ilegal denominado Monte Peloni en la localidad de Sierras Bayas, dirigido por Ignacio Verdura, posible entregador de Ignacio. Este jefe militar está detenido por otra causa y se encuentra en prisión domiciliaria en Corrientes. El terrateniente Carlos Francisco “Pancho” Aguilar podría haber sido el que hizo de intermediario en la entrega a sus padres adoptivos. Este señor ha fallecido.

¿Cuántos más habrá habido en las tierras de los Fortabat, dueños y señores de esa zona de la pampa húmeda, con sus empresas cementeras, sus tierras, sus ciudades? Es un símbolo trágico que dos localidades de la zona se llamen Loma Negra y Alfredo Fortabat.

Pero tenía que darse la buena noticia de que Ignacio recuperó su identidad para que se levante la tapa de la olla que ya tiene olor a podrido de tanto esperar.

Los responsables civiles siguen impunes. Muchos ya no viven, pero otros están en libertad aunque procesados, como Blaquier, dueño de los Ingenios Ledesma. A los Fortabat y sus sucesores nunca se les inició ninguna investigación.

No hay que quedarse con la denuncia y las buenas intenciones de lograr más restituciones solamente recurriendo a la comprobación del ADN. Esto es un paso inicial y necesario, pero junto con la investigación judicial, las pruebas aportadas por los testigos y vecinos del lugar, tenemos que ir hasta el final. Para lograr que los responsables civiles de la apropiación de Ignacio y otros bebés nacidos en cautiverio vayan presos, hay que retomar la dura lucha de exigencia de juicio y castigo a todos los responsables del genocidio, sin confiar en las falsas promesas de apoyo de la jerarquía eclesiástica.

Es la mejor forma de celebrar la recuperación de la identidad de Ignacio y de plasmar en la conciencia de los trabajadores y la juventud la necesidad de luchar hasta las últimas consecuencias contra sus verdugos.

 

Ana Vázquez

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