Lo que se viene

 

Desde los más variados sectores sociales y políticos se ha salido a criticar la actitud de RR Donnelley y se vio en la quiebra distintas intenciones. Los trabajadores veían una posible extorsión, es decir, una maniobra para imponer salarios y condiciones a la baja y los 123 despidos que se anunciaban. La Federación Gráfica, la burocracia ongarista, vio una maniobra para desestabilizar la economía y al gobierno. El gobierno a través de Capitanich dijo: «La empresa Donnelley ha tenido la particularidad de haber tomado una decisión unilateral de cierre ungida por su casa matriz, en Estados Unidos. Consideramos que es una decisión por lo menos rara, unilateral e intempestiva. Esto es una decisión de carácter político y no empresarial» afirmó el chaqueño en la conferencia de prensa de Casa de Gobierno el martes temprano. El presidente de la Federación de la Industria Gráfica y Afines (Faiga), Juan Carlos Sacco, señaló a través de un comunicado que el sector «no está en crisis» y agregó que «esto es una decisión política que la compañía tomó a nivel mundial, de cerrar su operación en la Argentina.». La empresa por su parte aduce una restructuración global de sus negocios.

 

¿Estatización o Cooperativa?

 

En estos momentos, Scioli y Cristina seguramente estarán buscando algún empresario amigo para que se haga cargo de la quiebra de la empresa. Tampoco se puede descartar de plano que la misma patronal RR Donnelley vuelva sobre sus pasos. Por su lado, el gremio ve con buenos ojos ser parte de una cooperativa de trabajo. También muchos trabajadores ven con buenos ojos esta alternativa. Tampoco al gobierno y a la burguesía, en general, les molesta esta forma de propiedad que tiene elementos en común con el régimen burgués (subsiste la propiedad privada como tal, aunque sin patrones). En lo inmediato, lo que aparece como más factible, es la cooperativa. Por eso trataremos de explicar de qué se trata y los riesgos que conlleva.

Recodemos que San-Cor, una de las empresas más importantes del país, es una cooperativa; o el Credicoop, uno de los bancos más grandes. Pero también están las cooperativas que su origen es de lucha, como la cooperativa cerámica Fasinpat-Zanon o la Cooperativa Chilavert, que es una pequeña imprenta.

Esta es una forma de propiedad donde a cada dueño-accionista -que es un trabajador- le corresponde una pequeña parte de la propiedad total, de la producción total. Es decir, que el trabajador cooperativista se auto-explota y de su auto explotación se lleva una parte que equivale a su salario. Pero la cooperativa en sí queda expuesta a las leyes del mercado capitalista, expuesta a los avatares del mercado, a la competencia con otras empresa, a las tendencias a la concentración, a ser competitiva, etcétera.

Es decir: una cooperativa puede quebrar, fundirse y verse obligada a ajustarse a si misma: ¡a sus trabajadores que son sus dueños accionistas! Adentro de la cooperativa misma se replican la lucha y las tendencias del mercado capitalista, porque como unidad aislada de producción se les imponen los precios del mercado y las demás condiciones del mercado.

En cambio una empresa estatal tiene varias ventajas. La principal es, precisamente, que puede escapar a esas condiciones del mercado porque ya no es una mera empresa individual. Al ser estatal quiere decir que el Estado asume la responsabilidad por su financiamiento.

El Estado aparece como el “capitalista colectivo” y la empresa estatizada ya no está sola, sino que es parte de ese conglomerado de empresas, razón por la cual, por añadidura, nunca carecería de financiamiento y de esta manera se pueden burlar las leyes de la competencia capitalista, los precios que impone el mercado y demás características de la competencia capitalista.

Además, al ser estatal, pueden garantizarse los trabajos que el propio Estado requiere, sin olvidarnos que siempre podría regular el mercado a su favor.

En la actualidad hay varias imprentas estatales como por ejemplo la del Congreso de la Nación, pasando por la Casa de la Moneda, hasta la recientemente estatizada (para cubrir los negociados de Boudou), Ciccone Calcográfica.

 

Estatización bajo control obrero

 

Una empresa estatal no es en sí misma progresiva para toda la sociedad. Esto depende de una serie de circunstancias. Por ejemplo, la YPF estatal cobra la nafta a precios internacionales para poder garantizarse y garantizar las ganancias a todas las multinacionales radicadas en el país. Es decir: está dirigida con estrictos criterios capitalistas.

Pero al ser estatal, posibilita potencialmente ser administrada con criterios distintos a los del mercado, y sus utilidades podrían volver de alguna manera a toda la sociedad.

Desde la izquierda revolucionaria peleamos por la estatización bajo control obrero por varios motivos. En primer lugar, para que el control obrero evite lo típico en las empresas estatales, a saber: los negociados del administrador con los amigos privados a expensa de los trabajadores y el conjunto de la sociedad. El escándalo de fraudes entre los funcionarios y los privados tienen una larga tradición del país: ahí están los ejemplos de los negociados en los ferrocarriles para no ir más lejos.

Pero la estatización bajo control obrero también puede ser usada como ejemplo y escuela, para que sirva como demostración de que la clase obrera puede dirigir la producción, que el capitalista es superfluo. Este es el gran valor educativo que tiene para toda la clase obrera el control o la administración obrera.

Desde ya advertimos a los compañeros de Donnelley que la estatización sólo se conseguirá con una durísima batalla en las calles, y más en esta coyuntura de ajuste económico y de ahorro del Estado para pagarle a los buitres. Habrá que luchar, y mucho.

 

Francisco Torres 

Dejanos tu comentario!